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     Tres colaboradores anónimos nos han enviado, desde diferentes puntos del territorio nacional, sus revisiones de tres publicaciones producidas en la Isla: Cuba Literaria, Temas, y La Jiribilla.  Esta coincidencia nos ha llevado a juntar dichas colaboraciones en esta sección.  La Redacción de La Habana Elegante quiere dejar en claro que, los criterios aquí vertidos son, única y exclusivamente, los de los autores.  Ni los suscribimos, ni los censuramos.  Como es natural, tenemos nuestra propia opinión, pero nos la reservamos.  Por otra parte, es mejor evitar tautologías.
     El primero de los envíos nos llega, nada menos que de puño y letra, de Yo, El Supremo (o la Suprema), y su inclusión en L.H.E es una prueba de nuestro espíritu de apertura.  Más aún, es una prueba de coraje y de verdadera osadía.  Como que esto puede atraer sobre nuestras cabezas la maldición de los siete rayos rocanroleros de la Bruja Simalé.  Enigüei, allá va eso.
     Presentamos aquí también dos trabajos de muy diferente contenido y tono.  Primero, ofrecemos a los lectores la versión en español de un excelente ensayo, Metatextualidades voladoras, de nuestro amigo Lawrence M. LaFountain-Stokes.  Aunque el ensayo se fija, muy particularmente, en la vida gay en Cuba y en fenómenos como el jineterismo, ello no significa que el interés del mismo sólo se circunscriba a estos asuntos.  Por el contrario, cuando se le lea con la atención -- y con el tiempo -- que el texto reclama, se verá enseguida que el mérito mayor de estas reflexiones estriba en la red que teje en torno a la problemática social cubana actual, sin pretender, por supuesto, agotarla.  Estamos seguros que nuestros lectores agradecerán -- tanto como nosotros a Larry -- la generosidad de habernos que nos permite presentar este trabajo.
     A continuación, el lector podrá disfrutar de tres breves textos en prosa, de Emilio Ichikawa.  La delicadeza del tono, su ligereza, y, al mismo tiempo, la agudeza de que estas meditaciones están investidas nos harán disfrutar a todos.  Memorias, reflexiones sobre el lenguaje, y un indudable aliento poético. Eso es, apenas, lo que nos brinda Ichikawa.  Suficiente.  Nuestra gratitud y el abrazo al amigo.
 

Temas y tomas de pasa
 

Palacio de la Robolución.
Pasillo 3-Cueva Segunda.
Octiembre del 2002.
Ano de los Héroes 

Mr. Francisco Acurruca;
Lejanísimo Pancho:

Carlitos (le ha dado por beber y le dicen Charly Lager) me ha dejado sobre el taburete el último ejemplar de la revista Temas. De verdad que sos valiente allá (te digo “sos” para que crean que soy argentino y por aquello del pedir auxilio); editar eso en Miami es todo un desafío a la mafia cubanoamericana. Sí, ya sé que con dinero se puede hacer todo; así que no vengas con eso de la libertad, que un par de imprentuchas en la calle 8 no pueden ser baluartes de una sólida democracia.

Bueno, te decía que me gustó mucho el número último (después te explico el adjetivo). Un poco payasita la portada, pero no se puede pedir más. Tiene más colores que los ojos de Raúl cuando cae en arrebatos de insomnios (ya sabes, él es bastante arrebatadito). Usas azul, blanco, rojo: la portada de la revista se parece a una jodida bandera cubana. Debías haber usado el verde olivo, que es color de mi ropa interior. Una confidencia: me han hecho en Victoria's secret unos calzoncillos con ramitas que me quedan de lo más tiernos.

Pero entremos en “temas”. ¿Quién es Rafael Hernández? ¿Acaso un pseudónimo que usas para que la mafia no te arrastre por Miami? Mira que Penelas ha prohibido el uso público de las yaguas y puedes rasparte hasta la vida. Con esos baches que hay en Hialeah…
Si no eres ese tal Rafael, trata de ponerlo a raya, porque yo no sé de dónde carajo ha sacado ése que yo debo hacer cambios democráticos conservando los logros de la revolución. La revolución, mi revolución, no se hizo para lograr nada sino para deslograr. Un revolucionario al que se le mejore el nivel de vida se aburguesa y ya no transforma nada; ¿será estúpido? Por demás, aquí no hay más democracia que la que se inauguró aquel enero luminoso. Y lee bien, dije "luminoso", no "ominoso." Votos, ¿para qué? Aquí basta con las botas.

Quiero que también se dejen de polemiquitas. Eso ya no engaña a nadie. Aquí lo que hay que hacer es lograr unidad; nada de discutideras que eso en Cuba no ha dado resultado jamás. Pancho, hay que estar al tanto de nuestra identidad; y ésa, aquí, es aprobar siempre, por unanimidad. Nada de desacuerdos si el Partido no lo orienta. 

Me interesó, sin embargo, el artículo de un tal López Sacha (que seguro es un dentista judío de los Tomaque explotaban al pueblo de Jatibonico) titulado Literatura cubana y fin de siglo. Siempre me preocupó el lugar de las tiendas en el proceso revolucionario; ahora tienen un nombre bastante musical, les dicen “chopin,” y antes era “diplo”. Además de la relación de nuestros escritores revolucionarios con Fin de Siglo, el tal López Sacha debería estudiar también, por una cuestión histórica, la relación de nuestra cultura con El Encanto y Flogar. O con La Época (la cual, temporalmente, está más a tono con Fin de Siglo). No con el Ten Cent de Galiano, no, porque después se me van con los académicos americanos de la CIA. En todo caso, con la Casa de los Tres Quilos. Si quieres, dile a López Sacha que redacte algo sobre literatura cubana e Indochina; a través de esa tienda podemos montar algo en Viet-Nam o Korea, o un taller de reparación de bicicletas, algo así como Los Anamitas o La Gran Muralla. Bueno, es verdad que eso de La Gran Muralla suena pretencioso, pero podría ser muy útil si las tribunas abiertas comenzaran a televisarse en China. Y que no se te ocurra otra vez insinuar que son las tribunas y la Universidad contra todos (digo, para todos) lo que hace que la gente se siga lanzando al mar. 
Alguien de apellido Montes (eso suena a espía) habla de “migración interna”; coño Pancho, están apretando; la verdad que ustedes las inventan en el aire. Así que ahora tenemos balseros interprovinciales. ¿Y el tal Salomón? ¿Por que dice que hay “crisis de los balseros”? La crisis no es de los balseros, ellos estan muy bien, son inocentes. La crisis es de la maldita ley asesina que no la quiero y que la odio mucho. Mucho, muchito. 
Crisis es también el corito ese que dirige un tal Aurelio, en el marco del estoicismo revolucionario. Se pone a criticar a un tal Jesús, o Pedro, o Juan. Mira que te he advertido Pancho: no quiero problemas con la Iglesia. Oye, y qué pesao es el Aurelio ése; me lo vas quitando de la lista. Menos mal que vive en Miami con la mafia, porque si viviera en La Habana hace rato lo hubiera mandado a injertar catibía con queque. O gofio con cerelá.

No puedo concluir sin decirte que los títulos son cheísimos; desteñidos. Dice un tal Timossi que las palabras tienen “fronteras”: ¿acaso son países las muelas?. Vidal y Valdés, Valdés Vidal, que no sé si son dos o uno, dice(n) que hay “clave” en el conocimiento. Coño, Pancho, ¿y cencerro, o bongo, o maracas?  A mí lo que me interesa es el conocimiento con “timbal”; sí, no es que interese mucho, es que yo digo las cosas de a pepe c….

En fin, amigo, que esto de la revista Temas es una joda; por eso digo que es el número final. Ya no quiero que se siga publicando aunque se acaben los viajecitos y los inventos. Ahora, a joderse, que esta revolución lo que está exigiendo es dolor, pena, suicidio y voluntad, aunque la gente fornique mas que en Corinto. Y no te digo nada de los anuncios porque hasta La edad de oro metía sus cositas. Menos Granma, nuestro evangelio postfideista, (ojo, no “postfidelista” porque después de mí, la puñeta) tal parece que el relajito es absoluto.

Sigue adelante y espera orientaciones. 

Si necesitas algo, no tengas Tema y pide.

Yo, el Supremo.
 
 

Canuto, sus criados y otros monstruos

J de C.

     En las ferias norteamericanas de finales de siglo, el transeúnte podía admirar toda clase de personajes deformes: la mujer barbuda, el hombre elefante, los gemelos pegados por las caderas,  y esto proveía al viajero de una buena dosis de horror antes de irse a la cama. Navegando por la 
Internet, y los sitos de la cultura “oficial” cubana, uno puede hallar monstruos similares. El caso es que La Habana, en estos tiempos de guerras de ideas, (como si ellos realmente supieran que es una guerra, y tuvieran además ideas nuevas, viejas o propias para salir al mundo a defenderlas) hace proliferar sus sitios en la red, mediocres, pobres, y repetitivos, como la verdolaga.

     Los sitios de la revistas La Jiribilla, y Cuba literaria, (por solo mencionar dos engendros del mismo palo) traen cada una sus propios monstruos a la red para que el mundo los admire. Verdadera vocación de esclavo, y de verdugo exhibicionista la de estos compañeritos puestos a la tarea de agradar al gran Can después que les da su hueso en la boca.

     ¿Cuáles son estos monstruos? En Cuba Literaria por ejemplo se da información de un escritor cubano que nació en el siglo XX y murió en el anterior (Hernández Catá), y como si esto fuera poco, se describe una obra de Martí en la forma que haría las delicias de Virgilio Piñera ya que el drama “Amor con amor se paga” se anuncia como perteneciente a tres géneros distintos, Novela, Teatro, y Poesía. Al parecer los escribidores de Cuba literaria no aprendieron bien su catecismo en la escuela o han decidido que la escritura del Apóstol posee el don de la santísima trinidad. Pero además, Pedazos de brutos, la palabra SINOPSIS no quiere decir que uno dé su opinión, mala o buena, de una obra, sino simplemente, como dice el mas pequeño diccionario ilustrado, consiste en hacer un RESUMEN O BREVE EXPOSICIÓN DE lo dicho en esta obra. NADA más. Sin embargo, la “sinopsis” de “Amor con amor se paga” y otras del mismo sitio electrónico son delirantes. 

Así dice:
 

A todo lo largo de la obra de José Martí, es una característica sostenida la presencia de un entendimiento del mundo en general, confiriéndole un interés especial al sentimiento de amor en cuanto a la relación de pareja humana y buena muestra de ello son estos poemas teatralizados.


     Si el escriba que ideó esta oración puede leerla de corrido le doy como premio un viaje a Miami! A todas luces nunca debió de haber leído la obrita de Martí. Pero vamos a ver, Canutos, ¿es que puede hablarse de “sentimiento de amor” entre los animales, y los bichos del monte? Entonces por qué 
aclaran de corrido que esto es “en cuanto a la relación de pareja humana”? La próxima vez, eviten la verborrea y lean esa obrita por favor, que nada más que tiene un acto! Pero, en fin, “sinopsis” de este tipo se repiten y repiten, como arqueadas en Cuba Literaria. Para seguir con las referentes a las obras del Apóstol, y héroe nacional, esta que se refiere a Abdala es también genial porque no dice nada. Aquí va:
 

     En plena época esclavista, cuando la cuestión del negro y su libertad se hacía tema, aún más tabú en la cultura cubana, Martí lo colocó en estas páginas en el centro de su dramaturgia, y le confiere rango de héroe positivo que encarna las virtudes y anhelos de un pueblo. Obra teatral, este poema es breve, directo, sencillo en su desarrollo.


     No dice nada más, pero seguimos con los disparates. El escriba parece que no se da cuenta deAbdala según Cuba Literaria que la cuestión de los géneros es una cuestión seria (se supone que lo sepas para un examen de literatura de nivel elemental) y se empecina en confundir uno con el otro. Lo curioso es que en este “poema” breve, directo y sencillo (a lo mejor estaría pensando en los Versos Sencillos) no aparece por ningún lado “la cuestión del negro” porque Abdala es un guerrero árabe y, que yo sepa, los árabes, aunque están en el mismo continente africano, no son de este color. De modo que sin proponérselo siquiera el anónimo escriba ha hecho una contribución enorme a nuestra historia literaria. Ha encontrado un negro donde el escritor nunca lo puso. Pero, además, ¿qué quiere decir este hijo de Canuto con esa joyita de la verborrea oficial “en el centro de su dramaturgia” porque Abdala ni fue la segunda ni la tercera, obra de teatro que escribió Martí en su vida, sino que fue la primera, y la compuso cuando era aun un adolescente. Así que por favor, criados de Canuto, vuelvan a sus barracones y dejen de pujar que ya es suficiente.

     Si quiere ver estos monstruos de Cuba literaria, abra esta puerta y se le pararan los pelos de punta.

http://www.cubaliteraria.com/esp/libros/libro.asp?id=L00198
http://www.cubaliteraria.com/esp/libros/libro.asp?Id=L00368
 
 

Donde se le ofrecen al ávido lector algunas recetas para inventar la Literatura Cubana, la Cultura Nacional, "lo cubano", y otras majaderías y, siempre, según los críticos criterios de los hacedores de La Jiribilla y Cuba Literaria

por La Generala de la Quinta de los Molinos

     Comencemos por Cuba Literaria.  ¿No es cierto que el nombre se las trae?  Porque si asumimos que lo que éste burdamente cocinado espacio nos ofrece es representativo de la “literatura cubana,” uno no puede menos que preguntarse por qué - para no variar - hubo que esperar a que Eugenio Florit se muriera para que permitirle ascender a la Orden De Lo Cubano en el sitio de marras.  ¿Por qué es que sólo ahora las “palomitas de hierro” oficiales de Cuba Literaria han venido a clavarse en la carne dormida del poeta?  Más aún, ¿por qué no se les ha conferido el mismo “privilegio” a Heberto Padilla y a Gastón Baquero?  ¿A qué espera Cuba Literaria para reintegrarlos al juego, para pescar al desolado pez - testimoniante desgarrado de tantas malandanzas de “lo cubano” - y exhibirlos en la tarima de mercado de la cultura oficial cubana? ¿No será que estos ejemplares son más ríspidos, están más erizados de espinas que vuelven más difícil cualquier manipulación?  Así, pues, lo primero a tener en cuenta en la receta de Cuba Literaria es el tipo de carne que ha de cocinarse: escójase la más blanda, la que menos resistencia ofrezca, y pásese por el correspondiente lavatorio.  Luego póngase a secar, y escúrrase bien, hasta que se le vaya el último amargor.  Aderézese con algunas fotos de un pasado inocuo, y sírvase de inmediato como prueba del espíritu nacional que convoca, retoca, revoca y aboca cubanías.

     Pero los deslices de Cuba Literaria no terminan aquí.  Véase, por ejemplo, la página de la ciencia ficción - “nacional” - llamada Guaicán literario.  Nada, que hay que nacionalizarlo todo.  Primero se importa, y, luego, se le pone el rótulo: Made in Cuba, o “hecho en Cuba.”  Para el caso es lo mismo.  Y claro, una vez más, el guaicán de “lo cubano” ha sido cuidadosamente escamado: aunque la relación de títulos de ciencia ficción publicados en Cuba menciona los de Daína Chaviano, Antonio Orlando Rodríguez, Alberto Serret y Cheli Lima, sería inútil que el lector buscase alguna información sobre ellos.  Tampoco hay que buscarla en el Diccionario de Autores Cubanos de Cuba Literaria.  Estos nombres han terminado por metamorfosearse ellos mismos en “ciencia ficción.”

     Y no hablemos de la página con que Cuba Literaria se ha sumado a la “Batalla de ideas” (¿o contra las ideas?): “Flor de guerra.”  Allí están - encañonados - Julián del Casal y Juana Borrero (sí, “Juanita,” - como la llaman Cynthius and Finus - la misma que emplazó a Carlos Pío a escoger entre Cuba y ella ).  Pero, ¡oh, maravilla, Brutus! - y con perdón de mi colega “El impertinente,” - resulta que el poema que se le atribuye a Juana Borrero no es otro que el de Casal dedicado a los estudiantes de medicina.  Han repetido el mismo poema, pero con títulos y autores diferentes.  El de Juana, estimados filibusteros de “lo nacional,” se titula, en efecto, “¡Esperad!,” pero comienza de muy diferente modo: “Descansan en el seno de la patria..”  ¡Así que a ver si lo arreglamos rapidito!!!

    Pero con todo -- y sin negar lo que hemos apuntado -- en Cuba Literaria uno encuentra un profesionalismo que, en el caso de La Jiribilla falta por completo.  De esa componenda jiribillesca es mejor, pues, hablar aparte.
 

La Jiribilla o el Castrismo Corriente

     Si Cuba Literaria tiene sus gazapos, sus maniobras no llegan al delirante nivel de su colega: La Jiribilla.  Ésta última constituye un claro ejemplo del sistema de barricadas y trincheras con que la cultura oficial pretende encerrar, controlar el huidizo tufo de "lo cubano".  Esto se evidencia, sobre logotodo, en la sección Notas al Fascismo corriente con que, sistemáticamente, arremete contra Miami; o, mejor, contra una imagen cuidadosamente ensamblada del Miami que quieren vendernos.  Cualquier chasco, cualquier percance, cualquiera de las barrabasadas -- que sin duda han sucedido allí, como también allá -- se magnifica, mientras no se menciona nada de lo que podría ofrecernos otra percepción más compleja de la ciudad.  Para sólo poner un ejemplo, ni una palabra de la exposición de Rocío García, o de la de José Bedia, y mucho menos de la premiere del filme Piñero, de León Ichaso.  En cambio, se grita la clausura de la única emisora de música clásica.  Sólo que ninguno de los jiribilleros recuerda que el fin del teatro bufo en Cuba no es, en modo alguno, una pérdida cultural menos lamentable.  Pero, para apreciar mejor el tenebrismo jiribilloso no hay como examinar alguno de sus numeritos.

Mi lecho no es de rosas

     No, no, amigos.  El título bajo el cual aparece el número que queremos comentar -- La vida en rosa -- nos ofrece, en su concepción, lo contrario de lo que proponemos en el nuestro.  No hay que mi lecho no es de rosasser muy perspicaz para ver, en la alusión al rosa, otra alusión al rosado gay.  Dicha entrega -- hay que reconocerlo -- no está exclusivamente enfocada en la representación del sujeto homosexual, pero tampoco se puede negar que es ésta la materia dominante del correspondiente dossier.  Cualquier ingenuo, luego de leerlo, concluiría que nacer en Cuba no es sólo "una fiesta innombrable" para cualquier persona, sino, también, para los homosexuales, y esto, porque ahora se les puede incluir -- "libremente" -- como personajes, o sea, como ficción literaria.
   La Jiribilla reproduce el texto de Marilyn Bobes en "El homosexualismo en la literatura cubana.  Algunas aproximaciones a un tema tabú," en Revolución y Cultura (1993), texto bien atrasado, y nada significativo, que, justamente por no decir NADA, fue reciclado.  Lo que uno no puede explicarse es por qué, por ejemplo, no se incluyó algún más reciente o inédito de Víctor Fowler.  Por otra parte, en una entrevista a Maggie Mateo encontramos una pregunta que se las trae: "El tema suele ser recurrente entre los más jóvenes. ¿No crees que se llegue a una saturación del mismo?"  ¿Cómo es posible que a este señor le preocupe la "saturación" del tema gay y no le preocupe la sobresaturación de la "batalla de ideas," o de las "tribunas abiertas."  Por otra parte, ¿a quién le ha preocupado nunca la "saturación" del deseo o del amor heterosexual?
     De tanto repetir, La Jiribilla se ha vuelto tautológica: ahora se repite a sí misma.  Así, el dossier de marras incluye "Realidad, ficción y el archivo real de la Revolución Cubana," de John Hillson, que ya había aparecido en el primer número del boliche cubano.  Pero la repetición se explica por sí misma: el análisis de Hillson arrima el pescao a la sartén de la dirigencia de la cultura cubana.
     Sin embargo, es la entrevista que Félix López le hace a Ramón Silverio, a propósito de El Mejunje, la que le pone la tapa al pomo y el cascabel el gato.  Veamos:
 

Bastaron dos toques.
Flaco, alto, encorvado y decente, Ramón Silverio me invitó a pasar a lo que antes fue una suntuosa casa colonial. Entre los ladrillos desnudos, árboles salidos de los cimientos, epitafios de bohemios poetas, neumáticos de camiones..., y sentado sobre un viejo y solitario sillón -una vez más- contó su historia.


     El clásico comienzo de los relatos en que se nos cuenta la "historia" de un sujeto "desgraciado": una prostituta, un presidiario, un drogadicto; o un... un homosexual.  Pero donde queda demostrada la hipocresía de La Jiribilla es en el al parecer inocuo comentario que, sobre Silverio, hace el entrevistador: "Flaco, alto, encorvado y decente."  ¿Por qué se le hace necesario al señor López aclararnos que su entrevistado es "decente"?  ¿Es que acaso su decencia constituye una excepción dentro de la comunidad homosexual?  ¿Cuántas veces se hace necesario aclarar en una entrevista que el sujeto entrevistado es decente?  Tener que aclararlo revela que el homosexual en Cuba sigue siendo, cuando menos, un mal ejemplo, un sujeto al que, por indecente, se hace estrictamente necesario establecer reconocerle -- en la excepción -- la decencia.  Por otra parte, el curioso tratamiento de "usted" con el que el entrevistador se mantiene a distancia es también harto elocuente.  Cuando hipócritamente concluye que El Mejunje "es fresa, pero de un modo tan desenfadado que deja entreabierta su puerta al chocolate," uno se pregunta cuándo se va a proponer también que el chocolate abra la puerta y deje pasar al fresa.

¿Hasta cuándo Fresa y Chocolate?

     No se le ha podido sacar más lasca al cuento de Senel Paz y a la película de Titón.  Por una parte se niega la intención de que la película tenga como centro el tema de la homosexualidad -- ¿y por qué no? -- con lo que se saca el "asunto" del centro de la historia y se le costriñe a la periferia.  Pero, por la otra, la película muestra la mayor tolerancia que el sujeto homosexual supuestamente disfruta en la vida pública cubana.  El colmo es que el mismísimo Pichi (no el de Las Leandras, sino el de la película heladera), en una entrevista reciente en otra de las publicaciones cubanas en internet (Cuba en Noticias, que más bien debería llamarse Cuba en Vitrina), no vacila en decir:
 

Ya conocía el cuento de Senel Paz, y se habían puesto en escena versiones libres en el Festival del Monólogo. Entonces pensé que si algo hiciese en esa película sería el papel de David, pues pertenezco a la generación que él representa. Había vivido todas las contradicciones y conflictos del personaje, de manera que estaba muy cerca de mí, mientras Diego correspondía a una generación anterior, cuyos sufrimientos no conocía e incluso no tenía idea de algunas cosas por las que había pasado [énfasis de L.H.E]. Me enfrenté a la prueba, casualmente el mismo día que lo hacía Vladimir Cruz. Entonces resultó que Titón decidió probarme en el personaje de Diego. Justo por esa época yo estaba haciendo Las criadas, con Carlos Díaz, y hacía el papel de Clara, un personaje muy andrógino, con toda una gestualidad, una manera de sentarse, de moverse, y Carlos me ayudó mucho a recrear eso. A Titón le gustó la prueba. De modo que hicimos un trabajo de mesa profundo -el más serio en que haya participado para una película- y Titón y Senel incluso me presentaron a diferentes personas que habían sido protagonistas de los hechos que narraba el filme y que podrían enriquecer mi percepción de una realidad que no había vivido, pues entonces era sólo un niño. De hecho me resultaba casi increíble que tales circunstancias de desasosiego e intolerancia contra los homosexuales se hubieran producido; daba por sentado que en este país uno tenía el derecho de "echar pa'lante" sin contradecir en nada la esencia de la revolución... ese pasado en el que me adentraba constituía sencillamente un disparate para mí, aunque fuera verdad pues realmente había sucedido. Así fue que construí mi personaje con todo su manierismo, su gestualidad, su psicología.


¡¡Le ronca la carabina de Ambrosio!!! Un poco más y Diego es un marciano, un ser no ya de una "generación anterior," sino de otro mundo. Esa burda manipulación, a la que vergonzosamente se presta el propio actor, demuestra el flaquísimo favor que la película hizo a los homosexuales cubanos, los cuales, a no dudar -- tal y como afirma El Mirón Habanero -- siguen siendo un problema, lo mismo vivos que muertos.  Pero lo más doloroso es ver como hasta algunos de los creadores mismos terminan bailando como marionetas al son de la música que le tocan desde las altas esferas. No obstante, quedan cuando menos tres momentos en la película que si los guardianes del silencio se empeñan en no recordar, nosotros debemos subrayar: 

1ro.  Apenas se dice o menciona aquello que, por el contrario, hay que subrayar: Diego TUVO que irse con su homosexualidad a otra parte.

2do.  Lo cierto es que, todavía hoy, el clamor de Diego sigue en pie: "¡Hace falta otra voz!", porque "¡¡¿hasta cuándo María Remolá?!!"  Y ya sabemos que esa voz ventrilocua no era, no es, precisamente, la de la Remolá.

3ro. El precio que pagó el homosexual cubano por el glamour de "aparecer" en la película fue bien caro: la CASTRACIÓN, la negación rotunda de sí mismo como sujeto deseante.  Recuérdese la patética escena en que vemos a David borracho, mientras que Diego, como una hermana de San Sulspicio, no sólo se abstiene de tocarlo, sino que, púdicamente, lo cubre además.  La relación que comienza con un intento de seducción es esterilizada en el abrazo amistoso.  Y no porque esto no pueda, o no deba suceder, sino porque en ESTE CASO se trata de la transacción que -- para poder mostrarse públicamente -- TIENE que aceptar el homosexual. 

     Esto es particularmente interesante cuando leemos con qué júbilo Rogelio Riverón le informa a los lectores de La Jiribilla que "el ambiente gay está jubiloso" por la publicación de El paseante Cándido, de Jorge Ángel Pérez: "Se palpa en los comentarios a cualquier hora y en las amenazas de atiborrar con reseñas las revistas del país. Miembros plenos y observadores toman el hecho por algo propio, hablan y escriben, aplauden y mueven la cabeza de abajo hacia arriba, como diciendo: ya ven de lo que somos capaces, literalmente" (énfasis nuestro).  ¿Alguien puede explicarme a qué clase de membresía se refiere Riverón?  ¿Qué es esto de "miembros plenos"?  Que sepamos, todavía el Partido no se ha abierto para permitir el ingreso de los homosexuales.  Que sepamos, la articulación de la comunidad gay en una organización es algo que ha sido definitivamente prohibido en ¿miembro? ¿observador? ¿asistente?Cuba.  Entonces, ¿qué misteriosa organización es esa?  ¿Quiénes pertenecen a ella?  Por ejemplo, ¿podría incluir tanto a Alexis Díaz Pimienta como a Miguel Barnet?  ¿O sólo a uno de ellos?  ¿Quiénes más estarían en esa enloquecida nómina?  ¿Y quiénes serían los miembros plenos, quiénes los observadores?  ¿Acogería a Pablo A. Fernández?  ¿En calidad de qué?  Pero hay algo más.  Sin negar en lo absoluto la positiva repercusión que puede estar teniendo la novela de Jorge Ángel, sin negar que eso sea un justo motivo de satisfacción, hay que decir que "el ambiente gay [estará] jubiloso," verdaderamente jubiloso, el día en que los homosexuales tengan derecho a alquilar, con su pareja, una habitación de hotel; o el día que no se vean obligados a ocultar su identidad para no perder ciertos empleos -- como el de maestros --; o el día que puedan tener locales de reunión sin temor al hostigamiento policial.  El ambiente gay "[estará] jubiloso," verdaderamente jubiloso, el día que los gays cubanos puedan estar representados en algo más que en la ficción, o el día en que -- para poder realizarse sexualmente -- no tengan necesidad de esconderse en una escalera, o de buscar la satisfacción de su sexualidad en circunstancias que los hagan sentirse culpables, o sucios, o meramente perseguidos.  El ambiente gay [estará] jubiloso," verdaderamente jubiloso" el día en que los homosexuales puedan aspirar a una casa de microbrigada -- ya que no hay otra cosa -- y no tengan que esperar a que se muera toda la familia para poder soñar con tener casa propia.  En resumen, el "ambiente gay [estará] jubiloso," verdaderamente jubiloso, cuando -- como lo deseaba Emilio Ballagas -- las cosas lleguen a ser DE OTRO MODO.
 

Lo que olvidó incluir La Jiribilla en su dossier La vida en rosa, y lo que Jorge Perugorría nunca ha visto:

Los gays vuelven a estar en la mirilla

Gerardo Tena / Afp. La Habana 

     La homosexualidad en Cuba, que conquistó espacios a partir del filme Fresa y Chocolate, está de nuevo en la prensa cubana.
     Durante los años 60, el homosexualismo en la isla fue reprimido por considerarse una "desviación ideológica'', al punto que varios homosexuales fueron enviados a campos de trabajo forzado.
   Fresa y Chocolate, realizada en 1993 por Tomás Gutiérrez Alea, rescató la figura de los homosexuales, liberándoles del estigma político e ideológico. Una década después el tema es aún controversial.
     "Respeto ese derecho (la preferencia sexual). Pero lo que no se puede admitir es la manifestación pública de comportamientos que pertenecen al espacio íntimo y privado de las personas'', escribió en días pasados Angel Rodríguez, director del semanario Tribuna de La Habana.
     Rodríguez hace alusión a un espacio del tradicional Malecón habanero elegido por los homosexuales como punto de reunión. El sitio es ocupado "cada noche por una especie nueva, diferente y muy ajena al espíritu de la familia habanera'', dijo Rodríguez, quien describió a los integrantes de esa "especie'' como "sujetos'' que ostentan "desviaciones de todo tipo''. En el lugar, agregó, se concentran "proxenetas, prostitutas y otros tipos estrafalarios, entre los que se distingue una figura desdichadamente extendida por el mundo, pero casi desconocida en Cuba, el travesti''. "Estos sujetos pueden disfrutar de todo el derecho del mundo a sus prácticas y dañinos vicios, pero no el de mantener, en el corazón mismo de la capital, un foco contaminante y ofrecer una imagen muy ajena al espíritu de trabajo, de lucha, y con el modo de divertirse y distraerse de nuestra población'', añadió.

CubaNet, 19 de febrero, 2001
 
 

Metatextualidades voladoras

Lawrence M. La Fountain-Stokes

     Escribí “De un pájaro las dos alas” en español en mayo de 1998,1 poco después de regresar a el autor durante su intervención en Casa de las AméricasNueva York de mi difícil primer (y hasta ahora, único) viaje a Cuba, adonde fui para asistir a un congreso anual de teatro latinoamericano auspiciado por Casa de las Américas, institución cultural de gran renombre que ha hecho mucho por avanzar las artes y el conocimiento latinoamericanos.  En dicha conferencia leí una ponencia sobre los performeros gay nuyorican Arthur Avilés y Elizabeth Marrero y mostré un video en el que Arthur baila desnudo.2   Justo es decir que en el pequeño espacio circunscrito a la conferencia se me recibió bien y que el tema de mi presentación generó mucho interés y curiosidad, al igual que asombro e incredulidad de que la nudez fuera un tema tan controvertido en los Estados Unidos.  Si bien Conjunto, la revista trimestral de teatro de Casa de las Américas, no quiso publicar mi ponencia junto a la de los otros conferencistas, sí ha publicado mi reseña de un performance queer puertorriqueño por Jorge Merced del Teatro Pregones, basado en un cuento de Manuel Ramos Otero, al igual que un artículo sobre el teatro puertorriqueño homosexual por José O. Rosado.3

El texto anterior es una narrativa experimental o auto-etnografía ficcionalizada basada en mis experiencias de viaje como crítico teatral puertorriqueño gay y (en ese entonces) estudiante graduado de recursos limitados, y está estructurado principalmente alrededor de mis interacciones con dos cubanos “gay” muy diferentes,4   identificados como Abraham y Josué, el ala vertical y lateral de un pájaro imaginario que Cuba y Puerto Rico han simbólica (e históricamente, desde el siglo XIX) llegado a representar.  El texto también incluye a un nutrido elenco de otros personajes, entre éstos otros hombres “gay” (Clitemnestra, Electra, Chino), travestis o individuos transgénero masculino-a-femenino (Ochín y Madonna), y numerosos familiares de algunos de éstos.  Se han cambiado los nombres de todos los individuos, en parte por discreción, pero también debido a la posibilidad de persecución política (poco enforzada en la actualidad) y de discriminación en contra de los homosexuales en Cuba, especialmente en contra de aquellos que interactúan con extranjeros.

“De un pájaro las dos alas” no se limita a temas de homosexualidad, tales como indentidad gay, turismo sexual, jineterismo (las múltiples transacciones comerciales a todos niveles con extranjeros, incluyendo la prostitución) o la esfera publica gay, porque hacerlo negaría la complejidad de la situación cubana y de mi experiencia en el país; en este sentido, siento una profunda afinidad a la posición tan política y abarcadora de Carmelita Tropicana (Alina Troyano), tal como se articula en su pieza dramática Milk of Amnesia/Leche de amnesia, en la que se recuenta el viaje de regreso de una lesbiana cubano-americana a su isla natal; en dicha obra, de hecho, no se privilegia el tema de la orientación sexual por encima de otros asuntos.6   Iría en contra de las nociones de “interseccionalidad” elaboradas y defendidas tan elocuentemente por feministas chicanas tercermundistas tales como Gloria Anzaldúa, Cherríe Moraga y Chela Sandoval,7  que he adoptado como herramientas metodológicas, descartar el empobrecimiento de los sectores profesionales de clase media y trabajadora, el deterioro del cuidado médico, el hambre rampante, la censura política, el aumento exponencial en la criminalidad y las dificultades de la transportación y enfocarme exclusivamente en un solo tema.  En esta “post-postdata”, trataré de contextualizar esta crónica anterior y presentar temas más amplios pertinentes a entender el turismo “queer” en Cuba, particularmente desde la posición de un auto-denominado izquierdista gay puertorriqueño.

Que éste no es el único tipo de experiencia turística o narrativa de viaje gay (o inclusive gay latina) se evidencia de otros relatos publicados, algunos de los cuales de hecho celebran la gran disponibilidad de encuentros sexuales en Cuba (incluyendo ligues con menores de edad), “placeres” identificados junto a las playas espectaculares, el buen ron y los finos tabacos; el esprit de estos viajeros es notablemente diferente al mío, como queda ampliamente constatado en el siguiente pasaje de la revista norteamericana Hombres latinos, por Oscar Montoya:  “Hay risa, hay gran diversión sin mayor consecuencia mientras nos deleitamos en las insignificantes actividades de típicos turistas …  Entonces regresamos a nuestro hotel [para pasar] una última noche con nuestros admiradores cubanos”.

No haré un cuidadoso análisis desconstructivista de tales narrativas de viaje pero invito al (la) lector/a a que haga el suyo.  Baste con decir que, en la cita anterior, el eufemismo es clave para evitar la confesión del intercambio de dinero por sexo; el aprovecharse de la penosa situación económica para obtener placer carnal se presenta de una manera casual y justificable.  No es coincidencia que Montoya compare a La Habana con Bangkok, notable capital del circuito de sexo internacional.9

En la medida en que se ha popularizado el turismo no-político gay o queer, numerosos recuentos en publicaciones de gran venta y en el internet han analizado las sutilezas de los intercambios interpersonales con cubanos gay (particularmente los de naturaleza sexual con hombres) y han hablado de la esfera pública gay, principalmente en relación a las playas y el entretenimiento nocturno, tal como las fiestas en casas particulares.  Visiones negativas incluyen el artículo denunciatorio de Jonathan Lerner en la ciber-revista Salon, el cual provocó respuestas furiosas en Mano-a-Mano, el list-serv gay latino de Nueva York,10  al igual que el artículo pionero, mas sumamente preocupante de G. Derrick Hodge publicado en NACLA Report on the Americas, donde se presenta un análisis algo sexista, pro-revolucionario y marxista de la manera en que la comodificación capitalista en la isla se manifiesta a través del pinguerismo [trabajo sexual masculino],portada del libro de postales de cubanos, de Benno Thoma y específicamente cómo este tipo de prostitución transforma la sexualidad e identidad de género masculina “fluida” en lo que el autor argumenta que son formas rígidas; Hodge siente que los pingueros, sin embargo, son más fieles hacia la masculinidad revolucionaria cubana que los maricones.11   Entre las posiciones moderadas se encuentran la columna de viaje de Corey Sabourin en Out; el artículo de portada de Reed Ide en la revista de viajes gay Passport, con fotos de Ezequiel de la Rosa; la interesante crónica de “Pacho” en la ciberrevista Gay Wired; y las observaciones del “Señor Córdova” en su guía turística del Caribe.   Fotos homoeróticas de hombres cubanos aparecen en el libro de Benno Thoma, Somos cubanos,13  y en “Cruisin in Cuba: A Special Pictorial” en el número de febrero 2001 de Machismo, en el cual se observa que varias compañías estadounidenses han comenzado a rodar pornografía gay en Cuba.14   La información sobre la experiencia de las lesbianas (por ejemplo, que también participan del jineterismo y que en el pasado sirvieron de intermediarias en la prostitución heterosexual, como chulos o proxenetas) sólo se consigue de forma fragmentaria de las fuentes principales.15

Se debe hacer una distinción entre el turismo queer generalizado y los viajes de regreso de exiliados/as cubanos/as gays o lesbianas o de los/as hijos/as LGBT de exiliados/as cubanos/as, viajes en que los intereses personales y familiares son mucho más profundos y complejos.  Además de la obra Milk of Amnesia/Leche de amnesia de Carmelita Tropicana, se han explorado estos viajes en la novela corta Viaje a La Habana de Reinaldo Arenas, en la que un padre exiliado que regresa comete incesto involuntariamente con su propio hijo (quien ahora es un adulto y quien le roba todas sus pertenencias al padre por un tiempo); en el cuento “La más prohibida de todas” de Sonia Rivera-Valdés, en que el viaje de regreso de una mujer exiliada, mayor de edad, para visitar a su nueva y más joven amante (no exiliada) señala una reconciliación o plenitud nacional y afectiva; y en la obra de teatro Havana Is Waiting del dramaturgo cubano-americano Eduardo Machado, en que un cubano gay exiliado regresa a la isla con un amigo heterosexual, un actor sumamente sensible que lo acompaña a través de su crisis de histeria.16   En “Amargos Daiquirís (crónica de cristal)” del cubano-puertorriqueño gay José Quiroga, se da el fascinante caso de un bellísimo y complejo relato de viaje a La Habana en que jamás se menciona la identidad sexual del autor (al contrario de lo que sí ocurre en su libro Tropics of Desire) pero que tiene la fuerte e inconfundible marca de una textualidad y cultura, por no decir sensibilidad, homosexual.17   En este texto se trata de verdaderamente leer entre las líneas.

En constraste, la entrevista que le hizo Jorjet Harper a Achy Obejas, conocida autora lesbiana cubano-americana, presenta el viaje de regreso de Obejas a Cuba y muestra un análisis abarcador de las estrategias y posturas activistas y políticas posibles en los dos países; también revela la frustración de Obejas en cuanto a lo que ella percibe que es la resignación de las lesbianas cubanas hacia su opresión política, al igual que su reconocimiento de que, a pesar de estar profundamente familiarizada con todas las cosas cubanas, ella ya no es esencialmente de allí; no pertenece del todo.18   Curiosamente, Obejas no presenta viajes de regreso para las protagonistas lesbianas cubano-americanas en su propia obra de ficción; de hecho, muestra varios ejemplos, específicamente en We Came All the Way From Cuba so You Could Dress Like This? [¿Vinimos desde Cuba para que te pudieras vestir así?] y Memory Mambo [Mambo de la memoria] , de mujeres que desean pero no logran alcanzar este regreso. 

“De un pájaro las dos alas” refleja mi desilusión con una revolución que había admirado como modelo de desarrollo social, a pesar de la notable persecución de homosexuales tales como Piñera y Arenas (quien se exilió como parte de la migración de Mariel en 1980) y de los campamentos de trabajo forzado conocidos como UMAP (Unidades Militares para la Ayuda a la Producción), que se operaron desde mediados hasta finales de los años sesenta y que tenían como objetivo la “reeducación” de los homosexuales, entendidos principalmente como hombres afeminados, además de otros “no-conformistas” tales como creyentes religiosos.  Si bien estaba consciente de los graves problemas enfrentados por Cuba desde el comienzo del “Período Especial” en 1990, provocado por la caída de la Unión Soviética y de los estados del este de Europa que conllevó la eliminación de subsidios económicos, al igual que por la intensificación del embargo estadounidense, aún así no me encontraba preparado física y mentalmente para la experiencia que tuve.  Me da la impresión que la mayor parte de los turistas (tanto gays como heterosexuales) no tienen este tipo de encuentro cercano que permite ver las condiciones de vida de los cubanos; o lo tienen, pero prefieren (por solidaridad) no discutirlo en público a menos que se les pida, o simplemente no les importa - especialmente si el motivo principal de su viaje es, precisamente, aprovecharse de la situación y de la prostitución relativamente barata que facilita.  Como se mencionó anteriormente, Cuba se ha vuelto durante los últimos diez años una de las localidades principales a nivel global para el turismo sexual.20   También hay aquellos que negocian estas dificultades con mayor sutileza y facilidad y/o que sienten que es injusto criticar a Cuba cuando hay tantos otros lugares (especialmente en América Latina) que tienen graves problemas de injusticia social pero que no atraviesan el mismo tratamiento perjudicial de parte de los Estados Unidos.21   También reconozco que mi experiencia estuvo profundamente marcada por mi situación económica -- en aquel entonces como estudiante graduado con un presupuesto muy limitado y deudas enormes --, por mi exagerada generosidad, la cual provocaba que se aprovecharan de mí constantemente; por mis neurosis sexuales personales; y por el hecho de que comúnmente se me identificaba como gay, o especialmente extranjero, por mi tez y pelo claros, amaneramientos, ropa, accesorios, tono de voz, risa estrepitosa, acento, y tatuajes y piercings claramente visibles, marcas físicas aún poco comunes en Cuba en 1998.22

Las particularidades de la experiencia de un puertorriqueño en Cuba tienen que ver con vínculos históricos y culturales muy específicos entre las dos islas, los cuales están bien sintetizados en la siguiente metáfora por la poeta y patriota puertorriqueña Lola Rodríguez de Tió (1843-1924):  “Cuba y Puerto Rico son / de un pájaro las dos alas”.23    Estos dos versos, frecuente y erroneamente  atribuidos - notablemente por el cantautor cubano Pablo Milanés y posiblemente por el mismo Fidel Castro - al poeta y líder revolucionario José Martí, son el estribillo de un poema revolucionario que alienta a las dos antillas a unir sus esfuerzos en la lucha anticolonialista, que en ese momento (pre-1898) era contra España, y además, a convertirse en una sola nación, emulando los llamados de Eugenio María de Hostos hacia la formación de una confederación pancaribeña o de la unión latinoamericana propuesta por Simón Bolívar.  La importancia de Rodríguez de Tió se debe a su participación en el movimiento de liberación insular, ya que compuso la letra revolucionaria del himno puertorriqueño “La borinqueña”.24   También se ha sugerido que era, o al menos parecía, lesbiana, por vestir con ropa de hombre; el profundo tono de afecto en las cartas a su sobrina también da amplia causa para la especulación.25

Al ser las únicas colonias españolas en las Américas a fines del siglo diecinueve, Cuba y Puerto Rico libraron guerras de independencia que resultaron exitosas para la primera isla, pero no para la segunda, lo cual ayuda a explicar el por qué Puerto Rico sigue hasta hoy en día como colonia de los EE.UU.  A pesar de esta diferencia, se han mantenido diferentes tipos de solidaridad entre las islas desde entonces.  Por ejemplo, numerosos intelectuales, artistas y grupos laborales y de izquierda puertorriqueños mantienen relaciones con Cuba en abierto desafío al embargo estadounidense; mandan a sus hijos a campamentos de verano y van en viajes de estudio y de vacaciones.  En La Habana, inclusive, hay una embajada puertorriqueña extra-oficial, auspiciada por el movimiento independentista; sirve de centro cultural y sede informativa, para gestos organizativos y de solidaridad.26

A su vez, la migración masiva de cubanos a Puerto Rico desde 1959 en adelante ha provocado vínculos de un tipo diferente.  Sólo la Florida y el área de Nueva York/Nueva Jersey han recibido más cubanos desde el triunfo de la revolución.  Los cubanos se han integrado en Puerto Rico con más rapidez que en los EE.UU., lo cual no es sorprendente, dado el parecido en el trasfondo cultural, lingüístico, racial y religioso de las poblaciones de las dos islas.27   Los sectores dominantes estadistas (pro-anexionistas) y estadolibristas (defensores del actual “Estado Libre Asociado”) puertorriqueños, partícipes de una mentalidad anticomunista y de guerra fría desde 1959, también han usado el miedo a convertirse en “otra Cuba” como una de sus justificaciones para sus posturas anti-nacionalistas y anti-independentistas, las cuales han incluido observación ilegal, hostigamiento y persecusión de aquellos que se entiende que apoyan esta posición, e inclusive asesinatos auspiciados por el Estado, tal como en el infame caso del Cerro Maravilla de 1978.28

El significado de la metáfora de un pájaro y sus dos alas para un puertorriqueño gay, sin embargo, va mucho más allá de mera política anticolonialista o de afinidades culturales.29   En Cuba pájaro y pajarito, al igual que mariposa, son términos comunes y algo despectivos utilizados en referencia a los homosexuales masculinos, gesto semejante al uso del vocablo pato en Puerto Rico.30   El “pájaro” descrito en mi relato tiene, como sus dos alas, dos individuos gay de procedencia racial y de clase muy diferentes.  “Josué” y su familia - a quienes se les refiere como los “laterales”, lo que podemos asociar con tergiversado o “queer” - eran de proveniencia más popular (o baja), de tez más oscura y más abiertamente desafiantes del régimen, y participaban plenamente en los sectores informales de la economía, principalmente a través del jineterismo.  “Abraham” y su familia - a quienes se les refiere como “verticales”, es decir, rectos o correctos - tenían un más alto nivel de escolaridad y posiciones más “respetables”, eran de tez más clara, sufrían mayores privaciones materiales debido a su falta de contacto frecuente con extranjeros, y mostraban comportamiento más racista y clasista.

Me llamó la atención lo limitado de la esfera pública gay y transgénero, dominada como lo está por la prostitución.31   La visibilidad de las lesbianas es algo limitada; he oído historias interesantes, y esquina de L y 23bastante coincidentes, de viajeras lesbianas sobre sus maneras de interactuar, y estoy consciente de la documentación fílmica disponible en fuentes tales como los documentales de Kelly Anderson, Sonja de Vries y Graciela Sánchez.32   Lo que más me chocó fue la naturaleza casi-totalmente clandestina o secreta de toda expresión o esfuerzo organizativo gay que no tenga que ver de alguna manera con el turismo o con las artes.33   Abraham, por ejemplo, era abiertamente gay con su familia y tenía un novio que había conocido en la universidad, si mal no recuerdo, pero no frecuentaba - y nunca había tenido ningún contacto - con los jineteros y las travestis que se reunían en la notoria área de La Rampa cerca de la heladería Coppelia (donde se filmó Fresa y chocolate), el Hotel Habana Libre, el Cine Yara y El Fiat.  Era como si vivieran en dos Habanas diferentes.  El mundo gay de Abraham era estrictamente privado, en parte porque declarar su sexualidad podría afectar su trabajo, pero también porque no hay (o apenas hay) grupos o espacios gays oficialmente sancionados en Cuba, país donde cada organización debe de estar aprobada por el gobierno para poder operar legalmente.34   La relación de Abraham con su compañero no dependía, que yo sepa, de intercambio económico, aunque sí se notaba cierta leve diferencia de edades entre los dos.

El mundo de Josué y su familia, en contraste, era enormemente privilegiado, pues se beneficiaban en gran manera de los numerosos contactos con extranjeros, quienes les facilitaban dólares estadounidenses.  Sin embargo, las relaciones afectivas y sexuales de Josué con otros hombres estaban principalmente basadas en el intercambio económico, lo cual se está convirtiendo en más y más difícil de sostener en la medida que más turistas y cubanos jóvenes sexualmente activos participan de la economía de la prostitución.  El turismo sexual, por lo tanto, afecta no sólo las relaciones entre cubanos y extranjeros, sino que radicalmente transforma o sobredetermina las relaciones entre los propios cubanos en sí, imposibilitando o causando el deterioro de lazos estables basados en la igualdad de los miembros de la pareja.  Digo esto, consciente de que este tipo de relación basada en el intercambio económico podría verse como una extensión de patrones anteriores y no necesariamente como una “regresión” a ellos, considerando que nunca se han superado o eliminado de todo.

También se observa la frecuente mención de que los hombres europeos, canadienses y en menor medida, latinoamericanos, vienen a Cuba para tener relaciones sexuales con menores de edad u otros sin usar protección, creyendo que están libres de la posibilidad del contagio con el SIDA.  Irónicamente, esta falsa percepción es un resultado de la política pasada del gobierno revolucionario de internar o recluir forzosamente a los pacientes con VIH o SIDA en sanatorios sin privilegio de salida.  Esta política tenía como motivación el mantener baja la tasa de contagio; sin embargo, ha sido severamente modificada desde 1994 como resultado de la grave crisis económica, y no es sorprendente el que la tasa de transmisión del VIH y de otras enfermedades transmitidas sexualmente tales como la sífilis y la gonorrea estén aumentando exponencialmente, especialmente entre los prostitutos y las prostitutas que mantienen contacto sexual con extranjeros.  Esta práctica seriamente afecta a los hombres, ya que “la tendencia histórica ha sido que más hombres que mujeres se contagien con enfermedades de transmisión sexual”.35

Si bien se le ha prestado muchísima atención a las jineteras y a la relación de éstas al circuito internacional de turismo sexual - en libros por Tomás Fernández Robaina, Rodolfo G. Almaguer y Rosa Miriam Elizalde; en canciones por el salsero exiliado Willy Chirino; en el documental experimental ¿Quién diablos es Juliette? y en artículos por Coco Fusco y otros-,36  poco se ha dicho de los jineteros varones, algunos de los cuales ahora se les conoce como pingueros, por pinga [pene].  Ian Lumsden y Oscar Montero han comentado sobre los precedentes históricos para éstos que se remontan a mucho antes de la revolución; de hecho, la prostitución masculina se practicaba ampliamente y reconocía en el siglo XIX y hasta fue estudiada por Benjamín de Céspedes en su infame La prostitución en la ciudad de La Habana (1888);37  Lourdes Arguelles y B Ruby Rich también hacen mucho (por no decir demasiado) alarde de la presencia de la prostitución antes de la revolución.  Lumsden se resiste a equiparar el jineterismo actual con la prostitución en sí; al contrario, argumenta en contra de la opinión general, aseverando que es un tipo de intercambio beneficioso y fructífero para ambos partidos.  Esta opinión es algo consistente con las declaraciones de jineteros entrevistados por Fernández Robaina, quienes insisten en que son luchadores:  individuos luchando por ganarse la vida.38   Otros argumentan que los jineteros participan de relaciones sexuales u otras prácticas orientadas hacia la ganancia de bienes materiales, no para satisfacer las mínimas necesidades básicas (que están garantizadas por el Estado), sino bienes de consumo; hay una línea muy fina entre los dos, sin embargo, cuando se considera que algunos alimentos, tales como la carne, son lujos raros sin dólares americanos, y que un par de zapatos pueden costar el equivalente a meses de ganancias.  También se oye poca discusión sobre cómo el tráfico clandestino de hormonas ha afectado a los individuos transgénero (hombre-a-mujer y posiblemente, mujer-a-hombre) o cómo las remesas de divisas de trabajadores sexuales cubanos en el extranjero han afectado las formaciones sociales gay en Cuba o las percepciones de las familias sobre la homosexualidad.  Todos estos temas requieren más investigación a fondo.

Las fiestas particulares o en casas privadas (también conocidas como “fiestas de diez pesos”), las cuales han recibido cierta atención crítica, no son un fenómeno exclusivo turístico, aunque sí dependen del acceso a dólares.39   La interacción en estos ambientes es marcadamente diferente a la que ocurre en bares y discotecas típicas en América Latina, Europa o EE.UU.  Se nota la camaradería y se comparte un sentimiento de transgresión que viene, en parte, de saber que en cualquier momento la fiesta puede ser clausurada por la policía.  Este ambiente de hipersensibilidad ante el riesgo se asemeja al que yo había experimentado en Argentina en 1989 en los espacios “underground” y que, desafortunadamente, todavía es la norma en lugares tales como Perú, hasta en negocios legítimos.  También es curioso ver cómo las familias amontonan todos sus muebles y pertenencias en un cuarto para habilitar el resto del espacio para el evento “público”.  La mayor parte de las personas llega en pareja que, frecuentemente, consiste de un/a jinetero/a y su cliente o pareja de la noche.  También hay otras parejas, al igual que individuos y grupos de amistades.  No llegué a ir a ningún espacio nocturno gay oficialmente sancionado, los cuales son frecuentemente clausurados y cambian con frecuencia, así que no puedo comentar sobre qué tipos de interacción se dan en los mismos.

En este tipo de medioambiente, todos los turistas son vistos como clientes potenciales, y las relaciones interpersonales que no están basadas en el intercambio económico son raras.  En este sentido, mi experiencia en Cuba fue marcadamente diferente a las que he tenido en otros países latinoamericanos.  La extrema diferenciación económica también se notaba en la segregación de espacios de acuerdo a la disponibilidad de dólares; este fenómeno no es exclusivo al mundo homosexual, pero definitivamente afecta la formación de un espacio o una esfera pública de esta colectividad.

Las producciones culturales hispanas de tema gay, sean tanto nacionales como extranjeras, han tenido impacto entre la población homosexual de Cuba.  En sus interacciones conmigo, Josué parecía imitar escenas de la versión fílmica hecha por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío de la historia de Senel Paz, “El lobo, el bosque y el hombre nuevo”, es decir, Fresa y chocolate.40   El gesto de Josué de sacar una novela de Gabriel García Márquez de su bolsa y ofrecérmela, o de invitarme a su casa a tomar té, pueden verse como referencias a esta película.41   Hay varias posibles interpretaciones para estos actos: que Josué haya usado la película como fuente sobre cómo se debe comportar un hombre gay, por ejemplo, o que él pensara que estos gestos me agradarían por su referencialidad - que eran un tipo de código cultural entre entendidos.  Me da la impresión de que era un poco las dos cosas; sin embargo, se me ha señalado que tomar té se ha vuelto muy popular no por causa de la película, sino por la escasez de café para el consumo local.

La esfera de las artes, y del teatro en mi caso, también ofrecen otros tipos de contacto con cubanos gay o con cubanos que exploran y desarrollan la obra de artistas homosexuales.  Mi intercambio en 1998 con el joven director Raúl Martín, quien se especializa en la obra del dramaturgo cubano Virgilio Piñera, es un ejemplo.42   Martín es uno de varios teatreros (incluyendo al muy conocido Carlos Díaz) que han rescatado las obras de Piñera del abandono en que estuvieron por muchos años después de su muerte; la especialista de teatro latinoamericano Camilla Stevens ha observado que la “rehabilitación” del dramaturgo previamente censurado ha resultado en una explosión de producciones de su trabajo.43   Piñera fue el creador de personajes tales como Electra Garrigó y Clitemnestra Pla, versiones cubanizadas de las heroínas de la tragedia clásica griega, personajes que forman un lindo contraste con la famosa Antígona Pérez del semi-tapado dramaturgo puertorriqueño Luis Rafael Sánchez.44

No se debe menospreciar el que una pareja gay que conocí (a quienes se les refiere de manera jocosa como “Electra Garrigó” y “Clitemnestra Pla”) vivieran juntos por virtud del esfuerzo de una de sus madres, quien se había mudado de su apartamento a uno más pequeño en las afueras de la ciudad para que su hijo y “ahijado” pudieran tener una situación más favorable de vida. Ella, de hecho, llevó a cabo una "permuta”, es decir, el intercambio de una o más propiedades por otra/s.  En este caso, intercambió una propiedad grande por dos menores (una para ella y la otra para su hijo homosexual y su compañero).  La condición de vida relativamente privilegiada (o mejor que promedio) de la pareja también era el resultado del trato preferencial que el estado cubano le otorga a los artistas y de las oportunidades que éstos tienen de obtener dólares durante sus viajes al extranjero y/o a través de sus contactos con profesionales de las artes que visitan Cuba, tales como yo.

En mi ensayo no he articulado la posibilidad de que el turismo LGBT en Cuba ofrezca ventajas importantes fuera de promover el bienestar económico de los individuos que participan del comercio sexual o, más generalmente, de todos los que formen cualquier tipo de amistad o vínculo con extranjeros (especial, pero no exclusivamente, con hombres gay).45   Podemos imaginar varios beneficios:  (1) Mayor contacto con extranjeros que tienen puntos de vista diferentes, más abiertos o militantes, podría ayudar a aquellos que no tienen tales modelos a su alcance para un posible tipo de posicionamiento o formación identitaria, especialmente dada la relativa escasez de materiales impresos en español sobre el tema en libre circulación en la isla. (2)  El turismo extranjero permite que las personas fuera de Cuba vean de primera mano la situación actual en la isla, y esto puede tener implicaciones a corto o largo plazo hacia la política exterior de los países de proveniencia de los turistas (particularmente de los Estados Unidos).  (3)  Hay una red clandestina de contrabando de hormonas para el cambio de género sexual, al igual que de medicinas para el SIDA, que se facilita por el turismo.  Las posibles implicaciones negativas de este contacto pueden incluir la importación o adopción de política identitaria y sexual basadas en el consumo, al igual que la más preocupante posibilidad del aumento de las tasas de contagio del VIH/SIDA y de otras enfermedades de transmisión sexual.

Un antecedente notable al turismo gay en Cuba que sugiere posibles aspectos positivos de estos viajes son las experiencias de norteamericanos izquierdistas de diversos trasfondos raciales y socio-económicos, partidarios de la liberación homosexual, que se integraron a principio de los años setenta en las Brigadas Venceremos.  Algunos de éstos cuestionaron radicalmente, tanto el sexismo y la homofobia del gobierno cubano, como los propios prejuicios y la complicidad con la opresión homosexual de los organizadores de las brigadas.46   Documentos tales como la “Respuesta del Partido de Liberación Gay y el Comité Gay de Brigadistas Retornados” a la abiertamente homofóbica Declaración del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura de 1971, la cual prohibía que los homosexuales ejercieran el magisterio o participaran de las instituciones artísticas del país, muestran no sólo que viajeros progresistas gay han ido a Cuba por décadas, sino también que sus experiencias en la isla los han llevado a exigir cambios sociales.47   La “Política de Reclutamiento Gay” de la Brigada Venceremos (1972), a su vez, muestra cómo tanto el gobierno cubano como sus simpatizantes norteamericanos de izquierda han tratado de evitar que lesbianas y gays americanos de tendencia radical viajen a la isla a transmitir su mensaje “subversivo” de liberación.48

Allen Young ha escrito mucho sobre cómo sus viajes a Cuba afectaron su entendimiento y valoración no sólo de la revolución cubana, sino, también, de la izquierda en su totalidad.  Su ensayo temprano “La revolución cubana y la liberación homosexual” (1972) describe las experiencias de un izquierdista gay norteamericano con firmes compromisos sociales que viaja en la isla en 1969, meses antes de la histórica revuelta de Stonewall en Nueva York, y que después regresa en 1971.49   Discute sin tapujos sus experiencias personales (inclusive las sexuales) y se muestra ambivalente sobre las contradiciones que observa.  En su libro posterior, Gays Under the Cuban Revolution [Gays bajo la revolución cubana] (1981), el cual escribió en un momento en que miles de marielitos homosexuales se establecían como refugiados en los Estados Unidos, se muestra más dispuesto a criticar los abusos que observó.

No escribí “De un pájaro las dos alas” con la idea del turismo gay en mente; traté de ver la intersección de un viaje gay cultural con la condición política y material del pueblo cubano a través de ojos puertorriqueños.  Lo que más me chocó de Cuba fue cuán profunda es la crisis política y económica y cómo esto afecta todas las esferas, incluyendo la homosexual y la transgénero.  Esta situación me hace pensar en Milk of Amnesia/Leche de amnesia, especialemente en el final la obra, cuando Carmelita Tropicana cita al conocido cantautor Pedro Luis Ferrer, quien afirma “El embargo nos está matando”, y cuyos versos declaran:

Todos por la misma cosa,
Entre las páginas del colonialismo:
Capitalistas, homosexuales, ateos, espiritistas, moralistas.50

Las motivaciones y los resultados del viaje de Troyano a Cuba son semejantes y diferentes a las mías, puesto que su realidad como performer lesbiana cubano-americana, exiliada con su familia de niña, y en búsqueda de sus memorias de infancia y cierto entendimiento de la Cuba contemporánea, son condiciones muy particulares y notablemente diferentes a las de un varón gay adoptado, de padres norteamericanos y puertorriqueños, criado en Puerto Rico y hoy en día profesor universitario en Nueva Jersey (yo).  También se parecen a y se diferencian de otras tales como las de Juani, la protagonista lesbiana cubano-americana de Memory Mambo, quien nunca llega a la isla, o de la misma autora de la novela, Achy Obejas, quien sí lo hace.

Me siento profundamente ambivalente sobre el resultado de mi viaje a Cuba.  Es con cierta melancolía que cito los versos de la patriota puertorriqueña Rodríguez de Tió, quien expresó su parecer en el exilio, al encontrar un hogar placentero en Cuba.  Yo también vivo en un tipo de exilio contemporáneo, de libre elección, distanciado del Puerto Rico donde nací y crecí; para mí, Cuba no fue un lugar acogedor - un nido, como repite ella en su poema, - sino una fuente de grave ansiedad.  ¿Cuáles son las responsabilidades de un viajero que se aventura a lugares previamente desconocidos?  ¿Cómo es la experiencia de los puertorriqueños queer en Cuba?  ¿Es justo presentar mi experiencia en la manera en que lo he hecho, cuando se sabe que los cubanos atraviesan enormes dificultades todos los días?  Me gustaría pensar que mi crónica y esfuerzo interpretativo no son simples denuncias, sino textos que permiten lecturas sutiles y contradictorias, que hasta se me escapan, pero que tal vez sugieren una verdad mayor.  Ojalá que estas páginas sirvan como un esfuerzo para remediar los enormes problemas y las dificultades atravesadas en Cuba y para fomentar mayores vínculos de entendimiento; ojalá que también sirvan como una reflexión sobre algunas de las implicaciones y los resultados del turismo queer, tanto para el/la viajero/a como para el lugar visitado.

Notas

1. Una versión levemente diferente de este texto apareció en inglés (“De un pájaro las dos alas:  Travel Notes of a Queer Puerto Rican in Havana”) en un número especial de la revista GLQ (8, no. 1-2, 2002, pp. 7-33) dedicado en su totalidad al turismo queer.  Les agradezco a Carolyn Dinshaw y a Jasbir Kaur Puar sus sugerencias editoriales y a Oscar Montero y a Carmelita Tropicana por su inspiración.  También les agradezco a Francisco Morán y a José Quiroga el alentarme a participar de La Habana Elegante.

2.  Lawrence La Fountain-Stokes, "Maeva y su maravilloso muñeco:  el performance lésbico-homosexual nuyorican de Arthur Avilés y Elizabeth Marrero" (ponencia presentada en el Coloquio Internacional "La Crisis de los Post:  El Discurso Teatral Latinoamericano Ante el Siglo XXI", Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 4-8 mayo 1998).  A publicarse bajo el nombre "Dancing la Vida Loca:  The Queer Nuyorican Performances of Arthur Avilés and Elizabeth Marrero" en Queer Globalization:  Citizenship and the Afterlife of Colonialism, comp. Arnaldo Cruz Malavé y Martin F. Manalansan IV, Nueva York, New York University Press, 2002.

3.  Lawrence La Fountain-Stokes, "Bolero, memoria y violencia", Conjunto [La Habana, Cuba], no.106, mayo-agosto 1997, pp. 68-69.  José O. Rosado, "Seis piezas 'liminales' de la 'nueva' nueva dramaturgia puertorriqueña", Conjunto, no.106, mayo-agosto 1997, pp. 50-54.

4.  Siento reservas sobre el uso del término "gay" ya que tiene connotaciones culturales e históricas muy específicas y no tiene validez universal fuera de los Estados Unidos.  También me resulta complicado el uso en español del término “queer”, que cada día se va poniendo más y más popular en los círculos intelectuales norteamericanos.  Sobre lo primero, hay una larga y nutrida bibliografía que distingue entre “homosexual”, “hombres que tienen sexo con hombres”, “gay” y un sinnúmero de otros términos en el contexto latinoamericano.  Véase Tomás Almaguer, "Chicano Men:  A Cartography of Homosexual Identity and Behavior" en The Lesbian and Gay Studies Reader, comp. Henry Abelove et al., Nueva York, Routledge, 1993, pp. 255-273; Roger N. Lancaster, Life Is Hard: Machismo, Danger, and the Intimacy of Power in Nicaragua, Berkeley, University of California Press, 1992; Stephen O. Murray, comp., Latin American Male Homosexualities, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1995.  Sobre el uso de “queer” en español, véase el número titulado “Raras rarezas” de Debate feminista [México] año 8, vol. 16, octubre 1997, especialmente el “Editorial” de Hortensia Moreno (pp. ix-xiv) y el artículo de Bolívar Echeverría, “Queer, manierista, bizarre, barroco” (pp. 3-10).

5. Hay numerosas fuentes sobre los aspectos políticos, históricos, y sociales de la homosexualidad en Cuba (incluyendo la severa represión de la misma); éstas varían en cuanto a su juicio valorativo sobre la experiencia cubana homosexual y su apoyo o repudio de la revolución.  Entre las visiones más positivas se encuentran el libro de Ian Lumsden, Machos, Maricones, and Gays:  Cuba and Homosexuality, (Filadelfia, Temple University Press, 1996) y el famoso y muy citado artículo de Lourdes Arguelles y B. Ruby Rich, "Homosexuality, Homophobia, and Revolution:  Notes Towards an Understanding of the Cuban Lesbian and Gay Male Experience", primera y segunda parte, Signs 9, no. 4 (1984), pp. 683-699; 11, no. 1 (1985), pp. 120-136.  Este artículo ha creado bastante controversia, incluyendo la respuesta de Roger Lancaster, "Comment on Arguelles and Rich's 'Homosexuality, Homophobia, and Revolution:  Notes Towards an Understanding of the Cuban Lesbian and Gay Male Experience, Part II'", Signs 12, no. 1 (1986), pp. 188-192, el cual a su vez provocó la respuesta de Arguelles y Rich ("Reply to Lancaster", Signs 12, no. 1 (1986), pp. 192-94).  Personalmente, tengo fuertes objeciones al análisis de Arguelles y Rich, el cual parece privilegiar un tipo de “encubrimiento” revolucionario a favor de la soberanía nacional cubana y el cual también trata de menospreciar a los refugiados de Mariel, acusándolos de ser principalmente migrantes por razones económicas.  Otras perspectivas al respecto incluyen el trabajo de Marvin Leiner, Sexual Politics in Cuba: Machismo, Homosexuality, and AIDS (Boulder, Westview Press, 1994); José Quiroga, Tropics of Desire:  Interventions from Queer Latino America (Nueva York, New York University Press, 2000); y Allen Young, Gays Under the Cuban Revolution (San Francisco, Grey Fox Press, 1981).  El libro de José Esteban Muñoz, Disidentifications: Queers of Color and the Performance of Politics (Minneapolis, University of Minnesota Press, 1999) incluye un análisis conscienzudo y esclarecedor de la cultura homosexual cubano-americana en los Estados Unidos.  Véase también Isabel Alvarez Borland, “Gay and Lesbian Images of Community”, Cuban-American Literature of Exile:From Person to Persona, Charlottesville, University Press of Virginia, 1998, pp. 107-122.

6. Alina Troyano, I, Carmelita Tropicana: Performing Between Cultures, Boston, Beacon Press, 2000, pp. 52-71.

7. Gloria Anzaldúa, Borderlands/La frontera: The New Mestiza, San Francisco, Aunt Lute Press, 1987; Cherríe Moraga, Loving in the War Years: Lo que nunca pasó por sus labios, ed. exp., Cambridge, South End Press, 2000; Chela Sandoval, Methodology of the Oppressed, Minneapolis, University of Minnesota Press, 2000.

8. [Esta y todas las otras traducciones son mías].  Ver Oscar Montoya, "Five Days in Havana", Hombres Latinos [San Francisco] 6 (Invierno 1996), pp. 20-23.  El autor, miembro de un grupo turístico norteamericano, afirma: "This holiday in Havana was designed for the gay male, one who not only loves Latino men, but also is an aficionado of cigars and rum" [Estas vacaciones en La Habana fueron ideadas para el hombre gay quien no sólo ama a los hombres latinos, sino que también es aficionado de los cigarros y del ron] (p. 20).  El artículo acaba invitando a los lectores que estén interesados en este tipo de viaje a que le escriban a las oficinas de la revista Hombres Latinos para obtener más informacion sobre viajes futuros.

9. Muchos han señalado la ironía de que la prostitución masiva haya vuelto a Cuba, dado que el gobierno revolucionario se esforzó de sobremanera en eliminar y “rehabilitar” este sector laboral en los años sesenta.  Bajo el presente Código Penal cubano, no es ilegal ejercer la prostitución, pero sí el beneficiarse económicamente de manera indirecta (como proxeneta, por ejemplo). Alma Guillermo Prieto ha observado que son precisamente los sectores antes identificados como "lumpen" y "escoria" por el gobierno los que ahora están más activamente envueltos en el jineterismo, y que por lo tanto tienen el mayor contacto con extranjeros ("Love and Misery in Cuba", The New York Review of Books, 11 junio 1998, pp. 10-14).

10. El artículo menos celebratorio pero más sensacionalista de Jonathan Lerner sobre el turismo queer se titula "Whorehouse of the Caribbean" [Prostíbulo del Caribe].  Tal parece que Lerner fue más moderado que Montoya y sus colegas y afirma que no singó en La Habana.  Sin embargo, sí le dio dinero a dos hombres cubanos: a uno, que se le acercó, le dio EE.UU.$5 por coquetear; a otro, mucho más joven, le dio EE.UU.$15 para que pudiera volver a su pueblo de origen, lo cual no hizo.  Cuando este artículo circuló en el “listserv” gay latino-nuyorquino "Mano-a-Mano", generó al menos dos respuestas negativas de parte de los lectores.  Andrés Duque, editor del listserv [mano_mano_ny@yahoogroups.com], presentó el artículo con el siguiente titular:  "Incredibly myopic column by American travel writer... ugh..."  [Columna increíblemente miope por un escritor de columnas de viaje americano].  Esto a su vez provocó una respuesta por un subscriptor anónimo que se identificaba como "Gran Plátano", quien era un estudiante universitario gay que acababa de regresar después de pasar tres meses en La Habana, y quien criticó severamente a Lerner.  Ver Jonathan Lerner, "Whorehouse of the Caribbean," Salon, 4 enero 2001, http://www.salon.com/sex/feature/2001/01/04/havana/index.html; Andrés Duque, "[News] 'Salon' Article:  Prostitution in Cuba," 11 enero 2001; Gran Plátano, "[Response] 'Salon' Article: Prostitution in Cuba," 16 enero 2001.

11. No fue hasta después de terminar este ensayo que vine a enterarme del artículo de G. Derrick Hodge, “Colonization of the Cuban Body:  The Growth of Male Sex Work in Havana”, NACLA Report on the Americas 34, no. 5 (2001), pp. 20-28.  Hodge entrevistó a más de cincuenta pingueros.  Una de sus principales contribuciones es la nítida diferenciación que hace entre pingueros y jineteros; es una de las pocas personas que ha escrito sobre esta mudanza semántica y epistemológica (ver también Carlos Paz Pérez, La sexualidad en el habla cubana, Madrid, Agualarga Editores, 1998, p.140; Marlene García y José R. Alonso, Diccionario ilustrado de voces eróticas cubanas, Madrid, Celeste Ediciones, 2001, p. 161; Señor Córdova, A Man’s Guide to the Caribbean ‘98/’99, Beverly Hills, Centurion Press, 1998, pp. 42-43).  Hodge nunca hace mención de su propia orientación sexual, ni qué motiva su investigación, excepto lo que se puede ver como un interés en la manera que el cuerpo cubano se comodifica bajo el capitalismo; su ensayo es principalmente un ataque a la globalización y al sistema económico y político mundial tal como afecta a Cuba.  No aparece ninguna mención en este artículo de ningún efecto positivo del movimiento de derechos homosexuales a nivel nacional o internacional, lo cual lleva a pensar que Hodge ni conoce ni le interesa este asunto.

12. La columna de Corey Sabourin aparece en la sección "Essentials: Gay Travel” de la revista Out de febrero 2001 bajo diversos títulos: en la portada, "Havana: The New Gay Hot Spot"; en el índice, "Havana:  Why has it become the new American A-gay hot spot?" (4); y finalmente, en el cuerpo de la revista, como "Cuba Libre?" (70-72).  Ver Reed Ide, "Discovering Havana," Passport, junio 2001, 48-55; Pacho, "Welcome to Havana:  The Cuban Gay Underground," Gay Wired Feb. 1997 [http://www.gaywired.com/travelcolumn1.html]; Señor Córdova, op.cit.  Cuba Libre también es el nombre de un lujoso restaurante de última moda en la Octava Avenida de Chelsea, el nuevo barrio gay de Manhattan; este tipo de restaurante está desplazando a los restaurantes cubanos y chino-latinos más baratos típicos del área.

13.  Las experiencias del fotógrafo alemán Benno Thoma y su compañero de viaje C. Pister indican mayor ambigüedad sobre el turismo gay.  En el maravilloso postfacio de Somos Cubanos, libro de fotos homoeróticas de Thoma, Pister narra los problemas que atravesaron con la policía al fotografiar modelos jóvenes semi-desnudos en Habana Vieja.  No queda claro qué tipo de intercambio financiero ocurrió entre el fotógrafo, el asistente y sus modelos.  Pister apenas sugiere que los alemanes participaron de actividades poco “tradicionales” además de las sesiones fotográficas con los cubanos:  "We went through more adventures with all of them, but to go on and on about that would give the wrong image of the pleasure we had in the course of making Somos Cubanos" [Atravesamos muchas más aventuras con ellos, pero entrar en detalle sobre eso daría la impresión equivocada sobre el placer que tuvimos al hacer Somos cubanos.]  (s.p.).  Los extranjeros muestran gran alivio al salir del país.  Ver C. Pister, "Somos Cubanos", en Benno Thoma, Somos Cubanos (Berlin, Bruno Gmünder Verlag, 1998).  El libro de José Quiroga, Tropics of Desire, tiene una foto de Thoma con aplicación de color como portada.

14. Este segmento también aparece en la revista bajo el título "Cruizin' in Cuba" y "Cruzin' for Cubans".  Ver Ron Rico y Ricardo Mann, "Travel Report", Machismo, febrero 2001, pp. 34-37.

15. Por ejemplo, una travesti entrevistada por Fernández Robaina aclara que las lesbianas también participan del jineterismo:  "Ah, espera cariño, no vayas a pensar que las tortas, que las lesbianas, se han quedado fuera de esto; ellas siempre se están quejando de que no las mencionan, que no aparecen en la literatura, que son más discriminadas que los gays.  Ellas tienen también su mercado, ahora todo tiene salida en este mercado estelar donde todo se vende y todo se compra; pero no, no es particular a nosotros, eso es general, carísimo, general" (pp. 130-31).  Ver Tomás Fernández Robaina, Historias de mujeres públicas, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1998.  Ver también Rodolfo González Almaguer, Yemayá las bendice, jineteras (Elizabeth, NJ, Majestic Publishing, 1997), donde aparece una anécdota fascinante sobre una “diminuta proxeneta" llamada Nelson Nedé, "una lesbiana de baja estatura que en oportunidades nos había conseguido turistas provenientes de Montreal" (pp. 96-97).

16.  Ver Reinaldo Arenas, Viaje a La Habana: Una novela en viajes (México, Grijalbo/Mondadori, 1991), y Sonia Rivera-Valdés, Las historias prohibidas de Marta Veneranda (La Habana, Casa de las Américas, 1997).  En su ensayo "Families of Desire:  Migration and Sexuality in New York's Caribbean Enclaves", Yolanda Martínez-San Miguel analiza los cuentos de Arenas y Rivera-Valdés junto a la narrativa del puertorriqueño Manuel Ramos Otero en el contexto de diaspora y reunificación nacional [ponencia presentada como parte del CLAGS Colloquium Series in Lesbian and Gay Studies, CUNY, Nueva York, 14 nov. 2000].  Havana Is Waiting de Eduardo Machado se presentó en el Cherry Lane Theatre de Nueva York en octubre y noviembre de 2001.

17. José Quiroga, “Amargos Daiquirís (crónica de cristal)”, La Habana Elegante (segunda época), no. 11, otoño 2000, http://www.habanaelegante.com/Fall2000/Ronda.htm.

18. Jorjet Harper, "Dancing to a Different Beat:  An Interview with Achy Obejas", Lambda Book Report 5, no. 3 (septiembre 1996): pp. 1+.

19.  Achy Obejas, We Came All the Way from Cuba so You Could Dress like This?, (Pittsburgh, Cleiss Press, 1994), pp. 113-131, y Memory Mambo (Pittsburgh, Cleiss Press, 1996).  Kate McCullough nos recuerda que otros personajes de Memory Mambo, tales como Patricia, sí visitan la isla; Patricia es una cubana-americana nacida en los EEUU de padres que emigraron antes de la revolución, mientras que Juani, la protagonista de la novela, salió del país de niña después de 1959 ("'Marked by Genetics and Exile':  Narrativizing Transcultural Sexualities in Memory Mambo", GLQ 6, no. 4 (2000):  pp. 577-607).

20. La siguiente cita es una muestra:  "A survey carried out in 1995 by the Italian tourist magazine Viaggiare, classed Cuba as the most attractive destination for sex tourists.  The publication described the island as a true paradise for men, women, and homosexuals traveling alone".  [Una encuesta realizada por la revista italiana de turismo Viaggiare en 1995 clasificó a Cuba como el destino más atractivo para los turistas sexuales.  La publicación describió la isla como un verdadero paraíso para hombres, mujeres y homosexuales que viajaran solos].  Ver Dalia Acosta, "Cuba:  Pimps and Prostitutes Expelled from 'Blue Paradise'", Interpress Service 11 junio 1996, Contemporary Women's Issues Database A# 615777, Global Information Network, Nueva York.

21. Este fue uno de los argumentos de "Gran Plátano" en su respuesta al artículo de Jonathan Lerner.  A mí se me acusó de ser anti-revolucionario (y por lo tanto reaccionario) y anti-puertorriqueño cuando leí "De un pájaro las dos alas" en una sesión de correción de exámenes de nivel avanzado de español (Advanced Placement) del Educational Testing Service en Clemson University, Carolina del Sur, en junio de 1999; una mujer objetó porque le parecía que la homosexualidad era básicamente inmoral, y también pronunció que yo no era más que un "maricón".

22. El carácter profundamente “marcado” de mi presentación o apariencia personal me hace estar muy consciente de las dificultades o retos de llevar a cabo trabajo etnográfico de una manera supuestamente “objetiva” fuera de la comunidad inmediata donde uno habita.  Me chocó esta paradoja tal como se aplica a la experiencia del investigador homosexual en un ambiente donde esta identidad puede estar estigmatizada al leer el valioso artículo de Roger Lancaster, “El performance de Guto: notas sobre el travestismo de la vida cotidiana”, Debate feminista [México] 8, vol. 16, octubre 1997, pp. 153-188 (también publicado como “La actuación de Guto. Notas sobre el travestismo en la vida cotidiana”, comp. Daniel Balderston y Donna Guy, Sexo y sexualidad en América Latina, Argentina, Paidos, 1998).  Lancaster asume que su sexualidad no es inmediatamente visible sino que se da cierta neutralidad o ambiguedad - en otras palabras, que es discreta - mientras que yo acostumbro pensar (y se me ha dicho) que la gente puede identificarme como homosexual de inmediato.  Esta conciencia crítica sobre la importancia de la identidad del (la) investigador/a se nota, por ejemplo, en "The Consumption of Color and the Politics of White Skin in Post-Mao China" de Louisa Schein (The Gender/Sexuality Reader, comp. Roger N. Lancaster y Micaela di Leonardo, Nueva York, Routledge, 1997, pp. 473-86) en relación a la posición de un mujer blanca estadounidense en la China y en "The Enterprise of Empire:  Race, Class, Gender, and Japanese National Identity" de Jacalyn D. Harden (Lancaster y di Leonardo, The Gender/Sexuality Reader, pp. 487-501), en cuanto se refiere a una mujer negra estadounidense en el Japón.  Por supuesto, tal vez una de las diferencias fundamentales es que yo no fui como antropólogo a Cuba, sino como un viajero interesado que participaba de un tipo de turismo cultural “superior” o “educacional”.  Véase la valiosa discusión de Jasbir Kaur Puar sobre este tipo de turismo en su artículo "Queer Tourism:  Geographies of Globalization" (GLQ 8, no. 1-2, 2002).  El artículo de Puar también ayuda a clarificar cómo mi experiencia negativa en Cuba tuvo que ver con la manera en que fui “interpelado” de cierta manera, como sujeto blanco, extranjero, adinerado, gay y turista, un sujeto del cual se esperaban ciertas conductas específicas que yo no cumplí.

23. Con estos versos comienza la penúltima estrofa del poema "A Cuba".  Dicho poema forma parte del tercer libro de Rodríguez de Tió, dedicado por completo a esa isla y titulado Mi libro de Cuba (1893).  El poema es un lamento sobre su situación de exilio lejos Puerto Rico junto a su admiración y elogio por su nuevo hogar.  Cito por extenso:  "Cuba y Puerto Rico son/ de un pájaro las dos alas,/ reciben flores o balas/ sobre un mismo corazón./ ¡Qué mucho si en la ilusión/ que mil tintes arrebola,/ sueña la musa de Lola/ con ferviente fantasía,/ de esta tierra y de la mía:/ hacer una patria sola!"  [aparece en Cesáreo Rosa Nieves, ed., Aguinaldo lírico de la poesía puertorriqueña, Volumen I (Río Piedras, Editorial Edil, 1971):  p. 210].

24. Ver José Luis González, Literatura y sociedad en Puerto Rico, México, Fondo de Cultura Económica, 1976, pp. 135-138; Francisco Manrique Cabrera, Historia de la literatura puertorriqueña, Río Piedras, PR, Editorial Cultural, 1986, pp. 212-215.

25. Ver, por ejemplo, Daniel Torres, "An AIDS Narrative", Centro Bulletin 6, no.1-2 (1994), pp.178-79.  La investigación de César Salgado sobre la correspondencia entre Rodríguez de Tió y su sobrina también es un campo rico para el análisis del lesbianismo. Ver “Archivos suprimidos del 1898:  Cuba y Puerto Rico en el epistolario de Lola Rodríguez de Tió”, ponencia presentada en la Cuarta Conferencia de la Asociación de Estudios Puertorriqueños, University of Massachusetts, Amherst, octubre 2000.

25. Cuba ha sido uno de los pocos países que ha consistentemente apoyado el derecho de Puerto Rico a la auto-determinación e independencia, como se aprecia por la participación cubana en el Comité de Descolonización de la ONU a favor de Puerto Rico.

26. Ver José A. Cobas y Jorge Duany, Los cubanos en Puerto Rico: Economía étnica e identidad cultural (Río Piedras, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1995); Yolanda Martínez-San Miguel, “Cartografías pancaribeñas:  Representaciones culturales de los enclaves caribeños en Puerto Rico y Estados Unidos”, Revista de estúdio hispánicos (Puerto Rico) 25, nos. 1-2 (1998), pp. 65-90; y Yeidy M. Rivero, “Beyond U.S. Dominance:  Cuban and Local Influences on the Origins of Puerto Rican Commercial Television”, Centro Journal 13 (2001), pp. 60-77.

27. Hay una amplia bibliografía que documenta y explora la persecución de los nacionalistas, en especial de su líder don Pedro Albizu Campos. Ver también Manuel Suárez, Requiem on Cerro Maravilla.  The Police Murders in Puerto Rico and the U.S. Government Coverup, Maplewood, NJ, Waterfront Press, 1987.

28. Ya el autor cubano Frank Padrón se ha percatado de esto y de hecho publicó un cuento titulado igual que este ensayo en el que ridiculiza a un personaje gay puertorriqueño que va a la isla obsesionado por su deseo de singar con un negro cubano.  Ver Frank Padrón, Eros-iones, El Vedado, Ciudad de La Habana, Ediciones Unión, 2001.

29. Ver el libro de Carlos Paz Pérez, La sexualidad en el habla cubana, donde aparece un conscienzudo análisis lingüístico de la jerga cubana que se utiliza para hablar de la homosexualidad (pp. 49-87).  Ver Lawrence La Fountain-Stokes, Culture, Representation, and the Puerto Rican Queer Diaspora (tesis de doctorado, Columbia University, 1999) para una larga discusión y análisis de la homosexualidad en Puerto Rico.

30. Desafortunadamente no llegué a ir a las playas, que me consta es un espacio importante para la expresión homosexual en La Habana.

31. Hay numerosos filmes documentales sobre lesbianas y gays en Cuba, incluyendo Conductaimpropia, dir. Néstor Almendros y Orlando Jiménez-Leal, 112 min., Cinevista Video, 1984; No porque lo diga Fidel Castro, dir. Graciela I. Sánchez, 15 min., Frameline, 1988; Looking for a Space:  Lesbians & Gay Men in Cuba [Buscando un espacio:  Los homosexuales en Cuba], prod. y dir. Kelly Anderson, 38 min., Filmakers Library, 1993; Gay Cuba, dir. Sonja de Vries, 57 min., Frameline, 1995.

32. No tuve la oportunidad ni de ver ni de entrar en contacto con individuos que participan en espectáculos tales como los que aparecen en el documental Mariposas en el andamio, filmado en La Güinera, los cuales sí indican cierto tipo de espacio limitado para la organización e interacción social de la comunidad gay/transgénero en Cuba. Ver Mariposas en el andamio, dir. Margaret Gilpin y Luis Felipe Bernaza, 74 min., Water Bearer Films, 1995.  Tampoco puedo afirmar que la práctica de Santería, una tradición religiosa basada en las creencias yoruba, sea tan abierta hacia los homosexuales en Cuba como lo es en lugares tales como Puerto Rico y Nueva York; ver Tomás Fernández Robaina, "Cuban Sexual Values and African Religious Beliefs", en Lumsden, Machos,Maricones, and Gays, pp. 205-207.

33. Lumsden incluye como apéndice en su libro el "Manifesto of the Gay and Lesbian Association of Cuba" [Manifiesto de la Asociación Gay y Lésbica de Cuba] de 1994 (Lumsden, Machos, Maricones, and Gays, pp. 211-14); el documento aparece como anónimo y describe la existencia clandestina de la organización.  Durante los últimos tres años, el joven autor y promotor cultural Norge Espinosa ha estado organizando con gran dificultad y poco apoyo las Jornadas de Arte Homoerótico de La Habana.

34. Ver Dalia Acosta, "Population-Cuba:  Rise in Prostitution causes STDs to Soar", Interpress Service, 20 nov. 1998, Contemporary Women's Issues Database A# 1731625, Global Information Network, Nueva York.

35. Sobre las mujeres, ver Fernández Robaina, Historias de mujeres públicas; Almaguer, Yemayá las bendice, jineteras; Willy Chirino, “La jinetera”, Asere [disco compacto], 1995; ¿Quién diablos es Juliette?[filme], prod. y dir. Carlos Marcovich, 91 min., El Error de Diciembre, 1997; Amalia Lucía Cabezas, "Discourses of Prostitution:  The Case of Cuba", en Global Sex Workers:  Rights, Resistance, and Redefinition, comp. Kamala Kempadoo y Jo Doezema, Nueva York, Routledge, 1998, pp. 79-86; Coco Fusco, "Jineteras en Cuba", Encuentro de la cultura cubana, [Madrid] no. 4-5, (primavera-verano) 1997, pp. 53-64; Mary Geske y Michael Clancy, "Sexploitation?:  Sex Tourism in Cuba", Case Studies, Georgetown University Institute for the Study of Diplomacy [www.guisd.org], 2000; Julia O'Connell Davidson, "Sex Tourism in Cuba", Race and Class 37, no. 3 (1996), pp. 39-48; Rosa Miriam Elizalde, Jineteros en La Habana, La Habana, Pablo de la Torriente Editorial, 1996; y de la misma autora, Flores desechables: ¿Prostitución en Cuba?, La Habana, Ediciones Abril, 1996.

36. Ver Oscar Montero, Erotismo y representación en Julián del Casal, Amsterdam y Atlanta, Rodopi, 1993.  De acuerdo a Reinaldo Arenas, tanto Virgilio Piñera como José Lezama Lima acostumbraban tener encuentros sexuales con hombres a cambio de dinero: el primero con hombres negros fornidos y el segundo con muchachos jóvenes que le hacían recordar a los efebos de la Grecia antigua.  Ver Reinaldo Arenas, Antes que anochezca, Barcelona, Tusquets, 1992, pp. 105-113.

37. Lumsden, Machos, Maricones and Gays, pp. 140-41; Fernández Robaina, Historias de mujerespúblicas.

38. Ver Lumsden, Machos, Maricones and Gays, pp. 141-43.

39. Senel Paz, Fresa y chocolate (Navarra: Txalaparta, 1994).  Fresa y chocolate, dir. Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, 110 min., ICAIC, 1994.

40. El personaje principal gay del filme (Diego) atrae a su objeto del deseo (David) con la novela Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa.  Para un análisis del filme y su relación a la cultura y la nostalgia, ver José Quiroga, "Homosexualidades en el trópico de la revolución”, Sexo y sexualidades en América Latina, comp. Daniel Balderston y Donna J. Guy, Buenos Aires, Paidós, 1998.

41. Ver "La boda:  Una conversación a tres voces", entrevista por Bárbara E. Rivero con Raúl Martín y Adolfo de Luis, Tablas 3-4 (1994), pp. 27-33.

42. Camilla Stevens, comunicado personal.  También ver Lumsden, Machos, Maricones, and Gays, pp. 195.

43. Ver Luis Rafael Sánchez, La pasión según Antígona Pérez, Hato Rey, PR, Ediciones Lugar, 1968.

44.  Aludiendo a la prostitución masculina en los Estados Unidos, John Preston argumenta que esta profesión ofrece muchos beneficios. Preston basa su opinión en la libertad de escoger la prostitución como una entre muchas fuentes de empleo bien remuneradas.  Ver John Preston, Hustling: AGentleman's Guide to the Fine Art of Homosexual Prostitution, Nueva York, Richard Kasak, 1994.

45. He oído que los participantes LGBT de las primeras Brigadas Antonio Maceo, efectuadas a fines de los años setenta y principio de los ochenta y que incluyeron a un número importante de jóvenes adultos cubano-americanos que emigraron de niños o nacieron fuera de Cuba (“los maceítos”), también atravesaron dificultades cuando trataron de discutir temas de homosexualidad; el liderazgo de las brigadas Maceo más tarde implementó tácticas semejantes a las de las brigadas Venceremos, desanimando a los individuos homosexuales de su deseo de participar y/o forzándolos a mantenerse callados/as.  José Quiroga, quien participó en las brigadas Maceo, cuenta que los vegetarianos también fueron hostigados, porque eran demasiado inconformes. [Comunicado personal].

46. "Responses by the Gay Liberation Party and the Gay Committee of Returned Brigadistas" (1971), en We Are Everywhere:  A Historical Sourcebook of Gay and Lesbian Politics, comp. Mark Blasius y Shane Phelan, Nueva York, Routledge, 1997, pp. 409-410.

47.  Brigada Venceremos, "Policy on Gay Recruitment" (1972), en Blasius y Phelan, We AreEverywhere, pp. 411-12.  James N. Green indica en un número reciente de GLQ que él fue una de las personas a quienes se les negó el derecho de participar en las brigadas en los años setenta y que fue sólo a fines de 1999 que por fin llegó a Cuba.  Ver James N. Green, “Queer in Revolutionary Cuba” [reseña sobre Machos, Maricones and Gays:  Cuba and Homosexuality de Ian Lumsden], GLQ 7, no. 4 (2001), pp. 649-53.

48. Allen Young, "The Cuban Revolution and Gay Liberation", en Out of the Closets: Voices of GayLiberation, comp. Karla Jay y Allen Young, 2nda. ed., Nueva York, New York University Press, 1992, pp. 206-228.  Esta antología también incluye una transcripción de un foro organizado por brigadistas gay al regresar de Cuba, además de todos los documentos que aparecen en el libro de Blasius y Phelan.

49. Troyano, I, Carmelita Tropicana, p. 71.
 
 
 
 

La princesa

Emilio Ichikawa

A pesar de la indigencia ambiente, los escritores de mi país suelen ser de una exquisitez admirable. azaleasCuando titulan sus novelas, por ejemplo, derrochan alusiones a una nobleza ancestral: El reino de este mundo; El palacio de las blanquísimas mofetas; Un Rey en el jardín; Tuyo es el reino; ElRey de La Habana. ¿Qué deseo de áurea corona esconden esas orgullosas referencias al olor de la guardarraya, la dulzura del mango o el color del verano?, ¿por qué se disfraza de lealtad tropical un anhelo tan visiblemente gótico?. 

Quizás por eso, y por amar sus relatos, yo también padecí admiración por los encumbramientos sanguíneos. Y viví entre ellos, y viví con ellos. Admiré como un hidalgo; celé como un marqués y conspiré como un duque. Y cuando amé, aquella vez sus ojos mirándome con la pupila extraviada sobre la colina silente, dije: Princesa. Sólo eso.

Entonces mi alteza, siempre suspicaz, indagó: “¿por qué Princesa y no Reina?.” Le respondí: “Porque las princesas, mi Princesa, son Reinas con esperanza.” Me dijo que era lindo, y que era verdad: “Más que una Reina es una Reina con futuro. Es decir, una Princesa. Yo.” 

Pero debí abundar más, y fue entonces que le dije que las Princesas todas, toditas, eran miopes; que igual que las antiguas en un corcel o las mitológicas en un soplo de hadas, las modernas gustabanmaple de viajar mucho. “Se trepan a un coche y conducen durante horas escuchando música y pensando abundantes cosas buenas que después no recuerdan, porque una Princesa debe estar ligera como quien está a punto de partir hacia algo encantador.”

Una princesa tiene alma de color blanco con miradas de azul; su tono es, como suelen decir los argentinos, albiceleste. Al amanecer, ellas levantan el vuelo desde el corazón de las criaturas que han dormido bien e inauguran el juego más sano del día.

Las princesas jamás han abrazado a nadie, ni se aferran por amor, ni olvidan por desgano, ni callan por aburrimiento. No se trenzan en el cuerpo ajeno, ni ciñen los hombros de sus seres queridos. Ellas solo besan: brillan sus labios plegados uno bajo el otro en la mas hermética decencia y saludan la mejilla sincera. 

Un beso de Princesa es como un guiño de ojo tras un pacto gitano. Una brizna encima de un dátil. Una suerte. Y todo esto doble si la que besa es una Princesa española.
 
 

La florista

Emilio Ichikawa

Fue mi gran amiga en los meses que estudié en Georgetown University. Había nacido en un pequeño pueblito de Asia donde abundan las grullas y los cerezos; allí forjó su cuerpo saludable, sus labios gruesos y esa manera discreta y cariñosa de querer que encontramos en las almas con muchísimo fondo.

No puedo decir que le conocí alguna carcajada descomunal o un chiste rotundo; pero había en ella algo semejante a la felicidad, a la alegría. Entrega, pero, además, contención, que es lo que llamamos decencia. El día que fuimos al Museo de Historia se limitó a comentar con la tolerancia que dan milenios ancestrales: “Sí, es tiempo también.”; y me tomó por el brazo para salir a caminar.

Llegó a Washington después de una estancia efímera en Seúl y otra en Tokio. Era invierno cuando Ikebananos conocimos. Me presenté: “Soy cubano, pero no vivo en Cuba. ¿Qué dónde está Cuba? Bueno. Estudié Filosofía Marxista-Leninista. Mucho gusto.” Hablé de mi titulación sin los complejos que pudieran asistirme en Miami o La Habana; en algunos medios intelectuales norteamericanos el marxismo no es necesariamente un pecado. Tampoco el leninismo, y mucho menos el castrismo. 

Así que estaba fermentando un poco mi orgullo cuando vino el derrumbamiento. “Soy Kyu-Ming, coreana, y estudié arreglos florales. Es una tradición en mi familia y, además, hice estudios postgraduados en Japón. Mi especialidad son los ramos de rosas. Bouquet, como dice la profesora Catherine.”

Al lado de lo que me enseñó Kyu, las decenas de libros sobre filosofía con que me había formado eran poco menos que una grosería.

De las flores, y no del papel, salía su manera de andar, su voz susurrante, los colores que vestía y hasta el ladeo artístico de una gorra de los Yanquees de New York que le regaló una amiga.

Siempre estuvimos juntos. Sorteamos los rubores de la iniciación universitaria en Norteamérica con una gran complicidad. Solíamos pedir lo mismo en los restaurantes; los fines de semana imaginábamos historias que después contábamos en la clase como vivencias reales y molestábamos a todos los vecinos del Distrito de Columbia para que nos retrataran juntos.

Nuestro gran confesor fue Taras Sevchenko, el bardo de Ucrania, como está inscrito al pie de la estatua que le erigieron allí donde la Q Street deja Dupont Circle para correr hacia la Universidad. A él le rogamos ayuda para traer a su abuela a conocer América, lo que hizo de inmediato, y para que nos lanzara un puente de reencuentro. Lo que parece haber olvidado.

Hay tres fotos donde se nos ve juntos que son emblemas de mi cuarto. Una en Georgetown University, bajo la nieve, con nuestro gran amigo Ishiro Maruyama. Ella viste su jean azul pálido y laIkebana gorra de los campeones. Otra, en el bus que nos conducía a Mount Vernon, la residencia de George Washington, donde la convergente inclinación de nuestras cabezas delata la intimidad de las preferencias, y la última, en un restaurante de Anápolis, donde comimos pastel de cangrejos a “mano alzada”; es decir, prescindiendo de la mesa para irnos a conversar junto a los charcos.

La reunión de graduación fue a bordo un barco que surcaba las desheladas corrientes del Potomac. Ella no asistió. Nos vimos el día antes en la biblioteca de la universidad donde me entregó una postal con un mensaje en caligrafía coreana. Y yo le ofrecí la página de mi libro donde una vez hicimos la transferencia mutua de nuestros vocabularios.

No sé lo que dice su mensaje. Tampoco quiero traducirlo. Me gusta, a veces, tocar su postal; imaginarla entre abejas y flores manipulando la más genial de las combinaciones, mientras la abuela le corrige con alguna observación definitiva. Así la pienso… y me hace feliz.

Iowa. Sept. 2001.
 

La novia

Emilio Ichikawa

Creo que fue Apollinaire quien aconsejó a los escritores leer diariamente un pasaje de cualquier Diccionario. Las palabras no se hicieron para expresar el pensamiento humano: las palabras son ya, en sí mismas, pensamiento. Se puede inflamar el espíritu interior sin palabras y con suficientes palabras; pero nunca con unas decenas de palabras.

Existen en cada uno de nosotros grandezas inefables; son universos que se escurren porque no el monte Fujitenemos palabras para cobijarlos: ya sea por imposibilidad, ya por incapacidad. Le contaba a una amiga que había realizado una vez, en compañía de una mujer hermosa, un viaje en tren desde Madrid hasta Aranjuez, y que no había manera de expresar lo que sentí. Le dije: “Fue como una paz, una calma más cercana a la grandeza que a la alegría” . “No sé”, concluí, “no puedo expresarlo”. Y esa amiga me respondió: “Acabas de hacerlo.”

Borges alertaba también acerca de que hay palabras lindas y palabras feas. Refirió algunas que un poeta jamás debería emplear, como es “menstruación”. En Cuba ese ciclo fluvial se significa, además, con otras palabras, como “regla” o “periodo”, lo que muestra una curiosa tendencia significante hacia el área de la aritmética.

Otras son, sin embargo, muy hermosas. Al mismo Borges, y también a Octavio Paz, le encantaba la palabra “laberinto”, que tiene algo como de inocencia, de juego. En ella se reúnen a la vez la quimera y la exactitud; designa un territorio balsámico donde, como en el caso de los grandes amores, es mas fácil entrar que salir de ellos. 

A mí me gusta sobremanera la palabra "novia". Suena dulce; es una palabra buena, fiel y amiga. Tiene de hierba y de llovizna. Es muy fácil decir “novia”; se acomoda entre la lengua como una fruta fresca, y entre las manos, como un copo de nieve que uno renuncia a triturar.

En un rincón olvidado de Rayuela, o en alguna digresión literaria de Cortazar, alguien discierne sobre el termino justo para designar a la persona amada. Después de los descartes, el pensador se queda con la palabra “cómplice”; en verdad que una novia está rodeada de un ambiente de complicidad, casi conspirativo, pero eso alcanza a definirla sólo parcialmente.

“Vieja”, dicen los mexicanos, pero es palabra incómoda para el entendimiento cubano ya que sabe demasiado a madre, incluso a abuela. No obstante, tengo un primo que, ya en la madurez, se siente a gusto diciéndole “vieja” a su mujer hermosa.

A la mujer amada se le suele decir también “mujer”, así, sencillamente. Y de verdad que es un lance halagador porque, desde cierta perspectiva intelectual, es como poner un género a la vera de un ejemplar de la especie. Se significa además como “esposa”, lo que habla, y no siempre equivocadamente, de amarramiento y pertenencia.

O se le dice también “cónyuge”. O “esta señora”, sobre todo durante las vistas de los divorcios. Ah, el divorcio y el matrimonio, dos eventos que se desatan por la misma razón: creemos que una persona excepcional ha llegado a nuestra vida.

Restan, además, esas galerías de “apodos”, “sobrenombres” y  “nombretes” que jalan la carga cotidiana a través de un recurso nominalista: el arte de nombrar. Como se percibe, hay innumerables términos para  significar a la mujer amada, a la amiga admirada, pero ninguno alcanza a complacerme tanto como novia. “Novia, novia mía desde el primer y tierno abrazo”; dígase ese verso de José Antonio Méndez, pero con fuerza, en voz muy alta, y se comprobará a nivel de garganta lo que escribo aquí.

Sólo compite con novia la palabra amante; pero ella expresa una condición demasiado pasional que no alcanza ni la ternura de piel ni la profundidad de corazón que la palabra novia. El amante cumpleSkunk cabbage con la tarea mas fácil en el arte de amar; cubre una avería, agrega un poco de vida a algo que ha muerto, pero no resucita. 

El hombre puede, en efecto, ser “novio”; pero la repetición de la vocal hace a la palabra un tanto cacofónica y, por otro lado, esa terminación en “o” le da demasiada consistencia; endurece demasiado el trmino. Uno puede ser también “amante”, “viejo”, “esposo” y, finalmente, esa atrocidad que se pronuncia “marido”. Marido debiera agregarse a las palabras tabú de los poetas. Yo quisiera ser cualquier cosa de una mujer, menos “marido”; y “maridito”, pues menos menito.

Nada hay, ya lo he dicho, como la palabra novia. Es como una unción que hace resplandecer el entorno y enamorar de bondad a la gente bajo influjo. 

Emilio Ichikawa.
Homestead- sept. 2001.

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