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ceiba y Templete;

     Cada 15 de noviembre, hacia la medianoche, los habaneros van al Templete para festejar un nuevo aniversario de la fundación de la ciudad. Al llegar al Templete, dan tres vueltas a la ceiba y piden un deseo. Ahora tú tienes la oportunidad de hacer lo mismo. Habaneros por voluntad, por derecho de nacimiento, o por cualquier otra razón, ha llegado el momento de reafirmar nuestra fe en la ciudad, nuestra determinación de disputársela a los huracanes de la historia, y de fundarla otra vez donde quiera que la noche nos sorprenda.
   La Habana Elegante -- que ha hecho ya una tradición de esta peregrinación virtual -- abre las puertas de su Templete para que todos juntos festejemos el 484 Aniversario de la Fundación de La Habana. A partir de este año dedicaremos nuestro Templete a una de las calles de la ciudad.  En esta ocasión le ha correspondido a Obispo -- una de las calles más habaneras -- ser depositaria de nuestro amor por la ciudad.
 

Origen del nombre de la calle del Obispo

     "Porque el Obispo de la Diócesis, don Pedro Agustín Morel de Santa Cruz, que vivía la calle Obispo a comienzos del siglo XXen la de los Oficios, n.o 94, puerta contigua al colegio de las niñas, en la época en que se impusieron los nombres a las calles, acostumbraba frecuentarla en sus salidas: se llamó antes del Obispado. En la casa conocida por de las señoras Bustamante, esquina de la calle de los Oficios, donde está la confitería, existe en el exterior de la pared que hace frente a la Plaza de Armas, una lápida con la siguiente inscripción: Hic finem fecit tormento bellico in opinate percusa Domina María Cepero: Anno 1,667: N. R. A. M." siendo la historia la siguiente: Era doña María de Cepero señora rica y principal (como hija del Gobernador don Diego Rivera y Cepero) y hallándose en la Parroquial mayor (que entonces estaba donde hoy el palacio de Gobierno), en una fiesta que ella costeaba, una bala salida de uno de los arcabuces en la descarga que se hizo, acertó a atravesarla, a la sazón que estaba arrodillada: por lo cual allí mismo la hicieron su sepultura. Derribada en 1,777 la indicada parroquial, fué recogida dicha lápida; y existiendo en poder de don Rafael Cepero (yerno de don Luis Gato) por consejo de don José Cepero hubo de colocarse en el paraje donde hoy está, haciendo creer a muchos que en él ocurrió el suceso. Hay otras tradiciones erradas sobre la misma lápida: como que el hecho ocurrió de resultas de una bala de cañón que salió de un buque surto en el puerto, etc., etc. En la casa número 91 vivió el virtuoso y sabio filósofo habanero don Félix Varela."

Tomado de: Lo que fuimos y lo que somos o La Habana antigua y moderna, de José María de la Torre.  Capítulo VI: "Razón de los nombres de las calles y de algunos otros lugares de La Habana," p. 52-3. La Habana: Imprenta de Spencer y Compañía.-- O'Reilly, 110, 1857.
 
 

los habaneros le dan la vuelta a la ceiba




Qué pueda estar con mi hija y esposa cuanto antes.

Pedro Luis Marques de Armas



Templete

Una ceiba es una ceiba es una ceiba
plantada al centro de este templo
que es la plaza que es la ciudad
bordeada de murallas y provincias
que arman la memoria de un país
que se abisma entre el humo
y la vasta desmemoria de los hombres,
que son hombres porque arman
los andamios de humo y los abismos
donde alienta un país con sus provincias
y murallas que abrazan las ciudades
las plazas y los gastados templos
que sostienen una vieja ceiba
que es la cieba que es la ceiba.

Germán Guerra
 
 

jinetera, yuma y fiana en las playas del este de La Habana




1825

En las calles de la Habana ocurren varios asesinatos cada semana; pero uno no se enterará de esto por los periódicos, ni por los propios españoles, ya que tanto el gobierno como los particulares están ansiosos de ocultar a los extranjeros el reprochable estado de su ciudad.

John Howison, Esq. Foreign Scenes and Travelling Recreations, p. 128.
 
 

La Habana, 1683




     Con expectativas e incertidumbres acudo al "llamado del deseoso", a dar la vuelta a la ceiba sempiterna, el madero, el árbol redentor ( si alguno puede salvarnos). Pido a La Ceiba que no nos sea arrebatado el don de la memoria, el acto de recordar. Pido luz para la tierra que la sostiene. Tercera vuelta: toco madera, toco la ceiba de de la Villa de San Cristóbal de La Habana, de la Plaza de Armas, de Dallas, de Santiago de Chile, toco a la ceiba devenida en símbolo y pido como sólo a un símbolo se puede pedir: que 
no dejer de ser la señal, el emblema, la contraseña para los que andamos dispersos y nos juntamos a su alrededor para dar testimonio: que Cuba, hoy sepultada, reaparezca un día- destino, país, metáfora- como Troya bajo sus innumerables capas.

Damaris Calderón
 
 

El Templete




1871

Tal vez la cosa más extraña para un viajero es el hecho de que tan pronto como pone un pie en las calles de la Habana se ve arrastrado al corazón de su vida doméstica. LasDos señoras conversan. Foto de Dudley M. Brooks. The Washington Post grandes puertas están abiertas de par en par, y los enrejados de las ventanas no le impiden, ni con mucho, observar lo que ocurre dentro. Al pasar, tan pegado a la ventana que fácilmente podría introducir el largo de su brazo entre los barrotes de hierro, él ve a las damas parloteando y cosiendo, y, al propio tiempo, meciéndose en los sillones, como si sus vidas dependieran de la regularidad y continuidad del movimiento vibratorio; ve niños jugando, y sirvientas sacudiendo y limpiando, y alimentos que son servidos y comidos; puede que tenga hasta rápidos vislumbres de la cocina, lavado y otros procesos domésticos si mira hacia los patios y las cocinas al fondo; y puede que en un momento sea testigo involuntario de los toques finales del toilet de una bella señorita. Si una dama toca el piano o canta es en beneficio de todo el barrio, estacionario o transeunte; si hay una disputa conyugal todo el viandante percibe el sabor de su acritud; y continuamente hay un afectuoso intercambio de saludos entre los habitantes de un edificio sumidos en sus ocupaciones habituales y sus vecinos y conocidos que pasan en volantas o a pié.

W. M. L. Jay (J. L. M. Woodruff). My winter in Cuba, p. 39.
 
 

puesta de sol




     En el Templete, donde se celebró la primera Misa en Cuba, fue el lugar donde por primera vez bajó de los cielos, el Cuerpo, la Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Senor Jesuscristo. Ese fue el momento más histórico de nuestra querida Patria Cuba.

Aurelio García, (Chicago)
 
 

habanera caminando




1863

     Ahora bien, el bello mundo de la Habana, hablo de él de visu, recuerda exactamente al de Londres y París. Igual corte de la chaqueta de los hombres, igual talla del vestido de las damas, los tocados, sombreros, bastones, botas, lentes, vienen de París. Desdichadamente no se conoce aún el riego en la ciudad cubana, cuyas calles polvorientas bien que lo necesitan, sin embargo.

Lucien Biart. A travers l'Amérique, nouvelles et récits, p. 156.
 
 

la catedral, foto de Dan Heller




     En su copa se reúnen los dioses del desafuero y la discontinuidad a meditar sobre los designios del cuerpo. A sus pies, la esperanza de un creyente que no espera por las bendiciones del futuro, coloca un paisaje digestivo: Serenata de viandas, guisos del horizonte, frutas que se almibaran. 
     Aché para todo el mundo, dijo una vez la Reina rumba.

Juan Carlos Quintero Herencia
Silver Spring, Maryland
 

1748

sello conmemorativo del bicentenario del café cubanoEl cafeto, pasando de Etiopía a través de Arabia alcanzó las Indias Occidentales a través de Europa. Van Horn, el gobernador de Batavia en 1690, habiéndolo cultivado en Java, de semillas procuradas en Mocha, envió una planta a Nicolás Witsen, burgomaestre de Amsterdam, quien la plantó en el jardín botánico de la ciudad; se propagaron otras plantas de sus semillas, y, algunas de ellas, se enviaron a las Indias Occidentales. En 1718 se hicieron las primeras plantaciones de café en Surinam, y alrededor de 1728, por los franceses en Martinica; en este tiempo también fue introducida en Jamaica. Fue traída a Cuba por monsieur Gelabert, en 1748, quien estableció la primer plantación en el Wajay, a pocas leguas de la Habana.

C. D. Tyng. The stranger in the tropics, p. 138.
 
 

crepúsculo




     Soy de la provincia de Camagüey pero cada vez que visitaba la Habana me gustaba pasar frente a la Ceiba. ¿Cuándo volveré a verla? Ojalá sea muy pronto.

Delia Sarmiento
Hartford  Ct.
 

1819

Las ventas de negros se anuncian por medio de una nota impresa que se recibe junto con el diario. Los compradores llegan y se quedan hasta la hora indicada en la antesalaquitrín en que están instalados los guardianes. Los negros están todos encerrados en un gran salón cubierto, y la puerta que debe abrirse a los compradores es asaltada por éstos o sus agentes desde la madrugada. Constituye un espectáculo singular ver el ardor con que disputan un lugar cercano a esa puerta. Ni siquiera las multitudes que en épocas de penuria hacen cola ante una panadería muestran tanta ansiedad.
Al fin llega el momento y la puerta se abre. No, nada puede explicar el horror de este espectáculo. Los compradores o los que actúan a su nombre se precipitan sobre los infelices negros. Cada uno coge el mayor número posible a fin de tener entre quienes elegir. [...] ¡Qué gritos! ¡Qué gemidos tan espantosos! sobre todo entre las mujeres, que por la posición que ocupan en el salón son las primeras en encontrarse expuestas a la irrupción de los bárbaros. En esos momentos se renueva en el ánimo de esas infelices la idea de que se las saca de su país para comerlas. El furor con que se precipitan venta de esclavossobre ellas no les deja lugar a dudas. [...]
Los esclavos que han sido elegidos reciben unas piezas de ropa, y las mujeres lloran un poco menos a partir de ese momento. [...] A veces, en la espalda de estas camisas, se escribe el nombre del dueño y un nombre particular que habrá de ser el que lleve el esclavo. [...]
Sucede a veces que hermanos, hermanas, un padre y su hijo, se encuentran en grupos diferentes. Entonces se señalan con la mano; se llaman, y los llantos y gritos comienzan de nuevo. Se tiene el cuidado de vender juntos a la madre e hijo cuando éste tiene aún necesidad de los auxilios maternos; pero si los niños son algo crecidos, no se preocupan tanto...
[...] Compradores y comprados pasaron al vestíbulo. Estos últimos eran contados, clasificados; aquellos, pagaban. Una pieza negra, hombre o mujer, se vendía entonces a cuatrocientas veinte piastras; la segunda clase, la de los mulecos en cuatrocientas; y la tercera, la de los mulecones, en trescientas ochenta.

E. M. Masse, L'Ile de Cuba et La Havane, p. 94, 109.
 
 

Plaza de Armas, foto de Dan Heller




     Llevo mucho tiempo fuera de mi ciudad pero siempre recuerdo aquella ceiba hermosa que recordaba el nacimiento de La Habana.

Violeta Levy
Hartford Ct.
 
 

crepúsculo




1833

Asistí a varios bailes públicos organizados por los jugadores en la Habana: la concurrencia, en la que predominaban las señoras vestidas de blanco y los hombres con chaquetas de gingham a rayas, llegó en sus volantas precedidas de antorchas. EnFederico Martínez: retrato de María Wilson y Mijares (1881) un primer salón estaban situadas las mesas para jugar a las barajas en las que estaban sentados los jugadores de monte, con pilas de onzas de oro y pesos de plata ante sí. Damas y caballeros rodeaban a los jugadores y observaban ansiosamente el movimiento de los naipes, apostando muchos de ellos fuertes sumas.

El salón de baile estaba siempre muy bien iluminado, las damas se sentaban en fila como de costumbre, y los hombres formaban grupos o daban vueltas por los pasillos fumando; cuando comenzaba el baile, la banda, compuesta de nueve ejecutantes, tres violines, dos violoncelos, oboes y trompas, solía tocar con un estilo animoso y excelente, valses, fandangos o contradanzas, éstas últimas son una combinación del vals y el rigodón; y, en verdad, en cuanto a gracia y elegancia en el baile, los habaneros no tienen rival.

J. E. Alexander. Transatlantic sketches; comprising visits to the most interesting scenes in North and South America and the West Indies with notes on Negro slavery and Canada emigration, p. 320
 
 

malecón, foto de Dan Heller




     Mi hermano Alexander y yo siempre recordamos que cuando se aproxima el mes de noviembre tenemos que pensar en la Ceiba y el Templete. Cuando éramos pequeños mi madre nos explicaba en cada aniversario que allí se había celebrado la primera misa en La Habana. Ademas el 15 de noviembre era celebración doble porque un día como ese se casaron nuestros padres. Sabemos que en aquel atardecer ellos dos solos visitaron ese lugar en una muy privada ceremonia sentimental.

Tom Trujillo
New Milford, Connecticut
 
 

calle Obispo




Obispo

     Si se tiene en cuenta que el trazado de las calles al fundarse una ciudad en Indias se hacía, por una parte, partiendo de la plaza mayor, y por otra llevándolas a las puertas de la ciudad o a la rada, sabremos el por qué de la importancia que ha tenido siempre la calle Obispocalle Obispo, que corre desde la ribera del puerto en el lugar donde empieza a ensancharse la bahía, y pasando por el lado sur de la plaza de Armas y el costado de la Casa de Gobierno, termina en Monserrate, donde llegó a haber dos puertas para entrada y salida de la ciudad, una correspondiente a la calle Obispo y otra a la de O'Reilly.
     Pezuela, a mediados del siglo XIX la sitúa entre "las mejores y más concurridas" y las que tienen "tiendas a una y otra acera, donde se hallan todos los productos de la industria manufacturera."
     Ha tenido muy diversas denominaciones. Se llamó calle de San Juan, porque llevaba al convento de San Juan de Letrán, de los padres dominicos, que se erigió muy pronto, en el siglo XVI, con fachada lateral a Obispo. También se dijo del Consulado, cuando el Real Consulado se estableció en 1794. Una escritura de 1780 la señalaba así: de la Casa Capitular a la ermita de Monserrate. En 1776 se la llamaba calle de Su Señoríadroguería Johnson, en Obispo Ylustrísima; después del Obispado. En 1810 calle del Señor Obispo y, hasta hoy, simplemente Obispo. Aunque algunos historiadores dicen que se llamó así porque el obispo Agustín Morel de Santa Cruz (1694 -- 1768) gustaba pasear por esta calle, la razón más verosímil de estos últimos nombres es que en la esquina de Oficios estuvo la residencia de los obispos, por su cercanía con la parroquial mayor. El que estableció la residencia episcopal en esta casa fue el prelado Alfonso Enríquez de Almendáriz (nombrado obispo de Cuba en 1610), en parte del solar de los Cepero, familia de uno de los conquistadores y primeros pobladores de la villa. Almendáriz invirtió sus ahorros en esta casa episcopal cuando pretendía trasladar la sede de la única diócesis de la isla desde Santiago de Cuba a La Habana, lo que le acarreó serios problemas y por supuesto no logró. En 1686 el obispo Diego Evelino de Compostela compró el resto del solar de los Cepero y lo fabricó en forma parecida a como está actualmente. En esta casa fundó después Compostela el asilo para huérfanas de San Francisco de Sales, porque parece que no siempre vivía él en esta casa.
................
     Según el actual historiador de la ciudad, el tramo de la calle de Obispo entre Mercaderes y Oficios conserva todas sus edificaciones del período colonial. Así se han podido restaurar muy bellamente en esa cuadra dos viejas casas, la señalada con los números 117 y 119, que los historiadores como obra presuntamente originada en el siglo XVII y de la que el profesor Prat Puig había hecho una reconstrucción gráfica para su libro El prebarroco en Cuba. También la siguiente, la de Obispo 121 esquina a Mercaderes. Ambas casas aparecen hoy restauradas gracias, entre otros, a los estudios de Weiss y Prat Puig y han recobrado al menos parte de su antigua dignidad y belleza. Rescatadas de la ruina, son ejemplos de las más antiguas edificaciones de La Habana intramuros. En la primera se ha instalado la Oficina del Historiador de la Ciudad."

Tomado de: Calles de La Habana. Arte, historia y tradiciones en las calles y plazas de La Habana vieja, de Manuel Fernádez Santalices. Madrid: Agualarga Editores, 2000. pp 129 -- 31.
 


Palacio de los Condes de Casa Bayona



     Qué todos los cubanos que andamos dispersos por el mundo encontremos algún día el camino de regreso a nuestra tierra y que nuestra Cuba sea libre .Qué los sueños, aunque parezcan imposibles, se puedan alcanzar, y que no haya más guerras inútiles. Qué los amigos sigan ahí, a pesar de las distancias, esperándonos para volver a reír. También desearte muchas cosas buenas, a ti, mi gran amigo Francisco Morán, y qué haya Habana Elegante para rato..... 
Mucha energía positiva.

Hirancito e Irene
 


Alameda de Paula, foto de Amity Wilczek



Habanera

La tarde se desangra sin quejidos
sobre el muro irradiante de pobreza:
corteja los laureles, su tibieza;
arde en los mediopuntos malheridos.

Atrás quedan los últimos latidos
de la luz que murmura su pereza:
tras la rosa persiste la certeza
del dolor y la ausencia repetidos.

Ya Neptuno ha rendido su tridente
y la mar sus maneras desafina.
Ya se calla un balcón, desmemoriado,

y se rasgan las sedas y las fuentes.
Mas la torpe belleza se avecina
en reguero de luz, por Empedrado.

Francisco Morán
 


puerta art nouveau (foto de Amity Wilczek)



     Un aniversario más y muchos recuerdos se agrupan en mi mente como tanto dolor en mi corazón.
     Un aniversario más sin poder visitarte mi bella Ceiba.
     A veces pienso si aún te conservaras erguida como aquel septiembre del 64,
cuando te visité por última vez porque dos días más tarde abandonábamos mi
ciudad natal.
     Desde entonces sueño por volverte a ver....
     Pero, ¿cuándo?

María Teresa Villaverde, Vda. de Trujillo
1279 Maple St. RockyHill, CT.
 

1867

Vagaremos primeramente por algunas de las principales calles, las más interesantes para el extranjero, que se hallan en la parte vieja de la ciudad: Ricla, Obispo y O’Reilly, todas en dirección hacia la bahía, y Mercaderes, que la cruzan en ángulos rectos, las cuales, si el lector ha consultado el plano, le serán en seguida casi familiares, conociendo el corazón de la ciudad.
....................
Llegamos a la calle Obispo. Ved el cuadro de vida y movimiento que se os ofrece. Esta es una de las calles más animadas de la ciudad, donde se hayan los establecimientos más atrayentes, en toda su extensión, hasta afuera de las murallas de la ciudad, de la que se sale por la Puerta de Monserrate; el otro extremo de la calle está en el muelle de Caallería, en la bahía.

Samuel Hazard, Cuba a pluma y lápiz.
 


el Morro



En homenaje a la Ceiba que simboliza el nacimiento de la Ciudad de la
Habana, este mi pequeño homenaje de un cienfueguero que ama a la Capital de
Cuba.

Habana

La luminaria del cielo
jardín de amor y de estrella,
de ti el mundo tiene celo
porque eres tú la más bella.

La de los mares de espuma,
en tus playas tropicales
se mece la blanca luna
como el aire en los palmares.

Latir de mil corazones
que unidos en un vaivén,
entre el ritmo de los sones
embriagador de tu edén.

Admiración del turista,
el orgullo del cubano,
inspiración del artista;
todos te tienden la mano.

Habana, la prodigiosa,
insaciable, pecadora,
la de la sangre nerviosa,
la de labios tentadora.

La de noches de locura,
la de pasión insondable,
la de la estrecha cintura,
la del beso inolvidable.

Habana, maravillosa,
Habana, cautivadora,
perfumada con la rosa
que te ofrece quien te adora.

Deja que sueñe contigo
con tu realeza notoria,
deja que guarde conmigo
un pedazo de tu Gloria...

Bernardo I. Macías
Sarasota, Florida.
 


junto a la imagen de San Cristóbal de La Habana



Bernie:

     Cuando recibí tu poesía dedicada a mi ciudad natal, recordé algo que había leído - tiempo ha - y que a continuación transcribo y agrego de mis propias palabras: ...
     Marcos-Ricardo Barnatan dijo en una entrevista que realizó refiriéndose a Guillermo Cabrera Infante -- nuestro escritor quien ganó el Premio Miguel de Cervantes de Literatura de 1997 -- que " su prosa tiene el perfume de las ciudades en las que vivió: el aroma agridulce y humedo que imaginó en La Habana, ese paraiso perdido y prohibido, y la densidad de la atmósfera solemne y ocurrente que respiramos en Londres. Las palabras bailan boleros, se hacen maracas, saltan por las líneas de sus libros. Y en esa
música extremada, como en todos los sones verdaderos, podemos encontrar lagrimas y carcajadas"...
     Así me ocurrió a mí cuando leí tu poesía dedicada a La Habana; corrieron lágrimas por mis mejillas recordando mi barrio pero al mismo tiempo hubiera echado una carcajada al recordar la alegría con que se vivía en esa ciudad capital caribeña...
     Un recuerdo sentimental y habanero para un romántico cienfueguero

María Teresa
 


marpacífico



1793

En la estancia del castellano José de Santa Cruz, esposo de Josefa Calvo de la Puerta, hermana del Alguacil Mayor Sebastián Calvo, conocida después por Estancia de la Cantera, se sembró en extramuros de La Habana, la primera semilla de mango llegada a la Isla. «El árbol allí sembrado produjo en la primera parición cinco mangos, dos de los cuales vendió a onza de oro cada uno, el jardinero de dicha estancia, que lo era Gervasio Rodríguez» (380)


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