Una nota sobre el arte del pincel, de Ching Hao

El Perrito Chino

A continuación traduzco del inglés (aunque chino, no sé chino) una versión abreviada del Arte del pincel, de Ching Hao (o Jing Hao).  El original se titula Pi-fa-chi, Una nota sobre el arte del pincel.  La edición empleada es Pi-fa-chi: A Note on the Art of Brush, de Kiyojiko Minakata y Yoko H. Munakata, que aparte de pulcra, está acribillada de notas.  Luego, la versión que ofrezco no ha de estar demasiado lejos del original.  

Ching Hao era seguidor de Confucio.  Tenía fama de ser buen pintor y durante el período de las Cinco Dinastías (907-960 a. C.), se retiró a vivir al interior de la montaña T’ai-hang, la Espina Dorsal del Universo.   Pi-fa-chi data del siglo X a. C., o sea, cuando en Occidente la gente todavía comía carne cruda.  Se trata de un diálogo entre un pintor amateur  (‘el que ama’) y un anciano que vive en el bosque, como Ching Hao.  Dice el Anciano:

Una nota sobre el arte del pincel

Los principios básicos de la pintura son seis. El primero es la fuerza vital [aliento, espíritu] [ch’i].  El segundo es la vibración [resonancia] [yün]. El tercero es el entendimiento [concentración] [ssu]. El cuarto es la medida [barómetro] [ching].(1)  El quinto es el pincel [pi].  Y el sexto es la tinta [mo]. 

Yo dije: “La pintura [hua] es flor [hua]. Es decir, la realidad se obtiene mediante la apariencia.  ¿Quién puede negar una verdad tan evidente? 

El Anciano respondió: “En absoluto. La pintura [hua] es medida [hua].(2)  Tras examinar las cosas aprehendemos su realidad [chen]. La belleza externa se capta a partir de la apariencia externa, y la realidad interna [shih], a partir de la fuerza interna. No debes confundir apariencia externa y realidad interna. Si no entiendes este principio, es posible que consigas cierta semejanza con la realidad, pero no la realidad misma.

Yo pregunté: ¿A qué llamas semejanza [ssu] y a qué llamas realidad [chen]? 

El Anciano contestó: La semejanza es un parecido formal [hsing] sin fuerza vital [ch’i]. La realidad, una combinación de la fuerza vital y el carácter [naturaleza, disposición, temperamento] [chih]. Además, si representas la fuerza vital mediante la apariencia exterior y no mediante la totalidad de la imagen, entonces la obra está muerta.

Le agradecí sus palabras y le dije: Ahora entiendo por qué la caligrafía y la pintura son cosa de sabios. Yo soy un simple campesino y no llego tan lejos.  Aunque me entretengo con el pincel, en el fondo lo que pinto no vale la pena.  Me avergüenza decirlo, pero estoy seguro de no poder pintar nada definitivo aun si Ud. me enseñara los principios básicos de la pintura.

El Anciano dijo: Los deseos desmedidos roban la vida. Por eso al sabio le bastan el laúd, la caligrafía y la pintura. Con ellos reemplaza los deseos superfluos. Como tú ya estás familiarizado con un arte tan noble como la pintura, debes entregarte a ella con todo corazón. No te quedes a mitad de camino. 

Y ahora te voy a explicar detalladamente los principios básicos de la pintura. La fuerza vital [ch’i] se obtiene cuando la mente [hsin] se mueve al unísono con el pincel y traza las imágenes sin vacilar. La vibración [yün] se obtiene cuando representas la forma sin alarde, y la perfeccionas con propiedad y decoro [i]. El entendimiento [ssu] se obtiene cuando captas la forma esencial y, eliminando los detalles superfluos, dejas que tus ideas cristalicen plenamente en las cosas que representas. La medida [ching] se obtiene tras estudiar las leyes de la naturaleza y las mudanzas del tiempo [los cambios del día y de las estaciones], y cuando alcanzas lo extraordinario mediante lo común. El pincel [pi] se obtiene cuando manejas tu instrumento con soltura, sirviéndote de los distintos tipos de pinceladas de acuerdo con tu propósito, aunque sin infringir ciertas reglas. Es importante no considerar el pincel ni como forma [hsing] ni como sustancia [chih], sino como movimiento, algo parecido a andar o volar. La tinta [mo] se obtiene cuando distingues las partes altas y bajas de las cosas mediante la gradación de los tonos, y representas claramente lo que tiene profundidad y lo que no, de tal modo que las cosas parezcan naturales y como si no estuviesen pintadas.

Y todavía dijo: La pintura puede ser divina [shen], sublime [miao], notable [ch’i] o hábil [ch’iao].  Una obra divina es aquélla donde nada sobra y las imágenes están trazadas con espontaneidad según los movimientos del pincel. Sublime es la obra realizada gracias al entendimiento, luego de atravesar cielo y tierra e indagar la naturaleza de todo lo existente. De este modo, el aspecto exterior y la naturaleza interior del objeto concuerdan con sus propiedades, pues “todos los objetos se asientan en su forma propia mediante el pincel” (Libro de los cambios).  Notable es la obra en la que el pincel se desenvuelve de forma libre e inesperada, aunque los objetos se desvían del motivo real o carecen del equilibrio debido. De estas obras podemos decir que tienen pincel, pero no entendimiento.  Hábil es la obra rica en detalles seductores, minuciosamente esculpidos y ensamblados. Puede que pretenda seguir las leyes básicas de la naturaleza, pero en realidad solo consigue copiar fielmente el aspecto externo de las cosas, apartándose así cada vez más de las imágenes inflamadas de espíritu [ch’i]. De las obras de esta clase se puede decir que carecen de realidad aunque poseen una gran belleza sensual. 

Las potencias [shih] del pincel son cuatro: el músculo [chin], la carne [jou], el hueso [ku] y el aliento [ch’i]. Si el trazo es discontinuo pero su fuerza se mantiene constante, su potencia se llama músculo. Si el trazo aumenta o disminuye de grosor sin menoscabo de su fuerza interna, su potencia se llama carne [jou]. Si el trazo es recto y vigoroso, y le imparte vida a la materia inerte, su potencia se llama hueso [ku]. Si cada uno de los trazos que componen el conjunto de la obra es inexpugnable, la potencia total se llama aliento [ch’i].

De esto se desprende que una pincelada cuya tinta es demasiado espesa, no tiene soporte, mientras que una pincelada demasiado aguada, carece de aliento. La pincelada que no tiene músculo, tampoco tiene carne. La pincelada que se interrumpe del todo no tiene músculo. La pincelada bella no tiene hueso.           

En pintura hay dos clases de errores; el primero comprende los defectos que tienen que ver con la forma, y el segundo, aquéllos que no. 

Los defectos formales son los siguientes: pintar flores y árboles fuera de temporada, pintar las casas más pequeñas que las figuras humanas, pintar los árboles más grandes que las montañas y pintar puentes que no terminan en ninguna parte. Estos son errores de cálculo y la pintura se puede corregir ajustando las proporciones.

Los defectos que no tienen que ver con la forma son: la falta de fuerza vital y de vibración, y la representación de objetos que violan las leyes de la naturaleza. En tales casos, ni siquiera la ayuda de la tinta y el pincel sirve de nada. Como estas pinturas son intrínsecamente mediocres, no se pueden salvar ajustando los detalles.

Como tú eres amigo de pintar nubes y árboles, montañas y arroyos, debes entender con claridad la razón de cada elemento de la naturaleza. Al crecer, el árbol sigue la inclinación [chih] que el Cielo le ha dado. La inclinación de un pino es la siguiente: puede crecer curvo, pero nunca debe parecer deformado o torcido.  Su follaje a veces es tupido y otras ralo, y no es nunca ni verde ni azul.  Desde que es un joven se empina hacia las nubes, poniendo de manifiesto su nobleza e independencia de carácter. Aunque las ramas pueden ser bajas, nunca rozan el suelo. Hay quienes pintan los pinos como si fueran un dragón enroscado o volando, con las ramas desparramadas de manera desordenada. Así no se representa la fuerza vital y la vibración de un pino.       

Yo pregunté: Entre los que saben de pintura, ¿quién de los Antiguos domina mejor los seis principios básicos? 

El Anciano contestó: La perfección la han alcanzado pocos. Hsieh Ho considera a Lu T’anwei uno de los mejores. Pero hoy en día es difícil encontrar sus obras. 

Chang Tsao [Zhang Zao] pintó árboles y rocas plenos de aliento y resonancia. Recreaba toda clase de detalles mediante el dominio perfecto del pincel y la tinta. Sus obras resuman verdadero entendimiento. No le prestaba mayor importancia a los cinco colores. En verdad no hay artista Antiguo o Moderno que se le pueda comparar.

Las obras de Ch’ü T’ing y el Padre Po-yün captan el sublime misterio de los fenómenos naturales, manifestando una profunda comprensión de la naturaleza del universo. Debido a sus dotes extraordinarias, sus obras escapan a toda definición  y poseen una insondable profundidad.  

Hsiang Jung [Hsiang-yang], el Ermitaño, pintó árboles y rocas de gran firmeza y tosquedad, pero sin cuidar los bordes. Penetró el misterio de la verdad sólo mediante el empleo de la tinta, pero su pincel no tiene hueso. No obstante, su pensamiento corría con tal libertad que nunca dejó de captar la atmósfera espiritual de la verdadera esencia del universo. Esto nada más basta para librarlo de la belleza sensual.

Wu Tao-tzu [Wu Daozi] descollaba en el manejo del pincel y sus obras alcanzaron un altísimo grado de hueso-espíritu. Al verlas sus rivales enmudecen.  Por desgracia, le faltaba tinta.

El segundo Canciller Ch’en y el monje Tao-fen y algunos otros apenas sobrepasan la media.  Por lo general, sus obras carecen de ingenio y la manera en que manejan el pincel y la tinta descubre inmediatamente sus intenciones. 

Ya te he dado las instrucciones necesarias, aunque tengo la impresión de que no he sido tan explícito como debiera.

Después de pensarlo, saqué unos dibujos de unos pinos que yo había hecho y se los mostré. El Anciano dijo: La carne del pincel no se conforma con las reglas básicas, y el músculo y el hueso no están bien logrados.  ¿Cómo pretendes dibujar un árbol tan extraordinario con un manejo tan deficiente del pincel?  Ya conoces los principios del arte del pincel…

Y diciendo esto, sacó unos rollos de seda y me dejó pintar en ellos.  Entonces dijo: A partir de ahora tu mano se mueve de acuerdo con los dictados de mi mente. Ojalá que sigas trabajando con empeño. Pero sólo cuando logres olvidar los aspectos técnicos del pincel y la tinta, conseguirás pintar un auténtico paisaje.

 

Notas

1. En la pintura china es esencial la medida del paso de las horas y de los cambios de las estaciones, del tiempo.  De ahí que ching pueda traducirse como barómetro: la medida, no tanto del tamaño, cuanto del tiempo atmosférico.  Lo único que se le puede comparar en Occidente es el impresionismo de Monet.

2. Parece que hua vale lo mismo: pintura, apariencia (flor) y medida.