Sartre y La Marina
La Decrépita sintió el aliento de sus servidores de siempre, los intelectuales corrompidos del país, y se armó de mucho coraje y no pocos argumentos pseudofilosóficos para atacar al invitado de Gobierno Revolucionario, Jean Paul Sartre (entiéndase que la Marina hubiera insultado a cualquier invitado del Estado Cubano, aunque fuese el muy reaccionario don Tancredo). Porque al Gobierno Revolucionario se le ocurre invitar a los hombres que están del lado de las luchas populares y no a las excrecencias de la España franquista, centro ideológico del Diario de la Marina. ¡Qué feliz se hubiera sentido La Marina si el invitado hubiese sido José María Pemán - y el invitador cualquier esbirro del pasado régimen! Pero para su desgracia, el pueblo de Cuba sabe donde están y cómo se llaman sus enemigos.
Por otra parte, el Diario, que está al servicio de todos los intereses enemigos de la nación, hace el ataque en un lenguaje oscurantista, digno de ilustrar un dibujo de Goya, y que desprende el olor inmundo de la Inquisición Española. No quiere saber ese libelo aristocrático venido a menos, que Cuba por tradición y por revolución es una república democrática donde todas las ideas tienen cabida y donde simplemente no hay audacias intelectuales porque la libertad de pensar y de escribir es absoluta. Tan absoluta que el Diario puede expresarse libremente a pesar de que su voluntad es destruir todo lo cubano.
Además, ¿cuándo el Diario de la Marina se interesó por los intelectuales cubanos aparte de aquellos que hoy están en el extranjero porque de permanecer en el país tendrían que rendir cuenta al pueblo? ¡Basta! Porque nos parece innecesario establecer un diálogo con una ramera tan vieja y, desde luego, menos respetuosa que la pieza de Sartre.
Lunes de Revolución, núm. 48, 29 de febrero de 1960, p. 23