Presentación de La dicha artificial
Jorge Brioso, editor, Carleton College
En un artículo publicado en la Revista Índice en Madrid en 1968, Zambrano evoca a Lezama Lima y siente que para hacerlo tiene que recuperar el sentido, la sensibilidad y el espíritu del lugar que le dio nacimiento al poeta cubano. Los realismos, tanto el literario como el filosófico, incluso el político, le han quitado concreción al mundo. No entendemos la universalidad que se le otorgaba a un nombre propio cuando se pensaba a este junto con su lugar de origen. La singular universalidad que adquiría el nombre de Tomás, por ejemplo, antes y después de haber alcanzado la santidad, cuando se especificaba que era de Aquino o el de Erasmo cuando se aclaraba que era de Rotterdam. Esta entrega de La dicha artificial trata de rescatar la universalidad de Lezama desde los lugares que le dieron sentido a su vida. Lezama Lima fue un escritor universal porque supo inventarle un telos y un mito a su isla, a su ciudad e incluso a su famosa calle Trocadero. La Habana Elegante, la única Habana de la que se puede entrar y salir sin las barreras que nos imponen la política y los servicios migratorios, acoge de nuevo a su poeta. El lector que se aventure en estas páginas encontrará una bella y muy poca conocida entrevista que le hizo a Lezama el escritor venezolano Gabriel Jiménez Emán, el muy divertido y agudo ensayo de Jorge Camacho donde se recrean los encuentros y desencuentros entre Edmundo Desnoes y Lezama; el espléndido ensayo de Enrique Pérez Cristóbal que, en mi opinión, es uno de los mejores estudios sobre la categoría más importante del pensamiento poético lezamiano: la imagen; y la bellísima lectura de uno de los grandes poemas de Lezama “Oda a Julián del Casal,” del maestro James Irby, quizás el mejor heredero de los grandes críticos de la romanística: Leo Spitzer, Erich Auerbach, Claudio Guillén, entre otros.