La
palabra Habana.– Su origen, etimología y ortografía Emilio Roig de Leuchsenring* Ya hemos indicado que los españoles dieron a nuestra ciudad el nombre de La Habana por ser el de la provincia india en que fundaron La primitiva villa. Veamos lo que sobre el origen de aquella palabra se expresa en el Informe... sobre la forma más correcta de escribir el nombre de la ciudad de La Habana presentado a la Academia de la Historia de Cuba en 1928 (49) por el académico y lingüista Dr. Juan Miguel Dihigo: “José Miguel Macías, en su Diccionario Cubano, etimológico, crítico, razonado y comprensivo, señala que el término Habana ha tenido variedades: Abana, Abanatan y por corruptela Abanatam; y a estos pueden agregárseles Habana y Savana que trae el Sr. Juan Ignacio de Armas, y los que señala Bachiller, Hauenne como si dijera Havenne, que estima errata, contra el criterio de Macías, diciendo que en tiempo de Drake se escribía u por v y hasta por b. El fraile franciscano Sr. Manuel de la Vega en la Historia del descubrimiento de la América Septentrional la llamaba Abanatan... Para A. del Monte, Habana es término siboney equivalente a pradera; Armas, con génesis arábiga, la deriva de sabana, indicando que los primeros cronistas designaban hacia una misma dirección las provincias de Havana, Sabana y Savaneque; que si el nombre de Habana no fuese significativo no se le habría antepuesto el artículo la que siempre tuvo, porque los nombres geográficos de América que tenían o conservan el artículo expresan algún objeto en castellano; agrega que en la Llave del Nuevo Mundo de Arrate aparece que se le llamó villa de San Cristóbal; el sobrenombre que se lee en la expresión San Cristóbal de La Habana se origina del abuso de prodigar con punible profusión los nombres de los santos de moda, cosa que se advierte frecuentemente y así lo afirma F. Caballero en su Nomenclator geográfico de España, en Santiago de Chile, Santiago de las Vegas, para diferenciar estas ciudades de la antigua Santiago de Compostela, por lo cual fué preciso decir San Cristóbal de La Habana, con el objeto de acabar con las numerosas homonimias del nomenclator geográfico”. Cita después el Dr. Dihigo el criterio de Macías, quien afirma no dudar que la expresión San Cristóbal de La Habana es equivalente a San Cristóbal de Sabana, es decir, “villa situada en el llano de Patabano, hoy Batabanó, y por corruptela se dijo Matabanó”. En cuanto a la etimología de la voz Habana, recoge el Dr. Dihigo la opinión de Macías acerca de la existencia en las costas septentrionales de Europa de un puerto con el nombre de Havanna-e, y ser muy probable que su apelativo equivaliera a puerto; y la del gran lingüista americano Whitney, que indica “que el nombre completo de la ciudad es San Cristóbal de La Habana y después hace referencia a la voz haven», puerto, fondeadero, abra, y señala con toda amplitud las relaciones de esta voz con análogas en las lenguas indoeuropeas”. Por último, y como consecuencia de todo lo anteriormente expuesto y del criterio mantenido por los historiadores mencionados, el Dr. Dihigo opina que “debe siempre que se refiera uno a esta ciudad, decir La Habana”. En cuanto a la ortografía de la palabra Habana, Antonio Bachiller y Morales, en trabajo especialmente consagrado a esta materia (50) dice que acepta la interpretación castellana que de esta palabra india da Las Casas, por considerar a éste como la primera autoridad “respecto a la denominación de las tierras y cosas indianas”, agregando que “los sonidos castellanos eran expresados por él como cosa propia y aplicados a la lengua extraña de que resulta la mayor confianza en la que nos han conservado sus obras”. Fué, sin duda, Las Casas – como hemos de demostrar más adelante – el único de los españoles de la época de la conquista que se identificó con los aborígenes, estudiando su vida y sus costumbres, y defendiéndolos en todo momento contra los atropellos y crueldades de Velázquez, Narváez y sus gentes. En este sentido, las observaciones que encontramos en los escritos de Las Casas se hallan revestidas – como apunta Bachiller –“de un amor casi patriótico, como si él mismo hubiera nacido entre la raza que describía”. Las Casas, según el polígrafo cubano, “al hablar de La Habana la escribía siempre con b”. Para hacer esta afirmación, Bachiller tiene en cuenta las ediciones más antiguas de Las Casas, “aquellas en que todavía no se había fijado la actual ortografía [la de 1860 en que publica sus Apuntes...]: y sin embargo no hubiera sido extraño que quien escribía auer por haber hubiera escrito Havana por Habana”. Y cita la página 33 de la Breuíssima relación de la destruyción de las Indias, edición de Sevilla, de 1552. Considera Bachiller que, después de Las Casas, “no puede dejar de aceptarse la autoridad del cronista Herrera”, que como es sabido sigue a aquél casi al pie de la letra, “pero eso mismo le da más autoridad por las razones que expreso antes”, y “Herrera escribe siempre Habana con b”, según aparece en la página 218, tomo 1 de sus Décadas, edición de Madrid en la Imprenta Real, años de 1726 a 1730. Menciona Bachiller otras autoridades históricas que también han escrito Habana con b, tales como don Juan Solórzano – en la página 310 de sus Obras Póstumas, Madrid, Imprenta Real, 1776, -- quien “en un informe extenso y curioso en que acusaba como fiscal que entregó la armada de su mando a los holandeses cerca de Matanzas, se refiere a la ciudad y puerto de La Habana expresando que en ella pudo ampararse si le faltaban los bríos para la pelea”; el Dr. Diego Andrés Rocha, “erudito oidor de la Real Audiencia hizo un estudio comparativo de las lenguas indianas, y quizás fue el primero que le halló semejanza con el vascuence, escribía también con b el nombre de nuestra ciudad: cerca de Tobal está la isla de la Habana y parece tomó nombre de Javan hermano de Tuval”, tomando esta cita del folio 12 vuelta, del Tratado Unico y Singular del origen de los indios, Lima, 1680, y comentando que “al copiar este párrafo del autor que cita el sabio oidor, conserva a la palabra su pesar de lo que pudo intuir en que la variase la etimología que buscaba”; Campomanes en su Apéndice a la educación popular, parte segunda, página 148, Imprenta de Sánchez, 1775 ; Esquemeling, en los Piratas de América, p. lll, edición 3a, Madrid, 1797; y el R. P. Francisco Sachino, historiador jesuita, en la obra Historia Societis Jesu sive Borgia, Part. 3a, Lib. IV, p. 201, Roma, 1740; todos los cuales, españoles los primeros, y extranjeros los dos últimos, escribieron, según Bachiller, la palabra Habana con b. No nos explicamos como Bachiller y Morales puede afirmar que Bartolomé de las Casas, “al hablar de La Habana la escribía siempre con b”, y mucho menos que lo afirme basándose en una edición de 1552 de la Breuíssima relación de la destruycion de las Indias, pues, precisamente, entre los tesoros bibliográficos que posee nuestra Biblioteca Nacional existe una preciosa edición, de 1552, del referido libro de Las Casas, y allí aparece escrita la palabra Habana, no con b sino con u. La portada de la obra dice así: “Breuissima relación de la destruycion de las Indias: colegida por el Obispo dō fray Bartolome de las Casas /o Casaus de la orden de Sācto Domingo, Año. 1552”. Que es la misma edición de Sevilla a que se refiere Bachiller, lo comprueba el colofón: “Fué impresa la presente obra en la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla en casa de Sebastián Trugillo impresor de libros. A nuestra señora de Gracia. Año de... ” [ilegible] Ese ejemplar de la Biblioteca Nacional tiene la siguiente dedicatoria: “A mi amigo el Dr. Domingo G. de Arozarena, Alvaro Reynoso”; y este cuño: “Biblioteca Arozarena”. En el reverso de la tapa delantera de la pasta existe este exlibris: “Biblioteca del Dr. Vidal Morales. Mihi et Amieis”. El tamaño de las páginas, en la parte impresa, es de 17 cm. x 10 ½ cm. La obra no está foliada, por lo que para buscar la página 33, que cita Bachiller, hemos necesitado contar hoja por hoja comenzando, ya desde las páginas en blanco que preceden a la portada, ya desde la portada, ya desde la primera página de texto, sin que encontremos en ninguna de las páginas 33 correspondientes a cada uno de esos cómputos, noticia alguna sobre Cuba o La Habana, ni, por lo tanto, escrita esta palabra. Pero en la página 22, contadas desde la portada, sí hay un capítulo que se titula Dela ysla de Cuba; y en ese capítulo, el siguiente párrafo, que transcribimos: “Otra vez desde a pocos días embie yo mensajeros assegurando q no temiessen a todos los señores d la prouincia dela Hauana: porq tenían por oydas de mi credito: q no se ausentassen: sino q nos saliessen a recebir q no se les haría mal ninguno... ” Como se ve, según anticipamos, la palabra Habana no está escrita, en esta edición de Sevilla, de 1552, del referido libro de Las Casas, con b sino con u; y en lo impreso se observa claramente la diferencia entre esa u de Hauana y la b de otras palabras escritas con esta letra, como embié, recebir, etc. En la misma Biblioteca Nacional de La Habana existe otra edición, en latín, publicada el año 1598, de esa obra de Las Casas, y en la página 24, se encuentra la traducción latina del párrafo que hemos copiado, correspondiente al mismo capítulo – “De Cuba Insula” – donde se escribe Habana en esta forma: Hauanae. No es cierto, pues, que Las Casas, en 1552, por lo menos, escribiese Habana con b, sino con u, que entonces correspondía al sonido que posteriormente se dió a la v. Sí está en lo cierto Bachiller en sus afirmaciones de que Herrera, Solórzano y Esquemeling escribieron, respectivamente, en las obras que aquél cita, Habana, con b, pues hemos podido comprobarlo con el examen de los ejemplares que de dichas obras se guardan en nuestra Biblioteca Nacional: Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y Tierra Firme de el mar océano, de Antonio Herrera, que lleva por fechas de impresión, trastrocadas, de sus varias Décadas, los años de 1730, 1726 y 1728; Discurso, y alegación en derecho, sobre la cvlpa qve resvlta contra el general don Ivan de Benavides Baçan, y almirante don Ivan de Leoz, cavalleros del Orden de Santiago y otros consortes en razon de aver desamparado la flota de sv cargo, que el año de 1628 venia a estos Reinos de la Provincia de Nueva España, dexandola, sin hazer Defensa, ni resistencia alguna, en manos del Corsario Olandés, en el Puerto, y Baia de Matanças, donde se apoderó della y de su tesoro, por el doctor D. Ivan de Solórzano Pereira..., que aunque no tiene fecha en la portada, tanto en la dedicatoria como en los Pareceres y el Privilegio, aparece que fué impresa el año 1676 y no 1776 como afirma Bachiller, no siendo tampoco en la página 310, sino en la 627, donde figura la palabra Habana escrita con b; Piratas de la América, y luz a la defensa de las costas de Indias Occidentales, “traducido del flamenco en español por el doctor de Buena-Maison. Dala a luz esta tercera edición D. M. G. R. Con licencia en Madrid: por Ramón Ruiz. ano de MDCCXCIII”, o sea impresa en año también distinto al que da Bachiller, aunque sí es exacta la página en que él sostiene que se encuentra escrita Habana con b. En la advertencia – El Traductor al Lector – de este último libro, se dice que la obra se titula Piratas de América, de J. Esquemeling, “francés de nación, escrita y publicada el año pasado en lengua flamenca”, o sea en 1792. No hemos podido consultar las otras obras citadas por Bachiller sobre el asunto de que tratamos, por no existir ejemplares de ellas en nuestra Biblioteca Nacional. Si no es cierto, como hemos dejado probado, que Las Casas escribiera Habana con b, tampoco lo es, como en otro lugar del trabajo que estamos glosando, afirma Bachiller, que “en los libros de actas... del Exmo. Ayuntamiento, en los documentos oficiales se escribía con variedad, hasta 1809: desde esta fecha predominó el uso de la b”, y también está errado Bachiller en atribuir el abandono, que él supone, de la b por la v, en el siglo XVIII, en la palabra Habana – dando por probado que hasta entonces prevaleció el uso de la v –, a “la avidez con que se dedicaron a escribir de América los extranjeros y principalmente los italianos, la toma de la Habana por los ingleses antes de que hubiera periódicos en ella y la tendencia que siempre ha existido para confundir la v y la b”; pues un examen minucioso de los Libros de Cabildos del Ayuntamiento de La Habana, desde el año 1550, nos permite afirmar que invariablemente, salvo rarísimas excepciones, que debemos atribuir a la mala ortografía del copista, aparece escrita la palabra Habana, tanto en las Actas como en los documentos a ellas unidos, siempre con v, iniciándose en 1798, como costumbre, el uso de la b, en los documentos fechados en La Habana, y no siendo sino hasta 1818 cuando se impone el empleo de la b en todas las actas de los Cabildos siempre que en ellas se escribe la palabra Habana. En efecto, aunque la ortografía del tomo primero – 1550-1572 – de las Actas Capitulares originales es muy variable y confusa, la palabra Habana aparece escrita, en lo que al uso de la v y la b se refiere, en la misma forma que la palabra villa, y de manera distinta que la palabra cabildo y que el apellido Borroto, del escribano del Cabildo: es una v, aunque con un rasgo alargado, pero en dirección distinta al de la b. Esta es la ortografía constante de la palabra Habana, salvo rarísimas excepciones – que, según hemos dicho, deben atribuirse más bien a error ortográfico del copista – tales como las de una nota marginal referente a pregón efectuado en 21 de junio de 1551 (folio 29), y otra del cabildo del 19 de junio de 1551 (folio 80), en que aparece la palabra Habana con la misma b de cabildo. Desde el 5 de enero de 1554 (folio 103), se encuentra la palabra escrita Hauana, con la v casi igual a u, que irá siendo cada vez más frecuente, hasta convertirse en la ortografía habitual de la palabra en todo el siglo, y en gran parte del siguiente. En la primera de las Cédulas Reales en que aparece el nombre de la Villa, y que figura, esmeradamente transcripta, como las demás, por el escribano de Cabildo Francisco Pérez de Borroto en el primer tomo de las Actas Capitulares, se emplea la ortografía Hauana. Continuando ahora el examen de las actas y documentos existentes en los tomos segundo y siguientes de los Libros de Cabildos originales de nuestro Ayuntamiento, encontramos los datos y noticias que conocerá el lector si prosigue la lectura de este capítulo. Havana, o más bien Hauana es la ortografía que aparece invariablemente en actas y documentos hasta 1698, con sólo las excepciones siguientes: en 1576, en 1585, en 1596 y en 1625, una vez en cada año; en 1648, dos cabildos, una copia de Real Cédula de 1647 y un recibo del Alférez Mayor; en 1649, cuatro cabildos y una fianza; y en 1656, un auto. En todo este tiempo no hay originales de reales cédulas en los Libros de Cabildos; sus copias, hechas en esta ciudad, aparecen siempre con la palabra Havana. Es de notar que en la copia de las primeras Ordenanzas Municipales, originales de Alonso de Cáceres, y promulgadas en 1641, se encuentra siempre la palabra Havana. En 1693 encontramos las primeras cédulas originales, firmadas por el Rey, y en ellas también figura la palabra Havana. Las hay también en 1695 y en 1709. Por primera vez se halla en los Libros de Cabildos la palabra Abana, en Cédula Real firmada por Felipe V en Zaragoza, el 16 de marzo de 1711; y la de Habana en otra Cédula Real, también firmada por Felipe V, en El Pardo, a 14 de agosto de 1714. Faltan los datos correspondientes a 1718-1723. Pero desde 1723 a 1781 los documentos reales todos dicen Havana, con la sola excepción de un título de Escribano, fechado en Madrid el 13 de julio de 1727, que dice Habana. También aparece la palabra Habana en carta dirigida a la Ciudad y firmada por Antonio de Oviedo, en México, enero 1º, 1730; y Abana en carta de la Ciudad de Guatemala a la Ciudad de La Habana en enero 17, 1780. Todos los documentos fechados en La Habana, incluso las copias de Reales Cédulas, etc., siguen diciendo Havana. La palabra Habana aparece, en cambio, en carta de Gaspar, Obispo de Barcelona, que había sido anteriormente nombrado Obispo de La Habana, pero no llegó a tomar posesión aquí. La carta, dirigida a la Ciudad, tiene fecha Cádiz, agosto 15, 1731. También es de notar que en los dos tomos de Cédulas Reales trasuntadas que existen en el Ayuntamiento, y que corresponden, respectivamente, a los años de 1693 a 1723 y de 1715 a 1721, la palabra aparece siempre escrita Havana; como quiera que fueron trasuntados en 1882-88, cuando ya estaba definitivamente en uso de la palabra Habana, la ortografía Havana debe corresponder a las Cédulas Reales originales, o por lo menos a las copias hechas por el Escribano del Cabildo habanero. Desde 1731 a 1739, todos los documentos fechados así en La Habana como en España, contienen siempre la palabra Havana, salvo una Cédula Real firmada por Felipe V en Sevilla, a 7 de mayo de 1723, en que dice Abana; y una certificación de Eugenio Portales, escribano de Madrid, con fecha 19 de julio de 1734, que dice Habana. Por primera vez – salvo las excepciones ya señaladas en los siglos XVI y XVII – encontramos la palabra Habana en documento cubano: un memorial impreso, dirigido al Rey por los Comisionados Capitulares y vecinos del pueblo de Guanabacoa, solicitando para esa población el título de villa, y su separación del distrito y jurisdicción de La Habana, sin fecha; pero en la certificación del Escribano de Madrid, que figura manuscrita al pie del mismo, con fecha 30 de mayo de 1739, y en el Real Despacho firmado por Felipe V, de la misma fecha con que envía la copia de dicho memorial a la ciudad de La Habana, aparece escrito Havana. Ese documento impreso es, según la antedicha certificación de Madrid, copia del original que quedaba en la Escribanía del Consejo y Cámara de Yndias, pero tratándose de un impreso, es lógico que fuera otro ejemplar de los que se enviaron de Guanabacoa a España, aunque no consta así, expresamente. Desde el año de 1743 en adelante hasta el período de la dominación inglesa, todos los documentos reales provenientes de España traen la palabra Habana, con excepción de una Real Cédula firmada por Carlos III en Buen Retiro, a 16 de septiembre de 1760; por lo cual se observa la paradoja de que el uso de la palabra Habana en vez de Havana aparece, y luego se generaliza, en los documentos oficiales de la corona de España durante el reinado del monarca extranjero, del francés que inicia la dinastía de los Borbones en España. Entretanto, en nuestra ciudad, todos los documentos siguen presentando la palabra Havana, tan invariablemente como lo hicieran desde 1550, con la única excepción de un recibo del Mayordomo de Propios, de 1º de abril de 1761, pero luego el mismo Mayordomo continúa escribiendo Havana en otros recibos de mayo y junio del mismo año. El Escribano de Cabildo, Ygnacio de Ayala, escribe invariablemente Havana, aun cuando transcriba documentos españoles. El gobernador de La Habana, Juan de Prado Portocarrero, en 6 de mayo de 1762, también escribe Havana. Después de la dominación inglesa apenas aparece en los Libros de Cabildo ningún documento real; pero en todos los existentes, de 1781, 1784, 1785, 1793, 1794 y 1795 encontramos la palabra Habana, salvo en uno de 1780 y otro de 1794. Entretanto, todos los documentos habaneros, lo mismo manuscritos que impresos ofrecen la palabra Havana. También dice Havana una cédula firmada por Carlos IV en 1797. Los gobernadores españoles de La Habana – Las Casas, Santa Clara – escriben invariablemente Havana. En 1798 es cuando empieza a aparecer – según ya expusimos – en documentos fechados en La Habana la palabra con b. Hay una petición de Manuel Ruiz, Portero Supernumerario del Ayuntamiento, de abril 18; y una petición de una vecina, Cayetana Muñoz, solicitando pluma de agua, de marzo 10, pero en este caso es posible se trate de falta de ortografía. El primer documento importante es el de José Pablo Valiente y Brabo, Intendente Visitador de Real Hacienda, que en una serie de escritos referentes a una causa seguida contra Pablo Estévez, con fecha 29 de agosto de 1798, emplea cuatro veces la palabra Habana. También hay dos copias de documentos españoles de ese mismo año hechas por el escribano de Cabildo en 1799, donde se escribe Habana. En 1799, en 7 de junio, aparece por primera vez la palabra Habana escrita por un Gobernador de la Isla, el marqués de Someruelos, en nota a una exposición de Pablo Martínez. Y también en 1799, se encuentra por primera vez la palabra Habana en un acta del Cabildo: es la de fecha 16 de agosto, suscrita por el Escribano de Cabildo, Miguel Méndez, y así continúa en las siguientes, hasta fin de año. Desde entonces se inicia el cambio gradual de ortografía, que ha de ser muy lento, pues vemos que en 1800, los cabildos dicen Habana hasta agosto, y luego nuevamente Havana, mientras el Gobernador Someruelos, el Mayordomo de Propios de la Ciudad, la Junta Consular, el Síndico, los Regidores, etc. continúan escribiendo Havana. En 1802 y 1808 alterna la b con la v en actas de cabildos y documentos en general. En los años siguientes, el marqués de Someruelos emplea con frecuencia Habana, y en 1808 hay, por primera vez, una proclama impresa del mismo, como Capitán general, con fecha 27 de enero, con la palabra Habana. Todas sus proclamas impresas conservarán en lo sucesivo esa ortografía, que cada vez se irá generalizando más, aunque por largo tiempo haya muchos – Regidores, Mayordomo de Propios, Escribano de Cabildo, vecinos y el mismo Someruelos – que escriban todavía Havana. En 1814, el gobernador Juan Ruiz de Apodaca escribe Habana, y Habana dice también el Diario del Gobierno – impreso – en dos ejemplares que aparecen entre las Actas del Cabildo, y que llevan fechas 21 y 25 de julio respectivamente. En cambio, Arango y Parreño, escribiendo al Ayuntamiento desde Cádiz, en abril 7 del mismo año de 1814, dice Havana. En 1816, después de algunos años en que la ortografía habitual de las actas de Cabildos era Habana, aparece la gran mayoría de las actas con la antigua ortografía, Havana. En 1817, también en la mayoría de los cabildos aparece la v. Unicamente en 1818, en todos los cabildos se encuentra escrito Habana, invariablemente, y lo mismo en 1819. Pero en 1818 hay una Cédula Real firmada por Fernando VII que dice Havana, y en 1819, el escribano de los Regidores Florentino Armenteros, Cavallero, Carlos Pedroso, Conde de San Esteban, José María Xenes, Ponce de León, etc., escribe Havana. La antigua ortografía es tan persistente, que todavía en 1820 los Síndicos del Ayuntamiento, Genaro Montoto y Mariano Hernández; y el Intendente Presidente de la Junta Superior de Hacienda, Alejandro Ramírez, escriben Havana; y por excepción, en el acta del primer Cabildo Constitucional, celebrado en 30 de junio de 1820, también dice Havana. Desde 1821 en adelante es cuando ya no aparece la palabra Havana, sino siempre Habana. En cuanto a las publicaciones, el más antiguo de los folletos cubanos hasta ahora descubierto – la Tarifa General de precios de medicinas, impreso en La Habana, en 1723, en la imprenta de Carlos Habré –, ofrece, tanto en su portada como en el texto, la palabra Havana. Nuestro primer periódico, dedicado a noticias y disposiciones del Gobierno, que inició su publicación el 8 de noviembre de 1782 – la Gazeta de La Havana –, y del que se conserva en la Biblioteca Nacional de esta Ciudad un único ejemplar, el número 3, del viernes 22 de noviembre de 1782, contiene, igualmente, la palabra Havana escrita con v, y así figura en el primer periódico literario de Cuba – el Papel Periódico de La Havana, cuyo primer número vió la luz el domingo 24 de octubre de 1790. Al variársele el título, por segunda vez, en 1809, ya se escribió Aviso de la Habana. También escribieron el nombre de nuestra capital con v, El Regañón de la Havana, aparecido el 30 de septiembre de 1800, y su sucesor El Substituto del Regañón de la Havana (3 de marzo de 1801), así como El Regañón de la Havana, que reapareció en 3 de noviembre del mismo año y desapareció el 13 de abril de 1802. En cambio, cuando don Antonio Carlos Ferrer, hijo de Buenaventura Pascual Ferrer, fundador del primitivo Regañón, renovó el 2 de noviembre de 1830 la publicación de ese periódico, ya escribió El Nuevo Regañón de la Habana. Havana escriben, por último, los redactores de las Memorias de la Sociedad Patriótica de la Havana, cuando comenzaron a publicarlas en 1793; pero en la segunda serie de esta importantísima revista, correspondiente al año de 1818, encontramos escrito, tanto en el título – Memorias de la Real Sociedad Económica de la Habana – como en el texto, la palabra Habana con b. Notas (49) Anales de la academia de la Historia de Cuba, t. X, La Habana, 1928, p. 196-199. (50) Apuntes para la historia de las letras y de la Instrucción Pública de la Isla de Cuba, t. Il, La Habana, 1860, p. 145-151. * Tomado de su: Historia de La Habana. Desde sus primeros días hasta 1565. La Habana: Municipio de La Habana. Administración del Alcalde Dr. Antonio Beruff Mendieta, 1938. pp. 45 – 54. |