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Esta sección ofrece dos ensayos, siendo el primero de
ellos, Cuando los barcos no llegan,
es una reflexión de Rafael Álvarez R. sobre el Coloquio con Juan Ramón
Jiménez, de José Lezama Lima, mientras que Pablo
de Cuba Soria en La Última Lectura De Orlando / El
Sendero Otro, nos propone lo que llama - a modo de
subtítulo - (Esbozos sobre
cierta poesía de Eliseo Diego). Cuando los barcos no llegan La mer, la mer, toujours recommencée. Paul Valéry A Denis. Rafael Álvarez R. I Setenta años nos separan del Coloquio con Juan Ramón Jiménez, encuentro entre titanes de las ![]() Cuando el mar de una isla no es sólo mar para ir a otra parte, sino para que lo pasee y lo goce, mirando hacia dentro, el cargado de conciencia universal tanto como el satisfecho inconciente, esa isla será alta y hondamente poética, no ya para los de fuera sino, sobre todo, para los de dentro.5 Este texto de Juan Ramón, así como su presencia, avivaron la lucidez de los intelectuales. En vísperas de su primer aniversario entre nosotros fue interrogado públicamente sobre el “explosivo” que ![]() Coloquio… se recuerda como una hiperbolización del imaginario lezamiano ya que no existe una fuente que autentifique step by step la presunta controversia, publicada por la Revista Cubana en el número correspondiente a enero-marzo de 1938. No obstante, si bien el creador de Sonetos espirituales reconoció añadiduras en sus intervenciones una vez impresas, no desmintió su coautoría, como lo afirma en la nota-exergo al facultar el inicio de la plática. Así (se) legitima el encuentro como baluarte de la reflexión, no ya en la maniobra de deslindar sus ideas de las de su colega, sino en el aporte que se ofrenda a los debates en torno a la identidad nacional en un período que demandaba la urgencia. II Contrario a lo que se cree La isla en peso6 no origina la saga insular, aparece seis años más tarde que Coloquio con Juan Ramón Jiménez. Lezama Lima sugiere primero el mito. Si para él es una “fiesta innombrable”7 nacer en la Isla, y ella constituye la destinataria de su telos; para Virgilio Piñera es incertidumbre, insuficiencia, limitación (sobre todo existencial) por su aislamiento. Piñera, cuyo poema-libro referido es escéptico frente a las normas identitarias consensuadas por la voz coral, será como ese hijo díscolo que “mata al padre” y se separa de sus influencias para fijar las suyas. Asistimos a la colisión de dos visiones programáticas que disienten sobre un mismo metarrelato: la insularidad. III Lezama abre8 Coloquio… puntualizando que el insularismo no se debía identificar con la etapa anterior o “contemporánea” de nuestra lírica ni con lo más evidente de nuestra conducta. ¿A qué sujetarnos para circunscribir el indicio? Si examinamos en algunos diccionarios de lengua española el vocablo “isla”, las definiciones convergen en que es: una porción de tierra rodeada de agua, sea de mar, río o lago. Juan Ramón Jiménez comenta al respecto: ¿Qué extensión le da usted al concepto “insularismo”? Porque si Cuba es una isla, Inglaterra es una isla, Australia es una isla y el planeta en que habitamos es una isla. Y los que viven en islas deben vivir hacia adentro. Además, si se habla de una sensibilidad insular, habría que definirla o, mejor, que adivinarla por contraste. En este caso, ¿frente a qué, oponiéndose a qué otra sensibilidad, se levanta este tema de la sensibilidad diferente de las islas? En poesía, para concretarme a la esencia de todo problema de sensibilidad, no he advertido que el problema del “insularismo” penetre el de la sensibilidad artística hasta darle un tono distinto. Véase, por ejemplo, la gran lírica inglesa.9 Si nos restringimos a la acepción geográfica de la palabra “isla”, la tesis insular se dinamitaría porque se ajusta conceptualmente a la Tierra toda: sitiada por agua. El autor de Platero y yo vislumbra una de las agravantes, la imposibilidad de definir la tesis como el estudio antropológico de los isleños, lo cual da fe de cierta reticencia que buscará zonas débiles en las opiniones / contrapunteos de Lezama. IV ![]() V Lezama Lima se ve obligado a enmarcar un área de definición con lo otro divergente a la ínsula, lo que promueve en las zonas medias del intercambio la hipótesis de un contraste entre la sensibilidad insular cubana y la continental mexicana. Hipótesis que pone en solfa el español al referir que, si pertenece Perú al tipo continental e Inglaterra al insular, son distintos en naturaleza expresiva: Perú de México, México de Perú, Cuba de Inglaterra, Inglaterra de Cuba. Se diserta, entonces, sobre la creación poética afrocubana. No son pocos los origenistas que la han censurado12 por declinar hacia un exotismo pintoresco, tipificación de lo cubano, antillanización ![]() Por otra parte esclarece el cubano que la sensibilidad isleña no es antagonista de la directiva universal porque llega a lo cosmopolita luego de una reafirmación de lo autóctono. Esta idea concilia la dualidad hasta ese instante en pugna para las vertientes literarias nacionales y hace guiños a un aforismo suyo del artículo “Razón que sea”, publicado en el primer número de Espuela de Plata, en 1939: “La ínsula distinta en el Cosmos, o lo que es lo mismo, la ínsula indistinta en el Cosmos”.15 La originalidad de la isla la vuelve irrepetible en un diapasón donde cada una de las partes exhibe lo que la identifica y distingue de las demás. A la vez es “indistinta” porque aporta su “resaca” o cosecha del conocimiento científico-humanista a “las corrientes marinas”, en beneficio del flujo ecuménico. VI El autor de Paradiso apela a las aristas que precisan su formulación: “Insularismo” ha de entenderse no tanto en su acepción geográfica, […] sino, sobre todo, en cuanto al problema que plantea en la historia de la cultura y aun de la sensibilidad. […] Frobenius ha distinguido las culturas de litoral y de tierra adentro. Las islas plantean cuestiones referentes a las culturas de litoral. Interesa subrayar esto desde el punto de vista sensitivo, pues en una cultura de litoral interesará más el sentimiento de lontananza que el de paisaje propio. […] Me interesa subrayar su afirmación de que el insular ha de vivir hacia adentro, opinión que coincide con la del maestro Ortega y Gasset cuando afirma que los isleños sólo entornan los ojos a la vista de los barcos cargados de enfermedades infecciosas.16 En sentido recto o figurado lo que distinguiría a una isla es que se transmute en subjetividad ![]() José Lezama Lima ubica su propuesta como símbolo en la disquisición sobre lo cubano: Yo desearía nada más que la introducción al estudio de las islas sirviese para integrar el mito que nos falta. Por eso he planteado el problema en su esencia poética, en el reino de la eterna sorpresa, donde, sin ir directamente a tropezarnos con el mito, es posible que este se nos aparezca como sobrante inesperado.18 Este pronunciamiento funda lazos entre insularismo, literatura y cubanidad: agentes taxonómicos que devienen la estrategia “infalible” del proyecto lezamiano para Cuba. El mito insular es la directriz ![]() VII ![]() El Coloquio con Juan Ramón Jiménez representó una de las coyunturas que llevó a la aparición de un “estado poético” en el que convergieron los “diez poetas cubanos”, núcleo del grupo Orígenes. José Lezama Lima cimentó sobre una realidad dislocada un corpus donde la poiesis constituía el medio toral de su infraestructura, beneficiada de un sistema de notaciones conceptuales y una integración disciplinaria que coadyuvaron a un desentrañamiento de la identidad cultural de la nación. Nunca fue perdida la utopía. Notas 1. Órgano de la Asociación de Estudiantes de Derecho. Es considerada la matriz – quizá también junto a Luz y Grafos - de las revistas que devinieron Orígenes, donde se nucleó el grupo de igual nombre. Verbum se da a conocer en junio de 1937, su director fue René Villarnovo y el secretario-organizador José Lezama Lima. Le sucedieron las preorigenistas habaneras: Espuela de Plata (bimestral de arte y poesía, 1939-1941); Nadie Parecía. Cuaderno de lo bello con Dios (1942-1944); Clavileño (mensual de poesía, 1942-1943). Dirigidas por Lezama, Guy Pérez Cisneros y Mariano Rodríguez la primera; Lezama y Ángel Gaztelu la segunda; y la tercera, editada por un colectivo integrado por: Gastón Baquero, Cintio Vitier, Eliseo Diego, Justo Rodríguez Santos, las hermanas García Marruz, Emilio Ballagas; hasta llegar a Orígenes en 1944. 2. María Zambrano: La Cuba secreta, en Correspondencia José Lezama Lima-María Zambrano, María Zambrano-María Luisa Bautista, comp., int. y notas Javier Fornieles Ten, Junta de Andalucía, Renacimiento, 2006, p. 281. 3. Juan Ramón Jiménez: “Estado poético cubano” (prólogo a La poesía cubana en 1936), en Juan Ramón Jiménez en Cuba, comp., pról. y notas Cintio Vitier, La Habana, Arte y Literatura, 1981, p. 72. 4. Juan Ramón Jiménez (comp., pról. y apéndice): La poesía cubana en 1936, La Habana, Institución Hispanocubana de Cultura, 1937. 5. Juan Ramón Jiménez: “Estado poético cubano”, en ob. cit., p. 76. 6. Virgilio Piñera: La isla en peso, La Habana, Tipografía Úcar García, 1943. 7. “La mar violeta añora el nacimiento de los dioses/ ya que nacer es aquí una fiesta innombrable”. Versos tomados del poema “Noche insular: jardines invisibles”, perteneciente al libro Enemigo rumor, 1941. 8. Lezama despliega una prosa de exquisita riqueza plástica en las imágenes sugeridas para evocar figuraciones del art nouveau. Entre ellas insiste en la “serpiente de cristal” que “se persigue” y muda su epidermis. Con esta representación alude no sólo al principio filosófico de la circularidad, a la renovación y el cambio necesarios en el acto de mudanza epitelial, sino también a la dicotomía ser/parecer. “La piel anterior es ya un papel […] el papel cae con la elegancia con que se frunce la hoja”, nos dice sobre la naturaleza marcesible de lo aparente, así sobre su ponderación de la búsqueda del centro, la estructura de uno mismo. Después tiende su red analógica entre la sierpe -que prosigue en su peregrinaje hacia la esencia- y Picasso y Juan Ramón Jiménez, quienes han obrado de igual modo según su criterio: “Juan Ramón, Picasso. Su fidelidad radica sólo en el acoplamiento de la virtud aprehensiva volcada sobre el objeto provocador en el momento en que éste ofrecía el mejor de sus cuerpos”. Sugiriendo una afinidad ideotemática con “Ah que tú escapes en el instante/ en el que ya habías alcanzado tu definición mejor”, el autor de estos versos nos convoca al examen de su órbita poética en el fragmento citado: la aprehensión de la sustancia. Inicia la apertura a su “Coloquio…” luego de referir las virtudes a destacar de su contraparte español, para sí “leyenda silenciosa”. 9. José Lezama Lima: Coloquio con Juan Ramón Jiménez, en Juan Ramón Jiménez en Cuba, comp., pról. y notas Cintio Vitier, La Habana, Arte y Literatura, 1981, p. 157. 10. Para desarrollar este segmento fue consultado el estudio inédito Clavileño: un sol que no se puso, pp. 26-28, del poeta e investigador Amauri Francisco Gutiérrez Coto. Mi agradecimiento. 11. Copiamos el texto de la fábula como se indica por Eliseo Diego: Tomada probablemente de: Giraldus Cambrensis. “The Phantom Isle.” En: W.B. Yeats (editor): Irish Fairy and Folk Tales, New York, Boni and Liveright, inc, 1918. “La isla” Entre todas las islas hay una recientemente formada a la que llaman El Fantasma, que tuvo su origen de este modo. Un día de mucha quietud se alzó un largo bloque de tierra a la superficie del agua donde antes nada hubo, con gran azoro de los isleños que miraban. Algunos dijeron que era una ballena o un monstruo del mar; otros, observando que no se movía, dijeron: “no, que es tierra”. Para reducir sus dudas a certezas, los jóvenes más valientes de la isla resolvieron acercarse en una barca. Cuando, sin embargo, llegaron tan cerca que podían desembarcar, la isla se hundió en el agua y desapareció de la vista. El siguiente día reapareció, y volvió a burlarse de los mismos jóvenes con la misma ilusión. Por fin, mientras remaban en el tercer día siguieron el aviso de un viejo, y dejaron volar contra ella una flecha barbada de hierro, al rojo vivo, y entonces pudieron desembarcar encontrándola habitable. Esta es una de las muchas pruebas de que el fuego es el más grande enemigo de toda clase de fantasmas, ya que todos los que han visto las apariciones caen en desmayo tan pronto sienten la viveza de la llama. Pues el fuego, por su situación y naturaleza, es el más noble de los elementos, es un testigo secreto de los cielos. El cielo es de fuego; los astros son de fuego; la zarza ardió en el fuego, mas no fue consumida. Y el Espíritu Santo estaba sobre los apóstoles en lenguas de fuego. 12. En las revistas anteriores a Orígenes se ubican los textos: “Presencia de ocho pintores”, de Guy Pérez Cisneros, en Verbum, número uno, junio de 1937 (pp. 56-67); “Agua clara en el caracol del oído”, de José Ardévol, en Espuela de Plata, número uno, agosto-septiembre de 1939 (pp. 9-10). En el número doce de Orígenes (invierno de 1946) José Rodríguez Feo da a conocer “Los cuentos cubanos de Lino Novás Calvo”. Otros integrantes del grupo han reflexionado sobre el asunto en publicaciones posteriores, ellos son: Gastón Baquero, Lorenzo García Vega, Cintio Vitier. 13. José Lezama Lima: “Coloquio con Juan Ramón Jiménez”, en ob. cit., p. 163. 14. Ibídem, p. 159. 15. José Lezama Lima: “Razón que sea”, en Espuela de Plata (ed. facsimilar), Sevilla, Renacimiento, 2003, p. 51. 16. José Lezama Lima: “Coloquio con Juan Ramón Jiménez”, en ob. cit., p. 157. 17. Virgilio Piñera: La isla en peso, en Doscientos años de poesía cubana, comp. y pról. Virgilio López Lemus, La Habana, Abril, 1999, p. 273. 18. José Lezama Lima: “Coloquio con Juan Ramón Jiménez”, en ob. cit., p. 159. 19. Cfr. Cintio Vitier: Lo cubano en la poesía, La Habana, Letras Cubanas, 1998, p. 328. 20. Jorge Luis Arcos: Orígenes: la pobreza irradiante, La Habana, Letras Cubanas, 1994, p. 43. |
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