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Nos honra
presentar un artículo de la profesora Mariela A.
Gutiérrez (Universidad de Waterloo, Ontario, Canadá)
quien es una conocida devota de y especialista en la obra de Lydia
Cabrera. Entre los libros de Mariela se destacan: Los cuentos
negros de Lydia Cabrera: un estudio morfológico (Universal,
1986), El cosmos de Lydia Cabrera: Dioses, animales y
hombres (Universal, 1991) y Lidya Cabrera:
Aproximaciones mítico-simbólicas a su
cuentística (Verbum, 1997). La Habana Elegante
se honra con la contribución de Mariela, así como con la
de Lesbia Varona (University of Miami), Uva Clavijo, e Isabel
Castellanos (Universidad Internacional de la Florida).
Sin su ayuda desinteresada y generosa este homenaje no habría
sido posible.
El mito de las tres
pruebas en "Se va por el río", de Lydia Cabrera
por Mariela A. Gutiérrez
(Universidad de Waterloo, Canadá)
Mucho se ha escrito sobre la persona de
Lydia Cabrera y sobre la africanía de su obra; durante los
últimos 60 años, en Cuba, en el continente americano,
norte y sur, y en la misma Europa, se han publicado un sinnúmero
de obras críticas sobre la producción etnográfica
y el estudio de las creencias religiosas y la medicina de
raíces africanas en la isla de Cuba que son frutos de la
investigación y la recopilación de esta brillante
escritora y etnóloga cubana.
No obstante, siempre ha existido un
vacío en las investigaciones sobre la naturaleza psico-
espiritual de su obra, o sea, los estudios sobre el fondo
mítico-simbólico de su producción literaria
siempre han brillado por su ausencia. Fue exactamente en Montreal
(mi ciudad adoptiva en el destierro, desde mi adolescencia), cuando
escribía mi tesis de doctorado sobre Lydia Cabrera, que me
dí cuenta de la necesidad de que un estudio
mítico-simbólico sobre su obra un día fuera
escrito; catorce años más tarde, en 1997, esta
íntima convicción se hacía realidad en un libro,
mi tercero sobre la obra de nuestra gran etnóloga, el cual
comprende la minuciosa tarea de profundizar en ciertos aspectos
míticos y simbólicos de importancia que permean la
cuentística de Cabrera, los que hasta la fecha han permanecido
como una experiencia inédita.
En la cuentística de Lydia Cabrera pululan entre los
humanos, sin envidiar un ápice al Olimpo griego, todos los
dioses de la mitología africana, como también otros entes
sobrenaturales y un sin fin de plantas medicinales, los cuales toman
como residencia principal el llamado Monte, lugar sagrado para los
afrocubanos, en el que moran sus dioses, los espíritus de sus
antepasados, entes diabólicos, seres sobrenaturales y
espíritus de animales ya muertos. La narrativa
mítica de Cabrera está saturada de lo sobrenatural de
aparentes raíces africanas; sin embargo, el cosmos mítico
de la autora tiene, en realidad, una base mucho más compleja,
más universal, que la mera fuente africana. Por supuesto,
lo africano ancestral es la piedra angular de su cuentística,
pero, sin lugar a dudas, detrás de la africanía de sus
cuentos hay una ligazón primordial con "la verdad objetiva y
universal simbólica" (Cirlot 12), lo cual hace que los relatos
de Cabrera tengan una consecuencia inmediata dentro del dominio de la
mítica tradicional universal.
Al escribir Lydia Cabrera:
Aproximaciones mítico-simbólicas a su cuentística
quise facilitar la presentación y la interpretación del
material mítico-simbólico que permea la
cuentística cabreriana. Con ese fin, dividí mi trabajo en
dos partes. La primera parte, titulada "Simbolismo y
mitología de bases africanas", presenta cuatro estudios que
exploran la relación intrínseca que existe entre la
cuentística de Cabrera y la mítica y el simbolismo
africanos. La segunda, "Funciones estructuralistas y simbólicas
del elenco cabreriano", ofrece un vasto análisis de las
funciones de los personajes de Cabrera y su relación con la
simbología universal en el contexto de veintiseis cuentos de la
autora.
La Parte I comienza con un estudio
titulado "El pasado africano y sus dioses" el cual nos lleva desde el
pasado continental africano, con sus instituciones, reglas y
jerarquías, hasta la introducción de los esclavos en
América, apoteosis que comienza en 1501 y que no cesa hasta los
albores del siglo XX. La situación histórica de
esos africanos transplantados trae consigo la venida al Nuevo Mundo de
sus tradiciones y creencias; en Cuba éstas crean un universo
espiritual que se resume en ese lugar sagrado para los yorubas (lucumíes)
establecidos en la isla, al que aún llaman el "Monte". La
creencia africana en la espiritualidad del Monte persiste al llegar a
Cuba, y es en el Monte —bosque o arboleda— que descubrimos el complejo
anímico de toda una cultura, y sus puntos de contacto y
oposición con las culturas tradicionales. En mi libro
presento a cada uno de los dioses yorubas transplantados a Cuba,
investidos de sus nuevas características novomundistas, lo que
apunta al necesitado sincretismo que fue logrado entre las divinidades
ancestrales africanas y sus homólogos católicos para que
la creencia continuara en suelo cubano, sin que las autoridades de la
Iglesia y de la Corona de España pudieran darse cuenta.
En la segunda sección del primer
capítulo, titulada "El idioma simbólico de las aguas"
analizo una gran variedad de relatos de Cabrera en los que las aguas
participan como un personaje más, a través de un lenguaje
simbólico implícito, el cual es utilizado como
expresión del propio fluir de las aguas. En este estudio
presento diferentes avatares de esa "vía acuática", tan
presente en los cuentos de la autora, como transcurso irreversible, con
su doble sentido de muerte y disolución versus el renacimiento y
la circulación. Analizo también, en algunos de los
relatos, la correlación que existe entre el agua y la sexualidad
africana, lo cual forma parte de la temática de Cabrera, y
finalizo la sección con un estudio del mito de la tierra
baldía, el que se encuentra en varios relatos de la autora y el
cual parece compaginarse estrechamente con la filosofía,
creencias y mitos africanos y por ende con los afrocubanos.
La tercera sección de la Parte I,
que lleva por titulo "El mito del chivo expiatorio" analiza un relato
que es esencialmente mítico, "Las mujeres se encomiendan al
árbol Dagame", publicado en su segunda colección de
cuentos afrocubanos titulada ¿Por qué...? (1948),
al cual aplico el modelo mimético del investigador
francés René Girard, estableciendo así, por medio
del cuento en cuestión, la posición girardiana sobre la
naturaleza del sacrificio y la violencia en relación con el
conflicto mimético que ocurre en relatos de este tipo.
Por último, en la última
sesión del primer capítulo que lleva por nombre "De babalawos
y conjuros" penetro en la sabiduría ancestral de los babalawos
(sacerdotes) y mayomberos (brujos) afrocubanos a través
del análisis de un relato de Cabrera titulado "Esa raya en el
lomo de la jutía", también de su libro ¿Por
qué...?. En esta parte de mi libro presento de manera
científica el ritual de curación del bilongo
(maleficio) que se lleva a cabo en el cuento, con sus cantos rituales,
sus abluciones religiosas y el uso de plantas medicinales, todo lo cual
se apoya en la fé ciega que llena el alma del brujo y la de sus
adeptos, los que con sus ruegos, ritos, cantos y menjurjes pueden
lograr la cura del enfermo, o mejor dicho, del embrujado.
Indudablemente, ha sido un verdadero reto trabajar en detalle este
relato, el cual podemos considerar como una verdadera joya de la
mítica afrocubana.
La segunda parte de mi libro la dedico
por entero a la aplicación de un extenso análisis
estructuralista basándome en la morfología de los cuentos
de Lydia Cabrera. A los mismos los considero, intencionalmente,
fábulas mito-africanas, o de esencia africana con un fondo
mítico, en las que existe una interdependencia social y
espiritual entre el universo visible y el invisible. Para mi
análisis me baso en los estudios hechos por Vladimir Propp, A.N.
Veselovski, Claude Bremond, y A.J. Greimas, con el fin de presentar la
estructura mítico-simbólica que se encuentra a la base de
veintiseis relatos míticos de Cabrera.
Por último, después de un
breve "A manera de epílogo" dedicado a la apoteosis
mitológica del aché africano, fuerza
cósmica en constante fluir, la cual goza de omnipresencia en
toda la obra de Cabrera, presento una bibliografía exhaustiva,
en la cual aparece la obra íntegra de Lydia Cabrera,
seguida de todos los libros, ensayos eruditos y artículos
periodísticos sobre la autora, publicados hasta la fecha.
A continuación quisiera compartir
con los lectores de La Habana Elegante un breve pasaje
de mi libro Aproximaciones... en el que analizo el
hermosísimo y poco conocido cuento de la autora titulado "Se va
por el río", representativo de la temática de las aguas
en la narrativa de Cabrera, el cual se encuentra en su cuarta
colección que lleva por título Cuentos para adultos
niños y retrasados mentales (1983). Este es un hermoso
relato de variadas fuentes arcaicas combinadas, pero de obvio trasfondo
africano, en el cual una hermosa pero desgraciada mujer, esclava en el
harén de un rey muy rico, sufre los maltratos de la favorita del
rey quien le tiene celos; para colmos, las otras concubinas del monarca
también le hacen daño y la humillan para así
halagar hipócritamente a la que llaman "la Principal" (45),
aunque todas en verdad la odian. No obstante, todo cambia un
día para la triste esclava, gracias a la intervención de
las aguas retozonas de un río y a una cucharita de plata que
pertenece a "la Principal".
Para mí era primordial analizar
la relación simbólica que existe entre las aguas y la
cuchara que se escapa de las manos de la esclava cuando la lava en el
río, enfilándose como si fuera un pez por la corriente
juguetona de su cómplice, el río. La cuchara de "la
Principal", como objeto simbólico —como a menudo sucede en el
simbolismo primitivo— al ser traspasada de su lugar usual a otro medio
––en este caso el río–– su contenido inconsciente se transforma
bajo la luz de otro ambiente. Recordemos a Juan Eduardo Cirlot cuando
dice: "Los utensilios, especialmente, encierran una fuerza
mística que amplifica el ritmo y la intensidad de la
volición humana" (335). Los objetos de forma y
función simple son vistos como activos o pasivos; el cuchillo,
por ejemplo, por su forma y función es activo y se presenta como
la inversión de la lanza ya que por ser corto expone la corta
dimensión espiritual del que lo posee. De esta manera, la
cuchara, cóncava como una concha, recoge, concentra,
simbolizando la prosperidad, el viaje próspero, y es
también, por su función, activa. La misma, al
navegar en las aguas del río, recoge el simbolismo del pez como
barco místico de la vida, como movimiento penetrante ascensional
del inconsciente.
La cuchara de plata de "la Principal",
una vez en las manos de la esclava, quien al lavarla la pone en
contacto con las aguas "corrientes" del río, modifica y
transforma su contenido inconsciente, en este caso sacando a relucir el
deseo de libertad que embarga el alma de la esclava, poniéndolo
en acción al unir sus propios esfuerzos a las buenas intenciones
de las aguas del río, el cual, en su camino de
liberación, va a llevarlas a ambas ––cuchara y esclava–– hasta
las orillas del mar, origen de todo lo que vive.
Al principio, cuando la esclava ve la cuchara escaparse por el
río, se desespera, llora, implorándole que vuelva porque
"la Principal" de seguro la matará. De nada sirven sus
ruegos, la cuchara, símbolo de la euforia de su alma que quiere
libertad, "[retoza], [bazuquea], [resplandece], llenándose de
agua la cabeza hueca y lanzando con ímpetu chorros en alto"
(45). Por fin, la mujer se echa al río a nadar "en pos de
la pícara cuchara" (45) y al hacerlo va también en pos de
sus íntimos deseos de libertad y de una vida mejor. Por
supuesto, sólo su inconsciente se da cuenta de este paso, la
mujer cree que va estrictamente en busca de la cuchara de "la
Principal".
Hay tres paradas en el camino de liberación de la esclava;
ella nada sin tregua detrás de la "cuchara endiablada" (46),
más el río tiene sus propios designios y él la va
llevando camino a tres encuentros que actúan como tres escalones
que ella debe subir en la senda de su iniciación y
trascendencia.
El primer encuentro ocurre "en una ribera de gran soledad por la
que había entrado el río" (46); allí la espera una
anciana quien le pide que la ayude y la lleva hasta una casucha en
ruinas, sin techo que la cubra. La esclava deja de lado su
afán de perseguir la cuchara y decide techarle la casa a la
viejita. En estos momentos la presencia acuática es en
forma de lluvia "triste y tierna" (47); la joven busca a la anciana
para solo darse cuenta de que ha sido sólo su fantasma,
"allí en aquellas ruinas, hacía años, muerta de
abandono, la lluvia la había amortajado" (47). La vieja
está muerta, sólo hay "silencio, soledad, el rumor del
río" (47).
La esclava da sepultura a los huesos de
la anciana y sigue su carrera en pos de la cuchara de plata, la que
todo este rato la espera "[colocada] sobre una piedra cuidando ahora de
llenarse de sol su cabeza hueca" (46). Al obedecer al llamado
ancestral, la esclava ha escogido dar tributo a sus mayores por encima
de su propia libertad. La mujer ha subido el primer
peldaño .
El segundo encuentro toma lugar cuando
"el río [penetra] en la selva" (47). Allí, en la
orilla, la espera un tigre. Al verla, el tigre se la quiere
comer, tiene hambre. Ella le niega sus piernas porque las
necesita para impulsarse en el agua; él, entonces, le pide sus
pechos, y ella abriendo sus brazos se aproxima "y el tigre [devora] sus
pechos y [bebe] su sangre" (47). De inmediato la esclava se echa
a nadar con nuevas fuerzas, como si nada hubiera pasado, "ligera y
desmemoriada" (47) en busca de la cuchara, sin advertir que sus senos
retoñan.
Al enfrentarse con el tigre, o sea con
lo instintivo, salvaje, indómito, la mujer entrega
incondicionalmente sus pechos y su sangre, y con ello da paso al
sacrificio. Ofreciendo sus pechos ––símbolos de amor,
protección, alimento, maternidad y fertilidad–– junto con su
sangre ––el principio de la vida, el alma, la fuerza regeneradora––
para saciar el hambre y la sed de la bestia, la esclava ha escogido el
sacrificio conciliatorio antes que su propia libertad. La mujer
sube un segundo peldaño en su extraño camino
liberador.
El río sigue "su curso (...) mudo
y negro" (47) bajo la bóveda de la noche; nosotros, nos
imaginamos que en él siguen navegando la esclava y la
cuchara. Con la llegada del amanecer, la mujer se da cuenta de
que se están aproximando al mar. Al llegar a su destino y sin
dar explicaciones, la cuchara sale del río y se entrega
voluntariamente a la mujer; ésta, algo confundida ante la
sorpresa de haber logrado recobrar la cuchara, comienza a buscar un
camino de regreso a la casa del rey, su dueño. Mientras se
orienta, se tropieza con un hombre que anda a gatas y que con su cuerpo
le cierra el paso.
Este hombre es su tercer
encuentro. El le pide que le ayude, le dice que está
mugroso y que el peso de su suciedad le impide ponerse de pie. La
buena mujer accede y con sus uñas empieza a raspar la endurecida
costra que cubre la espalda del hombre. Sus uñas sangran y
la cuchara interviene diciéndole "utilízame" (48).
Por supuesto, la esclava no quiere mellar la cuchara de plata de "la
Principal"; pero ésta le asegura que ella no le pertenece a esa
mujer y la exhorta a que la use "como instrumento" (48), palabras que
tienen un doble sentido que la pobre joven no sabe captar.
Poco a poco, la joven y su cuchara van limpiando la cargada
espalda del hombre, pero, ante su asombro, los que parecen ser bultos
de mugre son en realidad joyas preciosas, que van cayendo al suelo una
tras otra. Tras el éxito de la laboriosa operación,
el hombre, aliviado, le regala las joyas a la esclava, que baste decir
se encuentra anonadada ante todo lo que le está
sucediendo. La cuchara, a su vez, le dice que desde este instante
ella es "una reina poderosa" (49), con séquito, vacas, carneros,
puercos, un pastor y un ejército de soldados que nunca
serán vencidos; pero ella no quiere nada, aún cuando la
alegre cuchara le hace saber que ella misma es su cetro de reina,
porque la sufrida mujer —en lo profundo de su ser— sólo desea
"un poco de cariño" (49).
El tercer peldaño ha sido
franqueado, la buena esclava prefiere rehusar a los bienes y riquezas
del mundo a cambio de un poco de amor, el estado más elevado del
espíritu. Sin darse por vencida, la cuchara ––su cetro––,
en posesión de su papel de "instrumento del que se [ha] valido
el destino" (49), entonces la lleva a un lugar lleno de gentes que la
esperan gozosos para que entre ellos la nueva reina comparta su amor y
sus riquezas hasta "... más allá del fin de sus
días" (49).
La esclava del cuento, como el
mítico peregrino, supera el laberinto, que en su caso le ofrece
la búsqueda de la cuchara en la corriente del río, para
llegar al centro simbólico, a la patria prometida, en donde
encuentra la libertad y el amor, y puede finalmente reposarse de su
forzosa peregrinación acuática, la que pudiera parecer
sin sentido para los que no creen en las leyes ocultas del universo y
sus pruebas, a las que todo escogido debe someterse antes de alcanzar
el bienestar anímico absoluto.
Deseo terminar diciendo que éste, mi tercer libro sobre la
obra de tan reconocida figura de las letras cubanas, es mi humilde y
postrero homenaje a Lydia Cabrera (1899-1991). Incontestable
pionera de los estudios afrocubanos, Cabrera dedicó más
de medio siglo de incesante labor, a ese otro importante componente de
la identidad cubana, la africanía. En el período de
sesenta y cuatro años publicó, como nadie más lo
ha logrado hasta la fecha, más de un centenar de obras sobre lo
afrocubano— entre tratados de antropología y religión,
ensayos científicos y literarios, colecciones de cuentos y
artículos eruditos— las cuales la han consagrado como la
más alta autoridad en la materia. Por ende, como cubana,
con cada página de mi libro he querido honrar nuestra amistad de
once años, el recuerdo de su ilustre memoria y la espiritualidad
universal de su obra y de su vida.
OBRAS CITADAS Y DE CONSULTA
Cabrera, Lydia. Ayapá: cuentos de
Jicotea. Miami, Ediciones Universal,
1971.
________. Cuentos negros de Cuba.
Prólogo de Fernando Ortiz. Madrid, Ediciones C.R.,
Colección del Chicherekú en el exilio, 1972.
________. Cuentos para adultos, niños y
retrasados mentales. Miami, Ultra Graphic Corp.
Colección del Chicherekú en el exilio, 1983.
________. ¿Por qué...? Cuentos
negros de Cuba. Madrid, Ediciones C.R.,
Colección del Chicherekú en el exilio, 1972.
Gutiérrez, Mariela A. El cosmos de
Lydia Cabrera: Dioses, animales y hombres. Miami, Ediciones
Universal,Coleción Ebano y Canela, 1991.
________. Los cuentos negros de Lydia Cabrera:
Un estudio morfológico. Miami, Ediciones
Universal, Colección Ebano y Canela, 1986.
________. Lydia Cabrera: Aproximaciones
mítico-simbólicas a su cuentística.
Madrid, Editorial Verbum, 1997.
Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de
símbolos. Barcelona, Ed. Labor S.A.,
1981.
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