El
sistema monumental en la Ciudad de La Habana: 1900-1930* Roberto Segre Dictaduras y academias: identidad expresiva del contexto político cultural latinoamericano En la primera mitad del siglo XX, las ciudades capitales de los países latinoamericanas adquieren sus signos de modernidad, asumidos de los centros hegemónicos. Las consolidadas burguesías nacionales – financieras o comerciales –, o las persistentes oligarquías latifundistas, deciden ![]() La figura del "Dictador” asume,un carácter paradigmático en la historia política latinoamericana, expresada por Alejo Carpentier o ![]() El "Dictador" dispone de recursos y ejecutividad que aplica en función de sus aspiraciones escenográficas y monumentalistas. La ciudad, ![]() ¿Cómo se inscribe Forestier dentro del proceso económico, social y político en la década cle los años veinte? En este período, los capitales norteamericanos completan el proceso de posesión y control de la economía cubana: las inversiones, de 50 millones de dólares en 1895 pasan a 1 500 millones en 1927. La industria azucarera, los servicios públicos, la banca, el transporte, la deuda pública, etc., están en manos de las empresas transnacionales, cuyo funcionamiento y administración dependen del bloque oligárquico antinacional cubano-yanqui-español, formado por la burguesía latifundista y la gran burguesía industrial-comercial-importadora, vinculadas a la oligarquía financiera norteamericana. Las fabulosas ganancias obtenidas de las inversiones en Cuba se alternan con dos períodos de crisis dentro de la década: la primera, interna, en 1922; la segunda, consecuencia de la Crisis Mundial de 1929. Estas agudizan el deterioro de las precarias condiciones de vida de las clases explotadas – obreros y campesinos – y reducen la capacidad adquisitiva de los sectores medios que estructuran una progresiva oposición a la hegemonía de los intereses foráneos. Al bloque oligárquico se contrapone una burguesía criolla nacionalista, heredera de las tradiciones revolucionarias forjadas en la guerra, contra el colonialismo español, que además de oponerse a la corrupción de los gobiernos de turno, genera una dinámica cultura de vanguardia, antitética con la persistencia del academicismo historicista. En esta década, mientras las manifestaciones artísticas – literatura, pintura, música, etc.– alcanzan en Cuba un nivel expresivo de la búsqueda de la identidad nacional, similar a las restantes naciones del Continente, el urbanismo y la arquitectura, supeditadas a los intereses del bloque burgués-fatifundista, mantendrán los códigos ortodoxos Beaux-Arts, importados de Europa o Estados Unidos. En este contexto surge la obra urbanística de J.C.N. Forestier. En 1925, el general Gerardo Machado obtiene la presidencia de ]a República. Su trayectoria como administrador al servicio de los intereses de las empresas norteamericanas, sus antecedentes represivos y sus manifestaciones públicas de corte publicista, hacen de él la figura apropiada para controlar la estabilidad social y económica del país y seguir fielmente los dictámenes de Washington. Aunque al inicio de su mandato recibe cierto apoyo, no tarda en llevar a cabo una feroz represión contra las fuerzas progresistas, en particular obreros y estudiantes, así como intenta prolongár su estancia en el poder más allá de los límites constitucionales. Julio Antonio Mella, principal líder estudiantil de la oposición al tirano, lo define como “Mussolini tropical". El programa de gobierno otorgaba gran importancia a las obras públicas y el lema publicitario “agua, caminos, escuelas” con el que triunfa en las elecciones se concreta en la Ley de Obras Públicas de 1925. Entre los principales objetivos proponía realizar la Carretera Central, vía principal de comunicación trazada a lo largo de la Isla; mejorar el precario acueducto de La Habana y equipar las infraestructuras funcionales del Estado acordes a hipotéticas necesidades sociales: “Debemos crear edificios públicos y casas, escuelas, pero con criterios económicos y no haciendo grandes e inútiles proyectos”. Afirmación, negada por sus iniciativas tendientes a la construcción de símbolos ![]() Sin embargo, Machado no trasciende en la historia de la arquitectura cubana por sus obras de contenido social sino por tres conjuntos representativos del sistema de valores de la oligarquía local: el Plan Director de La Habana, marco escenográfico de Jas funciones del Estado; el Capitolio Nacional, hipócrita representación del sistema democrático burgués – en el momento en que Cuba vive una de las dictaduras más sangrientas de su historia –, proyección del modelo arquitectónico instalado en Washington y el Presidio Modelo de la Isla de Pinos para albergar cinco mil reclusos, el mayor y el más moderno establecimiento penitenciario de su época en América Latina. Obviamente, las inversiones necesarias para construir estas obras monumentales provenieron de la banca norteamericana: el Chase National Bank hizo un préstamo de cien millones de dólares al gobierno mientras la concesión de la Carretera Central fue asignada a la Warren Brothers Company de Nueva York, empresa en la cual eran accionistas Machado y el Ministro de Obras Públicas, Carlos Miguel de Céspedes. El Plan Director de La Habana: antecedente y fundamentos socio-económicos El fenómeno típico de la superposición progresiva de funciones dentro de los límites del mismo ámbito espacial, característico de las capitales latinoamericanas, no se produjo en La Habana. Si bien los principales edificios administrativos del poder colonial español fueron utilizados a comienzos ![]() ![]() En las dos primeras décadas de este siglo, La Habana duplicó su población, que pasó de un cuarto de millón a medio millón de habitantes. El crecimiento físico de los “repartos” residenciales, identificados por las tipologías arquitectónicas y urbanísticas representativas de los diferentes grupos sociales – alta, media burguesía y proletariado –, constituyó un proceso espontáneo determinado por especuladores y propietarios de tierras. La ciudad, carente de un diseño totalizador orientado por planes estatales, se configuró por la edición de una trama diversificada, con algunas preeminencias monumentales, a la primitiva trama colonial. Esta traza irregular no estaba a tono con la imagen ![]() ¿Eran conscientes de estos problemas los funcionarios del gobierno de Machado? ¿Qué motivó la contratación de Forestier para realizar el Plan Director? En la plataforma política del dictador no aparece esta propuesta concreta; pero de su personalidad se transluce el deseo de adecuar el marco urbano a sus aspiraciones grandilocuentes en las obras simbólicas del Estado, fomentadas y materializadas por su Ministro de Obras Públicas – el barón de Haussmann de La Habana –, Carlos Miguel de Céspedes, quien, al decir de Pedro Martínez Inclán, se proponía construir el “París Tropical” o la “Niza de América”. A ello se agrega que en esa década maduró la presión de ciertos intereses económicos definitorios del desarrollo urbano. Los principales latifundistas actuantes dentro de la ciudad impulsaron operaciones especulativas vinculadas al asentamiento residencial de la alta burguesía. Si bien fracasó la propuesta de Velasco, propietario de grandes extensiones de terrenos en la faja costera hacia el este, de facilitar el crecimiento urbano en esa dirección por medio de un puente sobre la Bahía de La Habana (1914), por el contrario tuvo pleno éxito la progresiva ocupación de tierras hacia el oeste, a lo largo del litoral, promovida por Mendoza, Kohly, Barreto, etc., en el municipio Marianao, materializada en la formación de los lujosos repartos de Miramar, Alturas de Miramar, Country, etc. En la década del 20, La Habana densamente ocupada, del centro se extendió en dos direcciones bien definidas: el eje sureste de los repartos fragmentarios de la pequeña burguesía – desde El Cerro hasta La Víbora, Lawton, Luyanó –, y el eje oeste de la alta burguesía – Vedado, Miramar, Country –. ![]() ¿Por qué entonces se hace necesaria la contratación de Forestier, si ya existían propuestas de técnicos cubanos, referidos al desarrollo de la estructura urbana? En primer lugar, no olvidemos que en el sistema de valores de la burguesía dependiente, las elaboraciones locales quedaban relegadas frente a la modernidad y eficacia de los avances alcanzados en los centros hegemónicos: por ello, la tecnología y los equipos de construcción se importaban de Estados Unidos; los modelos arquitectónicos y urbanísticos de Francia y las obras escultóricas y pictóricas de Italia. En este período, Forestier era considerado “el Jefe de fila de la jardinería urbana moderna” (A. Laprade), con importantes obras realizadas en París, Sevilla, Lisboa, Marruecos, Buenos Aires, etc. La visión escenográfica del ambiente urbano, el dominio del mobiliario y de las áreas verdes y su capacidad de concreción de los proyectos, hacía de él un especialista adecuado a las aspiraciones de Machado y Céspedes, de renovar el "decoro” de La Habana. En segundo lugar, citemos el factor catalizador del viaje de Forestier a Cuba. Se trata del millonario terrateniente Enrique Conill (la cuarta o quinta fortuna del país), cuya vida transcurría entre La Habana, París, Niza, y otras ciudades europeas, propietario de los terrenos circundantes a la “Loma de los Catalanes”, en dirección hacia la futura avenida de Rancho Boyeros. Conocedor y difusor de la obra de Forestier, logró su presencia en La Habana para hacerse cargo de los planos de embellecimiento de la ciudad. Tuvo así la visión de relacionar las ambiciones de Machado y del Ministro de Obras Públicas y la importancia atribuída a la “Loma de los Catalanes” con sus propios intereses especulativos. La elaboración de un plan Director y la conformación de un nuevo centro urbano, habrían multiplicado en cifras millonarias el valor de sus terrenos, convertidos en la zona de asentamiento de las estructuras básicas de la flamante burguesía: administración, comercio, cultura, hábitat, etc. La obra de J.C.N. Forestier: orden próximo y orden lejano Invitado por el Ministro de Obras Públicas, Carlos miguel de Céspedes, Forestier viaja a La Habana en tres ocasiones: la primera, de diciembre de 1925 a febrero de 1926; luego de octubre a diciembre ![]() El Plan Director de La Habana establece la primera concepción totalizadora de la ciudad en el siglo XX. Sin embargo, posee la limitación de constituir una propuesta esencialmente formal y restringida a la cualificación estética del término municipal de La Habana sin comprender el diseño concreto de los municipios colindantes integrados en la conurbanación metropolitana de la Gran Habana, que sin embargo, une entre sí a partir del trazado del primer sistema de carreteras de circunvalación: Marianao, Regla, Guanabacoa, etc. No cabe entonces, establecer una comparación – más allá del sistema compositivo de ejes, diagonales y rond points con el Plan de París, realizado a partir de profundas transformaciones económicas, administrativas, infraestructurales, funcionales y tipológicas. En La Habana no existió la audacia de una burguesía financiera dispuesta a invertir cuantiosas sumas de dinero en la construcción de nuevos barrios; el Estado concentró sus recursos ![]() Forestier capta de inmediato la particularidad de la configuración de La Habana con sus aspectos positivos y negativos y se propone superar su traza irregular, fragmentaría, espontánea y otorgarle los atributos de capital moderna, identificados con los códigos arquitectónicos y urbanos eclécticos ya incipientemente aplicados en los barrios del Vedado y Miramar. Asume la "Loma de los Catalanes” como centro rector de la ciudad y desde la gran plaza cívica allí proyectada, irradia un sistema de avenidas, diagonales y radiales que interrelacionan los diferentes barrios de la ciudad. Si resultan mínimas las variaciones introducidas en las zonas ocupadas por la pequeña burguesía – Víbora, Luyanó, Lawton –, es con el fin de unificar e integrar el sistema compositivo urbano de los repartos espontáneos. Quedan excluídos del “decoro” burgués las zonas de asentamiento proletario, tanto en la densa “Habana centro” como en el casco histórico colonial, mantenido al margen de las innovaciones urbanísticas. La creación del sistema verde de La Habana constituye uno de los principales aportes de Forestier, negado posteriormente por la voraz especulación sobre el territorio urbano y el carácter venal de los sucesivos gobernantes hasta el triunfo de la Revolución, que permitieron la progresiva ![]() El trazado dominante del Plan Director responde a la importancia otorgada al creciente desarrollo turístico de la ciudad. Dos ejes viales perpendiculares unen entre sí los focos que polarizan el recorrido de acceso a la capital. La Terminal Marítima anexa a la Terminal de Trenes; el centro cívico, equidistante del Parque Nacional y del punto de culminación de los turistas norteamericanos: el Hotel Nacional, recién inaugurado – proyectado por McKim, Mead & White –, situado frente al Malecón. El visitante que entraba por barco, en vez de atracar en los insuficientes muelles adosados ![]() Si los elementos citados constituyen los atributos del orden lejano, en el orden próximo se sitúa la creación del marco monumental de los símbolos del Estado. En este nivel se concentran los principales proyectos materializados por Forestier y su equipo de diseñadores. Desde comienzos de siglo se localizaron en el borde de la ciudad colonial el Capitolio, el Palacio Presidencial, el Instituto de Segunda Enseñanza, el Centro Asturiano, el Centro Gallego, etc., concebidos como individualidades aisladas. La caracterización del espacio urbanístico que circunscribía estos edificios, fue una de las primeras demandas del Ministro de Obras Públicas al ![]() Desde su primera visita a La Habana, el equipo de Forestier acomete el diseño del marco ambiental de las áreas centrales, compuesto por la Avenida del Puerto, Avenida de las Misiones y Embarcadero frente al Palacio Presidencial, Paseo del Prado, Parque Central, Parque de la Fraternidad y Jardines del Capitolio. La entrada a la ciudad por vía marítima carecía de una perspectiva visual acorde con los valores estéticos académicos: a la irregularidad de las construcciones del casco colonial se sumaba el límite accidentado del canal de acceso a la bahía, demasiado próximo a los edificios del Litoral. La Avenida del Puerto se realiza sobre terrenos ganados a la bahía, con una amplia zona de paseos peatonales y concebida también como una zona ![]() Este conjunto se completa con el rediseño del Paseo de Mar (Paseo del Prado), principal eje de recorrido de la sociedad habanera y último asentamiento de lujosos palacetes, antes que la alta burguesía se trasladara definitivamente al Vedado, cuya extensión comprendía desde la Avenida del Puerto hasta el Parque Central. El uso del arbolado con especies cubanas para lograr una techumbre natural, indispensable para crear el frescor requerido en las áreas libres de vida social, se complementa con los atributos clásicos del mobiliario urbano, separadores de las dos zonas funcionales; la de circulación vehicular y la peatonal. Aunque las farolas de hierro y las esculturas de bronce mantienen el sistema figurativo canónico, la creación de los fuertes volúmenes de piedra que separan ambas circulaciones, realizadas con caliza madrepólica local, recupera formas y superficies ![]() La cualificación del ambiente urbano no se restringe a las áreas centrales sino que se extiende hasta los suburbios. El tratamiento simbólico-espacial del Malecón, en su alternancia de plazas, monumentos y del sector vial, trataba de convertir el litoral habanero en una zona de uso social y recreativo para la población urbana, en búsqueda de la necesaria brisa marina durante los meses del agobiante calor tropical. Inclusive, prolongaba la utilización comunitaria de la costa hacia el oeste, en el eje Miramar-Country, donde radicaban las lujosas mansiones de la burguesía. De haberse materializado esta idea, la ciudad poseería hoy, a lo largo de su extensión, un ámbito paisajístico recuperado por la cultura social, que, producto de la especulación y de la apropiación individual de los terrenos costeros, en contradicción con las leyes constitucionales del país, le fue negado a la comunidad. La creación de parques en cada barrio de la ciudad, la conversión del Cementerio de Colón en .parque urbano y la restauración de las fortalezas del prfncipe y Atarés para su uso como museos y áreas recreativas, constituyen propuestas que, aun a medio siglo de distancia, mantiene plena vigencia y actualidad. Epílogo: teoría y realidad del Plan de Forestier La aplicación del Plan no trascendió más allá del diseño de fragmentos urbanos – plazas, parques, paseos y componentes del mobiliario – acordes con las necesidades inmediatas del “decoro” requerido por el gobierno de Machado. La Crisis Mundial de 1929 incide también en la economía cubana: la paralización de la demanda de productos, la carencia de recursos y la desocupación impiden la concreción de las obras estatales. La caída de la dictadura de Machado, por el movimiento popular revolucionario de 1933, pone en cuestión las iniciativas generadas durante su período de gobierno, en particular aquellas surgidas de su megalomanía constructiva. El claro contenido ideológico de clase que poseía el Plan Director entraba en contradicción, no sólo con el proletariado, ajeno a los códigos ambientales impuestos por la burguesía y víctima directa del despilfarro de los recursos del Estado en obras suntuarias – en el Plan no aparecía ninguna propuesta de barrios obreros o de mejoras sanitarias de las congestionadas áreas residenciales de los trabajadores –, sino también con la pequeña burguesía, cuyas propiedades habrían sido directamente afectadas por las expropiaciones necesarias para trazar los ejes viales propuestos. O sea, el plan evidenciaba a escala urbana el estrecho vínculo entre los intereses de la alta burguesía y ![]() En la historia de la ciudad la distancia entre propuesta teórica y concreción p.ráctica se hace abismal cuando las formulaciones no corresponden a los intereses reales socio-económicos que definen la dinámica evolutiva de las estructuras urbanas. La aspiración de alcanzar una imagen unitaria de La Habana habría sido posible si el Estado y los grandes terratenientes y financistas hubieran realizado cuantiosas inversiones para crear nuevos barrios e imponer ferritorialmente las codificaciones Beaux-Arts sobre el resto de los grupos sociales. Por las causas citadas, Conill, Machado y Carlos Miguel de Céspedes no otorgaron más respaldo que el necesario para concretar fragmentariamente algunas de las propuestas de Forestier. La perspectiva que nos separa hoy del Plan Director, nos permite verificar dos limitaciones en cuanto a la concepción del sistema de transporte. El trazado propuesto, otorga su máxima ![]() Sería injusto finalizar este análisis del Plan de Forestier sin sintetizar los aportes introducidos en La Habana. En primer lugar, el trazado, aun en su aplicación fragmentaría, le otorgó “la mayoría de edad" a la ciudad. La cualificación espacial y formal del ámbito urbano, só1o alcanzada en algunas plazas coloniales y en los ejes viales trazados por Tacón en el XIX, se extendió hacia los barrios burgueses a lo largo del eje Vedado-Miramar. El mobiliario urbano constituyó otro elemento básico en la valorización estética de la ciudad. El diseño de bancos, faroles, ornamentos, esculturas, etc., realizados dentro de la codificación Beaux-Arts, fueron ejecutados con una calidad técnico-material, que les ha permitido, a medio siglo de distancia, mantener su integridad física, a pesar del intenso uso social. Especialista en jardinería urbana y continuador de las innovaciones introducidas en París ![]() La definición del centro cívico establece el componente funcional urbano más trascendente de ![]() * Hemos tomado este ensayo del número especial que la Revista de la Universidad de La Habana (no.222, enero-septiembre de 1984) dedicó a la ciudad con motivo de celebrarse el 465 aniversario de su fundación), pp. 187-200. APÉNDICE Proyectos realizados por J.C.N. Forestier en La Habana Tomado de: Raúl Otero, “Obras de embellecimiento que proyectaba J.C.N. Forestier para La Habana”, Arquitectura No. 86, año VIII, septiembre 1940, p. 208. Primer viaje: del 8-12-1925 al 28-2-1926 1. Estudio preliminar del plano general de La Habana. 2. Proyecto del Paseo del Prado. 3. Parque de Recreo en la Plaza de la Fraternidad. 4. Estudio de la nueva Avenida del Puerto, desembarcadero a la Plaza del Palacio presidencial y Avenida de las Misiones. 5. Estudio del Parque Nacional y de la Avenida de unión con la “Loma de los Catalanes”. 6. Estudio y planos de la Plaza de la “Loma de los Catalanes". 7. Avenida de unión con la Colina Universitaria. 8. Planos y estudio de un parque de diversiones. 9. Estudio y reforma para el Parque Central. 10. Estudio de parque a la entrada de la ciudad de Matanzas. 11. Proyecto del Parque del Maine en el Malecón. 12. Estudio de farolas y bancos para el Paseo del Prado. Segundo viaje: del 19-8-1928 al 15-12-1928 1. Terminación del estudio preliminar del plano general de La Habana. 2. Estudio de la reforma del Paseo de Marti frente al Capitolio. 3. Estudio de la Plaza de la Fraternidad. 4. Estudio de las avenidas que concurren al Palacio Presidencial. 5. Proyecto de la avenida de la parte trasera de la Universidad y estudio de la escalinata monumental. 6. Estudio de los jardines y terrazas a la entrada principal de la Universidad. 7. Estudio y restauración de la Plaza de la Catedral. 8. Estudio de los edificios futuros de la Avenida del Puerto. 9. Estudio de la Avenida de las Misiones. 10. Proyecto preliminar de los parques esparcidos en los barrios de la ciudad. 11. Estudio de la Plaza de Colón. 12. Proyecto de la escalinata del Castillo del Príncipe. 13. Estudio de los farallones de la Calle G. Tercera visita: 23-1-1930 al 23-3-1930 l. Estudios especiales para la Plaza del Capitolio. 2. Mobiliario vinculado a la escalinata del Capitolio. 3. Proyecto de los edificios que encuadran la Plaza del Capitolio, Teatro Nacional y Biblioteca. 4. Estudio para la apertura de la calle Teniente Rey. 5. Estudio del Monumento a Maceo en el Cacahual. 6. Proyecto definitivo para el Parque de la ciudad de Matanzas. 7. Estudio para el emplazamiento del Monumento a Máximo Gómez. BIBLIOGRAFÍA Aixala, José: “Crecimiento de la ciudad de La Habana”, Revista Nacional de la Propiedad Urbana, No. 92, sept. 1941, p. 20, La Habana. Bens Arrarte, J. 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Pérez de la Riva, Juan: "Desarrollo de la población habanera”, Bohemia, 12-11-1965, p. 100, La Habana. Rallo, Joaquín, y Segre, Roberto: Introducción a las estructuras territoriales y urbanas de Cuba: 1519-1959, Facultad de Arquitectura, La Habana, 1981. Segre, Roberto: “La Habana I”, número monográfico dedicado a la historia de la Ciudad de La Habana. Arquitectura/Cuba No. 340, 3/1971, La Habana. Soto, Lionel: La Revolución del 33. Tomo I, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977. Tabares del Real, José A.: La Revolución del 30: sus dos últimos años. Editorial de Arte y Literatura, La Habana, 1971. Vasconcelos, A.: “Estudios urbanos”. Arquitectura y Artes Decorativas. No. 15, octubre 1934, p. 6. La Habana. |