Archivo de la Revolución Cubana  

Duanel Díaz, Virginia Commonwealth University

     Imposible eludir, a la hora de presentar este archivo de la Revolución Cubana, el problema de la definición. Los límites de la Revolución son materia de debate, pues, a diferencia de la Unión Soviética, donde se distinguió siempre entre la revolución de Octubre y el siguiente período de “construcción del socialismo,” en Cuba toda la historia posterior a 1959 se ha llamado Duanel DíazRevolución. No otra ha sido la piedra angular de una ideología oficial que establece un continuum entre el triunfo del movimiento democrático y nacionalista que derrocó a la dictadura de Fulgencio Batista el 1 de enero de 1959 y el establecimiento del régimen comunista en los años posteriores.
     Es contra este ideologema fundamental que opositores, disidentes y desencantados han intentado distinguir la Revolución legítima de la dictadura de Castro. Según los sectores democráticos del 26 de julio y el Directorio Revolucionario, que debieron exilarse o engrosaron la nómina del presidio político, la Revolución de 1959 – hecha en nombre de la Constitución de 1940 y que prometió elecciones en seis meses – fue traicionada por Castro en alianza con los comunistas. La Revolución habría terminado, entonces, en algún punto de 1959 o 1960 – la destitución del presidente Urrutia, la prisión de Huber Matos, el cierre de la prensa libre –; definitivamente en 1961, cuando se declara su “carácter socialista.” Otros, en cambio, se identifican con aquel impulso inicial de un socialismo autóctono movido por el afán de independencia nacional y justicia social. En su Informe contra mí mismo, Eliseo Alberto Diego afirma, por ejemplo, que el fin la de la Revolución coincide con el de la década del sesenta: el apoyo de Castro a la invasión soviética en Checoslovaquia sería un síntoma del agotamiento, consumado en los años setenta.
     Existe aún otra posición al respecto: según Norberto Fuentes, el “fin de la Revolución Cubana” fue el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa en 1989, luego de la célebre Causa 1. Casualmente, fue entonces que el autor de Dulces guerreros cubanos, quien formaba parte de ese círculo de poder asociado a las guerrillas latinoamericanas y a las intervenciones cubanas en África, cayó en desgracia. A menudo las posiciones en el debate sobre el final de la Revolución equivalen al momento en que cada quien pasa de cómplice a víctima, o de partidario a desencantado. El verdadero fin, ¿fue en 1980, con la crisis de Mariel?, ¿o en 1971, con el fracaso de la zafra que aceleró la entrada de Cuba en el CAME y la conversión del país en casi un satélite de la URSS?, ¿o en 1968, con la Ofensiva Revolucionaria y el primer capítulo del “caso Padilla”? ¿O aún en 1961, cuando se declara el carácter socialista de la Revolución?, ¿en marzo de 1960, con el fin de la prensa libre?, ¿o con la supresión del habeas corpus para llevar a cabo los fusilamientos después de juicios sumarios?  
     Ponerse a buscar el punto en que la Revolución dejó de ser revolucionaria conduce al fracaso; siempre hay uno anterior: la Revolución es, o los cincuenta años de dictadura en su nombre, o aquel momento único, el “minuto sagrado” que describiera Piñera, en que el pueblo fue por una vez dueño absoluto de la ciudad. Es cierto que, como sostienen algunos sectores del exilio histórico, en tanto se hizo en nombre de la Constitución y acabó desconociéndola, la Revolución fue traicionada, pero también lo es que esa traición – el establecimiento de la dictadura comunista – fue en cierto sentido una consumación. El castrismo aparece siempre como Revolución’s wake, diríamos aprovechando también el doble sentido de esasemanario Mella palabra inglesa: a la vez funeral de la Revolución y estela de la misma, término y consecuencia.   
     Este Archivo de la Revolución Cubana se concentrará, no obstante, en las dos primeras décadas del castrismo, ese arco histórico que va del 1 de enero de 1959 hasta la crisis de Mariel, que en abril de 1980 puso en evidencia el fracaso de la ingeniería social guevarista y de todo el proyecto socioeconómico de los sesenta. Los diferentes capítulos del mismo   serán ilustrados por los documentos que iremos reproduciendo en el archivo: la Ofensiva Revolucionaria, el cordón de La Habana, la Zafra de los Diez Millones… Asimismo, ofreceremos estampas de aquella utopía que cabe llamar la primavera de La Habana, definida en la conciliación de lo que, en la jerga de la época, se llamaba “la vanguardia artística y la política:” el Salón de Mayo, el Congreso Cultural, el copioso expediente del turismo revolucionario a Cuba. Iremos, una y otra vez, al momento inicial, cuando el triunfo de la Revolución puso súbitamente a Cuba en el centro del mundo, y a los escritores cubanos en la excepcional situación de testigos y partícipes de una historia escrita con mayúsculas.
     Más que contenidos, lo que pretendemos documentar es un estilo, una retórica, una lengua ya muerta. Sabemos que buena parte de los escritores de la generación del 50, así como su mentor Virgilio Piñera, apoyaron incondicionalmente todo el proceso, por lo menos hasta 1964, cuando se exilia Cabrera Infante; pero la lectura de los artículos publicados en el periódico Revolución entre 1951 y 1961 aun nos depara muchas sorpresas. ¿Virgilio Piñera haciendo una apología de las milicias? Algo recordamos de los delirios agropecuarios del Comandante, pero un artículo de Bohemia (“Matilda tuvo un bebé,” 28 de febrero de 1969) donde se narra con lujo de detalles cómo “la vaca más popular de Cuba,” extraordinario ejemplar de la raza F-1 Holstein-Cebú, dio a luz a su segundo vástago, “hijo y nieto de Rosafé,” nos entrega vívidamente eso que, con frase de Lezama, llamaríamos “el sobrante risible” de la época.
     Sobrante que, desde luego, tiene mucho de macabro; al mismo va aparejado, como anverso y reverso de una misma moneda, el horror. Revistas como CDR, Bohemia y Verde Olivo guardan abundantes testimonios de los aportes cubanos a lo que Ferenc Feher ha llamado el “bestiario del comunismo.” Tanto como a la utopía – “democracia directa,” “revolución sin ideología” (Sartre dixit) –, el Archivo de la Revolución Cubana es un viaje al fondo de la pesadilla, de ese sueño del mundo y el hombre nuevos que en Cuba, como en todas partes donde se implementó, no ha conducido sino a la represión y la miseria. 

 

Sexta Entrega - Reseñas olvidadas de Leopoldo Ávila

Introducción
Duanel Díaz
   

 

Quinta Entrega - Piñera en Revolucíon, 1959 (dossier)

Piñera, 1959
Duanel Díaz
   

 

Cuarta Entrega - David Viñas y la Revolución Cubana  (dossier)

Gloria y Revolución en un cuento de David Viñas:
 “Sábado de Gloria en la Capital (Socialista) de América Latina
Gerardo Muñoz
   

 

Tercera Entrega - Piñera, Revolución (dossier)

Piñera revolucionario
Duanel Díaz
«Nubes amenazadoras»
Revolución, 15 de enero de 1959
Virgilio Piñera
«Literatura y Revolución»
Revolución, 18 de junio de 1959, p. 2
Virgilio Piñera
«Veinte años atrás»
Revolución, 9 de octubre de 1959, p. 2
El Escriba
«Llamamiento a los escritores»
Revolución, 23 de octubre de 1959, p.19
El Escriba
«El arte hecho revolución, la revolución hecha arte»
Revolución, 5 de noviembre de 1959, p. 2
El Escriba
«Aviso a los escritores»
Revolución, 10 de diciembre de 1959, p. 2
El Escriba
«Mis 25 años de vida literaria»
Revolución, 3 de febrero de 1961, p. 3
Virgilio Piñera
   

 

Segunda Entrega - Sartre en Cuba (dossier)

Sartre en Cuba (dossier)
Una introducción
Duanel Díaz, Marial Iglesias
La Revolución Cubana: éxito y ejemplo
Jean Ziegler
La Revolución Cubana hace nacer una Esperanza
Simone de Beauvoir
Sartre y Beauvoir por la provincia de Oriente
Lisandro Otero
Puntos, comas y paréntesis
MISCELÁNEA

Por EL ESCRIBA
Sobre Jean Paul Sartre
J. A. Baragaño
Diálogo imaginario 
Virgilio Piñera 
Noche de la ramera
Miriam Acevedo
J. P. Sartre, existencialista ateo
Diario de la Marina, 24 de febrero de 1960
Sartre y La Marina
Lunes de Revolución, núm. 48, 29 de febrero de 1960
Sartre 
Adrián García-Hernández Montoro
Sartre: servicio y lucha
Nicolás Guillén
Charla en la Universidad
Revolución, núm. 392, 15 de marzo de 1960

 

Primera Entrega

Una generación: ni dividida, ni vencida;
De la responsabilidad literaria;
El absurdo y la rebeldía del escritor
José A. Baragaño
Some Thoughts on the Right Way (for us) to Love the Cuban Revolution
Susan Sontag
La inundación
Virgilio Piñera
"Dos viejos pánicos"
Leopoldo Ávila