Concebido inicialmente como un espacio que hospedará a otras figuras del modernismo hispanoamericano, y sin abandonar esa idea, el Café París también recibirá a otros distinguidos escritores que, de un modo u otro, marcaron nuestra poesía (o a algunos de los más significativos poetas cubanos e, incluso, artistas en general). 
Con motivo de la aparición en disco compacto de una grabación histórica de la zarzuela cubana Cecilia Valdés, y cuyo rol central correspondió a Blanca Varela, hemos querido dedicarle a la cantante nuestro espacio. 
La Habana Elegante agradece la cooperación brindada por la señora Blanca Varela y por el amigo Juan Cueto quien accedió a entrevistar a la artista.
 
 
Entrevista a la cantante cubana Blanca Varela para La Habana Elegante 

Por Juan Cueto 

Recientemente fuimos sorprendidos por la aparición de un disco de Cecilia Valdés que no conocíamos. ¿Qué puede decirnos sobre el mismo? 

Es una grabación hecha en 1961 en el programa de televisión "Viernes de Viernes de CMQ: Blanca Varela y Armando Pico en Cecilia ValdésGala" de  CMQ. Recuerdo que fue una gran temporada donde canté, además de esa Cecilia, Luisa Fernanda, La Parranda, Los Claveles, Amalia Batista y Katiuska. Sobre esta última hay una anécdota. Ya grabada la obra en su totalidad, el mismo día en que se iba a transmitir, el censor de la emisora dijo que la obra contenía elementos contrarrevolucionarios y la presentación fue suspendida. 

Además de Cecilia, ¿qué otra obra del teatro lírico es su favorita? 

María La O, que fue otro de mis grandes triunfos. 

¿Qué personaje que nunca cantó le hubiera gustado interpretar? 

Violeta (de la Traviata

¿Por qué con esa voz excepcional, no quiso irrumpir nunca en el escenario operático internacional? 

Porque hubiera requerido mucho tiempo y mi prioridad fue siempre mi hogar. 

Pienso que poseer un don como el de su voz implica una responsabilidad enorme, especialmente, cuando se han de tomar decisiones que para el resto de los mortales son pasos naturales en la vida. Por ejemplo: optar por dedicarse de lleno al canto o compartir esa vocación con los deberes inherentes al matrimonio y la maternidad. ¿Tuvo alguna vez dudas de esa índole? 

Bueno, fue muy difícil, pues siempre existió la lucha entre la artista que había en mí y la mujer de hogar que me encanta ser. Yo me casé y comencé a tener hijos cuando era muy Blanca Varela y el cuerpo de baile del Tropicana en La Viuda Alegrejoven y ese hecho  definió mi futuro. Yo sé que eso significó un freno, una limitacón a mi carrera, pero no, no me arrepiento de nada. A pesar (y no debería usar esta expresión, "a pesar", porque para mí ha sido  una gran satisfacción mi vida familiar), mejor debía decir: "con todo y eso", creo haber desarrollado una carrera muy sólida sin haber desatendido mis obligaciones domésticas. Y hoy día veo lo acertado de mi decisión. Un balance perfecto: una carrera exitosa, al tiempo que proporcionaba el calor y el cuidado que mi familia necesitaba. Tengo la satisfacción del deber cumplido. 

¿Recuerda la primera vez que se percató de la calidad del instrumento vocal que poseía? 

No fui yo la que se percató, fue mi maestra de piano. A mí me encantaba Libertad Lamarque y un día empecé a cantar mientras practicaba. La maestra me oyó, y (voy a acortar la historia), después de decirle a mi madre que yo tenía una voz natural de soprano-lírico-ligero, me ensayó y acompañó al piano un tango, que canté en la emisora radial CMJC de Camagüey; creo que fue Ayúdame a vivir. Pero después me dijo: "No más tangos". Desde ahora cantarás sólo lo apropiado para tu voz. Tenía nueve años. Ese fue el comienzo. 

¿Cuál fue su última actuación en Cuba? 

Fue en julio del 61, en el programa "Viernes de gala" donde interpreté Amalia Batista

Háblenos sobre la fecha y las circunstancias de su salida de Cuba. 

Mis hijos habían salido secretamente con mis padres hacia Estados Unidos, así que después de esa Amalia Batista decidí no cantar más en Cuba y, como mi salida se demoraba, el Circuito Cobian's de Puerto Rico, con quien me unían lazos profesionales, me hizo llegar un contrato que hizo posible mi salida en diciembre del 61. Así y todo, a mi esposo le impidieron la salida del país hasta algunos meses más tarde. 

Sabemos que por un tiempo usted fue figura principalísima de la sociedad de conciertos Grateli de  Miami. ¿Cuál fue su primera actuación con dicha compañía y por qué han cesado sus actuaciones en los espectáculos que se presentan frecuentemente en el Dade County Auditorium de Miami
Mi primera colaboración con Grateli fue en Luisa Fernanda. Sucedió que hace unos treinta años encontré a Jesucristo y comencé a cantar para Él. Sin embargo, seguí mi carrera artística. Algunos años más tarde, en un sueño, sentí que me decía: "Quiero tu voz para mí". Esta nueva experiencia coincidió con ciertas decepciones que sufrí en el ambiente artístico en que me desenvolvía y entonces, escogí definitivamente el camino para el que entendía que me habían llamado. No niego que disfruté enormemente los triunfos que me proporcionó mi carrera, pero quiero decirle que hoy disfruto de igual forma, y aún más, los cánticos que dedico al Señor. Blanca no quiso decir el nombre de los templos donde deja oír su voz cada semana. Pero en privado nos cantó Divina, de Gustavo Roig (hijo del maestro), quien solía decir que ella hacía una creación única de esa canción. Y divina, como siempre, fue la voz y la interpretación de Blanca Varela esa tarde. Cuánto lamentamos no haber llevado una grabadora a la entrevista. 

¿Qué puede decirnos de Gonzalo Roig? ¿Guarda usted algún recuerdo especial del maestro? ¿Alguna anécdota? 

Podría decir tantas cosas. Fue mi director, mi guía y, sobre todo, un gran Cartel del Cabaret Tropicana anunciando a Blanca Varelaamigo. Nunca olvidaré  el momento cuando me oyó cantar por primera vez y me pidió que le interpretara su mimada Cecilia. Fue muy emocionante para mí. A pesar del exilio, conservamos siempre la amistad, y hasta su muerte mantuvimos correspondencia muy frecuente. Hay en esas cartas aspectos del maestro muy interesantes y reveladores. Yo las guardo como un tesoro y quizás un día las dé a la publicidad. 

Se dice que usted era la ideal Madame Butterfly. ¿Podría contarnos algo sobre aquella memorable transmisión por la televisión cubana a principios de los años sesenta? 
 
La disfruté muchísimo pues es una de mis óperas favoritas. Todo el mundo dice que quedó muy bien. 

¿Se atrevería a mencionar sus cinco cantantes cubanas predilectas? 

Cinco es un número muy pequeño. Cuba ha dado voces magnificas. Voy a mencionar, sin orden ninguno, nombres que se han grabado por su gran calidad artística en la historia musical de nuestra patria, aunque --le repito--, podría nombrar cinco más y aún habría un gran riesgo de cometer injusticias u omisiones. Ahí van: Hortensia Coalla, América Crespo, Martha Pérez y las legendarias Maruja González y Zoraida Marrero, y...bueno podría seguir y seguir. 

¿Y cinco voces operáticas de todos los tiempos? 

Lo mismo digo, estas listas sólo causan injustas omisiones. Aquí podría mencionar a Tebaldi, Caballé, Freni, Lili Pons, Sutherland. 

Comenzamos esta entrevista con el descubrimiento de la grabación de Cecilia. ¿Habrá nuevas sorpresas? ¿Algún otro tesoro escondido? Y, ¿qué planes tiene para el futuro? 

Seguir cantando para el Señor y quizás un día seleccionar eso que usted llama "tesoros escondidos" en vídeos, grabaciones y kinescopios para hacer lo mismo que se hizo con esta Cecilia

Y celosos del Señor y discrepando de sus designios, nos despedimos de la gran diva cubana. 

Junio 24 de 1999