Virgilio Piñera cumple 60 años

José Lezama Lima

 

Como un pistoletazo en el violáceo azufre
Los ángeles pactan con los demonios,
Buscando el gran ojo primigenio.
Vuelven los demonios a pactar con los ángeles,
Buscando sabiduría
De las ondas del pífano
Al penetrar la ciudad.
Un ruidillo en la nada,
Innato o con prestaciones vergonzantes
Precipita el coro de los diablillos
Que van a sostener el manto del niño de Praga.
Llega entonces el inalcanzable
Paraje de la nieve,
La pequeña luna caída
En la profundidad infantil del tazón
O en el ballenato tedioso de los mares,
Allí la silla destrozada, la del obispo encadenado,
Así se vuelven a ver los demonios y los ángeles
Correr hacia un punto, volcarse en la laguna,
Peinarse más las plumas que los cabellos.
Sus pequeños rostros sonríen con dientes de leche.
Sabemos, qué carcajada, que lo lúdico es lo agónico.
Como sólo existen el bien y la ausencia,
Los demonios y los ángeles se esconden sonriendo.
Su mano dura, como decimos las uvas maduras,
Han dado un fuerte manotón sobre el madero.
El ángel avanza rápido como el alfil.
El demonio salta como el caballo oblicuo.
Sus manos cruzadas golpean los sesenta
Golpes de la cábala,
El hierofante y la emperatriz duermen ya
En la cámara de la reina.
El ojo y el mar se abren en círculos concéntricos.
Sobre un tablón,
Jugando lo terrible,
El bien y la ausencia.

14 de Julio y 1972