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El
acontecimiento absoluto de la historia Rogelio Saunders ![]() Pero, me dije, pensando en el forcejeo de Blanchot (en su oscilación casi trágica entre extremos), no hay ninguna ruptura benéfica entre lo que pensamos y lo que dejamos de pensar, sino una continuidad, como la de una hoja de una sola cara, pues lo que pensamos (y más aún: lo que nos obsesiona) dice mucho sobre lo que también nos obsesiona, pero que está oculto. Así el pensar una y otra vez en Auschwitz y sobre todo el pensar una y otra vez en Auschwitz como lo absoluto, que hace de nuestro pensamiento —de esta obsesión— un absoluto, cegándonos al presente que se niega a ser historia. En cuanto al “acontecimiento absoluto de la historia”, es imposible hacerlo corresponder con algún acontecimiento dentro de la historia, porque la perspectiva desaparece en cuanto empleamos la palabra “absoluto”. Así ha sucedido con el Holocausto: se ha convertido en un modo de exclusión, de negación a la vez de la historia y del presente. Que el hombre puede ser destruido, lo sabemos. Que no puede morir, también lo sabemos. Él es todo límite: límite del mundo y límite del habla. Pero la reacción a la exclusión no puede ser otra exclusión. Ni hay diálogo, ni éste es infinito dentro de Occidente. He ahí la espantosa verdad de Occidente. Su vocación de absoluto no es sino una vocación absolutista. Occidente no quiere hablar: quiere dictar. No quiere saber: quiere dominar. Infinita en él es sólo la recirculación del error y la culpa, del pecado y el arrepentimiento. Occidente habla (dicta) siempre desde su vocación absolutista, que se reafirma cada vez a través de las voces de sus “grandes” pensadores, filósofos y escritores, magnificadas por la megafonía y cuyo estruendo no deja oír la voz ![]() Siempre, pues, hablar y pensar (y sobre todo: hablar y pensar de cierto modo; desde cierto lugar único, absoluto) para evitar hablar y pensar lo inaceptable, lo evidente, lo insoslayable. Por ejemplo, el hecho de que cada 3 segundos muere un ser humano de hambre. Pero esa muerte de un ser humano cada 3 segundos ya no puede ser el acontecimiento absoluto de la historia, pues éste ha sido definido de una vez por todas por la vergüenza y la culpa de Occidente. Y así ahora en Occidente muchos se sienten liberados de la responsabilidad de pensar el horror que ocurre delante de sus ojos, pues no hay nada tan fácil de ignorar como un absoluto. Lo asombroso es constatar cómo esta habla de lo absoluto, que pretende ser universal (hablar por todos los hombres, por todos ![]() (Sabadell, 29 marzo de 2006) |
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