Peomanía
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Pepusastenia
La peonía es hoy reina y señora de la
imaginación popular. Los espíritus débiles creen a
pie juntillas las predicciones de Nowack y se entregan en brazos del
dolor a esperar la muerte.
-Ay, Mamerto! -le decía ayer a su marido, doña Casimira,
después de examinar una maticas del abrus precatorius. -La muerte es
segura. Las peonías miran al Este.
-Moriré abrazándote, doña Casimira! Seré
héroe hasta la tumba.
La gente fuerte, los super-hombres, no creen en nada y cuando se les
habla de la próxima catástrofe, contestan con aire de
indiferencia:
-¿Temblores? ¿Inudaciones? De algo se ha de morir.
Sin embargo, dejan de pagar el alquiler de la casa, por si acaso.
Las familias, agobiadas por el peso de las desgracias que anuncian las
peonías, llenan todas las noches el delicioso recinto de Palatino Park, buscando alivio a
sus preocupaciones.
¡Qué escenas tan animadas en la montaña rusa! Las muchachas
casaderas entran compugidas y toman asiento en el carrito con sus
novios respectivos. Cuando llegan a la curva de más peligro se
dejan caer sobre su compañero.
-Róbame, Ruperto! -exclaman en el paroxismo de la
emoción. -Yo quiero morir a tu lado!
Cuando el carro se desliza hacia abajo, el muchacho reflexiona temeroso
de que lo de la peonía no resulte, y contesta con voz
melíflua:
-No me precipites, Clodomira. Es muy peligroso viajar de pie!
))) (((
Ya nadie cree en las profecías de Nowack. La natural
excitación que en muchos produjeron las declaraciones del doctor
austriaco, han cesado.
Primero, el sabio jesuita Gangoiti; luego, el ilustre Carlos de la
Torre y los doctores Huerta, Maza y Cañizares, han reducidos a
sus proporciones naturales el alcance de los augurios de Nowack.
Según todas las noticias, este es un estudioso botánico y
meteorólogo, de gran talento y notable preparación
científica. Sus constantes desvelos observando las
manifestaciones de la peonía para deducir de ellas los
movimientos seísmicos y las alteraciones del tiempo, lo han
obsedido de tal modo que bien puede decirse que hoy padece de peonimania.
¿Es
un farsante? ¿Es un charlatán? Sus honrosos antecedentes
personales y el conocimiento de la persona nos hacen asegurar que Mr.
Nowack es un bueno de Dios, excelente persona, digno de
estimación y hasta de crédito, salvo peonía en
contrario.
En el interesante semanario “Die Woche”, que ve la luz en
Berlín, hemos leído, en su número del 5 de agosto
del año pasado, un artículo muy bien informado.
Según el “Die Woche”, Nowack pertenece a una familia rica y
noble de Viena. Todo su cuantioso patrimonio lo ha gastado en sus
estudios sobre la peonía. Cuando se quedó sin un centavo,
arrastró a su hermano Heriberto por la misma pendiente, y lo
arruinó haciendo viajes y experiencias que no eran comprobadas:
siempre faltaba, a juicio de Nowack, algún detalle
insignificante, y era necesario empezar de nuevo. En este batallar
constante, especie de sport científico, ha consumido Nowack los
mejores años de su vida (hoy tiene cuarenta y ocho) y sumas
fabulosas. Con éstas ha levantado un Instituto en Londres -que
lleva su nombre- y otro en Viena, en donde expertos hombres de ciencia
deslumbrados por la tenacidad de su sostenedor, estudian dían y
noche los principios en que Nowack funda sus teorías.
Estudiar, mucho estudiar… pero nada se ha comprobado todavía!
Entre los sabios de Europa se tiene a Nowack por un iluso; pero se le
estima por su admirable constancia. La ciencia no le ha contestado
todavía con un rotundo mentís, por lo cual él
sigue pensando en un “quién sabe”.
Iluminado u obsedido, sabio o ignorante, Nowack nos ha venido a sacar
de quicio. Sus predicciones, ya desvanecidas, pusieron en
intranquilidad a muchas familias.
Durante dos semanas la peonía ha sido la flor de moda y como
entre nosotros ese árbol se conoce también con el nombre
de pepusa, de tanto temblar
ante la perspectiva de la catástrofe, al irse Nowack, nos deja
una nueva enfermedad, de que Dios te libre, lector o lectora amable: la
pepusastenia!
CHRONIQUEUR
El Fígaro,
No 18, 6 de mayo de 1906, pp.
228-29
Otros
mensajes recibidos en el Diario de
la Familia entre el 16 y
el 19 de mayo de 1907
¡Dulce Cuba! En tu seno se miran
en su grado más alto y profundo,
las bellezas del físico mundo,
los horrores del mundo moral.
¿A la peonía
teméis...!
En las aguas
vale más hundirnos -- ¡oh, cuántos males! --
que arrastrarnos por torpes canales
entre vicios, angustias y horror.
José María Heredia
Nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella. Por eso
nos parece que se hunde el mundo, cuando oímos la verdad. Como
si no
valiera la pena de que el mundo se hundiera antes que vivir en la
mentira.
Fidel Castro
Sin embargo, parecía
que todo se iba a acabar
por ese giro infernal
que tomó la peonía.
Pablo Milanés
Nosotros, los sobrevivientes,
¿cómo nos escapamos de la peonía?
¿Quién recibió la peonía mía?
¿Quién?
¿Quién?
¿Quién?
Roberto Fernández
Retamar
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