He aquí una muy breve selección de viñetas sobre La Habana publicadas en la Revista Ilustrada Cuba y América, que dirigía Raimundo Cabrera. Las viñetas se publicaron en enero y febrero de 1902, es decir, unos meses antes de la proclamación de la República. En estos apuntes de sociedad, y sobre las transformaciones de La Habana bajo la ocupación norteamericana, se transparenta no solo la influencia cultural del Norte - que no era nueva - sino que también vemos cierta admiración por el proceso modernizador asociado con la eficiencia y el lujo en la construcción, y con la presencia del automóvil: la República nace en movimiento. No obstante, también encontramos, si bien expresado con cuidado y oblicuamente, la crítica a la ocupación. Así, en "Calle del Prado" el cronista concluye diciendo que "no siendo cursis, es cuando sola y únicamente podemos tolerarlos" (énfasis añadido). Desde luego, esto sigue a las alabanzas, como ya dijimos, de la eficiencia y modernización norteamericanas contrapuestas a la burocracia y retraso de la vida bajo el colonialismo español. Son viñetas muy breves, y por las que pasa, alegre y aristócrata, un simpático José Martí, al parecer no obsesionado con los deseos de sacrificio del padre. Reproducimos los anuncios publicitarios y las caricaturas de la revista.

 

 

 

«Notas y Noticias por Cyrano»

 

Calle del Prado

            Lo más admirable de las obras que se están llevando a cabo, en el Prado y los antiguos placeres de la Punta, es la rapidez con que se hacen. En quince días, se ha construido la mejor calle de Cuba. Recordamos que antes duraba meses y meses la simple composición de cualquier vía. La del Prado no se hubiese hecho nunca como hoy está. Si acaso la hubiesen compuesto a ojo, pues nunca vimos emplear los instrumentos precisos de la ingeniería moderna. Y se habrían nombrado comisiones técnicas e inspectores galoneados y todo habría resultado un puro barullo, y al fin una obra deficiente. Al hacer comparaciones, que ya sabemos son odiosas, no nos mueve ningún otro propósito que el de recomendar a nuestros conciudadanos, que ahora que nos llega el turno de hacer nosotros mismos las obras públicas, elijamos los dos modelos: el de antes o el de ahora. Si elegimos el de antes, no habrá avenidas del Prado. Si el de ahora, no habrá comisiones técnicas; pero sí buenos y lujosos parques.
     Es oportuno que levantemos nuestra enérgica protesta contra el nombre con que se le quiere bautizar después de las reformas.
     ¡Salón del Prado!
     Eso es ridículo. ¿En qué se parece a un salón?
     Sigamos llamándole Prado, y dejémonos de snobismos, que no siendo cursis, es cuando sola y únicamente podemos tolerarlos.

     Cuba y América, 26 de enero de 1902, p. 99.

 

 

Bailes de la Sociedad del Vedado

      Siguiendo una costumbre, ya tradicional, los bailes de disfraces que la Directiva de la Sociedad del Vedado ofrece este año a sus numerosos socios, tendrán lugar todos los jueves, a partir del 30 de Enero, que fue el primero, y seguirán todos los jueves del presente mes de Febrero. El del día 13 es de pensión, para los socios que deseen concurrir; para cuyo día se hacen preparativos de nuevos bailes. Parece que hay el proyecto de estrenar una bonita gavota.
     Tenemos noticias de que algunas familias del Cerro están embulladas y se proponen formar comparsas para asistir a los bailes y pasar noches deliciosas. El que me quiera encontrar los jueves por las noches, ya sabe donde estaré; en la Sociedad del Vedado.

 

 

 

 

«Notas y Noticias por Cyrano»

 

 

Automovilismo

     La calzada del Prado se ve, casi todas las tardes, concurrida por más de quince o veinte automóviles, que en su carrera, dejan atrás los coches y los lujosos trenes, de los que han hecho de la hermosa avenida, su cuotidiano y favorito paseao.
Da aspecto alegre a la calle la vista de esas veloces máquinas, deslizándose por arte de encantamiento entre la falanje incontable de vehículos que acuden a ella, a la caída del sol.
     Los conductores hacen sonar con frecuencia la clásica trompeta, y los transeuntes morosos apresuran el paso, para evitar el trágico lance de ser arrojados en medio de la vía
     La nota culminante de las tardes del Prado ha sido la presencia del automóvil del señor Francisco Tabernilla, dirigido por su esposa, la elegante señora Charito de Blanck, en compañía de su prima, la señorita María Luisa Menocal.
     La afición por este nuevo sport, echará muy pronto profundas raíces en la Habana. 
     ¡Como que en materia de locomoción fácil y rápida, no tiene rival que pueda hacerle frente!
     Lo mismo sirve para rodar en él por las calles de la ciudad, que para tomar el rumbo a Managua, por ejemplo, y en un santiamén, ir y volver al punto de partida, en menos de sesenta minutos.
     El caballo y el coche tendrán siempre su puesto elevado y digno en el gusto de los sportmen; pero el automóvil se impone. Y será así, porque en nuestros tiempos todo lo nuevo, todo lo que es resultado de los esfuerzos humanos en pro del progreso y la civilización, encuentra, indefectiblemente, el éxito y el premio de su valía, en la acogida que a la postre se le dispensa.
     Lo que priva hoy, hoy por hoy, lo que está a la altura de las circunstancias, son los automóviles.
     ¡Pues dichosos los que pueden seguir la moda!...

 

 

 

Las calles

     Ahora que tenemos Alcalde nuevo y bueno, -- que sea por muchos años – es oportuno poner otra vez el grito en el cielo clamando por la composición de las calles por donde atraviesa el tranvía eléctrico, las cuales en muchos lugares céntricos y transitados, están en deplorable abandono.
     La de San Rafael, en el tramo de Industria a Galiano, ofrece ejemplo acabado de la calamidad que denuncio.
     Tiene cada bache, que da horror mirarlo.
     En punto tan concurrido, esos agujeros en mitad de la vía, ofrecen serios peligros.
     Fíjese el padre del pueblo en lo que me tomo la libertad de indicarle y a ver si en breve tenemos el gusto de encontrarnos la cuadrilla de trabajadores haciendo las reparaciones oportunas.

 

 

 

Los asaltos

     El Comité organizador de los asaltos que la juventud alegre proyecta para los presentes carnavales lo componen los siguientes señores:
     Presidente: Juan Francisco Morales, Secretario Porfirio Franca y Vocales, Miguel Morales, José Martí y Alonso Franca.
     La primera fiesta tuvo lugar el domingo próximo pasado en la residencia de los señores Zuasnávar, en el Cerro.
     El éxito fue completo.
     A las diez de la noche, la sala de baile y las galerías del edificio estaban llenas de máscaras alegres y bulliciosas.
     El color escogido para este primer asalto fue el azul.
     El diseño o modelo de los trajes lo hizo la Srta Cionsita Pedroso.
     La capa, del color ya citado, la formaban pliegues anchos muy elegantes y en los extremos tenían pendientes sin número de cascabeles dorados: la careta y los guantes eran negros. En la punta de los dedos llevaban también cascabeles.
     Los caballeros asistieron de rigurosa etiqueta. Al sexo feo le fue prohibido el disfraz.
     Toda la concurrencia, como es lógico suponer, muy selecta, o very select, como dice mi querido camarada Enrique Fontanills.
     Una docena de nombres, los que aparecen donde quiera que el lujo y la distinción sientan sus reales; Sras. Marquesa de la Real Proclamación, Bachiller de Castro, de Vazquez, Montalvo del Pedroso, de Del Valle Iznaga, Gaytan de Ariosa, Ariosa de Cárdenas, de Ordoñez, Borges de Hidalgo, de Xiqués, de Zuasnávar, etc., etc.

Cuba y América, 9 de febrero de 1902, p. 115-116

 

 

 

«Notas y Noticias por Cyrano»

Los asaltos

     A las doce de la noche, sonaban las campanas de la iglesia, poco distante, que alza sus esbeltas torrecillas sobre la Loma del Angel.
     En la calle reinaba profundo silencio y la neblina extendía hasta lejana distancia, su vaporoso manto. La luz de los focos eléctricos del Prado, envueltos en la bruma, se descomponía y lanzaba fantásticos destellos.
     Bajo los portales oscuros de las casas o por la acera mojada, caminaba uno que otro nocturno; en la esquina inmediata, temblaban rendidos del sueño, un par de policías envueltos en sus capas y dejando caer con abandono el terrible club.
     A ratos cruza un guajiro, próxima ya la mañana; va a caballo y en el serón de la montura, se ven lucir grandes recipientes de metal con sus bocas tapadas con hojas de maíz o se desbordan por los lados, los verdes racimos de frutos recién cortados.
     En medio del silencio y la tristeza de la noche, se oyen preludios de orquesta.
     Es un baile, que toca a su término.
     De la elegante residencia de los Sres. Menocal, Prado setenta y cuatro, salen por las ventanas, raudales de luz y rumor de risas,
     Fuera, la ciudad dormida.
     Dentro, la juventud dichosa, que baila y se divierte…..
     ¿Entramos?
     ¡Qué hermoso aspecto presentaban aquellos salones!....
     Durante largo rato permanecí en muda contemplación y poco faltó para que incurriera en la falta de no ir presuroso a saludar a los Sres. de Menocal y ofrecerles mis respetos.
     Pero en aquel momento, ya lo había alcanzado todo con la vista y noté que pasaban junto a mí, hablando, riendo, felices como unas pascuas, la Srta. María Luisa de Menocal de brazo con el Sr. Porfirio Franca; la Srta. María Luisa Broch, con el Sr. Juan Francisco Morales; Cionsita Pedroso con Gustavo de Cárdenas; Ana María Menocal con Alonso Franca; Leocadia Valdés Fauli con Miguel Morales; Chichí Chacón con Emilio Bacardí; Angelita Guilló con Enrique del Rey; Cuca Ariosa con Pepito Martí; María Castro con Miguel Varona, el héroe de Zulueta; Nena Valdés Fauli y Pepillo Menocal; Mercedes Duquesne con Enrique Fontanills; a Lolita Carrillo con Rafael Menocal; a Enriqueta Carol con el Vizconde de Sagunto; a María Valdés Pita con César Carvajal; a María de los Angeles Aballí con Cocó de Armas.
     En el patio, bajo el verde follaje de las palmas enanas, en las galerías, en la antesala y en el comedor, estaban la Sra. María Luisa Cueto de Menocal, con el Sr. Oscar Xiqués, la Sra. Leonor Pérez de la Riva de Angulo, con el Sr. Colás de Cárdenas; la Sra. Chucha Bachiller, con el Sr. Domingo Vázquez; la Sra. Nena Ariosa, con el Sr. Pedro Arango; la Sra. Susana de Cárdenas, con el Sr. Ignacio Angulo; la Sra. García de Carrillo, con el Sr. José Manuel Aballí; a la Sra. Casanova de Carol, con el Dr. Francisco Domínguez Roldán; a la Sra. Marquesa Du Quesne, con el Sr. Valle Iznaga; a la Sra. Carila Luzón de Vázquez con el Dr. Raimundo Menocal….
     Después, busqué con la vista y no las encontré, a María Luisa Morales, a Generosa Tabernilla, a María Carrillo, a Chichita Aballí y a Margot Romero; ¡cómo se nota su ausencia cuando faltan a alguna fiesta!
     Concluida esta revista de damas elegantes, y ¡Dios me libre de haber omitido el nombre de alguna! pasé a los salones y gocé al observar el lujo y la sencillez con que estaban amueblados.
     La sala de baile es ancha y capaz; tras ella está la antesala, que es casi de iguales dimensiones. Ambas piezas enlozadas de mármol blanco, forman en conjunto un salón tan grande que a pesar de la numerosa concurrencia, se podía bailar en ellos, con la mayor comodidad.
     El buffet fue servido por el acreditado hotel «Telégrafo.»
     El asalto concluyó a las dos de la madrugada: a ser posible no hubiera concluído nunca.
     Recepciones tan agradables, precididas por personas tan distinguidas, como los Sres. Menocal y sus hijas María Luisa y Ana María, no se repiten a diario; luego es lógico que se quisiera aprovecharlas por mucho tiempo.    

Cuba y America, 16 de febrero de 1902, p. 31