Homenaje de

   La Habana Elegante

     a Eugenio Florit 
 
 
Eugenio Florit
   Cuando trabajábamos en el presente número de La Habana Elegante fuimos sorprendidos por la noticia de la muerte de Eugenio Florit.  Este homenaje es, pues, nuestro tributo.  Queremos agradecer la colaboración (ya habitual) de nuestra amiga Lesbia Varona, de la Universidad de Miami, así como la de Rita Martín y la de Uva de Aragón Clavijo. 
 
    Eugenio Florit nació en Madrid el 15 de octubre de 1903 y fue hijo de padre español y de madre cubana.  En 1917 viajó a Cuba, donde transcurrió su adolescencia.  Estudió Derecho en la Universidad de La Habana.  Integró el grupo vanguardista de la revista literaria Avance.  Menos conocido es que se desempeñó también como actor en la radio y el teatro.  De 1940 a los 80's permanece en Nueva York, ciudad donde conocería a Jorge Guillén, Pedro Salinas, Luis Cernuda y muchos otros con quienes compartió en los cursos de la Escuela de Verano de Middlebury, en Vermont.  Nueva York sería el escenario de casi todo su trabajo como ensayista, crítico literario y traductor.  Más tarde fue canciller del consulado cubano en Nueva York, renunciando a su actividad diplomática en 1945, para dedicarse por completo a la docencia.     
    Pese a que nunca perdió su acento español y vivió más de la mitad de su vida en Estados Unidos, Florit aseguró en numerosas ocasiones que se consideraba cubano.  Su último viaje a Cuba fue en 1959, el mismo año del triunfo de la insurrección.  Fue profesor de Literatura Española Hispanoamericana en la Universidad de Columbia, así como del Barnard College, ambas en Nueva York, donde se jubiló en 1969.  
     Su bibliografía alcanza los cuarenta títulos y nunca dejó de escribir.  En 1992 publicaba su última obra, Hasta luego.  Según el diario El Nuevo Herald, en los últimos años de su vida eran cada vez más frecuentes los contactos con jóvenes poetas de la isla, que le enviaban cartas y mensajes. Durante su vida recibió numerosos homenajes incluyendo, en 1994, el premio Fray Luis de León, de la Universidad de Pontificia de Salamanca y el Premio Mitre, que le concedió la Hispanic Society of America, en Nueva York.  En julio de 1991, fue uno de los tres candidatos presentados para el Premio Cervantes de ese año por la Academia Norteamericana de la Lengua Española.  Volvió a ser candidato a este galardón en noviembre de 1994 y diciembre de 1995.  En 1997, el poeta fue homenajeado por el Centro Cultural Español de Cooperación Iberoamericana de Miami que bautizó su biblioteca con su nombre.  Tenía al morir, a consecuencia de un paro cardíaco, 95 años.   
    Con motivo de la muerte del poeta, Magda Resik publicó un artículo en Juventud Rebelde bajo el título de Eugenio Florit Poeta de la serenidad.  Señalaba Resik que la "noticia, como tantas otras que generan a diario los medios de prensa, pasó sin penas ni glorias para quienes desconocen el genio literario de Florit, que al decir de Cintio Vitier "se encuentra en la primera línea de los poetas cubanos, desde José María Heredia hasta nuestros días".  Asímismo, enfatiza la  "predilección por Cuba" del poeta "y su voluntad de naturalizarse cubano [...] a pesar de haber fijado residencia en los Estados Unidos allá por la década del cuarenta", concluyendo que se trata de "la recurrencia del país que le pertenece aún en la distancia".   
    El artículo de Resik no nos aclara, que está entrevistando a Vitier, (lo cual es obvio) para quien Florit es "uno de los poetas más importantes que genera la Revista de Avance junto a Emilio Ballagas y Nicolás Guillén".  Celebra Vitier el prólogo que Juan Ramón Jiménez escribió para el poemario Doble acento, de Florit, toda vez que dicho prólogo "se refería no sólo a la poesía de Florit sino que la contextualizaba en el universo hispanoamericano". 
    Nos recuerda Magda Resik que el poeta, "profesor de la universidad norteamericana de Columbia, contó con la admiración de los integrantes de la generación de Orígenes" y recoge -- una vez más-- el testimonio de Vitier: "Fina, Lezama, Eliseo... y yo, le teníamos gran admiración por su obra perdurable, obra de todos los tiempos, además era un gran amigo. Nunca tuvo peleas con nadie, cosa difícil en este medio, era una bella persona. Recuerdo el homenaje que le hicimos en la playita de Baracoa y después nuestro encuentro en los Estados Unidos". 
    Como todo poeta y más con una vida tan larga, es diferenciable su obra por etapas, pero según Cintio, "su poesía siempre estuvo dirigida hacia la serenidad" y era "dueño de su lenguaje, muy apegado a la tradición del Siglo de Oro español, enraizado a la vez en la sensibilidad cubana. Pero no fue nunca un poeta atormentado y angustioso como Emilio Ballagas, su hermano en la poesía. Era un poeta de la serenidad". 
    Resik nos dice que el "propio Cintio ha defendido un lugar para sus composiciones poéticas en diversas antologías. Él mismo editó El Asonante final, a principios de los cincuenta", libro que, -dice Vitier- fue "el último libro de Eugenio que se publicó en Cuba, de tono más coloquial, conversacional, como empezaba a suceder en ese momento con la poesía".  Magda Resik recuerda al lector que en  Lo cubano en la poesía -de la autoría de Vitier- aparece registrado Florit", a pesar de lo cual aquél "considera que todavía le debemos una edición de sus obras completas, toda su obra pensando incluso que muchos jóvenes la desconocen. Una obra que no tiene caídas; se trata por demás de un hombre que mantuvo su lucidez hasta el último momento. Y que no sólo se dedicó a la poesía, también son memorables sus críticas literarias sobre José Martí. Siempre fue un maestro de la palabra, una figura completa de nuestra literatura. Debemos reconocerlo así y no dejar que otros se la incorporen: es un poeta totalmente nuestro". 

    Este artículo-entrevista a Vitier nos llama la atención porque sigue la estrategia habitual en él, es decir, la misma que utiliza con Emilio Ballagas.  Llamamos la atención sobre el verbo registrar (Florit aparece registrado en Lo cubano en la poesía), y poco importa si lo dice Resik o Vitier.  Entre nosotros, registrar puede sugerir inscribir (así se habla del registro electoral), suceso (se registró un asalto en Palma Soriano) o simplemente hurgar, que es, quizá el más usado (registrar los bolsillos).  En efecto, en Lo cubano en la poesía aparecen registrados los poetas cubanos y -valga la redundancia- también se registra la cantidad y cualidad de su cubanía.  Hay, desde luego, poetas que como Ballagas y Florit pertenecen al reino de lo real que (como nos dice Lacán) es el reino de lo indecible.  En estos casos el problema se resuelve sin mayores contratiempos: se les inmobiliza en el santuario de lo cubano.  Dicho en otras palabras, se les canoniza.  No deja, después de todo, de resultar irónico: ello los devuelve al reino alado de lo real indecible.  Florit es ahora el poeta de la serenidad.  Apenas ha muerto, y ya Cintio corre a momificarlo, lo esteriliza y lo solidifica en una pelabra: serenidad.  Como decía virgilio Piñera, a propósito precisamente de Ballagas, es abominable "esa pureza que mancha de blanco hasta dejar sin rostro alguno al poeta".  Ese paternalismo es, cuando menos, desprecio.  
    Por otra parte, es demasiado obvio el interés de Cintio en --ahora-- dejar en claro la amistad que él y Fina siempre le profesaron a Florit.  Ahí está lo que enfáticamente subrayan los recuerdos de Cintio: "su amistad (y la de Fina García Marruz) con Florit, "el homenaje que le [hicieron] en la playita de Baracoa" y el encuentro que tuvieron con él en los Estados Unidos.  Agréguese el haber Cintio editado el último libro (El Asonante) que Florit publicó en Cuba "a principios de los cincuenta"; el haber "defendido un lugar para sus composiciones poéticas en diversas antologías" y las páginas que le dedicó en Lo cubano en la poesía.  No nos queda claro si Vitier está rindiendo un sincero tributo póstumo a Florit, o si está simplemente recordándonos lo que él y Fina hicieron por Florit, lo que Florit les debe. Ahora bien, esta amistad tan tardíamente reclamada, tiene un propósito político, y nada de la serenidad que celebra en Florit: "Debemos reconocerlo [a Florit] así y no dejar que otros se la incorporen [su obra]: es un poeta totalmente nuestro".  El Vitier que celebra a Florit por no haber tenido nunca "peleas con nadie", se aprovecha de su obra para trazar la línea provocativa en el suelo y lanzar el desafío.  Convierte a Florit en otro guiñapo de cubanía en disputa.  Basta, no obstante, echar un vistazo a la bibliografía cubana (la de esos "Otros") sobre Florit para comprender que el reclamo no tiene ningún sentido.  Con su impecable serenidad -- y también desde sus propios demonios y el silencio que rodeó su nombre en la Isla- - Florit parece responder con elegancia: "Venid a morderme la sangre..."  

Francisco Morán  
 
 

EUGENIO FLORIT: EN LO ETERNO, MEJOR 

(El poeta entrevisto por Rita Martin) 

Fragmento de un estudio mayor de Rita Martin, así como la entrevista completa que ésta le hiciera Eugenio Florit, incluídos ambos en la compilación  Eugenio Florit: de lo eterno lo mejor, realizada en conjunto con Ana Rosa Núñez y Lesbia Orta de Varona, de próxima publicación por Ediciones Universal: 

    Como la poesía renacida, Eugenio renació en muchísimas ocasiones. Tal su casi diaria y serena batalla con la muerte que parecía robárnoslo en los últimos tiempos. Son numerosas las ocasiones en que saludando a un amigo, o habiéndolo llamado por teléfono y hablado con su hermano 
Ricardo, nos enterábamos de que Eugenio había estado muy enfermo. A la conmoción espiritual del posible hecho de la muerte, Ricardo rápido nos tranquilizaba con una sonisa y la noticia de que el poeta ya estaba en casa. Así  se nos fue haciendo la idea de que Eugenio no moriría, que 
algo había en él para salir siempre ileso de tanta muerte. Así, aunque nos ha llegado la noticia de que el poeta murió finalmente en el orden físico, del mismo modo nos llega la certeza de su permanencia en y con nosotros, algo que, por suerte, siempre supimos, que Eugenio Florit se llama poesía, es decir, vida. 

    Tal vez hasta el presente — contaminados por las guerras y los neutrones —  no ha habido temas de mayor angustia para el hombre como el tiempo y la muerte. Van de la mano. Andan el mismo camino. Y en su tiempo vive y muere el hombre más vidas de las que él mismo alcanza a comprender. Todo comienza en los recuerdos.  Los suyos y los de los otros emparentados con el reino de la soledad, la posesión más verdadera del ser humano, desde la cual proyecta su "sombra contra el muro". Sombra del ser que crea un tejido único, una permanencia, una posibilidad de lo imposible. La eternidad del instante poético. Su contrasentido y alucinación por la que Eugenio Florit nos ha dicho en la entrevista que a continuación transcribimos: "Lo mejor, lo menos malo que me ha ocurrido en la vida, es mi encuentro con la poesía". Eugenio Florit significa entre nosotros la presencia actuante de la "pura poesía" que nos gustaría entender como una actitud ante la vida, expresada en la fe del arte y de la belleza a las que cantara con un "no aprendido canto". Su obra, repleta de su tiempo, la hallamos en las filas de una integridad heredada por aquellos hombres cubanos de principios de siglo que marchaban al compás de la época y de sus influjos políticos y literarios. Vanguardia e influencia juanramoniana son claras en su más tempranos poemas hasta el Eugenio más maduro, más fino, conversador de los grandes temas en estilo claro y sencillo; pleno también de una vida propia del que construye, del que es parte de un universo y de una manera particular de ser y de actuar de un país que ha rendido culto apasionado a la risa.  Porque la risa para el ser humano es tan imprescindible como el llanto y a veces, es tan vital que sin ella no podemos conocer una nación. Menos aún si hablamos de la cubana, telúrica, sensual, inocente, absurda, trágica, hiperbólica,  y humorista y alegre a pesar  de todas las tragedias. 
    La risa fácil de Eugenio Florit en su estilo desenfadado de hablar con la muerte y con Dios, con el sentido cotidiano  y sabroso de lo popular, unido a la sobriedad de la más alta poesía lo sitúa entre los primeros en lograr un tono conversacional para este género dentro de la literatura cubana. La risa que casi a la altura de un siglo, lo repleta de  frescura, chispa en su conversación, en su palabra que permanece para una comprensión del espíritu nacional y de una idea integradora del arte y la cultura de una nación.  
    Mucho antes del triunfo revolucionario de 1959 Florit comenzó a residir en los Estados Unidos con constantes viajes a Cuba; pero si su primera salida nunca tuvo un cariz político, el hecho de nunca haber regresado luego de ese año, debemos entenderlo como actitud comprometida con el 
espíritu libre del ser humano. Cumplido su destino, "Poeta: polvo florecido", versos de Palabra poética,  Eugenio nos entrega también una actitud consecuente con el espíritu fundador de civismo en el que sobresale el concierto que su pensamiento hallara con el de Enrique José Varona y con el grupo de intelectuales de la Revista Avance que tanto influjo tuviera en su formación integradora. 
    Eugenio Florit, poeta cubano nacido en España, una vez más y, como siempre, confirma el paso de su universalidad en estas páginas. La época y la vigencia de su poesía, están ahí, en su propia obra que hoy presentamos nuevamente como un recíproco homenaje, a él, y, por supuesto, a la poesía.  Los dejo entonces con sus palabras. 

R.M: Ante una vida y una obra signadas por las numerosas búsquedas espirituales y sus correspondientes hallazgos, es casi obligado saber cuál es su opinión acerca de la identidad del ser humano, en su relación con la tierra, el universo y su propia alma.  ¿ Dónde halla el hombre la verdadera comunión? 

E.F: Pues mire, no creo que el hombre pueda sentirse como tal sino es participando, del modo que le sea posible dentro de su pequeñez, del universo en que vive y sueña. 

R.M: ¿ Cuál considera que es el destino del arte en esta época y dónde la solución para el creador en el esfuerzo de perpetuar su vida y su obra en pos de este objeto? 

E.F: El destino del arte en todas sus manifestaciones es el de sobrevivir a pesar de todo y de mantenerse firme en su voluntad de creación. 

R.M: ¿Tiene el creador alguna especial misión en la tierra? ¿Dónde su más íntimo compromiso con la humanidad? 

E.F: Acabo de explicarme, creo, su compromiso con la humanidad es el de crear belleza como y cuando pueda. 

R.M: ¿Volverá el poeta a ser reconocido como "la palabra de la tribu"o esta misión quedará ya en manos de los políticos? 

E.F: La palabra poética no puede o no debe supeditarse a otras actividades humanas o inhumanas. 

R.M: ¿Podría definir algunos elementos importantes de su poética? 

E.F:  Pues no lo creo. Lo importante para mí es haberme, o saberme expresado poéticamente, si alguna vez he podido llegar a eso, o tal vez sea mi deseo de ver el mundo que me rodea. 

R.M: ¿ Cómo llega Eugenio Florit a la depurada serenidad de la palabra? 
 

E.F: Si alguna vez lo he logrado ha sido por sentirme parte de ese mundo en el que vivo y que he tratado de conocer y de dejar escrito en mis versos. 

R.M: ¿ Qué es el tiempo para usted? 

E.F:  Es creo un estado del espíritu en relación con el mundo. 

R.M: Y  la muerte, ¿ es tránsito o acabamiento? 

E.F:  Tránsito, claro está cuando se ha vivido la vida, permanecer en la obra escrita. 

R.M: ¿ Es el hombre un gran solitario? 

E.F:  Solitario, sí, pero no tanto. El hombre ha de respirar el aire común a todos. 

R.M: ¿ Dónde el ser humano en las grandes ciudades? 

E.F:  Cuando se vive intensamente la gran ciudad solo es telón de fondo, o bien escenario en donde actuamos y tratamos de expresar lo nuestro, lo mejor de lo nuestro entre lo demás, lo que nos rodea. 

R.M: ¿Cuál es la causa de la incomunicación del hombre moderno? 

E.F:  La prisa, el movimiento, la televisión , la radio, a veces, todo lo que nos aparta de nosotros mismos. Claro que hay excepciones. Escuchar la música por ejemplo. Pero son simplemente excepciones. Todo lo demás resulta perturbador. 

R.M: ¿Cómo conjugaría los elementos de nacionalidad y universalidad? ¿Tiende el hombre hacia una proyección de lo segundo o de lo primero? 

E.F:  Cuando el hombre, el artista, el poeta, músico, es lo suficientemente nacional puede llegar a ser universal si se mantiene la raza o la raíz de su talento. Mantener su talento y, al propio tiempo,  
pertenecer al mundo, a lo extranacional. 

R.M: Existen dos grandes grupos de poetas — y artistas en general —, por un lado, aquellos que exigen una experiencia vivida detrás de la letra y, por otro, los que ahondan, con su imaginación en la experiencia artística. ¿Dónde considera se  inserta su pensamiento poético y actitud vital? 

E.F:  Creo que hace falta, es necesario haber vivido para poder crear algo, vida y creación han de ir a la mano como buenos hermanitos, sin pelearse, vida e imaginación. 

R.M: Permítame hacerle saber que sus libros son leídos con ávidez por los jóvenes escritores cubanos para los que su vida de intelectual es una pauta a seguir y sé de muchos que han enviado sus poemas con el temor de que nunca llegasen a sus manos y, que a despecho de un sistema de cosas, preparan homenajes en su nombre. ¿Conoce a algunos de éstos? ¿Cómo se siente al confirmar que la poesía transgrede las normas estéticas, el tiempo y las fronteras? 

E.F: He tenido noticias, si es verdad, de que los jóvenes poetas de Cuba me leen o saben de mi existencia aquí y ello me alienta y satisface, pero no los conozco personalmente aunque sus nombres y afectos han llegado hasta mí y gracias a ellos y a su poesía, me siento más cerca de 
nuestra Cuba. 

R.M: ¿Podría hacer un balance de aquel grupo de poetas y artistas que conformó, más que una generación, un movimiento literario y artístico de gran valor dentro de la Cuba republicana? 
  
E.F: Desde mi juventud, hace ya tantísimo tiempo, me relacioné con el grupo de la Revista de Avance, escritores y artistas claro, hice grandes amistades con ellos. La gran mayoría de los que ya no están en el mundo, pero en esa revista comencé mi relación, mi amistad o mi entrada, casi 
diríamos en la literatura. 

R.M: ¿Cuál es en su opinión la causa de que haya sido la poesía el género de mayor manifestación (y develación) en la Isla de Cuba? 

E.F:  Sencillamente me parece porque, a pesar de todo es un pueblo sentimental y muy dado a expresar sus emociones tanto en prosa como en verso. 

R.M: ¿Es un acierto (o desacierto) el creer que el desarrollo de la Isla de Cuba (evolutivo e involutivamente) es consecuencia de la diferencia impuesta por Colón de que era aquella  la "Isla más hermosa que ojos humanos hubiesen visto"? 

E.F: Lo que dijera o no lo dijera, eso no lo sabemos bien, el Señor Don Crisróbal Colón no nos importa tanto, la hermosura de la Isla estaba allí y estará y ha de estar a pesar de todo, tiene que seguir estándolo porque para eso la creó Dios. 
 

R.M: ¿Nacer en Cuba es una fiesta innombrable? 

E.F: Sí, sí, nacer en Cuba es una fiesta. Yo, que en ella no nací, puedo decirlo a voz de pecho, cuando a ella llegué a mis catorce años supe, supe muy bien, me di cuenta inmediatamente, que había llegado a donde iba a ser el centro de mi vida y de mi obra. 

R.M: ¿Cómo se unen en usted música, pintura  y poesía? 

E.F:  A pesar de que comencé a tocar el piano y luego a emborronar algunos cuadritos, y esas cosas, no tengo nada que decir, nada de ello tiene importancia. Me ha gustado y me gusta mucho,  claro, la música, la pintura, como aficción, pero eso es todo.  Lo mejor, lo menos malo que me ha ocurrido en la vida es mi encuentro con la poesía que ha estado junto a mí desde mi juventud y que me ha acompañado siempre. 
 
 

Elegía penúltima 

por Uva de Aragón 

Como partiste en brazos del silencio apretado 
resonará más viva la luz de tus palabras. 

    Eugenio Florit era pequeño de estatura y grande de alma. Viejo siempre desde niño.  Niño siempre hasta la muerte. Hombre solo, se tenía la paz bien sabida.  Pero era una paz inquieta. Y una soledad poblada de afectos.  Era sabio e ingenuo.  Sus temas: los trascendentes, la muerte, el tiempo, la soledad, la poesía, Dios, los sueños.  Sus temas: lo pequeño, lo cotidiano, una paloma, una vicaria que le salta entre las piedras, la gente de prisa bajo paraguas, un balcón abierto.  Su tono: siempre menor.  Su signo: la ternura.  Su acento: el de España.  Y de España, el recuerdo de un niño que dejó atrás un pueblo, la bicicleta, el maestro y la noviecita primera.  Su corazón: dulce como las guayabas de la Cuba en su centro.  Su escenario: la academia norteamericana.  Su mundo: el de su alcoba poblada de libros y recuerdos.  Su mundo: el mundo.  Tanto viaje prendido a la retina.  Tanto polvo sobre sus pies de caminante.  Su Patria: la poesía.  Su horizonte: el mar, siempre el mar, y más allá, la eternidad. 
     Todo lo gozaba: la majestuosidad de una catedral, una buena sopa, un rato entre amigos, la armonía de una vieja canción.  Llevaba la música en la sangre y los silencios podían escucharse en sus versos.  Amaba la vida y le tentaba la muerte.  Un sentimiento elegiaco le temblaba en el fondo de cada estrofa.  Escribió décimas, sonetos, haikús, versos libres.  Por sus páginas deambulaban las olas, las sombras, las lunas, las flores, las campanas, y sus muertos.  También: Juan Ramón, Virgilio, Langston Hughes, Garcilaso, Brull, Martí, Shelley, Palés Matos, Bécquer, Lorca, Shakespeare, fray Luis.  Sus poetas amigos de todos los tiempos, y un mismo universo: la palabra. 
     Las palabras las ponía una atrás de otra, como hileras de chopos en su España natal.  A veces las páginas se le mojaban de azul mar, y se le llenaban de brisa de trópico y de la gracia leve de una palmera.  Otras veces el ruido de los trenes subterráneos y de sirenas de ambulancia hería sus versos.  Pero su castillo interior estaba hecho de estrellas, de noches claras, de sed de eternidad. 
    Vivió sus últimos años rodeado de afectos de familia, del hermano entrañable que llegó a convertirse en padre, memoria y oídos; de la hermana tierna, más pequeña, que él había llevado en sus brazos de niño grande a la pila bautismal.  Los poetas jóvenes buscaban sus consejos.  Fue mentor y guía de varias generaciones.  Su antología de literatura latinoamericana --firmada junto a Anderson Imbert-- ha sido fuente inagotable para catedráticos y estudiantes.  Tuvo alumnos y discípulos.  Fue profesor y Maestro, así, con mayúscula.  Recibió honores en Nueva York, en Salamanca, en Miami.  Los poetas de Holguín le escribían.  En Cuba se pasan de mano en mano sus libros los escritores.  El Internet recoge más de un ensayo crítico sobre la obra de este poeta que no tuvo que morir para convertirse en un clásico.  Nunca fue un olvidado.  Pero necesitaba su soledad tanto como necesitaba compañía.  Fue hombre solo, de muchos amores y un solo amor: la poesía, y a través de ella, Dios, la eternidad. 
    Se nos ha muerto Eugenio Florit.  "Antes de conocerte ya te amaba" reza un verso del romanticismo.  Sobre mi mesa, su generoso prólogo a mis primeras prosas adolescentes, su caligrafía inconfundible, de picos alegres, su "eugenio" siempre con minúscula, como para pasar 
inadvertido, en carticas, en dedicatorias de libros.  La más antigua data de 1937 - mucho antes de yo nacer-- y es para mi abuelo, Alfonso Hernández-Catá, que era su amigo.  Florit es parte de mi propia historia de familia; con él se van recuerdos que ya nadie recuerda más. Antes de 
conocerte ya te amaba, poeta. 
    Te lloro hacia adentro, Eugenio amigo.  Esta es mi elegía penúltima.  Está muy cerca la pena.  No puedo aún decirte adiós.  Hay un gris asombrado en la ciudad.  Hay un tono ámbar de crepúsculo en mi corazón entristecido.  Te sé mejor.  Tu sed ya apagada.  Tu caligrafía sobre el firmamento. Tu búsqueda convertida en encuentro. 
    Pero, ¿y nosotros, Eugenio? Nos dejas tantas preguntas, nos abres caminos hacia tanta paz inquieta, hacia tanta armonía contradictoria, hacia tanto gozoso dolor, hacia tanta soledad acompañada por tu ausencia. 

Diario las Américas, 8 de julio de 1999 
 
 

El homenaje de Virgilio Piñera a Florit cumple 60 años.  Más modesto y silencioso, y sin pretender fijarle un lugar en la poesía cubana, le rinde quizá el único homenaje digno de un poeta: el de la poesía.  Lo hemos incluído aquí porque en este soneto se expresa, además, nuestro tributo a Virgilio y a Florit.  

 
 

                                   LA GRACIA 

                                                 Para Eugenio Florit 

 ¿Qué curva suspendida de los cielos 
 -- órbita, espejo, gozo de cristales -- 
 se abate aquí en mi frente con un vuelo 
 de encendidas estrellas musicales? 

 ¿Qué sustancia evadida de la tierra 
 viene en ángel, en luz, en hermosura, 
 en escala perfecta de locura 
 a darme la canción, el verso, el viento? 

 A darme, sí, la gracia en fina herida: 
 hilo sutil de miel que pone gusto 
 de cosa sideral a mi desvelo. 

 Por fijos ojos de dibujo adusto 
 asta de luz, serena al desconsuelo 
 que mana de la fuente de la vida. 

Virgilio Piñera  
1939 
 

POEMAS DE EUGENIO FLORIT 
 

                   SONETO 

 Habréis de conocer que estuve vivo 
 por una sombra que tendrá mi frente. 
 Sólo en mi frente la inquietud presente, 
 que hoy guardo en mí, de mi dolor cautivo. 

 Blanca la faz, sin el ardor lascivo, 
 sin el sueño prendiéndose a la mente. 
 Ya sobre mí, callado eternamente, 
 la rosa de papel y el verde olivo. 

 Qué sueño sin ensueños torcedores, 
 abierta el alma a trémulas caricias 
 y sobre el corazón fijas las manos. 

 Qué  lejana  la  voz  de  los  amores. 
 Con qué sabor la  boca a  las delicias 
 de todos los serenos océanos. 
 
 
 
  VERSOS 

 Como no sabes lo que pasa 
 te parece la noche más oscura 
 dentro del vaso de cristal 
 y ya no tienes miedo 
 a que salgan los sueños a morderte, 
 que están seguros en su puesto. 

 Como no sabes lo que pasa 
 no quieres ver lo que te ronda 
 sobre el giro del día 
 y ya no temes ni la flecha, 
 ni el color, ni la llaga 
 de la luz que nos pesa. 

 Y como pues no sabes 
 ni lo que pasa ni lo que se queda 
 no te angustia la flor 
 que allí en su rama temblorosa 
 lejos de ti, puesto que no la miras, 
 se está quedando de ti sola. 

 No sabes lo que pasa 
 porque de ti no sabe nada nada. 

 Como no se sabe qué color tiene Dios 
 -- ¿será blanco y azul como este libro, 
 o rojo y púrpura como el ocaso, 
 o amarillo y rosado de la aurora, 
 verde tal vez como este mar, 
 como la cinta, como son las hojas? -- 
 Ay, que Dios sin color se me desliza 
 y se me queda gris como ceniza. 

 Ceniza gris, Dios gris me gusta: 
 gris de pensar lo permanente, 
 gris de llover, de transitar palabras, 
 gris de pasar la rueda, 
 gris de torcer el hilo de las tardes 
 y de mirar lo que nos queda. 

 Y como no se saben los colores 
 que aquí y allí nos dejan en la mano 
 temblorosos de fines los adioses. 

 Pero es que ni tú, ni yo, ni aquél, 
 ni nadie, ni cualquiera 
 sabemos lo que pasa o lo que queda. 
 

                                     
 CANCIONES PARA LA SOLEDAD 

        Tú no sabes, no sabes 
        cómo duele mirarla. 

        Es  un  dolor pequeño 
        de caricias de plata. 

        Un dolor como un árbol 
        seco por la mañana. 

        Un dolor sin orilla 
        para dormir el agua. 

        Un dolor como el rastro 
        de la nube que pasa. 

        Tú no sabes, no sabes 
        cómo duele mirarla.