Piñera corresponsal: Una vida literaria en cartas
Como dice la canción: ausencia quiere decir olvido. . . Estoy reducido a mí mismo y viendo como el mundo se me reduce cada ves más y paso a paso. Mis “ataduras” con el mundo se han ido esfumando y a la verdad que uno no puede inventar otras.
Virgilio Piñera(1)
Thomas F. Anderson, University of Notre Dame
Hay muchas facetas de la obra de Virgilio Piñera que no se han estudiado debidamente, pero su copiosa correspondencia es, sin duda, el cuerpo de textos que menos atención ha recibido de parte de la crítica. Esto se debe en gran parte al hecho de que sus cartas – centenares de las cuales han sobrevivo el paso de los años – o se han publicado de una manera fragmentaria (en compilaciones como Tiempo de Ciclón y Fascinación de la memoria, o en revistas literarias como La Gaceta de Cuba y Vitral), o se encuentran en colecciones privadas como las cartas a Humberto Rodríguez Tomeu y Guillermo Cabrera Infante conservadas en la biblioteca de Princeton.(2) A finales de año 2011, en anticipación de la celebración del centenario del natalicio de Virgilio, se editaron en La Habana varios títulos de Piñera que incluyó Virgilio Piñera, de vuelta a vuelta: correspondencia 1932-1978, una complicación de unas 115 cartas escritas por Piñera y 35 dirigidas a él. Aunque este valioso libro ha puesto al alcance del público lector gran parte de las cartas que se han preservado, sólo contiene 5 cartas de los años 60 y 70, pues se echa en falta la mayor parte de la correspondencia que se encuentra en la colección de Princeton – más de 100 cartas – y que corresponden mayormente a estas dos décadas tan importantes en la vida tanto personal como literaria de Virgilio.
En este ensayo voy a enfocarme en las cartas que Virgilio le envió a su entrañable amigo Humberto Rodríguez Tomeu entre 1960 y 1977 (86 en total)(3) que ahora forman parte de las impresionantes colecciones latinoamericanas de la Universidad de Princeton en los EEUU. Las cartas a que hago referencia son especialmente importantes porque corresponden a la época revolucionaria, a sus años más productivos como autor y a las últimas décadas de su vida. Es de notar también que este conjunto de textos es particularmente voluminoso, pues la extensión típica de las cartas es de unas 700 palabras y hay algunas que pasan de 1,000. Además, la correspondencia a Humberto abarca un período de casi 20 años – a diferencia, por ejemplo, de las cartas a Lezama que corresponden a la época de Espuela de Plata y los primeros años de Orígenes, o las cartas a José Rodríguez Feo que corresponden mayormente a la vida breve de Ciclón.
Las cartas a Humberto deben ser de lectura obligatoria para quienes intenten explorar la vida y la obra de Virgilio en las últimas dos décadas de su vida. Aunque Piñera discute muchas cosas importantes en sus cartas a Humberto – sus lecturas, su obras literarias, las traducciones de sus obras a lenguas extranjeras, su trabajo como periodista y como traductor, sus ideas políticas y sus impresiones de la Revolución, y las escaseces tanto materiales como espirituales que sufrió durante sus últimos años, entre muchas otras cosas – aquí voy a enfocarme principalmente en tres temas. Primero, voy a discutir cómo Virgilio nos revela en su correspondencia con Humberto mucho sobre lo que estaba leyendo durante esa época tan importante en su propia carrera literaria. El autor cubano menciona en sus cartas a Humberto decenas de obras literarias y autores – la mayoría franceses, desde luego, pero también muchos de otros países de Europa, y unos cuantos (muy pocos para decir la verdad) de las Américas. En segundo lugar, demostraré cómo estas 86 cartas proveen información imprescindible sobre las obras del mismo Virgilio: pues le escribe a Humberto sobre títulos provisionales, obras perdidas o nunca terminadas, y fechas de composición, entre muchas otras cosas. Por fin, la tercera parte de este ensayo se enfoca en el asunto de la traducción de las obras de Piñera a lenguas extranjeras, tema que discute con sorprendente frecuencia. Como veremos, aunque Piñera tenía muchas esperanzas de ver toda su obra traducida a los más importantes idiomas europeos, la gran mayoría de los proyectos de traducción terminaron fracasando.
Piñera Lector: “Ahora estoy leyendo estas carnitas”
En sus cartas a Humberto, Virgilio se refiere, especialmente durante los años 60, a veintenas de libros que está leyendo, que había leído recientemente, o que pensaba leer tan pronto como pudiera conseguir un ejemplar de los mismos. Esta información es muy útil tanto para los lectores de la obra de Piñera como para sus críticos porque, por un lado, da fe de sus eclécticos gustos literarios y, por otro, sugiere muchas posibles influencias en sus propios escritos. Es de notar que la vasta mayoría de los obras que menciona en sus cartas son libros franceses, que representan múltiples y variados géneros, periodos y movimientos literarios: entre los autores franceses que está leyendo y que menciona (algunos con más frecuencia que otros) son Guy de Maupassant, François-René de Chateaubriand, Honoré de Balzac, Marcel Proust, Jean Genet, Jean Paul Sartre, Albert Camus, Simone de Beauvoir, y muchas otras figuras de menor importancia y renombre. Como nota el mismo Piñera en varias cartas, sacó muchas de estas obras francesas del capítulo habanero de la Alianza Francesa, fundada en 1951 y ubicada en el Vedado. En una carta con fecha del 29 de abril de 1960, Virgilio expresa su deleite al darse cuenta de que podía sacar libros de la pequeña biblioteca de la Alianza:
Te diré que por fin estoy leyendo de la Alianza. . . Pues, me enteré que dando un depósito de cuatro pesos puedes sacar hasta tres libros de una vez. Ahora estoy leyendo estas carnitas: La Duchesse de Bourgogne,(4) La Jeunesse de Phillipe Egalite [Amédée Britsch],(5) y La Vie Dissipée de la Duchesse de Bouillon. Pero eso no es todo, y de estas carnitas(6) hay por lo menos cuarenta o cincuenta. Así que espera una temporada agradablemente sumergido en el pasado.
Como era un lector voraz, Virgilio ya había leído casi todas las obras de la Alianza en poco más de dos años. Pues, en una carta de agosto 1962 escribe lo siguiente: “de lecturas casi nada, a no ser lo de la Alianza, que ya tengo casi agotada” (8/9/1962). Durante la última década de su vida, cuando le resultaba particularmente difícil conseguir buenas lecturas de afuera, Virgilio volvió a la biblioteca de la Alianza y empezó a releer las mejores “carnitas” de dicha colección, hecho que documenta en una carta de octubre de 1971: “De lecturas lo mismo que tú,” le escribe a Humberto – quien se había quejado de la falta de buenas lecturas en Buenos Aires– “Hace rato que ya agoté La Alianza y releo. Ahora estoy con las memorias de [Alexandre] Dumas.”
Juzgando por varios comentarios que hace Piñera en las cartas, la mayoría de los demás libros que leyó durante esta época se los envió Humberto desde Europa y Argentina, y aunque en su mayoría estaban editados en su idioma original, el francés, llegaron también muchas traducciones tanto al español como al francés de obras de autores de otros países europeos, especialmente de Alemania y Suiza. Entre los libros que Humberto le mandó a Virgilio cuenta, por ejemplo, Le Pere Goriot [El padre Goriot] de Balzac, sobre el cual Virgilio escribe lo siguiente en una carta de agosto de 1960: “Ahora estoy fijado con Le Pere Goriot. A la verdad que Balzac es bastante paquetoso. Por momentos es brillante pero, en conjunto, no deja de ser un folletín. ¡Qué diferencia con Proust! Por lo que se ve, Balzac tenía ideas muy pobres sobre la alta sociedad francesa. Hay descripciones que dan risa” (8/17/60).(7)
Muchos de los libros franceses a los cuales se refiere Piñera corresponden a los siglos XVIII y XIX – él los llamaba “nuestras queridas ‘vejeces’ francesas” (4/25/63) – pero también menciona y recomienda gran número de obras contemporáneas. Un título que cita con frecuencia, en gran parte porque Virgilio tuvo que esperar varios meses para que Humberto le mandara un ejemplar, es El Tambor de hojalata (1959), por el novelista alemán y futuro ganador del premio Nobel (1999) Günter Grass. Después de recibir la novela por correo en octubre de 1962, Piñera escribe “por fin me llegó el famoso Tambor. Estoy por la mitad, y es una maravilla” (10/4/62). Esta novela protagonizada por un niño que se resiste a crecer en un escenario contaminado por la violencia y la hipocresía política y religiosa, no solo se hace eco de Ferdydurke – la gran novela de Witold Gobrowicz que Piñera ayudó a traducir al español en los años ’40 – sino que también tiene mucho en común con obras del mismo Piñera – especialmente su novela Pequeñas maniobras.
En esta obra – a la cual Piñera estaba dando los toques finales en la misma época que leía El tambor de hojalata en – el protagonista también vive en una especie de estado infantil perenne y resiste la influencia contaminadora de la religión y política. Aunque no creo que la novela de Grass influyera directamente a Pequeñas maniobras, se entiende al leer la obra maestra del autor alemán por qué le impresionó tanto a Virgilio. De todos modos, queda claro que Piñera le tenía mucho respeto al autor alemán – pues, tres años después de leer El tambor de hojalata, Piñera elogia su tercera novela – Años de perro (1965) – la cual leyó en traducción francesa. “Ahora [estoy leyendo] Les Années de chien de Günter Grass. Es otro mamotreto espléndido como El Tambor” (3/8/1966).
En marzo de 1963, Virgilio hace la primera de varias referencias a La Peste, novela de 1947 de Albert Camus que aborda el tema de la solidaridad entre un grupo de médicos que lucha contra la peste que ha invadido Orán, un pueblo argelino. “Imagina mi ánimo y comprenderás muchas cosas,” le escribe a su amigo, “Por cierto, en estos días estoy releyendo La Peste. ¿Por qué no la releas tú también” (3/7/1963). Esta novela clásica del siglo XX – que pondera muchas cuestiones relacionadas con la naturaleza del destino y de la condición humana – y que Piñera leyó varias veces (según comentarios que hace en las cartas), debía de haber ejercido cierta influencia en sus escritos de los años 50 y 60, especialmente en términos de su propia exploración de las múltiples reacciones humanas a las crisis existenciales y al mundo regido por el absurdo. Parecería que Humberto demoró en tomar los consejos de Virgilio, pues en octubre de 1963, Virgilio urge de nuevo a su amigo a releer la novela francesa: “Querida, vuelve a releer La Peste, es necesario que lo hagas” (10/02/1963).
Entre muchas otras obras contemporáneas que se encuentran en la lista de lecturas de Virgilio, y que merecieron sus elogios, encontramos Las dos mitades del Vizconde, del italiano Italo Calvino; la novela Journal de voleur (1949) y la obra de teatro Les Negres (1955) del francés Jean Genet; varias obras de autores suizos como La Promesse (1958) y La Panne (1956) [5/18/1960] de Friedrich Dürrenmatt, y Je ne suis pas Stiller (1954) [12/14/1960] de Max Frisch (1911-1991). Piñera elogia también las obras de varios autores alemanes tales como el Tercer libro sobre Ajim (1961), de Uwe Johnson (6/19/1964), y Persecución y asesinato de Jean-Paul Marat, representado por el grupo teatral de la casa de la salud de Charenton, bajo la dirección del señor de Sade – más bien conocida por su título abreviado Marat-Sade (1963) – de Peter Weiss. Partiendo de la versión francesa, desde luego, Piñera tradujo Marat-Sade – que denomina “una obra magnífica” – para las ediciones de la Editora Nacional en 1965 [11/30/1965].
En términos de su discusión de sus lecturas, las cartas de Virgilio también son importantes por lo que no contienen. Por ejemplo, aunque el autor cubano menciona brevemente a varios autores importantes de América Latina (en gran parte argentinos) – Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, José Bianco, Silvia y Victoria Ocampo – es interesante notar que en las 86 cartas que le mandó a Humberto entre 1960-1977 sólo se refiere a dos obras latinoamericanas que ha leído. Esto no quiere decir, desde luego, que Virgilio no leía la literatura latinoamericana, pero resulta interesante y revelador que la menciona muy infrecuentemente en sus cartas a su mejor amigo y colaborador intelectual.
Una referencia de particular interés se encuentra en una carta de junio 1962 en la cual Piñera menciona al autor mexicano Juan Rulfo, cuya única novela y obra clave de los años “pre-boom” Piñera aparentemente no había leído todavía: “Si tienes la oportunidad,” le escribe a Humberto, “busca una novela titulada Pedro Páramo (Juan Rulfo mexicano) y dime que te parece. Acá lo ponderan mucho, y a la verdad que yo leí unos cuentos de él y me resultaron un paquetico” (6/12/ 1962). Esta breve evaluación del gran autor mexicano y de su colección de cuentos, El llano en llamas (1953), sugiere que Piñera no tenía prisa para leer Pedro Páramo – novela brevísima comparada con los mamotretos europeos que solía leer – y que prefería esperar a ver lo que pensaba Humberto de la obra. La única otra obra latinoamericana que Piñera admite haber leído en una carta a Humberto es Paradiso, la gran novela de Lezama.
Sabemos que a Piñera lo impresionó la obra maestra de Lezama. En el poema “El hechizado” – texto que le dedica a Lezama después de su muerte – Piñera se refiere a la gran novela como “Golpe maestro, jaque mate al hado.”(8) Pero en su carta a Humberto sus comentarios sobre la novela son muy breves y no tan laudatorios – “No sé con quién enviarte Paradiso,” escribe en una carta fechada 24 de agosto de 1966, “es un gran libro, a pesar de su desorden.”
En cuanto a autores estadounidenses, Piñera sólo menciona a uno: Edward Albee (1928 –), el gran proponente del teatro del absurdo cuyas obras admiraba mucho, según indica en unas cuantas cartas. En una de noviembre de 1965, por ejemplo, dice que había visto puestas en escena en la Habana de sus dos primeras obras – El cuento del zoológico (1958) y La muerte de Bessie Smith (1959) – pero añade que todavía no se había estrenado su obra más famosa: ¿Quién teme a Virginia Woolf? Sobre la posible influencia de la obra de Albee en la de Piñera se ha escrito muy poco, y creo que hay suficiente conexión entre la obra dramática de los dos autores para un ensayo muy revelador. Pero ese proyecto lo dejo para otro momento, o a otro crítico.
Piñera Escritor: “Me parece que es una pieza perfecta”
Además de sus frecuentes referencias a sus lecturas eclécticas, Virgilio también escribe con frecuencia sobre sus propios empeños literarios, muchos de los cuales se caracterizaron por demoras y frustraciones. El primer proyecto al que dedica mucha atención en su correspondencia con Humberto es su Teatro completo, una colección de ocho piezas escritas entre 1941-1960, y uno de sus primeros proyectos con Ediciones R. Hay referencias a este libro en más de una docena de cartas, y se menciona por primera en una carta con fecha de 18 mayo de 1960. En ésta Virgilio anuncia con cierto aire de triunfo que el tomo estará en las librerías habaneras para el mes de junio del mismo año. Sin embargo, el proyecto se complicó mucho, y no salió hasta marzo del año siguiente. En casi todas las cartas escritas entre mayo de 1960 y marzo de 1961 Piñera hace alguna referencia al libro, y ya para enero de 1961 estaba bien frustrado con las demoras que, según lo explica a Humberto, se debían en gran parte a su decisión de incluir fotos en blanco y negro al final del volumen.
Reflejando cómicamente su cambiante actitud hacía el libro – que vacilaba entre lo sublime y lo ridículo – le declaró a Humberto en enero de 1961 que “Sí, mi libro es el parto de los montes. Ahora no estará para enero sino febrero” (1/18/1961). Dos meses después escribe, con un aire palpable de alivio: “¡por fin salió mi teatro!” (3/6/1961). A pesar de su complicada historia editorial, Teatro completo salió en un momento oportuno, pues ya para 1961 Piñera era figura de gran importancia en el teatro cubano. Desde su regreso definitivo a la isla en septiembre 1958 – después de más de una década en el exilio en Buenos Aires – había terminado tres obras nuevas: Aire frío, El flaco y el gordo, y El filántropo. Por su parte Electra Garrigó, cuyo estreno en octubre de 1948 no fue bien recibido por la crítica, se convirtió en los años ’60 en una suerte de clásico del teatro cubano, y las audiencias y críticos respondieron por lo general con grandes elogios.(9)
En sus cartas a Humberto, Virgilio escribe con frecuencia sobre las puestas en escena de Electra – de los teatros llenos, de las ovaciones, de las reseñas elogiosas – y expresa su gran satisfacción con su creciente fama entre el público. En una con fecha del 18 de marzo de 1960, por ejemplo, le cometa a Humberto que “El domingo pasado se llenó de tal modo que pusieron sillas de tijera. . . . Mañana sábado irá [Jean Paul] Sartre a verla.” En la misma carta Virgilio le informa a Humberto que Sartre tiene el plan de llevar la obra a París, y que Fidel Castro va ver la obra el próximo fin e semana. Desafortunadamente, Sartre nunca llevó Electra a París, y Fidel no asistió a una puesta en escena de la obra, pero en esos breves momentos de éxito profesional tales detalles fueron de poca importancia.
Otro proyecto en que trabajaba Virgilio en el año 1961, según cuenta en sus cartas a Humberto, fue su autobiografía, que había empezado hace muchos años y que nunca iba a terminar. Resulta claro al leer los comentarios en sus cartas que Humberto lo había animado mucho a seguir adelante con el proyecto. “Tendrás una gran alegría,” le escribe Virgilio en diciembre de 1961, “cuando te diga que he vuelto a la Autobiografía. El otro día me reí mucho yo solo, pues me volví a ver a la tierna edad de siete años tocando de oído aquel famoso tango: La Hija del Penal me llaman siempre a mí... Me acuerdo que lo tocaba con el dedo y Luisa me regañaba por mis equivocaciones” [12/8/1961].
Durante esta misma época también escribió varios cuentos, y compiló otros que no se habían publicado en libro para una colección que para abril de 1962 llevaba el título provisional El caramelo (4/8/1962). Al mismo tiempo trabajaba en un libro de poemas sobre el cual escribe, en una carta del 8 de abril de 1962, que “al decir de los lectores que ha tenido [el libro], es una verdadera revelación en la poesía cubana. Veremos.” Se refiere de nuevo a los dos libros en una carta de junio de 1962, y en agosto anuncia que están por salir la colección de cuentos – que todavía llama El caramelo – y su novela Pequeñas maniobras. Como se sabe, la novela salió en mayo del año siguiente, pero el público tendría que esperar más de dos años para la salida del libro de cuentos, que no apareció en las librerías hasta finales de 1964, y más de siete para la colección de poesía. La vida entera salió en 1969, y fue el último libro que Virgilio publicó durante su vida.
En sus cartas a Humberto, Piñera se refiere con frecuencia a su tercera novela, Presiones y diamantes. Según le cuenta a su amigo, había empezado la obra en Buenos Aires, y llevaba como título original La conspiración. Este último detalle lo encontramos en una nota escrita a mano en el margen de una carta fechada junio 29, 1960: “[te incluyo] el primer capítulo de mi novela ‘La conspiración’.”(10) En una carta de febrero de 1961 Virgilio informa a Humberto que ha terminado Presiones y diamantes, pero como se sabe esta obra también tuvo que esperar buen tiempo – seis años en este caso – para ser publicada. Aunque no fue su obra preferida ni más bien lograda, Piñera tenía bastante confianza en Presiones y diamantes como para enviarla al concurso Biblioteca Breve de la Editorial Seix Barral en España.(11)
Poco después de entregarla en persona mientras se encontraba en España, sin embargo, le expresó a Humberto en una carta con fecha del 10 de diciembre de 1964 que no esperaba ganar el premio. Según le cuenta a su amigo, su inseguridad no se debía a la cuestionable calidad de la novela, sino al hecho de que no cumplió con uno de los requisitos del premio: “[el ganador del premio recibe] seis mil pesetas [pero] no tengo grandes esperanzas. Una de las bases dice que el manuscrito deberá tener no menos de trecientas páginas; mi novela apenas pasa las cien. Además, mi clásica mala suerte para ganar concursos” (12/10/64).
No tuvo que esperar mucho para un respuesta, pues el mismo Carlos Barral le aconsejó en una carta poco halagadora del 14 de diciembre que debería retirar la novela del concurso ya que él opinaba que no tenía posibilidad de ganar: “Mi querido amigo,” escribe Barral, “los primeros cambios de impresiones con los miembros del jurado me dan la más que probable impresión que tu novela no obtendrá el premio. Considero que a tu libro le favorecería muy poco, y tampoco sería un crédito de escritor, el merecer un lugar entre las novelas votadas. En el mismo caso están otros libros... y ante ellos como ante tu novela tomo la misma determinación: retirarlos del concurso.”(12) Piñera no retiró el libro, pero tampoco ganó el premio.
Virgilio tendría que esperar unos tres años para recibir su primero y único premio literario, el prestigioso premio Casa de las Américas que le fue otorgado en marzo de 1968 por su obra dramática Dos viejos pánicos. La primera vez que Piñera se refiere a esta pieza en una carta a Humberto es en julio de 1967. Aunque no reconozcamos el título y los nombres de los personajes, fácilmente podemos identificar la obra en la siguiente descripción que da Piñera en su carta:
De teatro te diré que, además de “El no”... tengo La Niñita querida (dos actos) y Los Rinranistas (dos actos). Se llama así por los dos únicos personajes en la pieza – Rin y Ran – dos viejos que, presos del miedo que todas sus vidas han tenido, juegan a hacerse los muertos para así realizar actos temerarios. (7/18/1967).
Es de notar que no es hasta el 21 de marzo de 1968 – casi un año después de su primera referencia a la obra que hoy conocemos como Dos viejos pánicos – que Virgilio la menciona de nuevo. En su carta Piñera comparte con su amigo entrañable raras buenas noticias:
Pues gané el premio de teatro de la Casa de las América. Competí contra ochenta y nueve obras, cubanas y latinoamericanas. La pieza tiene solo dos personajes – Tota y Tabo – marido y mujer de sesenta años de edad. Estos viejos se han dedicado a jugar el juego de hacerse los muertos, pues se han pasado la vida teniendo miedo, y si se hacen los muertos pueden decir y hacer lo que quieren sin temor de las consecuencias. Esta libertad de acción les permite matar a los productores de su miedo, es decir, los mismos Tota y Tabo: también juegan a matar al miedo mismo, pero nunca logran atraparlo y, en cambio, él le mete más miedo. Otra fase de la pieza es cuando Tabo acusa a Tota y a Tabo (haciendo de juez) de ser los asesinos de ambos, pero Tota descubre el juego y a sus vez acusa a Tabo de ser, con Tota, los asesinos de ambos. Al final de la pieza ellos quieren regresar, mediante la transfiguración, a la infancia para así recomenzar la vida y que exista la posibilidad de que el miedo no los domine, pero ya el círculo se ha cerrado y advierten que están en un callejón sin salida. Vuelven a sus camas hablando como niños, pero Tota, mediante lo que en teatro se llama “un rompimiento” saca a Tabo de su ilusión infantil. Este entonces le dice: “Tota, qué vamos a comer mañana? Y ella le responde; Carne con miedo, mi amor, carne con miedo”. Esto es en pocas palabras el fondo de la obra. No sé cómo hacer para mandártela, tengo un gran interés y curiosidad de que la conozcas. Me parece que es una pieza perfecta, tan bueno que lo mejor que pueda escribir Beckett o quien sea. Sólo son dos actos, pero de una acción y violencia increíbles (3/21/1968).
En sus cartas Virgilio no solía dar resúmenes detallados de sus obras, y éste de Dos viejos pánicos es, desde luego, el más largo que encontramos en su correspondencia con Humberto. La descripción que hace de su pieza da fe no sólo del gran orgullo que tenía después de haber ganado un premio tan prestigioso, sino que también subraya la afición que sentía hacia esta obra en particular.
Otra pieza teatral a la cual Piñera tenía en alta estima fue El no, obra que, según comentarios que hace en sus cartas a Humberto, empezó a escribir en enero de 1965 (10/21/1966) y había terminado en mayo del año siguiente (5/8/1965). La primera vez que se refiere a la obra es en una carta del 8 de mayo de 1965, presumiblemente un par de días después de que terminara el primer borrador: “Acabo de terminar una obra de teatro en un prólogo y cinco actos. Es la historia de novios que nunca se casan. Creo que es interesantota,” le escribe a Humberto (5/8/1966). Parecería que Piñera siguió trabajando en la obra por varios meses, y le informa a Humberto en más de una ocasión que los que habían leído versiones tempranas de la misma se quedaron muy impresionados. Por ejemplo, según Virgilio, al periodista y activista francés Morvan Lebesque (1911-1970)(13), que había visitado La Habana en julio de 1965, le encantó la obra y quería llevarla a Francia. En agosto de 1965 le escribe lo siguiente a Humberto:
acabo de terminar mi obra en un prólogo y cinco actos titulada “No” (historia de dos novios que nunca llegan a casarse porque así lo han decidido). Ha estado aquí M. Lébesque (Morvan), del Teatro de Naciones, leyó la obra y se ha quedado chocho. Dice que es absolutamente original y que en París será un éxito. La compara con las mejores obras de [Johan August] Strindberg y [Antón] Chékoj. La estoy haciendo copiar para enviar una copia a París para la traducción (8/10/1965).
Tres meses más tarde, Virgilio le informa a Humberto sobre la posibilidad de una puesta en escena de El no en París: “Espero nuevas noticias de Lébesque (director de la revista Teatre [Populaire]) que cuando estuvo aquí [en julio] leyó mi nueva pieza (No, se titula y es la historia de una pareja que nunca llega a casarse y pasan cuarenta años) y tanto se entusiasmó que llevó la pieza para ponerla allá” (11/30/65). Desafortunadamente, como tantos proyectos y sueños suyos, éste no se llevó a buen término. En agosto de 1966 Virgilio comparte – en una carta particularmente deprimente – las siguientes malas noticias:
De mi estreno en París, nada. El que sería el director de la pieza (la que te mandé) Morvan Lébesque, dice que no hay actrices en París para hacerla. Eso es excusa, y no me explico pues él vino a la Habana [en julio], leyó la pieza (que yo no le di), me dijo que el teatro no conocía nada más importante desde hacía (sic) diez años y después se lo dijo en París a Juan Arcocha.(14) Algún día o nunca desentrañaré este misterio. Ahora la traducen en Polonia (8/24/66).
Dos meses más tarde, Piñera revisita el asunto de El no, obra que llama en esa ocasión “la pieza de teatro que más trabajo me ha dado y de la que hice más versiones” (10/22/66). Como para justificar una más de tantas desilusiones que plagaron los últimos años de su vida, Virgilio le explica a Humberto – con cierto aire de ingenuidad – que Morvan Lébesque estaba trabajando mucho para ponerla en escena en París, pero que no podía levantar suficiente dinero para la producción. En la misma carta Virgilio habla del próximo estreno de El no en La Habana, supuestamente programado para abril de 1967. Pero en una carta escrita en julio le dice que el estreno se ha aplazado para noviembre.(15) Como sabemos, este fue otro de los muchos proyectos que nunca se materializaron: la obra no se publica hasta 1993, y no se estrena en La Habana hasta 1995.
Un comentario particularmente interesante que Virgilio hace sobre su obra se encuentra en una nota escrita a mano en el margen de una carta del 10 de abril de 1970. Aquí menciona por primera vez su colección de cuentos, Muecas para escribientes, que en su versión original contaba con cuatro textos largos: “Averíguame con Pepe B[ianco],” le escribe a Humberto, “si él sabe algo del libro de cuentos – Muecas para escribientes – que le entregué hace un año y medio a Ángel Ramas (sic) el crítico uruguayo. Que averigüe. El libro lo forman 4 cuentos largos: Concilio y Discurso, La Risa, El Caso Baldomero, Un jesuita de la literatura.” En la misma carta Piñera añade que acaba de empezar otra novela, Tierra Incognita, pero no da más información, y no la menciona más en otras cartas a Humberto.(16) Pero lo que más llama la atención en esta carta es la referencia a Muecas para escribientes, libro que, según informa, Piñera había entregado a Rama para la Editorial Arca, la casa editorial en Montevideo que el escritor y crítico uruguayo había fundado en 1962.(17)
Después de casi tres años y medio sin tener noticias de Bianco sobre el asunto, Piñera le escribe a Humberto el 28 de febrero de 1972, y le pide una vez más que trate de convencer al autor argentino de actuar como intermediario:
Dile a Pepe Bianco que si él podría hablarle o escribirle a Ángel Ramas (sic) (creo que está en Puerto Rico, al menos esto es lo último que supe de él) pidiéndole el manuscrito de mi libro de cuentos (cuatro cuentos extensos) titulado Muecas para escribientes. Que lo ofrezca a [Editorial] Sudamericana.
No queda claro lo que le pasó con el manuscrito que Rama llevó consigo al salir de Cuba en 1968, pero lo más seguro es que su desaparición representó para Piñera otra desilusión, y como sabemos, los cuentos en cuestión nunca salieron en edición uruguaya y no salieron en libro hasta casi una década después de la muerte del autor.(18)
Durante los últimos años de la vida de Virgilio, su correspondencia con Humberto se hizo cada vez más infrecuente – a veces transcurrían muchos meses entre una carta y otra – y en las últimas cartas hay muy pocas referencias a sus escritos. Entre las obras que menciona están La vida entera (la reciente publicación de la cual menciona en una carta de octubre de 1969) (10/2/1969) – Handle with Care (una pieza breve que terminó, según le dice a Humberto, en abril de 1970, y no en 1969 como dicen muchas fuentes), y su primera novela, La carne de René. Como le informa a Humberto en febrero de 1972, había empezado a reescribir La carne de René – novela que estimaba mucho, pero siempre había considerado imperfecta – con el plan de mandarla a la casa editorial francesa Denoël, la cual había publicado una traducción de sus Cuentos fríos en 1971.(19) Esta fue una de muchas traducciones que nunca se materializaron – de hecho, La carne de René no apareció en francés hasta 2005.(20)
Piñera menciona su colección de cuentos El que vino a salvarme varias veces, y, lo mismo que con muchos otros de sus empeños editoriales, expresa una gran frustración por las demoras y complicaciones del proyecto. Un momento raro de satisfacción llega en abril de 1970 cuando le participa a Humberto sus impresiones sobre el ensayo “Piñera narrador” que José Bianco escribió para el prólogo de esta edición Argentina de sus cuentos. Aparentemente Bianco, quien califica a Piñera como autor neo-barroco con Carpentier y Lezama, temía que a Virgilio no le fuera a gustar el ensayo. Pero Virgilio le asegura a Humberto que le había encantado: “Después de meses y de anuncios llegó... el Prólogo de Pepe. No sé por qué dice que no me iba a gustar, pues se equivocó, me gusta muchísimo, y ya le escribí” (4/10/1970).
En varias cartas a Humberto, Piñera hace comentarios interesantes sobre Una caja de zapatos vacía, una de sus últimas obras de teatro. Aunque Luis González Cruz nota que la pieza fue terminada en 1968, y que Piñera se la mandó clandestinamente en ese año, me parece significativo que Virgilio no mencionara la obra en una carta a Humberto hasta octubre de 1969, y que en esa ocasión la llamase “una nueva obra” (10/02/1969). En abril de 1970, Piñera menciona la obra (que Humberto no había leído todavía) otra vez, y hace referencia a una traducción al inglés que supuestamente iba a ser publicada en Estados Unidos: “Cuando tenga oportunidad te mandaré mi pieza Una caja de zapatos vacía. Ya ha sido traducida por José Yglesias (novelista norteamericano) y saldrá, junto a La noche de los asesinos(21) en un tomo” (4/10/1970).
No he podido determinar qué pasó con la traducción hecha por Yglesias – pero supongo que sufrió una suerte parecida a la de un manuscrito de Arenas que Yglesias sacó del país, y que pasó más de veinte años en su armario hasta ser descubierto por su propia esposa después de su muerte en 1995.(22) De todos modos, Una caja de zapatos vacía no apareció en su versión original hasta 1986, mientras que la traducción al inglés, hecha por Luis González Cruz, salió finalmente en una edición muy limitada en 2005.(23)
“Te juro que tengo una suerte de perro”: Traducciones fracasadas
Los 35 años que pasaron entre el año en que Virgilio terminó Una caja de zapatos vacía y el de la publicación de su traducción al inglés son emblemáticos de las múltiples batallas que enfrentó el autor cubano para ver sus obras publicadas en traducción a los idiomas europeos más importantes. Por cierto, la mayoría de las traducciones existentes de obras de Virgilio salieron muchos años después de su primera publicación. Pasaron, por ejemplo, casi 70 años entre la fecha en que Virgilio terminó su obra de teatro Electra Garrigó y su publicación en inglés en Estados Unidos en 2008. La primera edición de La carne de René salió en 1952, pero las traducciones a los idiomas europeos más hablados se publicaron décadas después: la versión en inglés salió en 1989, en italiano en 1988, en portugués en 1990, y en francés en 2005. La traducción al francés de Cuentos fríos apareció con bastante rapidez en términos relativos – salió en 1971, quince años después de la publicación de la primera edición por Editorial Sudamericana en 1956 original. La versión al inglés, sin embargo, no sale hasta 1987, y la portuguesa aparece dos años más tarde. La traducción al italiano no ha salido todavía, aunque Piñera firmó un contrato con Feltrinelli Editore ¡en 1964!
A pesar de todas las demoras, estas traducciones representan éxitos en comparación a los numerosos proyectos de traducción que Piñera discute en sus cartas a Humberto, pero que nunca se realizaron. Aunque Virgilio habla extensamente sobre planes para muchas traducciones y de proyectos ya en vía de cumplirse, la gran mayoría de estos, insisto, nunca se lograron. El primer proyecto de traducción que menciona Virgilio en sus cartas es la versión francesa de Aire frío. Según una nota escrita a mano al final de una carta de marzo de 1960, la traducción estaba por aparecer en la prestigiosa revista cultural francesa Les Tempes Modernes, en ese momento bajo la dirección de Jean Paul Sartre. Sartre había visitado La Habana ese mismo mes, y asistió a una puesta en escena de Electra Garrigó – hecho que Virgilio menciona con orgullo en una carta del mismo mes: “Ahí te mando la foto de la asistencia de Sartre a Electra. Él quiere llevarla a París. Está chocho con la obra” (3/18/1960). Según cuenta Virgilio, Sartre estaba tan impresionado con Electra que, además de prometer la coordinación de su puesta en escena en París, también llevó consigo el manuscrito de Aire frío para encargar una traducción y después publicarla en su revista. Ninguno de los dos proyectos se cumplió a pesar de la aparente buena fe de Sartre y el gran deseo que tenía Piñera de verlos hechos realidad.
Según Piñera, otra oportunidad de ver Aire frío traducida al francés se presentó unos tres años después cuando el crítico y traductor francés Claude Couffon (1926 -) asistió a una representación de la obra durante su visita a La Habana en enero de 1963. Con entusiasmo palpable Virgilio le informa a Humberto que “Anoche fue a ver la pieza Claude Couffon (el traductor de Gallimard) y está encantado; dice que es el teatro más importante que ha visto en América, que la obra está en la misma línea de Ionesco y Beckett” (1/28/63). Piñera informa que durante la visita de Couffon, se reunió con él para discutir las traducciones de Aire frío y El Flaco y el Gordo – la segunda de las cuales Couffon ostensiblemente pensaba publicar en un número de la revista francesa Europe, en su edición de abril de 1963 (1/28/1963). En julio del mismo año, sin embargo, Piñera divulga que después de meses de espera, había recibido la revista indicada sólo para descubrir que no incluía la pieza, sino unos cuantos poemas que había traducido Couffon sin haberle pedido permiso. En la misma carta, que lleva la fecha del 16 de julio, Piñera anuncia varias otras traducciones en preparación – todas las cuales fracasarían a su debido tiempo. Por ejemplo, a pesar de las malas noticias acerca de El Flaco y el Gordo, Virgilio seguía soñando con las traducciones de sus obras, pues le informa a Humberto en una carta de un “semi-compromiso con Claude Couffon para editar los cuentos en Gallimard.” Y, lo que es más, le deja saber que una casa editorial en New York (desafortunadamente no da el nombre) quiere los derechos para publicar traducciones al inglés de tres de sus obras de teatro:
Hace unos quince días recibí una carta de N. York pidiéndome autorización para editar en inglés Electra, Jesús y Aire Frío, mediante pago naturalmente, y con contrato. Volando contesté que aceptaba, y ahora espero las condiciones del contrato. Ojalá no quede en sal y agua como otras tantas ilusiones (7/16/1963).
Estas últimas palabras fueron, desde luego, proféticas, ya que estas traducciones nunca se materializaron como otros proyectos del pasado y muchos más del futuro.(24) A pesar del interés expresado por varios traductores y casas editoriales norteamericanas e inglesas a lo largo de su carrera literaria, que yo sepa, sólo cuatro obras de Piñera aparecieron en inglés durante su vida (y una de éstas, la traducción del cuento “El filántropo,” salió en Cuba en una publicación del Instituto del Libro).(25) Las otras tres obras salieron en el extranjero. La pieza teatral Los siervos (1955) y el cuento “El gran Baro” aparecieron en diciembre de 1962 en la revista cultural norteamericana Odyssey Review.(26) Por su parte, el cuento “El caramelo” – traducido por J.M. Cohen un poco antes de servir como jurado para el premio Julián del Casal que ganó Heberto Padilla por su libro Fuera del juego – formó parte de una compilación de nueva literatura cubana.(27)
Las circunstancias particulares de Los siervos y “El gran Baro” son muy interesantes por varias razones que merecen una breve digresión. Los comentarios que Virgilio le hace a Humberto sugieren que no sabía cuáles obras de sus habían sido traducidas para Odyssey Review hasta varios meses después de su publicación. Así, en una carta de diciembre de 1962 Piñera urge a Humberto a localizar el número más reciente de Odyssey Review, en el cual, expresa “aparecen unos cuentos míos” (12/13/1962). Pero lo que es más, nadie pudo haber sabido en el año 1962 que el traductor de Los siervos, Gregory Rabassa, llegaría a ser reconocido en poco tiempo como uno de los mejores traductores del mundo. Después de que Rabassa hiciera las traducciones al inglés de algunas de las obras más importantes del Boom en América Latina – Rayuela, La casa verde, Cien años de soledad – el legendario editor americano Alfred A. Knopf solía llamarlo “El Papa de la traducción.” Se dice que Rabassa ganó su primer trabajo de traducción importante – Rayuela, de Julio Cortázar en 1962 – porque los editores de Pantheon Books estuvieron muy impresionados con las traducciones que había hecho para Odyssey Review. No creo que exagero al decir que muy pocos de sus lectores y críticos están conscientes de que Virgilio Piñera fue uno de los primeros autores a los que tradujo Rabassa. Es verdaderamente difícil imaginar el gran impacto que hubiera tenido en la carrera de Piñera una traducción de Cuentos fríos o del Teatro completopor Rabassa en los años 60.
Casi un año después de la publicación de sus obras en Odyssey Review, Piñera le escribe a Humberto sobre otra posible traducción al inglés – esta vez con Calder Publications, una prestigiosa casa editorial de Gran Bretaña, que había expresado interés en Cuentos fríos (10/2/1963). Y en una carta del 10 de diciembre de1964 que le envió a Humberto mientras estaba en Italia negociando la traducción con Feltrinelli Editore de Cuentos fríos, La carne de René, Teatro completo, y Pequeñas Maniobras (todas las cuales fracasaron, como veremos), escribe con gran emoción sobre un posible contrato con una de las más prestigiosas casas editoriales de los EEUU: “El editor [Alfred A.] Knopf de New York me escribió a Milán desde París interesándose por una opción de mis libros. Feltrinelli se ocupa de hacer los arreglos.” Parecería, ya que Virgilio no menciona ni a Calder ni a Knopf en futuras cartas, que estos dos proyectos potenciales fracasaron después de poco tiempo.
Otros proyectos terminaron en desilusión después de meses y hasta años de falsas esperanzas. Juzgando por la cantidad de comentarios que hace sobre sus negocios con Feltrinelli Editore y su agente y co-fundador Valerio Riva, parece que éste fue el proyecto que más frustró y desilusionó al autor cubano. Piñera menciona su comunicación con Feltrinelli un par de veces en 1963, pero no es hasta el mes de abril de 1964 que discute en detalle sus negociaciones con esta prestigiosa casa editorial italiana:
la firma del contrato con Feltrinelli... no se ha producido – escribe Virgilio – Ahora su agente – Valerio Riva – ha vuelto a Italia; y me dice su secretaria (aquí en La Habana) que volverá, probablemente, en junio, o no volverá. De acuerdo con lo convenido verbalmente, Feltrinelli compraría C. Fríos, La Carne de René y Las Pequeñas Maniobras. Empezarían editando los C.F. La edición aparecería en enero o febrero del año entrante. Me pagarían unos dos mil dólares por los C. F. Ahora bien, te repito, aún no he firmado el contrato. ¿Por qué? No lo sé.
Este pasaje es particularmente revelador ya que sugiere que la indecisión, y quizás cierta ingenuidad del mismo Virgilio contribuyó, por lo menos en parte, al fracaso de algunas de las traducciones. Lo que es más, se puede inferir al leer algunos comentarios que hace Piñera que éste se sentía un poco inseguro con la idea de traducciones de su obras hechas por las importantes casas editoriales de Europa, ya que conllevarían más lectores y más críticos para un autor cuya obra había circulado, por lo general, en ediciones relativamente pequeñas en Cuba y Argentina. En la misma carta Virgilio justifica su vacilación de la siguiente manera:
Cuando Valerio regresó de Italia hace cosa de dos meses, me dijo que había pasado por París, que estuvo en [Éditions] Julliard y que allí le dijeron que ellos (Julliard) no traducirían mi libro pues de hacerlo los franceses pensarían que estaban leyendo a Alphonse Allais.(28) Valerio les hizo ver que C.F. nada tiene que ver con Allais, pero ellos le dijeron que esa era la opinión del lector de Julliard para América Latina. Ese señor pasó por encima del consejo de Sartre, que aconsejó vivamente la traducción al francés de C. Fríos. ¿Qué te parece? Entonces Valerio les dijo que ellos (Fletrinelli) sí editarían en italiano C. F. y que sería un éxito editorial, y que Julliard al ver su decisión... reconsideraría el asunto. Te juro que tengo una suerte de perro. A los 52 años debo seguir haciendo la figura de niñito a quien se recomienda. Bueno, que estoy harto y dispuesto a colgar el sable. Ahora me escriben de Praga para que firme un contrato por los C.F. para traducir al checo. He pasado esta carta a la secretaria de Valerio pues de acuerdo con el contrato verbal que hicimos ellos (Feltrinelli) son los corredores de mis traducciones para toda Europa. Veremos qué hacen, y qué deciden.
Como tantas otras, esta traducción al checo nunca se dio, pero en septiembre de 1964 Piñera viajó a Europa con la intensión de arreglar en persona las traducciones de varias de sus obras. En Italia firmó el contrato con Feltrinelli, noticia que compartió de inmediato con Humberto en una carta escrita a mano y fechada el 18 de septiembre:
Por fin en Milán. Ya te hube de avisar por cable que había firmado contrato con Feltrinelli por toda la obra, es decir C. f. La C. de René, Pequeñas M. y Teatro Completo. Por todo esto me hicieron un adelanto de 800 dólares... El trad. para italiano de C. F. será Álvar González-Palacios (tú lo conoces, iba a Guanabo, amigo de Eva).(29) Ya empezamos a trabajar. El libro aparecerá entre febrero y marzo del ’65.
El tono positivo de esta carta sugiere que Virgilio creía que por fin su famosa “suerte de perro” había cambiado. Después de resumir sus planes con Feltrinelli explica que en octubre va a viajar a París para reunirse con el escritor español Juan Goytisolo (1931- ), quien en esa época estaba trabajando como lector para Éditions Gallimard, para discutir una traducción al francés de sus Cuentos fríos. También habla de planes para negociar con un representante de Éditions du Seuil la traducción de Pequeñas maniobras.
Desafortunadamente no pudo cumplir con estos planes tampoco. Pues, le explica a Humberto que después de recibir una carta urgente de su hermana Luisa en la cual le rogaba que volviera a Cuba para ayudarla con varios asuntos familiares, se sintió obligado a volver. Justo antes de su partida a La Habana, Virgilio trató de justificar su decisión de regresar:
llegaron desde la Habana noticias que me obligan a regresar, como siempre, cosas familiares. Luisa me escribió con dos noticias “bombas”: que se divorcia de Pablo ... y que no tiene dinero para los gastos de papá... Decidí regresar. Yo sé que me acusarás de vacilación y de pensar demasiado en la familia, pero así soy y además estoy cansado de tanto luchar (10/26/64).
Explica, además, en la misma carta, que había considerado las posibilidades de quedarse en Europa o exiliarse de nuevo en la Argentina. Tentador como era, sin embargo, otro exilio argentino, esto no le parecía una opción viable: pues Piñera creía (y a lo mejor con razón) que tal decisión hubiera resultado en la cancelación de los proyectos con Feltrinelli y Gallimard debido a que apoyaban la Revolución. En noviembre de 1964 Piñera volvió a Cuba, sin saber, desde luego, que no saldría más de su país – pues habla en muchas cartas futuras de posibles viajes a Europa y América Latina.
Desde La Habana Virgilio mantenía a Humberto al tanto de sus negocios con Feltrinelli y Gallimard, y parece que la noticia de sus supuestos contratos con las dos casas editoriales se había diseminado en La Habana. En una cronología de la vida literaria del autor que sale en un programa para la puesta en escena de Aire frío en el Teatro Sótano en la Habana en 1967, por ejemplo, se lee el siguiente detalle: “1965: FELTRINELLI y GALLIMARD, dos de las más prestigiosas editoriales europeas recogen la obra de Virgilio para la exclusiva traducción y edición, asegurando su posición dentro del público lector italiano y francés y por tanto, su reconocimiento internacional.” El autor de estas palabras apreciaba el gran impacto que tales traducciones tendrían en la trayectoria profesional de Virgilio, pero parece que no sabía que ya para esa fecha el autor tenía muchas razones para suponer que los proyectos se iban a malograr como tantas otros.
En mayo de 1965, a pesar de que ya habían pasado más de dos meses desde la fecha que Feltrinelli había designado para la publicación de la edición de Cuentos fríos, Piñera da la impresión de no haber perdido la esperanza. Por cierto, le hace saber a Humberto que todavía tenía planes de viajar a Milán para dar publicidad al libro: “Cuentos fríos aparecen ya en italiano para junio,” le escribe a Humberto, “El lunes 10 [de mayo] llegan [a La Habana] Feltrinelli y Valerio Riva. Si no voy [a Italia] con ellos lo haré a mediados de junio. Pienso pasar en Europa unos seis meses. Desde allí te escribiré in extenso” (5/8/1965).
En su próxima carta a Humberto, ésta de agosto 10, menciona de nuevo la elusiva edición italiana. Todavía seguro de su próxima publicación, da la siguiente explicación para su demora: “Ya Cuentos F. está al salir en edición italiana. Se ha demorado porque añadí todos los cuentos que aparecen en la edición de Unión” (8/10/1965). Pasan siete meses antes de que Piñera se refiera de nuevo al proyecto que ya se había convertido en una verdadera pesadilla. En marzo de 1966 anuncia prematuramente que el libro por fin ha salido: “Ahora me acaba de llamar Carlos [Franqui] para decirme que Valerio [Riva] le envió la portada de mi libro. Por fin salió... Creo que aparece bajo el título Racconti Freddi.” Otra falsa alarma, pero no iba a ser la última, desde luego. El libro, como bien sabemos, no salió en marzo como anuncia Piñera en su carta.
Pasa más de un año, y Piñera vuelve a la saga de la edición italiana en una carta con fecha del 18 de julio de 1967: “Parece que por fin saldrá mi libro en italiano, al cabo de tres años. Llevará el título La Caramella Nera, pues Valerio [Riva] dice que Cuentos Fríos no es un título vendible y además aparecerá en una colección de “horror”, cuyo primer libro ha sido de Pierre de Mandiargues.”(30) Como en muchas cartas, y bajo circunstancias igualmente tentativas, Virgilio habla de nuevo sobre sus planes de viajar a Italia para celebrar la publicación de un libro que todavía no existía: “Si sale en agosto,” escribe, “iré a Italia para la propaganda.... Ahora mismo iría a París... pero todo se ha ido al diablo por no poder obtener sitio en el avión debido a la congestión en los aviones” (7/18/1967).
En marzo de 1968, después de más de 4 años de espera, Virgilio, ya desalentado, vuelve al asunto. El tono de sus comentarios refleja bien la creciente desilusión que iba a dominar la última década de su vida:
Estas son las horas que mi libro de cuentos traducidos al italiano no ha aparecido. Durante el Congreso Cultural [de la Habana],(31) Valerio me aseguró que a fines de marzo saldría, que me avisaría con un mes de anticipación para hacer mis preparativos de viaje (pues me dijo que yo debería estar en Milán para la salida del libro) y ya ves, aún no me ha avisado (3/21/1968).
En la misma carta habla de otra traducción que nunca habría de realizarse: le cuenta a Humberto que Julliard, una de las mejores casas editoriales de Francia, había pedido los derechos para que su obra completa fuera publicada como parte de su serie Les Lettres Nouvelles. Sin embargo, añade que todavía no había recibido un contrato, y podemos presumir que después de tantos fracasos, tenía suficiente razón para pensar que este plan tampoco tendría un fin feliz. Y como era de esperar, no salió ninguna obra suya con Julliard.
La última vez que Piñera menciona la edición italiana de Cuentos fríos es también la última en que vuelve sobre el asunto de la traducción de su obra en sus cartas a Humberto. En una carta escrita a mano en octubre de 1969 Piñera cuenta que por fin, después de seis años, ha perdido toda esperanza de ver sus cuentos en italiano: “De Feltrinelli nada,” le escribe a Humberto en una carta particularmente deprimente. “Valerio Riva se separó de él y esto le dio el golpe definitivo a la posibilidad de que se editaran [los cuentos] en italiano. Ya estoy hecho a tales reveses” (10/02/1969).
Después de tantos esfuerzos y tantas ilusiones vacías, todo se quedó en nada. Según comentarios en las cartas a Humberto, más de 40 cuentos fueron traducidos para la edición italiana, pero, que yo sepa, ninguna colección de sus cuentos ha aparecido en Italia y ninguna obra suya ha llegado a los preciados catálogos de Feltrinelli. Todo esto nos deja preguntándonos qué ha pasado con estas y tantas otras traducciones de las obras de Piñera. ¿Veremos el día en que salgan a la luz y que lleguen a los lectores que tanto tiempo han tenido que esperar para leer la obra de uno de los maestros de la literatura latinoamericana contemporánea?
Conclusiones
Aunque no he podido enfocarme en todas las facetas fascinantes de la voluminosa correspondencia entre Virgilio Piñera y Humberto Rodríguez Tomeu, vale la pena añadir – a fin de conclusión – que estas 86 cartas ofrecen, especialmente para los extranjeros y para quienes no tuvieron el privilegio de conocer a Piñera personalmente, una vía única a través de la cual se pueden vislumbrar detalles claves tanto de la vida diaria en la Cuba revolucionaria, como de las circunstancias particulares del autor durante los últimos veinte años de su vida.
Como hemos visto, son fascinantes e iluminadores sus comentarios sobre sus lecturas y sus diversos empeños profesionales como autor. Pero el que lea las cartas verá que son igualmente reveladores los detalles que ellas ofrecen sobre la vida personal de Piñera y sobre su manera tan particular, tan mundana de pensar y de entender su propia circunstancia humana. Sirven de buen ejemplo de esto sus frecuentes observaciones tragicómicas sobre todo lo que le falta en la vida – desde la comida, el dinero, la pasta de dientes y la crema de afeitar, hasta cosas más trascendentales como la suerte, la fama y el amor. Tales detalles no solamente dan fe de muchas circunstancias históricas, sino que también reflejan importantes aspectos del cambiante estado de ánimo del autor durante sus últimos veinte años de vida. Parafraseando lo que se dice sobre la correspondencia de Virgilio en la reciente compilación de misivas que se publicó en celebración de los cien años de su natalicio, tenemos que ubicar estas cartas a Humberto
dentro de la suma de su obra. Tenemos que reconocer que gran parte de la mejor literatura es algo común. Estas cartas son todo lo atronadamente comunes para pertenecer a la mejor literatura... Son la confirmación de una personalidad literaria que tendrá siempre el estrépito de lo callejero, lo común, donde habita la buena literatura.
Notas
1. Carta a Humberto Rodríguez Tomeu, 1 de octubre de 1971.
2. Hay unas 14 cartas a Cabrera Infante, escritas entre noviembre de 1962 y junio de 1966. Estas cartas pueden ser consultadas en la Manuscripts Division, Department of Rare Books and Special Collections, Princeton University Firestone Library; Guillermo Cabrera Infante Collection, CO272. Box 1, Folder 17.
3. La reciente edición cubana de la correspondencia de Virgilio incluye unas 20 misivas a Humberto, la mayoría de las cuales fueron escritas en 1958-1959 .
4. Comte d’Haussonville. La duchesse de Bourgogne et l'alliance savoyarde sous Louis XIV. Paris: Calmann Levy, 1908.
5. Amédé Britsch. La jeunesse de Philippe-Egalité (1747-1785). Paris: Payot, 1926.
6. Piñera empleaba con frecuencia este término para referirse a sus lecturas, especialmente las que le parecían particularmente buenas.
7. Cuatro años más tarde, Piñera hace otra referencia interesante a Proust: “En estos días he releído intensamente a Proust, pues tuve que hacer un prólogo a Un amor de Swann, que aparecerá en ediciones de la Imprenta Nacional” (4/29/64).
8. La isla en peso: obra poética. Barcelona: Tusquets. 2000. 214.
9. Como cuenta Lezama en una carta a José Rodríguez Feo “la crítica idiota y burguesa le ha sido tremendamente hostil.”
10. Aunque Piñera no da en su carta información sobre el capítulo incluido, podemos asumir que es el mismo que salió en el número de Lunes de Revolución correspondiente al 23 de octubre de 1961 (pag. 16-20).
11. Este premio prestigioso había sido otorgado tres años seguidos a autores hispanoamericanos: al peruano Mario Vargas Llosa (1962), por La ciudad y los perros; al mexicano Vicente Leñero (1963), por Los albañiles; y al cubano Guillermo Cabrera Infante (1964), por Tres tristes tigres.
12. Virgilio Piñera de vuelta a vuelta: correspondencia 1932-1978. La Habana: Unión, 2011. 238.
13. Lebesque fue co-fundador de la revista Théatre Populaire en 1953 con Roland Barthes y Guy Dumur.
14. Juan Arcocha (1927-1910), autor, periodista e intelectual cubano. Arcocha trabajó como corresponsal de Revolución en Moscú y después desempeñó el papel de attaché cultural en la embajada cubana en París.
15. Es de notar que un programa de teatro correspondiente a una producción de Aire frío en el Teatro Sótano en la Habana en abril de 1967 anuncia que el estreno de El no tendrá lugar en Teatro Estudio en noviembre.
16. En sus cartas Piñera menciona varias obras desaparecidas, que nunca terminó, o cuyos títulos no reconocemos. En una carta de octubre 21 de 1966, por ejemplo, se refiere a una pieza teatral, Objetos perdidos, que está por terminar, y a El deslizamiento, una novela corta “que trata del deslizamiento hacia la muerte.” Además, en una carta de octubre de 1969 menciona otra nueva pieza teatral, El Cristo sexual, pero no da información sobre su contenido.
17. Un cuento de Piñera – “El caramelo” – apareció en una de las primeras publicaciones de Editorial Arca, el libro Aquí once autores cubanos cuentan (1964). Se cuenta que Rama había salido también con el manuscrito de Con los ojos cerrados, su primera colección de cuentos. Aunque el libro fue publicado por Arca en septiembre de 1972, Arenas no supo de su existencia hasta muchos años después.
18. Muecas para escribientes. La Habana: Letras Cubanas, 1987.
19. Contes froids. Trad. Françoise-Marie Rosset. Paris: Denoël, 1971. La revisión de La carne de René es la versión que en que se basa la primera edición española de la novela: Madrid: Alfaguara, 1985.
20. La chair de René. Trans. Liliane Hasson. Paris: Calmann-Lévy, 2005.
21. Piñera se refiere aquí a la célebre pieza teatral de su compatriota José Triana.
22. Se trata de otro manuscrito del libro Con los ojos cerrados, el cual se encuentra ahora en el Departamento de Colecciones Especiales de la Biblioteca Hesburgh de la Universidad de Notre Dame (Indiana EEUU).
23. An Empty Shoebox. Three Masterpieces of Cuban Literature. Ed. trans. Luis F. González Cruz. Los Angeles: Green Integer, 2000. 191-246. Las otras dos traducciones incluidas en este tomo son Deviations de Julio Matas y The Chinaman de Carlos Felipe.
24. Que yo sepa, Jesús todavía no ha sido traducido al inglés. Aire Frío, por otra parte, apareció en inglés en una pequeña edición en 1985 (Cold Air. Trans. María Irene Fornes. New York: Theatre Communications Group, 1985), y Electra, a pesar de ser una de sus obras más conocidas, tuvo que esperar hasta 2008 para ser publicada en inglés (Electra Garrigó. Trad. Margaret Carson. Staged Conflicts: A Critical Anthology of Latin American Theater and Performance. Ann Arbor: University of Michigan Press, 2008. 173-196). En años recientes, varias obras teatrales de Piñera han sido publicadas en traducciones al inglés (la mayoría por la inglesa Kate Eaton), aunque no han tenido buena circulación.
25. “The Philanthropist.” Cuban Short Stories: 59/66. Havana: Book Institute, 1967. 19-32.
26. Tanto Los siervos como “El gran Baro” fueron publicados en diferentes números de Ciclón: 1.1 (1955): 4-8, y 1.6 (1955): 9-29, respectivamente, y es probable que llegaran a sus traductores por vía de esta revista.
27. “The Dragée.” Writers of the New Cuba. Ed. Trad. J.M. Cohen. Baltimore: Penguin, 1967. 60-85.
28. Alphonse Allais (1854-1905). Escritor y humorista francés.
29. Nacido en Santiago de Cuba en 1936, González Palacios se mudó a Italia poco después del triunfo de la Revolución Cubana.
30. André Pieyre de Mandiargues (1909-1991), escritor fancés.
31. Congreso Cultural de la Habana, enero 1968.