Homenaje de

  La Habana Elegante

     a Lydia Cabrera (1899-1999) 

 
Lydia Cabrera (Miami, 1991, poco antes de su muerte)   La sección Bustos y Rimas (título del último libro--y publicado póstumamente--de Julián del Casal) está dedicada a homenajes y conmemoraciones. Al merecido homenaje que tributamos a Jorge Mañach al conmemorarse en 1998 el centenario de su nacimiento, sigue ahora el que con sobrada razón dedicamos a Lydia Cabrera al cumplirse (feliz coincidencia) también el centenario de su nacimiento. 
 
 
Sueño y deseo de una nación en Itinerarios del insomnio:  Trinidad de Cuba, de Lydia Cabrera 

Edna M. Rodríguez 

     A pesar de ser considerada por la crítica (tanto en Estados Unidos como en Cuba) como una escritora cubana, 15 de los 21 libros escritos por Lydia Cabrera fueron publicados en el exilio. Cabrera siempre escribió en español , y siempre escribió sobre Cuba.  Tras salir de su país, su nombre fue borrado de las antologías y sus textos se convirtieron en piezas de coleccionistas imposibles de hallar en bibliotecas o librerías.  Recientemente Cabrera ha vuelto a aparecer en la esfera pública cubana y sus libros han sido reeditados.  Por otra parte, la crítica en Estados Unidos la considera "esencialmente cubana" (Aparicio 9). 
     El tema que me propongo abordar es cómo se problematizan las categorías de representación del sujeto con la representación de lo nacional en la literatura cubana del exilio --específicamente estadounidense-- analizando la experiencia de Lydia Cabrera.  Primero que nada me interesa subrayar algunas de las consideraciones sobre la identidad cubana a partir de las olas migratorias posteriores a  la Revolución de 1959, y cómo se ha tratado de redefinir esa identidad en base a este desplazamiento.  Luego analizaré el deseo por la nación perdida que Cabrera evidencia en sus narraciones, y cómo reconstruye la comunidad en su libro Itinerario del insomnio:  Trinidad de Cuba
     Gustavo Pérez Firmat propone una división de índole generacional al definir la diáspora cubana en Estados Unidos: los exiliados cubanos de la primera generación que no podrían pasar por norteamericanos ni aunque trataran (pero que generalmente ni siquiera lo desean); y los de segunda generación, que mantienen la rúbrica de "cubano-americanos," pero perdieron el acento (157).  Nótese que estas categorías se basan en los usos y las preferencias de un idioma o juego de lenguaje sobre otro; además, apunta hacia grados de resistencia en cuanto a la asimilación.  Pérez Firmat señala que para la primera generación "Cuba no es un punto de partida sino un marco de referencia constante" (158), lo que implica que viven en un estado eterno de melancolía, mirando siempre hacia el pasado, Lydia Cabrera (cortesía de Isabel Castellanos)al tiempo en que pertenecían a la tierra y viceversa. Viven con la esperanza del regreso al punto de partida.  Por el contrario, la segunda generación se preocupa más del mundo anglosajón que les rodea.  Lydia Cabrera pertenece a la primera generación, a los que contemplan el pasado.  Cuando sale de Cuba, Cabrera ya era escritora y su vocación estaba anclada en el contexto nacional.  Ella no habitó la marca entre los dos polos de la ecuación del exilio cubano, sin embargo la reconstrucción de un proyecto alterno de nación que presenta en sus textos sirve como punto de referencia para los que viven en el desplazamiento.  Después de salir de Cuba en 1960, Cabrera observó un silencio editorial de 10 años, hasta que pudo encontrar la manera de recrear su país desde el exilio.  Siguió escribiendo en español y, de esa manera, lidió con el espacio del exilio al poder relocalizar su nación de forma retórica a través de su narrativa. Mantuvo el sujeto afrocubano y su cultura como los personajes principales de su ficción y de su trabajo antropológico. 
     Itinerario del insomnio, publicado en 1977, es el único texto donde Cabrera construye la imagen de su propio sujeto en el exilio.  En esta ocasión se aleja del sujeto afrocubano (aunque no por completo) hacia un discurso de desplazamiento utilizando metáforas de la pérdida, la distancia y la nostalgia.  En palabras de Julia Kristeva, el acto de "metaforizar cura la melancolía" (Black Sun 36).  Utilizando la metáfora del viaje, Cabrera evoca el regreso a una comunidad imaginada que construye a través de la narración del pueblo, de su gente y de sus tradiciones.  El relato está enmarcado entre la noche y el amanecer, en el momento en que todos duermen.  Es una historia de insomnio, el diálogo enrevezado del que no puede encontrar la estabilidad y la seguridad del sueño.  Se trata del sueño del exiliado que quiere regresar al hogar.  A juicio de Maurice Blanchot, el lugar donde se duerme se convierte en el ámbito en que se conforma la subjetividad (255).  Cabrera no puede dormir justamente porque su subjetividad ha sido desplazada.  Pero la noche funge también como el espacio del arte (Blanchot 253), y el texto de Itinerario del insomnio es el espacio en que la autora encuentra la compañía para su propia soledad.  El texto principia con una crítica contundente de la "maravillosa forma de vida americana" (2).  Cabrera reclama que la condición del insomnio no es sólo parte de la comunidad  en el exilio sino un sufrimiento generalizado del país por el exceso de trabajo y la incertidumbre material (1).  Cabrera distingue la condición del exiliado frente al resto de las personas:  los americanos no pueden dormir debido a sus preocupaciones materiales; los exiliados cubanos no pueden conciliar el sueño debido al desplazamiento que han sufrido, alejados de su país y de su cultura.  Cabrera se siente alienada, se queja de que le hayan robado su país de origen, y no puede encontrar felicidad en su presente.  La única manera de lidiar con la pérdida es volver al pasado, al momento fundacional en que Cuba puede articularse nuevamente como un "paraíso," rescatar la noción de pertenencia.  En el libro Question of Travel: Postmodern Discourses of Displacement, Caren Kaplan propone diferentes definiciones de "viaje" y "desplazamiento" como modalidades discursivas modernas y postmodernas vinculadas a prácticas económicas y políticas.  Ella hace hincapié en las oposiciones binarias que han sido construídas en relación a las nociones del exilio versus las de inmigración.  Kaplan sostiene que mientras los inmigrantes son asociados con la mano de obra, y por lo tanto no pueden ser recuperados en términos de producción cultural, el exilio se vincula con una representación romántica, de carácter espiritual y creativa, anclada en la articulación de un principio estético(110).  Según Kaplan, en los discursos contemporáneos que proponen definiciones del desplazamiento se asume que los inmigrantes tienden a la asimilación; dejan sus hogares para buscar mejores condiciones de vida y están dispuestos a formar parte de la nueva comunidad que le ofrece asilo.  Por la misma razón que son asociados con el mejoramiento económico, no ofrecen la alternativa romántica que el exilio ofrece, por ser estos últimos desplazados por razones políticas que favorece un discurso de espiritualidad y estética (110). Utilizando la definición modernista sobre el discurso del desplazamiento, quiero proponer que la narración de Cabrera en Itinerario del insomnio se circunscribe al motivo clásico del regreso al origen, y que, en el intento del retorno, Cabrera reconstruye una narrativa de nación unida que a la misma vez perpetúa la esperanza del regreso.  En este sentido, Itinerario del insomnio puede ser interpretado como una obra aislada del resto de su producción.  En este relato, Cabrera presenta el exilio como una condición del alma.  El lector implícito es otro cubano exiliado, un amigo, a quien la narradora le da consejos a través de su escritura sobre cómo sobrevivir al dolor de estar lejos del país natal y sobre cómo reinventar la idea del hogar en las dolorosas horas de la noche cuando es imposible conciliar el sueño.  Parecería que Cabrera cae en la división que Kaplan mencionaba antes con respecto a la condición del alma—la del exiliado, y la condición del cuerpo—la del inmigrante, que es precisamente parte de ese discurso modernista y convencional.  El viaje imaginario que Cabrera emprende es uno en deseo y espíritu, donde ella deja el cuerpo atrás.  Hay muchas historias dentro del texto de Cabrera, en cada una de ellas el lector se encuentra con la vida de alguien que vivió y murió en el pueblo.  La línea que demarca el espacio temporal entre los muertos y los vivos se nubla según ocurre la narración.  Una vez que Cabrera llega a Trindidad el texto se convierte en una colección de historias de amor, odio, venganzas y muertes.  La idea de comunidad se genera a través de la acumulación misma de estas historias en el texto.  Cabrera mantiene sus memorias de Cuba vivas a través del lenguaje, de contar y re- contar, y las voces de otros que también cuentan.  Desde las ruinas de un palacio construído en los tiempos de Fernando VII, hasta el ingenio azucarero de Buena Vista, la historia de Trinidad se convierte en una historia circular que no tiene un punto de partida ni un final.  Todo el mundo en el pueblo parece estar flotando en una eternidad, en un espacio creado fuera del tiempo lineal, y sin embargo representado en el pasado histórico.  Al atenuar el carácter teleológico de la narración histórica, Cabrera articula una realidad colectiva que posibilita la reconstrucción de la comunidad imaginada. 
     La fascinación de Cabrera por Trinidad promulga la búsqueda de un origen, lo cual a su vez, divulga el discurso tradicional modernista.  La manera en que ella representa su condición de sujeto exiliado--su experiencia personal--en una forma convencional de narración a través del sueño y del deseo, delata un movimiento retórico que a la misma vez que busca el centro, también se posiciona en él.  Sin embargo, este movimiento en Itinerario del insomnio no es unidireccional, sino que en este libro también encontramos un movimiento que se aleja del centro.  Lo que parece ser la convencionalidad del discurso modernista, Cabrera también lo desmantela en la medida que esta "patria" que ella re-crea no es la nación de los protagonistas, no es la nación del centro.  Es una nación desplazada, periférica y dispersa a través de las narraciones de los otros.  La mayoría de las historias en Itinerario del insomnio son relatadas por diferentes narradores; la voz principal del yo de la narradora se diluye en otros sujetos según avanza el texto, y se recupera.  Aparece y desaparece.  Las voces de las mujeres que cuentan, a veces cantan canciones tradicionales, igual ofrecen una receta de cocina de un plato típico de la región que repiten las adivinanzas con las cuales solían entretenerse en los velorios.  La narración también presenta cuentos folklóricos como el conocido Juan Bobo, o Gangá, el mejor cocinero de Trinidad, o inclusive María Cosita quien siempre tenía hambre (25).  También se encuentra el lector con Don Nicasio, el que tomaba todo prestado y nunca devolvía las cosas, Doña Juana Garido, quien todo el tiempo cargaba un pollo en su pecho para mantenerlo caliente, o un soldado sin nombre que muere por su patria.  La narración también contiene las voces de los afrocubanos, se cuenta lo que le ocurrió a Miguelito, un esclavo que muere por sobredosis de latigazos, castigado injustamente al no quitarse el sombrero ante una autoridad.  José de la Cruz, otro ex-esclavo, también relata el cuento de dos hermanas que llegan a Cuba en los barcos negreros y se encuentran en Trinidad y se reconocen después de tanto tiempo de ausencia.  Mediante la acumulación de historias colectivas, Cabrera identifica la imagen de la nación como el "pueblo".  En este proyecto la figura popular de Juan Bobo se eleva y equivale a la del soldado heroico que muere luchando en los tiempos de la insurrección.  Los grandes y los pequeños son igualados en esta revisión de una comunidad imaginada.  En el gesto de recuperar el origen perdido, Cabrera ofrece un recuerdo alterno a esas segunda y tercera generaciones de cubano-americanos.  Ella recuerda los aspectos olvidados de la nación de un modo que reconfigura la identidad cubana. 

Obras consultadas

Blanchot, Maurice.  El espacio literario.  Barcelona: Ediciones Paidos, 1992. 
Cabrera, Lydia.  Itinerario del insomnio:  Trinidad de Cuba.  Miami:  Peninsular Printing,  1977. 
Kaplan, Caren.  Questions of Travel:  Postmodern Discoursed of Displacement.  Durham:  Duke U P, 1996. 
Kristeva, Julia.  Black Sun:  Depression and Melancholia. New York:  Columbia U P, 1989. 
Pérez Firmat, Gustavo.  "No-Man's-Language," Life on the Hyphen: the Cuban-American  Way.  Austin:  U Texas P, 1994. 

Todas las traducciones de los textos en inglés son de la autora.