Del campo a la ciudad: migración, modernidad fallida y aprendizaje transgresor en Mudanza de los sentidos de Ángela Hernández

Violeta Lorenzo, Skidmore College

     Entre los novelistas dominicanos más importantes de la última década hay que destacar a Ángela Hernández (1954- ). Con esto no me refiero a que su quehacer literario es del todo reciente. Hernández tiene a su haber seis poemarios, cinco libros de cuentos así como varios ensayos de corte sociológico sobre la educación de la mujer y distintas vertientes del feminismo en República Dominicana.(1) Sus cuentos y poemas han sido publicados en un sinnúmero de antologías y traducidos a varios idiomas. Sin embargo, Hernández — quien recibió el Premio Nacional de Cuento (1998) y el Premio José Ramón López (2012) — ha incursionado en el género novelístico prácticamente en los últimos diez años. Mudanza de los sentidos (2001), su primera novela y el enfoque de este ensayo, fue galardonada por la Editorial Cole con el premio a la mejor novela corta. Le siguen sus novelas Charamicos (2003) y Metáfora del cuerpo en fuga (2005), ambas de escasa difusión fuera de la República Dominicana. 
     Conviene comentar someramente algunos rasgos de estas tres novelas que, en mi opinión, servirán de punta de lanza para futuros estudios de la novelística de Hernández. En Mudanza de los sentidos, el personaje femenino recuenta su proceso de aprendizaje durante su niñez y temprana adolescencia. El desarrollo de este personaje ocurre durante los últimos años del trujillato. En cuanto a técnicas narrativas, esta novela podría catalogarse como la más tradicional de las tres. En Charamicos el personaje femenino recuenta su proceso de formación identitaria durante el final de su adolescencia y sus años universitarios. En este caso, el desarrollo ocurre durante los doce años de terror del gobierno de Joaquín Balaguer.(2) La narración es fragmentada; no todos los capítulos están numerados y hay partes de la novela en las cuales no queda claro quién narra debido al uso de una voz en segunda persona que nunca se identifica. Finalmente, en Metáfora del cuerpo en fuga, el personaje femenino es una joven adulta activa en el ámbito laboral. Si bien hay unas pocas alusiones a las protestas estudiantiles durante el gobierno de Balaguer, la adultez de la protagonista acontece fuera del país y el marco trasciende los doce años de la novela anterior. La estructura narrativa es de corte experimental al intercalar listas de palabras, sueños, alucinaciones y poemas en ocasiones de forma inconexa. Aunque estas novelas pueden leerse de manera aislada, estas observaciones apuntan a la posibilidad de verlas como una trilogía en la cual el personaje femenino está en una etapa de su vida que va a la par con lo que ha ocurrido en República Dominicana desde la década del cincuenta en adelante, toda vez que la técnica narrativa es cada vez más rebuscada y compleja. Entiendo que estos cambios en la técnica narrativa se pueden vincular con el caos político en la acción narrativa o con el tipo de “libertades” que se les otorga a los personajes femeninos.
De mis observaciones y las que han hecho otros críticos se desprende que un hilo conductor de la obra de Hernández, que, dicho sea de paso, no se limita a su novelística, ha sido la subjetividad femenina en proceso de formación (Rodríguez 353), aspecto que se puede apreciar desde el libro de relatos de corte feminista Las mariposas no temen a los cactus (1985) hasta Metáfora del cuerpo en fuga. No resulta extraño que sus novelas, específicamente las primeras dos, se destaquen por ser novelas de formación o bildungsromane dado que uno de los ejes de este tipo de texto es la formación de la identidad de un personaje joven. Por ende, no es extraño que Hernández haya querido exponer su temática repetitiva de la subjetividad femenina en esta forma novelística que se presta muy bien para hacerlo.
     En los estudios clásicos del bildungsroman se sostiene que este tipo de texto se enfoca en el aprendizaje y desarrollo de un individuo aislado. Mucho más ricas resultan las propuestas de estudiosos como Mikhail Bakhtin y José Santiago Fernández Vázquez que han hecho hincapié en la conexión que existe en el bildungsroman entre el individuo y la sociedad (Fernández Vázquez 60). Como ha explicado Bakhtin en su ensayo sobre este tipo de narrativas, “el desarrollo humano se concibe en una relación indisoluble con el devenir histórico. La transformación… se realiza dentro del tiempo histórico real, con su carácter de necesidad.” En otras palabras, el personaje “se transforma junto con el mundo [y] refleja en sí el desarrollo histórico del mundo” (214). Esto ayuda a entender la función de una estructura teleológica en la narración que, vista de forma alegórica, representa la formación y desarrollo no sólo del protagonista, sino también de proyectos que están estrechamente vinculados a los de la nación. Asimismo, es necesario recordar que el bildungsroman en sus inicios europeos se origina con la modernidad. Franco Moretti sostiene que la literatura que surge a la par con la modernidad europea vio en el concepto de “juventud” una forma de representación literaria (Moretti 5). Si tomamos en cuenta tanto el vínculo con la modernidad como la relación entre el desarrollo del personaje principal y el de su entorno social, no debe resultar extraño que muchas de estas novelas también sean históricas. En el caso de Hernández, tanto Mudanza de los sentidos como Charamicos remiten a un período anterior a sus respectivas fechas de publicación y giran en torno a momentos de mucha violencia en la historia dominicana. Ambas dialogan con textos canónicos sobre la dictadura y se enfrentan a la supuesta modernización y transición democrática del país. A lo que me refiero es a que las tramas presentan una serie de eventos como el caso de los desaparecidos y torturados que se tienden a obviar; en estos bildungsromane tenemos un ejemplo de cómo “la literatura se ha convertido en el espacio en que se complican positivamente procesos históricos” en un país en donde “grandes segmentos de la población no logran reconciliarse con un pasado de dictadura, democracia, guerra civil, invasión y retorno del totalitarismo” (Rodríguez, Crítica 121). Las dos primeras novelas de Ángela Hernández representan un cuadro preciso del acoso político de entonces y permiten, en palabras de De Certeau, “[to] give the past explanatory value [and] elaborate different ways of thinking, and by so doing overcome violence (the conflicts and contingencies of history), including violence of thought itself” (5). En el caso que nos ocupa, esa violencia no se refiere solamente a las persecuciones y torturas llevadas a cabo durante la dictadura de Trujillo y el gobierno de Balaguer, sino a la violencia del pensamiento que surge al imponerle narrativas a la historia oficial que ordenen los hechos de ese período y excluyan o eliminen de dichos relatos lo que no se quiere o no conviene recordar.(3)
     En este trabajo me enfocaré en Mudanza de los sentidos, novela donde Hernández dramatiza distintos eventos históricos durante el ocaso de la dictadura de Trujillo y muestra cómo una niña llega a una presunta “adaptación.” Así, Leona, el personaje femenino que evoca su niñez y temprana adolescencia transcurridas en este período crece a la vez que se producen cambios significativos en la sociedad en que vive. Mediante la repetición del término “adaptación” al principio y al final de la novela, Hernández sugiere que la protagonista se ha desarrollado. Es decir, el crecimiento y la madurez cobran importancia a lo largo del texto y se enfatiza la idea del aprendizaje: el personaje joven pasa por una serie de experiencias y adquiere conocimiento, completando así su formación. Mi análisis se centrará en algunos aspectos de la formación identitaria de la narradora-personaje que remiten al discurso nacional dominicano y cómo el texto cuestiona los mismos. Además, arguyo que la ironía de la adaptación del personaje principal y el final abierto pueden verse como lo que sucedió con los desaparecidos y sus familiares, razón por la cual esta novela señala el vacío que hay en la historia oficial sobre este asunto. También mencionaré cómo la adaptación de este género novelístico que en sus orígenes tuvo que ver con la modernidad se usa para criticar la modernidad fallida del país.
     Al llevar a cabo su gesto evocador, Hernández remonta la acción novelística a una sociedad patriarcal, violenta y altamente machista durante la época dictatorial, toda vez que la bildungsheld es una niña pobre de un campo dominicano.(4) Debido a que el relato de Leona es una retrospección que alude, entre otros asuntos, a los desaparecidos, concuerdo con Nina Bruni cuando explica que Leona “cruza la frontera lógica entre el tiempo y el espacio con las peculiares descripciones de su compenetración con las víctimas,” lo que lleva a que se entrevea la “relación entre el proceso de conocimiento de [la] protagonista que narra y su contexto sociocultural” (28). Este enfoque al pasado es singular: el personaje favorecido será su hermano Virgilio, un revolucionario joven que desaparece. Notemos, pues, que aunque la novela se centra en la formación de Leona, el eje de dicha formación gira en torno a los personajes masculinos: Virgilio en el plano familiar e indirectamente Trujillo en el plano sociopolítico, esto a pesar de que—a diferencia de lo que usualmente se ve en este tipo de texto (Lagos 85) —Beba, la madre de Leona, es presentada de manera positiva.(5) Si bien Virgilio y el trujillato son polos que marcan la formación de Leona, hay que añadir a la lista la dicotomía campo/ciudad tan característica de muchos textos latinoamericanos, pero también alusiva a los cambios que los proyectos de modernidad [fallidos] de la época trajeron a la República Dominicana.

Leona en el campo

     Leona vive con su madre y sus hermanos en un campo de la República Dominicana, posiblemente localizado en la provincia de La Vega. La familia de Leona es pobre y tiene una serie de problemas con los parientes más cercanos por asuntos de herencia. Por esta razón, la formación de Leona es limitada. No hay suficiente dinero para enviarla a una escuela y tanto ella como sus hermanas tienen que trabajar desde temprana edad. Las familias pobres suelen regalar a sus niñas a otras familias para tener una boca menos que alimentar. En el texto hay ejemplos del futuro que le depara a una niña como Leona: “El turista, abogado, había dicho que proponía escuela y ropa... el individuo se sonrió, mencionando algo de enseñarles a sus hijos a ser hombres, una niña para que practicaran” (Hernández 17).
     La otra alternativa, y la más factible es la de ayudar con los quehaceres domésticos en las casas donde las personas son un poco más pudientes en vez de ser explotada sexualmente en casa de los turistas. El tipo de aprendizaje o formación que hay para las niñas en este caso tampoco es muy alentador: “‘Aprende a limpiar zapatos,’ me decían, razonando que tal vez de eso iba a vivir...‘Vamos, aprende a planchar. Tal vez de eso vas a vivir,’ me decían, colocándome en montañitas los pantalones caqui del marido de Florinda, las cretonas de ellas, las sábanas, faldas y blusas” (Hernández 7-8, énfasis mío). Este es el único tipo de formación o aprendizaje que hay para las niñas pobres de esta localidad. Es por esto que al principio de su relato Leona enfatiza cómo le explicaban sus parientes la necesidad de pasar por un proceso de aprendizaje o “adaptación”: “Corría de acá para allá y me daban dolores en donde dicen que está el hígado. Mi prima grande dictaminaba que eso era la adaptación” (Hernández 6, cursivas en el original). En otras palabras, la adaptación está circunscrita a un aprendizaje que se enfoca sólo en las labores domésticas.
     Ahora bien, el único miembro de la familia de Leona que recibe educación formal mientras viven en el campo es uno de sus hermanos varones llamado Virgilio, nombre que resulta curioso porque remite al poeta que funge de mentor y guía de Dante en La divina comedia. Leona y sus hermanas, además de aprender a lidiar con los quehaceres domésticos, logran adquirir otro tipo de aprendizaje a través de él. En este aspecto, Virgilio vendría siendo el mentor de sus hermanas y el mediador en el proceso de aprendizaje, rasgo bastante común en el bildungsroman tradicional. Por ejemplo, es menester recordar que si se toma al Wilhelm como el prototipo de este género, los miembros de La Torre lo han estado guiando e interpelando ideológicamente a través de su formación. Asimismo, en Great Expectations, Pip tiene a Magwitch, quien vela por su bienestar y le provee los medios para que se eduque.(6)
     Si bien el aprendizaje o formación es parte integral de este tipo de narrativas, en ocasiones se presenta un ataque a la educación que viene del status quo, debido a que, en este caso, ésta afianza los valores de la dictadura. Por esta razón, en el texto se alude a los enfrentamientos que hay en el plantel escolar donde estudia Virgilio. Esto no debe pasarse por alto, puesto que los centros educativos tienen un papel importantísimo en la formación de individuos. Según las premisas de Althusser, es la escuela uno de esos aparatos ideológicos del estado en los cuales se interpela a los individuos para crear subjetividades que reproduzcan el establishment (143, 173).
     Un día Virgilio regresa de la escuela enojadísimo y lanzando improperios contra los encargados de la institución. Virgilio se percata de cómo en el colegio religioso al cual asiste se defienden las propuestas de la dictadura trujillista y cómo el mismo sirve de guarida para curas que abusan sexualmente de los estudiantes. El único religioso en el colegio que se atrevió a cuestionar el sistema y a trabajar con los estudiantes de modo diferente fue ajusticiado: “Él quería injuriar al Jefe que había mandado a ahorcar al único sacerdote bueno del internado; quería también desquitarse de los demás curas, porque sobaban a los chicos” (Hernández 18-19). Virgilio regresa al campo y al regresar, se ocupa de instruir a sus hermanas. Se puede deducir que al tener ideas similares a las del cura asesinado, su vida corría peligro y por eso tuvo que abandonar sus estudios. Esto no se aclara en la novela y remite a los silencios que permean la misma y que analizaré más adelante. 
Virgilio les enseña a las niñas conocimientos científicos y aprovecha el entorno del campo en el que viven para instruirlas mediante juegos. Por ejemplo, cuando hacen disecciones, él les explica cómo funciona el sistema circulatorio. Virgilio también les enseña a contar, aspecto que sorprende a las niñas al éstas enterarse de que los números son infinitos: “Nos enseñaba los números, poniéndonos a escribirlos en el suelo alrededor de la casa; hacíamos caminos de números, combinaciones que ya no llegábamos a entender y nos mareaban” (Hernández 20). Es evidente que este tipo de aprendizaje es diferente al que reciben otros niños del área que no han ido a la escuela, pero la influencia de Virgilio no recae meramente en lo científico sino que a su corta edad, Leona aprende sobre el sistema político que los rodea. Este aspecto del aprendizaje posee aquí un carácter transgresor. Uno de los juegos que más entusiasma a las niñas es mezclar palabras soeces para insultar “al Jefe.” La que inventaba el insulto más original, recibía un pequeño obsequio de Virgilio: “Burrango, ombligo raizoso, carotepichili, el fuichedeperra, mondongoconsangre... Virgilio nos celebraba y, al final, entregaba caramelos de estrella a quien hubiera jugado con más inteligencia” (Hernández 50). Este tipo de juego desconcierta a Beba, quien teme que Virgilio o sus hijas se metan en problemas con el gobierno a causa de la delación de algún vecino y más cuando el alcalde del pueblo es a su vez un seguidor acérrimo de Trujillo (Hernández 50-51, 58).
     Debido a la temprana edad de las niñas, es probable que ellas no hayan entendido del todo lo que implicaban los insultos. No obstante, lo que les dice Virgilio sobre “Chapita” en comparación con la jactancia del alcalde sobre lo bueno que es “el Jefe” es lo que lleva a “ese tránsito por la búsqueda de explicaciones, la reconstrucción de episodios o la reflexión sobre los hechos [que] operan cambios radicales en la protagonista” (Bruni 29). Esta mezcla de discursos, en la cual se anteponen las arengas de Virgilio a las loas del alcalde, es importante para el aprendizaje de Leona. Como ha teorizado Bakhtin, es mediante la pluralidad de voces o discursos en las novelas que ocurre la formación de subjetividades, debido a que

It happens more frequently that an individual’s becoming, an ideological process, is characterized precisely by a sharp gap between the authoritative word (religious, political, moral; the word of a father, of adults, and of teachers, etc.)…[and] the internally persuasive word that is denied all privilege, backed up by no authority at all, and is frequently not acknowledged in society. (“Discourse” 342)

     De lo dicho se desprende que la palabra autoritaria proviene del alcalde mientras que la que carece de privilegio es la de Virgilio y puede causar serios problemas. Cabe aquí abrir un paréntesis para destacar un dato sobre la técnica narrativa en esta novela. El nombre de Trujillo nunca aparece como tal. Podría decirse que una de las razones por las cuales nunca se utiliza el nombre “Trujillo” en la novela, sino que se refiere a éste mediante motes insultantes, es para representar lo que la mente niña de Leona aprendía mediante juegos. Sin embargo, me parece que esto es también una manera indirecta de aludir a la represión. A lo que me refiero es a que excepto por “Chapita” y “Jefe,” los otros sobrenombres podrían referirse a cualquiera. Con todo, esto alarma a Beba porque decir lo (in)correcto puede costarle la vida a uno de sus seres queridos: “Ahora nosotros decíamos palabras tan peligrosas que podrían acarrear la muerte y, por tanto, no debían salir de nuestro ámbito privado, donde regía nuestro hermano” (Hernández 50). Por ende, tanto los silencios como el hablar en juego, “clave” o de  forma “velada” remite a un dato referencial: la represión durante la dictadura de Trujillo. Asimismo, aunque el relato de Leona es lineal salvo al final que se hace evidente que todo ha sido un recuento, no todo se informa; hay varios silencios y el lector debe conectar partes de la trama, llenar los blancos y suponer lo que pasó en casos donde la violencia es evidente.
     Ahora bien, la educación que reciben las niñas no está ajena de una doble moral. Aunque Virgilio logra que ellas adquieran conocimientos inimaginables para niñas de ese entorno socioeconómico, los mismos no están exentos de prejuicios que definen de forma monolítica los papeles de género. En este sentido Virgilio limita el aprendizaje sexual y erótico de la protagonista e indirectamente lleva a Leona a definir aspectos de su identidad que no están separados de los valores patriarcales. Cuando Leona pregunta “¿Qué pasa si hay un hombre cuero y una mujer ladrona?”, Virgilio le responde “eso no pasa” (Hernández 44). Asimismo, con todo y las malas palabras que las niñas usan en sus juegos, hay una “palabra prohibida” que ellas no deben pronunciar. Al una de ellas decirla, Virgilio reacciona violentamente y le da un tapabocas que la hace sangrar: “‘¿Singar es del diablo?’ Virgilio soltó la mano, estallándola contra la boca de la curiosa. El labio inferior, sangrando, se le hinchó de golpe” (Hernández 59-60). En este aspecto, se puede decir que Virgilio continúa con ese “machismo [que ha sido] responsable directo de las humillaciones y del empobrecimiento espiritual” en el país (Hernández en Rodríguez 357) y más cuando varios personajes secundarios justifican los amoríos de Virgilio pero critican los amoríos de las mujeres. Es por eso que recalqué previamente que si bien en esta novela la voz narrativa es femenina, el desarrollo o aprendizaje de este personaje está ligado a un entorno machista y a personajes masculinos. Es en las otras novelas de Hernández cuando se empieza a prescindir de este aspecto a medida que las respetivas tramas se desarrollan en contextos donde, al menos en el plano educativo, empieza a haber un poco más de libertad para las mujeres. En Charamicos la mentora de la protagonista es una revolucionaria y en Metáfora del cuerpo en fuga se descarta la figura del mentor y la protagonista logra llegar a términos consigo misma tras haber tenido problemas matrimoniales. En suma, podría decirse que mientras menos represivo se vuelve el entorno de la acción narrativa en comparación con la era de Trujillo más se prescinde de la influencia que tienen los personajes masculinos sobre los femeninos.(7)

Leona en la ciudad

     Como mencioné anteriormente, uno de los polos que rigen la trama es la dicotomía campo/ciudad. Asimismo, uno de los hilos temáticos del bildungsroman es el viaje o movimiento del lugar de origen (Fernández Vázquez 53-54). En este texto, el viaje, sin retorno, incluye a toda la familia y está estrechamente relacionado a uno de los cambios sociales que estaban ocurriendo en la República Dominicana: la migración masiva del campo a la ciudad.
     Beba decide que su familia debe salir del campo por varias razones. En primer lugar, ella teme por la seguridad de sus hijos, especialmente ahora que los militares se han instalado en la región. Además, la represión política arrecia en el campo y se rumora que en un solar baldío aterrizarán unos aviones con revolucionarios cuya meta es derrocar al “Jefe.”(8) De hecho, los militares contactan a Beba porque quieren alquilarle la vivienda para usarla como cuartel gracias a que ésta queda en una localidad desde donde se puede divisar el entorno: “Ofrecían rentar la casa que habitábamos con el fin de instalar en ella el primer cuartel del sitio. Nuestra vivienda…parecía una bestia acomodada sobre un promontorio en el centro del caserío. Muy, muy alta, montada sobre largos pilotillos de madera y techada con tablitas ennegrecidas de brea” (Hernández 67).(9)  Realmente Beba no puede oponerse ante tal pedido y termina mudándose con su prole a un lugar cercano a su antigua casa. La situación con sus vecinos y con los parientes de su difunto marido se vuelve cada día más tensa y los soldados empiezan a acosar sexualmente a sus hijas (Hernández 70-71). Las oportunidades de trabajo escasean y, para completar, hay extranjeros intentando adueñarse de las tierras aledañas (Hernández 13).(10) Su novio le ha expresado el deseo de desplazarse a Santo Domingo— la capital —buscando mejores condiciones de vida. Lo contradictorio de este asunto es que a pesar de todo, el campo está atravesando por un momento de modernización y parece un poco imprudente aventurarse y llegar a una ciudad donde no se conoce a nadie. Sin embargo, entiendo que aquí lo que se plantea es una crítica a ese proyecto de modernización que empezó en la era de Trujillo y que Balaguer continuó, ya que el mismo es fallido debido a que solamente benefició a unos pocos:

Con la facilidad de las nuevas comunicaciones y con la modernización de las ciudades, que fueron dotadas de luz eléctrica, acueductos, centros sanitarios, escuelas y otros servicios urbanos, muchos campesinos que no tenían oportunidades de trabajo empezaron a emigrar hacia las ciudades, acelerándose así el proceso de urbanización (Moya Pons, Manual 516).

     En Mudanza tenemos dos ejemplos claros de este intento de modernización en el campo y cómo estos son proyectos incompletos que no logran favorecer a la población, la cual, al fin y al cabo, tiene que seguir ingeniándoselas para salir a flote. En un momento de la trama, el gobierno prepara una campaña de vacunación que va al área donde vive Leona (Hernández42). La contradicción estriba en que si bien este tipo de campaña es importante, no hay un hospital en las áreas limítrofes y la poca ayuda médica que hay para otros casos es precaria. Por ejemplo, cuando Leona tiene un accidente y se corta el pie, son los militares los que tienen que socorrerla, pero éstos carecen del equipo médico necesario: “Trataban de coserme a sangre fría, utilizando una aguja para hilvanar lona… De haber continuado la operación estoy convencida de que el dolor me habría matado” (Hernández 79-80). Otro ejemplo es el de las brigadas del gobierno que van al pueblo a instalar el tendido eléctrico. Los habitantes del lugar se entusiasman con el progreso que llega: “Todo el mundo andaba con ganas de celebrar el acontecimiento: un campo con luz, un adelanto” (Hernández 58). Pero el tendido eléctrico es simplemente para las calles y realmente los vecinos no logran beneficiarse de este progreso porque sus casas siguen a oscuras, situación que actualmente viven muchísimos dominicanos en pleno siglo XXI. El gobierno tenía varios proyectos de modernización en la capital que fomentaron la creación de un sinnúmero de industrias y multiplicó el sector manufacturero (Moya Pons, Breve historia 108, 112) pero, en vez de ayudar a las personas del campo, éste hacía algún tipo de aguaje y se desentendía de ellos. Asimismo, el proyecto de modernización rural colapsó al convertirse en “something much more unruly than [Trujillo’s] rhetoric admitted…As the exhaustion of land reform and the romance with sugar foreclosed rural alternatives, and as Ciudad Trujillo gained economic, political, and symbolic power, more and more Dominicans made their way to the capital city” (Hoffnung-Garskof 31-32). Esta modernidad paradójica, como bien señala Néstor García Canclini, implica que desde finales del siglo XIX tanto República Dominicana como el resto de Latinoamérica ha tenido “un modernismo exuberante con una modernización deficiente” (81). Los proyectos que se caracterizaron por una serie de olas de modernización lideradas por oligarquías liberales, “solo ordenaron algunas áreas de la sociedad para promover un desarrollo subordinado e inconsistente” que, mediante la formación de culturas nacionales, apoyó a las élites y excluyó a indígenas y campesinos, los cuales, precisamente como en el caso aludido en Mudanza de los sentidos, “evidencian su exclusión…en la migración que ‘trastorna’ las ciudades” (García Canclini 41). Es por esta razón que García Canclini, haciéndose eco de las premisas de Octavio Paz en el Laberinto de la soledad, apunta a que dicha modernidad es una máscara que vuelve los proyectos culturales y estatales absurdos e inverosímiles. Si consideramos que el bildungsroman en su forma clásica surge con la modernidad (Moretti 5), el texto de Hernández es una adaptación dominicana del género que presenta de manera irónica los cambios en la novela que remiten al paso de una sociedad tradicional y agrícola a una industrial puesto que esta modernización fue fallida. En el texto que nos ocupa, los problemas en el campo sobrepasan los pocos adelantos que la modernidad ha traído y la familia decide que lo mejor es mudarse para la ciudad.
     Es en la ciudad donde Leona continúa con ese proceso de adaptación que empezó en el campo. Por eso debe ir a la escuela y aprender a hablar “correctamente” para no parecer una campesina “tonta.” Con todo y que en la ciudad existen ventajas como el tener grifos de donde sale agua potable, lo cual implica que no hay que ir a buscarla con cubos al río, Leona tiene que aprender a caminar por la ciudad y a moverse por el vecindario con cautela porque, a pesar de que en el campo estaba expuesta a ciertos peligros en la ciudad hay otros tipos de amenazas como la tendencia a secuestrar niñas de los barrios más pobres para prostituirlas.
     También es en la ciudad donde Leona aprende sobre la arbitrariedad de la ficción de las identidades raciales. En el campo ella era considerada “negrita,” pero en la ciudad no: “aquí me entero que somos blanquitas” (Hernández 118). Esto parecerá trivial, pero es necesario recordar que aprender conlleva obtener un conocimiento, pero es también ir forjando una identidad. En este tipo de novela, un personaje adquiere una identidad, la cual, en algunas ocasiones, coincide con la identidad nacional. Dada la importancia que han tenido los marcadores raciales en el discurso nacional dominicano, es necesario indagar un poco en lo que la novela presenta sobre éstos. Consideremos por un momento la propuesta de Etienne Balibar de que la nación subsiste mediante la creación de ciudadanos. Para crear ciudadanos, se necesitan ideologías y sus respectivos aparatos que interpelen a las personas a tal punto que éstas reconozcan que son parte de la comunidad nacional (93). Entre las herramientas que se utilizan para consolidar “la nación” y afianzar en su narrativa a los ciudadanos está lo que Balibar denomina “fictive ethnicity” que son esos aspectos “raciales” que definen y caracterizan a los ciudadanos: “All kinds of somatic or psychological features, both visible and invisible, may lend themselves to creating the fiction of a racial identity and therefore to representing the natural and hereditary differences between social groups either within the same nation or outside its frontiers” (99). De lo dicho se desprende que si el estado-nación necesita de dichos mecanismos para “existir,” éste de por sí es a su vez una construcción discursiva. La raza es, pues, otra construcción que, como ha señalado Balibar, sirve para afianzar el concepto de nación.(11) 
     Es en la ciudad donde Leona se da cuenta de lo inconsistente que son estas categorías al percatarse de lo absurdo de ser blanco en un lugar y negro en otro. No obstante, anteriormente el lector se ha enterado de algo que tiene que ver con el aspecto racial. Por un lado, la familia de su padre Emanuel desprecia a su madre Beba porque no conocen el origen de ella. La tez de Beba es más oscura de lo que exigen los parientes de Emanuel. Parece ser que Beba tuvo algún antecedente negro e implícitamente queda el estigma de que Beba es demasiado negra como para ser parte de la familia: “Las parientes lejanas de Beba…se rumoreaba eran mulatas con ojos de crotos y cocomordán” (Hernández 72). También se demuestra cómo las hermanas de Emanuel imitan lo europeo al tratar de ser como la familia que tiene tierras por el campo y que se apellida Fontes. Estos no sólo tienen dinero, sino que además son blancos y, a juzgar por el apellido, posiblemente son de origen portugués. Sin embargo, la situación es más compleja gracias a que la muerte de Emanuel tiene que ver con una injusticia cometida hacia un haitiano. Esto trae a la mente la Masacre del Perejil de 1937, en la cual por órdenes de Trujillo fueron asesinados miles de haitianos y dominico-haitianos en la frontera entre República Dominica y Haití. Emanuel empleaba a dos haitianos en las faenas campestres, pero al morir uno de ellos el otro desaparece. Enseguida empiezan los rumores en la comunidad y poco a poco se empieza a acusar in absentia al haitiano de cada fechoría que ocurre en el pueblo. Tras achacársele todo tipo de hurtos, se pasa a describir al haitiano de modo fantasioso: “¡Qué van a encontrarlo! Se vuelve un tocón el sinajuste. Una rana saltando entre los pies de los perseguidores…le achacaban cualidades de metamorfosearse…de modo que daba más miedo y mayor era la desesperación porque lo atraparan” (Hernández90).  Realmente el haitiano no está cometiendo los crímenes que se le atribuyen. No obstante, es interesante apreciar cómo lo van demonizando: “Una amenaza para las reses, para las gallinas, para los agricultores, para las niñas que acarreaban agua, para las comadres que andaban cumpliendo velas y consuelo a enfermos” (Hernández 89). Un día Emanuel se encuentra con él en su finca. En vez de tener misericordia con su ex-trabajador, lo sorprende por la espalda, lo aprisiona y lo entrega a las autoridades que eventualmente lo matan. Desde ese entonces, la salud de Emanuel empieza a sucumbir. En un principio todo parece ser puro decaimiento de ánimo aparentemente por cargo de conciencia, pero al final Emanuel no se recupera y muere. La muerte de Emanuel viene siendo un tipo de maldición por haber delatado al haitiano que nada le había hecho. De este modo, en vez de justificar el maltrato y asesinato de los haitianos, como ocurre en la novela canónica de Freddy Prestol Castillo El masacre se pasa a pie mediante una serie de sueños y alucinaciones sobre la invasión haitiana del siglo XIX, en Mudanza de los sentidos no se justifica el maltrato a los haitianos y se venga — aunque de modo sobrenatural — la muerte de estos, y más aun cuando la delación provino de una persona cuya esposa posiblemente tiene ascendencia haitiana. La identidad de Leona o el aprendizaje en estos menesteres le hace ver que es absurdo lo de la “pureza racial” y el tratar de determinar quién es dominicano o haitiano cuando muchas veces es imposible establecer esta diferencia. Esto deja en entredicho la propuesta de identidad cultural que insiste en exaltar la herencia hispánica e indígena para solapar la africana en un país como República Dominicana en el cual la mayoría de la población tiene origen africano.
     Hacia el final del relato de Leona, Virgilio se entrega de lleno a las actividades políticas de la ciudad y “desaparece.” Leona enferma de los nervios al imaginar las torturas a las que su hermano está siendo sometido. En ese transcurso, Beba, quien había quedado embarazada del novio que los ayudó a instalarse en la ciudad, da a luz un niño. Virgilio regresa de repente, con su cuerpo cubierto de cicatrices por las torturas. Al llegar Virgilio, la salud de Leona se restablece y es ella quien le presenta a su nuevo hermano: “Mira Virgilio, voceé, apretando al niño contra el pecho con ambos brazos” (Hernández 125). Días más tarde Virgilio vuelve a desaparecer. La novela concluye con la desaparición de Virgilio y una reflexión de Leona que no nos indica cuánto tiempo ha transcurrido. No hay indicios de que esta vez Leona se enferme de los nervios, ni tampoco se ofrecen detalles sobre la reacción de la familia ante la segunda desaparición de Virgilio. Leona concluye su relato expresando que “no nos acometió el desasosiego. Habíamos concluido la adaptación” (Hernández 129, cursivas en el original).
     El final de la novela es abierto e implica la posibilidad de cambios futuros, particularmente en narraciones como ésta donde el bildungsheld es muy joven (Lagos 111). Con todo, en mi lectura dicho final también puede verse como lo que ocurre con los familiares de los desaparecidos. El no saber qué pasó con su familiar, impide el cierre total de esa época de persecución política, y por extensión demuestra cómo queda todavía un capítulo sin concluir en la historia dominicana. Aquí se destaca otra vez el uso del silencio y de “palabras veladas” que, como mencioné previamente, se aprecia en algo tan inocente como el hecho de no usar el nombre de Trujillo. No se sabe lo que sucedió con Virgilio; nadie habla al respecto. Inclusive, los revolucionarios de su grupo se encargan de ayudar económicamente a la familia con lo que pueden, pero sin decir nada.
     A lo largo de la novela Leona deja de ser una niña peleona y se ajusta a la vida en la ciudad. En este sentido, podría decirse que se ha adaptado. No obstante, la adaptación a la que ella se refiere no está exenta de ironía dado que parece aludir al hecho de integrarse en una sociedad violenta, donde la persecución política hizo estragos que la historia oficial ha intentado acallar. Lo irónico, rasgo que es característico de este género novelístico (Kontje 11), estriba en tener que adaptarse a vivir sin Virgilio. Por otro lado, queda su hermano bebé, el cual, como ocurre en la obra teatral El tragaluz que escribió Antonio Buero Vallejo a finales de la dictadura franquista, representa la futura generación, ésa que crecerá durante los doce años de Balaguer y posteriormente buscará darle algún sentido a una historia de violencia y a esos desaparecidos o muertos que “haunt the living…and [causes] memory [to become] the closed arena of conflict between two contradictory operations: forgetting…and the mnem(on)ic trace, the return of what was forgotten” (de Certeau 3-4). Por eso Leona declara que “el hombre de carne, pulso y huesos podría llegar a confundirse con su recuerdo; y sería el recuerdo aquello que poseería armazón y bríos dentro de nosotras” (Hernández 129). El uso de verbos condicionales en la última cita de la novela remite a acciones hipotéticas o posibles, lo cual se puede vincular con esa falta de cierre para las familias de los desaparecidos y por extensión para ese período de la historia dominicana.
     En conclusión, Hernández se apropia de un género literario vinculado a la modernidad  para criticar la modernidad fallida en el campo, tema que continúa en Charamicos con las referencias a la modernidad fallida en la urbe. Asimismo, este tipo de novelas se enfoca principalmente en el aprendizaje de un personaje joven. La subjetividad femenina en proceso de formación en el caso de Leona remite a ciertos aspectos de la República Dominicana como la identidad racial. El ejemplo en la novela se presta para cuestionar el discurso nacional dominicano de raíz hispánica e indígena. Por último, Mudanza de los sentidosse vale de técnicas narrativas como los silencios o falta de información sobre ciertos temas y los verbos condicionales al final del relato para aludir al vacío familiar y, por consiguiente, al historiográfico sobre las persecuciones y desapariciones. Los silencios hacen que el lector tenga que llenar los blancos, lo cual remite a cómo aún hay cuestiones urgentes que aclarar en la historia del Santo Domingo moderno.

 

Notas

1. Sus poemarios son: Desafío (1985), Tizne y cristal (1987), Edades de asombro (1992), Arca espejada (1994), Telar de rebeldía (1998) y Alicornio (2004). Sus libros de cuento son: Las mariposas no temen a los cactus (1985), Alótropos (1989), Masticar una rosa (1993), Piedra de sacrificio (2000) y Cuentos casi extraños (2007). Entre sus ensayos, se destacan: ¿Por qué luchan las mujeres? (1985), Emergencia del silencio: la mujer dominicana en la educación formal (1986), La escritura como opción ética(2002) y Pensantes: cultura e historia dominicana vista por mujeres (2004).

2. Balaguer fue el último presidente nombrado por Trujillo. Tras la muerte del dictador en 1961,  asumió las riendas del país por un tiempo. Sin embargo, los distintos enfrentamientos militares junto con el golpe de estado que organizó Balaguer contra el Consejo de Estado causó que tuviera que irse al exilio en 1962. En las elecciones llevadas a cabo en 1963, Juan Bosch obtuvo una arrolladora victoria, pero su gobierno, orientado al desarrollo prioritario de iniciativas de corte social, causó malestar entre el empresariado, la oligarquía terrateniente, la cúpula eclesiástica y las autoridades diplomáticas estadounidenses; esta tensión le costó la presidencia y el exilio a los siete meses de iniciado su gobierno. La secuela de estos hechos fue una guerra civil y la segunda invasión norteamericana en el 1965. Los doce años de Balaguer empiezan en 1966 al éste haber derrotado a Bosch en las elecciones, luego de haberse valido de una campaña terrorista que costó la vida a cientos de activistas políticos. Ver los capítulos 39 y 40 del libro Manual de historia dominicana de Frank Moya Pons para más información sobre el trasfondo histórico.

3. No es extraño entonces que Hernández recalcara en una entrevista que se puede aprender más sobre ciertos momentos de la historia dominicana leyendo sus novelas que leyendo libros de historia (Quiroz).

4. Por “bildungsheld” me refiero al protagonista de un bildungsroman.

5. Según Lagos, la madre es “la antagonista que suscribe los valores de la sociedad dominada por los valores masculinos, o una víctima a la que no se juzga… [La protagonista] no quiere identificarse con quien quiere imponerle que se someta a los valores de un sistema que discrimina contra las niñas” (Lagos 85). Ver su estudio En tono mayor: Relatos de formación de protagonista femenina en Hispanoamérica para más información al respecto.

6. Para un análisis detallado de estas dos novelas, ver La novela de formación de José Santiago Fernández Vázquez.

7. Aclaro que estos cambios son en comparación con la era de Trujillo porque durante los doce años de Balaguer hubo muchísima persecución política.

8. Esto es una referencia a la invasión de Constanza, Maimón y Estero Hondo del 14 de junio de 1959, en la cual un avión con destino a San Juan de la Maguana aterrizó en Constanza debido a percances atmosféricos. En otra parte de la novela se comenta la suerte que corrieron los rebeldes: “El gobierno se ocupaba destripando a los guerrilleros llegados en aviones… Como se esperaba, el Jefe arrasó con los barbudos en un dos por tres” (Hernández 46).

9. Esto remite al concepto de panóptico de Jeremy Bentham y desarrollado por Foucault en sus teorías críticas sobre el poder. Foucault comenta al respecto: “Panopticism is a form of power …with [it] something altogether different would come into being; there would be…supervision and examination…of individuals by someone who exercised power over them…It was about whether an individual was behaving as he should in accordance with the rule or not, and whether he was progressing or not” (59). Los militares en el nuevo cuartel podían observar a los campesinos y corroborar que estos se estaban comportando de acuerdo al orden establecido.

10. En la actualidad, la industria turística en la República Dominicana se ha encargado de desalojar a los habitantes de ciertas regiones para establecer complejos hoteleros a los que estos no tienen acceso, estableciendo de este modo un tipo de neocolonización que beneficia en su mayoría a inversionistas extranjeros.

11. Para un sucinto análisis de estas ideas, ver, de Carlos Pabón, “La insoportable ambigüedad de la nación,” en Nación postmortem.

Obras citadas

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