Miradas
a la identidad en la literatura de la diáspora
por Víctor
Fowler Calzada
Quizás lo que primero corresponda es señalar lo ajeno que
me resulta el uso del término "exilio" para
referirme a la literatura cubana hecha fuera del país, ya que si
-ello fue cierto en la época de las primeras migraciones- la realidad
que impone una extensa cantidad y la indudable calidad de literatura hecha
por cubanos que abandonaron el país cuando apenas eran niños
(muchos de ellos con apenas memoria del lugar, como veremos) y los problemas
que implica definir culturalmente a los nacidos en otro sitio o de "segunda
generación", desborda los condicionantes esencialmente políticos
que envuelven la palabra; es por ello que he preferido el uso de un término
más propio del análisis sociológico como es la palabra
"diáspora" para acercarme a los problemas que iremos abordando.
Nos interesa ver en qué modo ha sido, y está siendo, manejada
la cuestión de la identidad cuando se encuentra ésta en un
conflicto de elección entre los valores de dos culturas la mayor
de las veces opuestas: aquella de los padres, cuya transmisión se
da la mayor de las veces a través de una memoria familiar donde
el pasado ha sido sacralizado, y la del lugar de residencia, cuya influencia
llega desde todas partes (escuela, medios de difusión masiva, comunicación
cotidiana) y es, por así decirlo, una entidad "viva".
Centraremos nuestro análisis en la obra de varios autores pertenecientes
a eso que se conoce como los "cuban-americans", por ser allí donde
el choque de las lenguas ha conducido la necesidad de elección a
su punto crítico; en esa región de "crisis" de la identidad
atravesaremos visiones que van desde la negación de ésta
hasta su recuperación o la dialéctica de aceptación/rechazo
de las culturas en conflicto.
Hay común acuerdo en plantear que el primer autor cubano (analizable
dentro de la categoría "exilio")
en plantearse la problemática del regreso a Cuba, fue Lourdes Casal.
Nacida en 1938, Casal abandonó Cuba cuando era ya una mujer de poco
más de veinte años, cuando ya sus valores culturales habían
sido formados en la tierra misma de sus antepasados; pese a ello, es también
ella la primera escritora cubana de la emigración en plantearse
el conflicto de una identidad escindida entre la cultura de origen y aquella
recibida en el nuevo país (en este caso los E.U.). Los términos
en los que semejante conflicto era planteado lo vemos con claridad en un
texto clásico del tema como es su poema "Para Ana Velford" (lo mismo
que los restantes que citemos de Casal, procede del libro Palabras juntan
Revolución: Casa de las Américas, 1981)
"Permanezco tan extranjera detrás del cristal protector
como en aquel invierno
-fin de semana inesperado-
cuando enfrenté por primera vez la nieve de Vermont
y sin embargo, New York es mi casa.
Soy ferozmente leal a esta adquirida patria chica.
Por Nueva York soy extranjera ya en cualquier parte"
(Casal: Palabras juntan Revolución, p. 60)
Lo que la autora llama aquí "adquirida patria chica" es un espacio
contradictorio puesto que -más adelante- nos recuerda que su pertenencia
a ese territorio/identidad se debe a un acontecimiento innatural: "Pero
Nueva York no fue la ciudad de mi infancia" (p. 61); sin embargo, la importancia
que la ciudad y el modo de vida que ella encarna cobra para la autora es
tal que alcanza a imponerse en contra de una recuperación total
del territorio/identidad que es el país de origen: "...ya para siempre
permaneceré extranjera,/ aún cuando regrese a la ciudad de
mi infancia." (idem) y luego de ello termina con cuatro versos en
los que son varias las intersecciones:
"demasiado habanera para ser neoyorkina,
demasiado neoyorkina para ser,
-aún volver a ser-
cualquier otra cosa."
(idem)
Las intersecciones de las que hablo son aquellas que derivan de encontrar
un posible texto madre para lo que aquí se expresa en la canción
"Streetfighter" ("Peleador callejero"), de los Rolling Stones, cuyos finales
y míticos versos son: "Too young to die/ Too old to rock" ("Demasiado
joven para morir/ Demasiado viejo para rocanrolear"). La primera de las
intersecciones sería la de la imposibilidad de elección entre
dos culturas a las que el sujeto se siente igualmente ligado; la segunda,
la que se establece entre la lengua en la cual está escrito el poema
y la del texto-madre; la tercera, la que de modo sutil pone en juego la
idea de temporalidad. La postura de Casal nos servirá como pórtico
para adentrarnos en algunas lecturas de los conflictos alrededor de la
identidad en autores cubano-americanos de los últimos años;
en cierto sentido lo que ellos enfocan constituye una superación
de lo abordado por Casal, en tanto que más que de un equilibrio
entre modelos culturales paraiguales, se trata de tensiones mayormente
centradas en el ansia de recuperar una zona de identidad que se considera
perdida por la escasa memoria que conservan del territorio original. En
el reverso de tal lectura colocaremos -al final- escritos de algunos autores
cubanos que, sin abandonar la Isla, han reflexionado sobre la significación
de dicha pérdida. Escribirlo será para mí un modo
de agradecer la delicadeza de tanta gente cubana que conocí o reencontré
en mis dos viajes a E.U. en 1994 y quizás también pueda,
de algún modo, abrir un nuevo espacio para dialogar.
El libro de Ruth Behar, Poemas que vuelven a Cuba, continúa
y ahonda la línea iniciada a fines de los 70 con los poemas de Lourdes
Casals (cuyo volumen Palabras juntan Revolucion obtuvo en 1978 el
Premio
Casa de las Américas): la lucha de los cubano-americanos por
definir su grado de pertenencia a la Nación cubana, por completar
una identidad que es percibida como fragmentaria y fragmentada. Comenzaremos
refiriéndonos a la portada del volumen por la importancia que cobra
en relación al contenido (para ser justos, ella misma es parte del
contenido) y, más que nada, por haber sido diseñada en acuerdo
con la propia autora: se trata de una niña (de 3 años) que
sonríe cerca de una ventana y de un lacónico pie de foto:
"Yo en el apartamento del Vedado (1958)." La sonrisa y la fecha, además
del hecho de lo vivencial que hay en todo esto, establecen un agudo contrapunto
si recordamos que se trata del año previo al cisma: estamos entonces
ante una "escena primordial", un instante en el cual aún no ha habido
intervención externa en el orden de vida del sujeto, algo que huyó
y debe de ser recuperado. El texto que abre la selección nos trae
una profunda amargura debajo de su ironía:
"Mami y Papi me enseñaron que hay que estar agradecidos
nosotros que somos refugiados de la revolución
que abolió los sandwiches llamados media noche."
(Poemas que vuelven a Cuba, p. 9)
La amargura de la que hablamos es aquélla que brota de la profunda
hendidura que se aprecia aquí entre el mundo de los padres y aquél
de los hijos, ya que -en última instancia- la ironía de la
autora traspasa el establishment al hundir su punta en lo que los
padres le dijeron que debiera pensar; el poema se titula "Gracias
a este país" y juega a someter a una cruel desmitificación
la realidad (o des-realidad) que los padres le han entregado a la hija
como sustituto del sitio de la "escena primordial". En este orden que el
sujeto del texto recibe, toda noción de verdad está falseada
por la dominación que ejerce (sobre la verdad) el Dios/dinero:
"Mami y Papi, cómo les digo
que le doy gracias a este país, gracias,
gracias, una vez y un millón de veces por enseñarme
la lección más importante de nuestro siglo:
La historia pertenece a los que pueden pagar
los cinco dólares que cuestan los pulóveres de Che Guevara."
(idem, p. 11)
La estrofa final nos avisa en qué grado la opción de la autora
es un camino doloroso: "Pero yo no aprendo, no oigo", dice, y promete regresar
"...con estas palabras/ tanto tiempo sin atreverme a decirlas/ tanto tiempo"
(idem). Es lícito imaginar la densidad del silencio aludido
y suponer allí el crecimiento de la pregunta sobre la definición
del ser en su identidad: el regreso a Cuba equivale a una liberación
del Ser, y el viaje hacia el conocimiento de lo Otro será una averiguación
de la condición del sí mismo. Importa precisar ahora desde
qué punto es que se realizan las preguntas. En el poema "Oración
a Lourdes" (dedicado a Lourdes Casals) tenemos una posible respuesta: "...perdí
mucho tiempo/ preocupándome si era lo suficientemente cubana/ para
aceptar la pérdida de ese país como mi pérdida" (p.
23). Nuestro énfasis quiere destacar el núcleo de la cuestión:
la torturante pregunta de hasta qué punto el sujeto -al regresar-
reclama algo que le pertenece cuando su presencia se apropia del sitio
de la "escena primordial"; la ausencia de allí es interpretada por
la autora como un extravío, un "salir de sí" que dicotomiza
de modo no superable la historia personal. Otra cosa no implican los siguientes
(en el texto, justo los previos) versos: "...ese país/ donde dejamos
nuestra niñez/ para que creciera sin nosotros, muda y ciega." (p.
23). Al dolor de lo dejado atrás, corresponde (en igual magnitud)
aquél que se gana al querer recuperar. De ello nos avisa el poema
titulado "Nena" (también una cubano-americana):
"...me
sentí triste
porque
tu habías regresado tantas veces
a
la isla bordada de alambres
y
tenías curitas en todos los dedos..."
(p.
27)
Podemos leer el dolor de la autora en el espejo de la experiencia ajena
que nos dibuja, pues si la isla del texto está rodeada de alambres
en el uso del verbo "bordar" como equivalente de "surround" (parece haber
un error de los editores o de la traducción) y aquella llamada Nena,
que ha regresado en varias ocasiones, tiene las manos heridas, también
quien escribe el texto va por igual camino -está ya- como nos es
revelado en los versos finales:
"¿Por
qué no te conocí antes?
Nena, me hubieras dado valor.
Todavía lo necesito, Nena, todavía."
(idem)
Podemos asumir que las manos del texto cumplen una función claramente
simbólica: en lugar de retener aquello que desean re-poseer, sufren
sucesivas heridas. En cierto sentido, el viaje que constituye el poemario
tiene su punto crítico en el texto titulado "Al partir" cuyos versos
finales introducen una agria duda:
"Voy,
vengo, voy
y todavía no sé nada.
No sé si vi, oí, entendí.
¿Fui a la isla? ¿A qué isla?
Despierto y ya no estoy."
(idem, p. 51)
Lo trágico, y a la vez gracioso, de esta "crisis" a que nos aboca
el texto es que nace de un equívoco: alguien (en este caso, yo mismo)
ha citado un refrán popular como una línea de canción
y esta suerte de estrategia comunicativa -que por demás se encuentra
en la raíz del modo cubano de gozar con lenguaje, piénsese
si no en la pirotecnia verbal de Cabrera Infante o Sarduy- ha revelado
un punto ciego en el intercambio, ya que el sujeto del texto no conoce
(y se tortura por ello, sin saber que no la podría conocer) esa
canción que no existe: "...esa canción tampoco la conozco./
Tanto que no conozco de la isla." (idem) Ahora bien, el equívoco
tendría un valor esencial si lo considerásemos como síntoma
del espacio vacío que nunca podrá llenar el sujeto deseante
del texto, pues "lo cubano" que busca es -justamente- el juego con la equivocación:
lo que conformaba el centro del mensaje no era su significado, sino el
obligarlo a desviarse hacia algo que se imagina más delicado, una
canción. Al penetrar en ese reino de cuestionamientos, Ruth Behar
tensa la pregunta sobre la identidad (y con ella, el sentido del regreso)
hasta un grado próximo al silencio. Sin embargo, en uno de los poemas
de la autora no incluido en el libro (aparecio en Michigan Quarterly
Review, vol. 33, No. 1, 1994, pgs. 217-218), encontramos un modo de
penetrar en la Nación que no depende de ninguno de los elementos
hasta ahora vistos; me refiero al titulado "La cosa" en el que se hace
una divertida lectura del imaginario de la sexualidad que las madres cubanas
transmiten a sus hijas. La comunidad de esa experiencia con la de casi
toda mujer cubana donde quiera que esté, implica la realidad de
una vía otra para establecer las conexiones con la sustancia de
la construcción de la Nación, es decir, con la cultura nacional.
Creo posible enlazar tal mirada con algo dicho en un reciente artículo
por la poeta y ensayista cubana Lourdes Gil en el que propone una estrategia
de imbricación entre ambas literaturas a partir de pertenencias
a lo que hoy conocemos como "nuevas subjetividades" cuando afirma que:
"no podemos ya, irreversiblemente, hablar de un discurso hegemónico
cubano; que no hay ya verdad absoluta que radique en una sola vertiente.
Nuestra existencia pluralizada sobrepasa el debate entre la autoridad y
la subordinación, reemplazando los conceptos de ese mal cortado
traje que no se ajusta a ninguna fisonomía." (publicado en el número
monográfico que a literatura cubana dedicó la revista Brújula
-Publicación del Instituto de Escritores Latinoamericanos-
(New York, primavera de 1994, p. 34)
En el reverso de lo que podemos llamar "zona trágica" de la visión
de Behar podemos colocar la distancia irónica con la que Gustavo
Pérez Firmat (quien, además de ensayista, tiene una valiosa
obra como poeta) asume la cuestión de la identidad; acaso sea una
buena entrada en materia referirnos, antes que a la poesia, a la ensayística
de Pérez Firmat. Cimentada en dos sólidos libros (The
cuban condition y Live on the hyphen), la obra de este autor
está hecha desde una posición diferente a la de Behar -aún
cuando compartan varios de los mismos condicionantes-; también él
salió de Cuba durante la primera niñez; también él
padece por eso "otro" que la figura de la Isla simboliza, mas en lugar
de en los dolores de la búsqueda, el acento del autor es colocado
en la habitación en una identidad doble. El texto de Pérez
Firmat por el que comenzaremos es el volumen de ensayos Live on the
hyphen: the cuban-american way (University of Texas Press.
Austin, 1994), ya que es aquí donde mayor densidad teórica
alcanza en él el tema de la cultura guionizada; para ello se vale
de una categoría de análisis acuñada por el sociologo
cubano Rubén Rumbaut: "the "1.5" or "one-and-a-half" generation"
(p. 4). Según Rumbaut, esta categoría engloba a: "Children
who were born abroad but are being educated and come on age in the United
States..." (idem). Lo que para Rumbaut significa una tragedia -ya
que "the members of the "1.5" generation form a distinctive cohort in that
in many ways they are marginal to both the old and the new worlds, and
are fully part of neither of them"- es re-interpretado por Pérez
Firmat como la posesión de una distinción que hace de estos
sujetos figuras capaces de "circulate within and through both the old and
the new cultures" (idem). La lógica de este cambio de perspectiva
conlleva a postular una nueva categoría para interpretar a los sujetos
que habitarían ese borde, tal categoría es la de "bi-culturalismo";
es interesante revisar lo que ello quiere decir en la poética de
Pérez Firmat: "In my usage, biculturation designates not only contact
of cultures; in addition it describes a situation where the two cultures
achieve a balance that makes it difficult to determine which is the dominant
and which is the subordinate culture. Unlike acculturation or transculturation,
biculturation implies an equilibrium, however tense or precarious, between
the two contributing cultures. Cuban-American culture is a balancing act."
(p. 6) Quiero llamar la atención sobre un detalle determinante a
la hora de juzgar el agonismo que subyace en esta lectura de la identidad
y es ello la obligatoriedad de elegir entre las culturas que el sujeto
posee, ejecuta, juega; pese a fundamentar la tesis en la idea de "equilibrio
entre culturas", el texto crea una hendidura en su esfericidad a partir
del llamado que en él se hace a razonar los hechos en términos
de dominación (hegemonía) y subordinación. Creo ver
en el uso de esta pareja de opuestos todavía la huella de una angustia
por el origen, que podríamos quizás precisar aún más
en la siguiente reflexión del autor sobre el mimetismo de la cultura
miamense respecto a la representación de cierta Cuba: "The Miami
version of a restaurant called El Carmelo does not have a whole lot in
common with its Havana homonym; it's not the same place, and it's not even
the same food, for the Miami menu by now includes such offerings as the
Nicaraguan dessert tres leches." (pgs. 7-8)
Se me ocurre complicar lo anterior, pensar en algo menos obvio: imaginar
en la Habana de hoy un restaurant en el que son ofertadas hamburguesas
que imitan las Mac Donald, o donde se brinda tres leches como postre;
quiero decir que, a pesar de que una de las intenciones básicas
del autor es la de evitar las presiones que derivarían de la fuerza
de los discursos ideológicos (fuerza que en este caso equivale a
un "afuera" del análisis, de un modo sutil la argumentacion es aprisionada
por el condicionamiento "histórico" de lo que ocurre en una
Nación dividida por motivos políticos. Si es cierto que es
tal cosa, a fin de cuentas, la única que podemos utilizar como explicación
de por qué no es reversible el menú de La esquina de Tejas,
perdemos la oportunidad de pensar el asunto de las culturas "hyphenadas"
en un más allá de la política que nos lo imbrique
en un marco universal, como síntoma que se repite en la época
contemporánea, y que supera la estrecha -pese a todo lo dolorosa
que se quiera- dimensión del "problema cubano". Uno de los
mejores momentos del texto para entender la "hyphenización" es aquél
en el que el autor analiza una fotografía manipulada del pintor
cubano Arturo Cuenca: encima del restaurant "La Esquina de Tejas" de Miami
se tiende un letrero en transparencia: "This is not Havana". El mensaje
funciona en un doble sentido, ya que si bien es cierto que el modelo no
es la "escena primordial", tampoco es posible (parodiando aquí a
Borges) aumentar el mapa hasta hacerlo coincidir con el país que
refiere: es entonces una tercera realidad, ni cubana ni americana, un guión.
Ahora bien, me gustaría referirme a ello en términos de agon
(combate) para apreciar el substrato trágico que en su interior
lleva la ironia de Pérez Firmat. Propongo que leamos su brevísimo
poema "Vocaciones":
"Hoy guarde el Webster
y desempolvé el Sopena.
(De madre)
(De muerte).
O fundo o me fundo.
¡Me fundo!
(de la Hoz, La poesía..., p. 334)
Los términos de la oposición (fundar/fundir) denotan lo que
he llamado antes una "angustia por el origen", ya que la posible posición
festinada del sujeto entre los polos lo es cuando -al modo de un observador
exterior- el movimiento es reflexionado desde un "afuera" ; si en la última
línea nos es ofrecida una mirada risueña, en la penúltima
accedemos a la dimensión esencialmente trágica con la que
son valorados los tránsitos del sujeto bi-cultural: fundación
o fundición. Quisiera hablar ahora de la fundación, es decir,
del motivo de la escritura de lo cubano, según Perez Firmat nos
avisa: otorgar espesor a lo que habita en una memoria que es más
familiar que propia. Nos serivrán de punto de referencia dos versos
de uno de sus poemas: "En tu acento hay espesor y alarma,/ en el mío
reminiscencia." ("Matriz y margen") Sin abundar en las complejidades del
texto diremos que hay aquí la oposición de un sujeto cuyo
lenguaje es poseedor de "matriz" (el también poeta cubano Roberto
Valero, quien abandonó el país ya adulto) y otro (el autor
mismo) cuyo lenguaje es definido como "margen". La oposición es
resuelta en conciliación cuando, en los finales del texto, la voz
marginal afirma:
"Yo
también llevo el cocodrilo a cuestas.
Y digo que sus aletazos verdes me baten
incensantemente.
Y digo que me otorgan la palabra
y el sentido.
Y digo que sin ellos no sería lo que soy
y lo que no soy:
una brisa de ansiedad y recuerdo
soplando hacia otra orilla."
(Perez Firmat, Equivocaciones, p. )
La relación entre identidad y escritura se nos abalanza en la proposición
que afirma que el objeto de la memoria (el cocodrilo = Isla) es quien otorga
la palabra y el sentido; cabalgando a mitad de dos culturas, el que habla
encuentra su raíz en el ser cubano. Idéntica sustancia anima
el bello poema de Carolina Hospital titulado "Dear Tia" (escrito en inglés)
cuyos versos finales reproducimos:
"The
pain comes not from nostalgia.
I do not miss your voice urging me in play,
your smiles,
or your pride when others call you my mother.
I cannot close my eyes and feel your soft skin;
listen to your laughter;
smell the sweetness of your bath.
I write because I cannot remember at all."
(Hospital, Los atrevidos, p. 169)
Si la dualidad lingüística del título nos acerca al
modelo de identidad de un Pérez Firmat, lo rotundo del último
verso ("Escribo porque no recuerdo en absoluto") nos enfrenta a un nuevo
modo de la identidad: aquél en cuya memoria no hay el mínimo
retazo del país de los padres; la "escena primordial" sólo
puede ser re-construida partiendo del poder fabular que concede la escritura.
Préstese atención, sin embargo, al modo en que ambos sentires
se unifican en la relevancia que el lenguaje adquiere para los sujetos;
piénsese si no, en el hecho de un dolor, ante la pérdida,
que no brota de la nostalgia que habría concedido la experiencia,
sino de lo que se halla en la memoria de ese Otro que es la familia, un
dolor que nace de la memoria del lugar que nos transmiten las palabras.
En el ejemplo anterior la "función" del poeta como guardián
de una determinada tradición, es imposible casi de cumplir: la Historia
(aquella misma fecha crítica que veíamos en la portada del
libro de Ruth Behar) y todo cuanto ello implica, ha producido una hendidura
inmensa entre las palabras y el sitio de la "escena primordial".
La reciente aparición del volumen de Pérez Firmat Next
year in Cuba (a Cubano's coming-of-age in America) (New
York: Doubleday, 1995), da una sorpresiva vuelta de tuerca a la discusión
acerca de la identidad en su obra y nos coloca ante nuevos desasosiegos;
una declaración como:
"For most immigrants and exiles, there also comes a moment when we must
begin to define ourselves not by our place of birth, but by our destination."
(p. 9), es poco menos que una herejía para una comunidad que ha
hecho del mantenimiento de la identidad una ba(rrera)ndera político-ideológica,
el núcleo a cuyo alrededor se articulan los más disímiles
discursos acerca de la obligatoriedad del regreso, ya sea este militar,
sentimental simplemente o pragmático-económico. Tal declaración
no es sino la conclusión de algo que nos venía adelantado
en las consideraciones que antes vimos en Live on the hyphen acerca
del delicado equilibrio que da lugar y espacio al desarrollo de una identidad
cubano-americana: en determinado punto, o luego de él, el equilibrio
queda roto y la balanza se inclina a uno de los dos extremos, preferiblemente
al de la cultura que "recibe". Incluso para nosotros, que vivimos en Cuba,
hay algo molesto en ideas como la que ahora cito: "Every time I'm in Miami
and run into someone I knew in high school or college, I'm struck by how
"Cuban" they look, dress and sound. Take them out of Miami and they will
wither as fast as hibiscus in desert." (270), porque incluso nosotros nos
hemos acostumbrado a percibir una imagen del Otro -en este caso, los que
viven "allá"- en la que preferimos privilegiar aquellos rasgos identificatorios
que nos permitan reconocer en ellos "lo cubano": nos complace imaginar
que "lo cubano" es indestructible y que se prolonga de generación
en generación en el tiempo, pero lo que Pérez Firmat nos
dice es algo bien distinto más allá del diferendo político-ideológico;
no de otro modo es posible interpretar la unificación que el texto
propone entre el exiliado político y el inmigrante, figuras cuya
intersección básica es el Tiempo y el Lugar donde residen.
La particular historia de la colonia cubana en Miami ha propiciado el mantenimiento
en el tiempo de un fortísimo núcleo de identidad nacional,
pero lo cierto es que son decenas de miles los cubanos que viven dispersos
en Estados (o ciudades) mayoritariamente "anglos" y muchísimos de
ellos son tan "distintos" que no nos es sencillo reconocer en ellos las
marcas de identidad que los hagan "nuestros"; es una paradoja cultural,
pero el estereotipado "cubanazo", independientemente de cúal sea
su signo ideológico, nos es más cercano que el Otro que no
baila ni bebe, que no habla en alta voz ni expone sus secretos, que no
tiene hazañas sexuales que contar y no conoce las canciones de "ayer"
o la vida en los viejos barrios de la Habana. Tomo dos declaraciones más
de Pérez Firmat para comentarlas, en la primera, que es una larga
cita, propongo que prestemos atención a la diferencia entre lo dado
al sujeto y lo que por él es elegido: "...if patria sends you back
to the past, pais plants you in the present. For the exile, and particularly
for the long- term or chronic exile, patria and pais don't coincide. Cuba
is my patria, the United States is my pais. Cuba is where I come from,
the United States is where I have become who I am. When I pledge allegiance,
I have to do it two flags at once. I love Cuba with the involuntary, unshakable
love that one feels for a parent. I love the United States with the
no-less intense but elective affection one feels toward a spouse." (271)
La cuestión clave aquí es que podemos identificar la patria
con la escena primordial de orden de la que hablamos, en tanto que el país
nos deja remembranzas de la ruptura con el mundo de los padres, con la
"muerte del Padre" de que habla el psicoanálisis, porque no es casual
que el elemento contrapuesto al Padre sea la Esposa: supero su Ley (espermática,
genesíaca), ni cumplo su mandato, sino que establezco el mío
propio (generador yo también y espermático) al imponer mi
propia Ley. La segunda, y última declaración, la traigo para
fijar la angustia que subyace en la obra poético-ensayística
de Pérez-Firmat y que nos ayudará a profundizar en el contenido
de aquello que se juega en la identidad cubano-americana: "Rather than
merging Cuba and America, I oscillate ceasellessly, sometimes wildly, between
the two. My life is less a synthesis than a seesaw." (274)
El más álgido punto en cuanto al conflicto de la identidad
sería aquél en que se colocan los que han elegido, por un
acto de voluntariedad, el olvido del lugar de origen; tenemos ello con
toda visibilidad representado en la novela Crazy love del también
poeta, dramaturgo y ensayista Elías Miguel Muñoz. La historia,
centrada en los avatares del personaje Julián Toledo, principia
por los días de infancia y concluye en el momento en que ha logrado
triunfar como músico; ambos extremos corresponden a dos universos
de vida ferozmente opuestos e irreconciliables: Cuba y los E.U. Si prosiguiésemos
el modelo que hemos seguido hasta aquí, habría que decir
que en modo alguno la infancia cubana es, para el personaje, el espacio
de algo que deba de recuperar; podríamos -incluso- afirmar que se
trata de lo contrario: Cuba es lo que debe ser olvidado; allí se
desarrollaron las dos peores experiencias (amabas sexuales) del protagonista.
En la primera de ellas es sometido a una violación colectiva, poco
menos que ritual, por parte de un grupo de amigos de juego; lo ritual lo
encontramos en la relevancia que alcanza, en la memoria del protagonista,
la diferencia clasista entre los implicados: "I had friends on the poor
side of town. They always gathered around me when I arrived, and looked
at my clothes, and caressed my hair." (Crazy love: Houston, Arte
Publico Press, 1989. p. 19) No recibimos (acaso no exista) explicación
alguna de los motivos de la violación, pero no sería descabellado
-según la manera en la que el protagonista recuerda- suponer
aquí algo ligado a la pertenencia clasista (y de ahí, entonces,
que hablemos de un ritual, en este caso vengativo); el otro aspecto que
transforma el suceso en acontecimiento definidor para el futuro del personaje
es la música: en tanto la violación transcurre en la victrola
corre la voz del baladista Paul Anka cantando "Crazy love". Es de todo
punto significativo que sea justo con una versión de este número
que Julián alcanza el triunfo, pues ello nos coloca ante una situación
conflictiva en cuanto a la identidad, ya que el triunfo de Julián
equivale a su huída definitiva de (parafraseando un título
de Pérez Firmat) su condición cubana. En un diálogo
entre los integrantes de la banda (la novela entremezcla cartas, recuerdos,
conversaciones teatralizadas, entrevistas -reales o imaginarias- y letras
de canciones) que se produce cerca del final del libro, uno de ellos, Lucho
(quien, además de los sueños del inicio, ha compartido con
Julián como su amante) reprocha a éste haber permitido que
la nueva cantante, una joven norteamericana llamada Erica (quien ahora
es la amante de Julián) haya cambiado la sonoridad de la banda:
"ROLI: Erica helped us a lot, yes, but she's also made changes...
LUCHO: Drastic changes.
JOE: So we have a new sound. What's wrong with that?
LUCHO: We have money now, that's all you care about.
JOE: I care about work too, you fucking faggot.
LUCHO: You are a disgusting conguero. What do you know about music?!
JOE: Julián won't screw your ass anymore, eh? Isn't
that it? Isn't that why you're so pissed off at Erica?
LUCHO: Can't you see that's she's using us, Joe?
JOE: Bah! She would've made it without us...
LUCHO: Why do you let her do your job, Julián?
JULIAN: My job is to write and play music.
LUCHO: You don't care that we don't sound...Cuban anymore?
JULIAN: What's that supossed to mean anyway, "Cuban"?
LUCHO: Having another of your patriotic crises, Julianito?
...However you define it, Erica doesn't fit the definition.
JULIAN: Lucho, please, don't go..."
(Crazy love, pgs. 123-124)
Lo debatido en el diálogo justifica la extensión de la cita
puesto que se trata, nada menos, que de la renuncia a la "cubanidad" de
la música ejecutada por la banda y -si pensamos lo dicho a modo
de símbolo de la cultura hecha por las cubanos criados o nacidos
en E.U.- de la cuestión de la identidad. La profunda diferencia
cultural entre ambas naciones nos es dada por la aguda respuesta de Lucho
al intento de escapar de Julián: "Como quieras que lo definas (ya
hemos visto que se refiere a "lo cubano"), Erica no encaja en la definición."
Este núcleo -existente, aunque inapresable- está unido en
Julián al trauma de la sexualidad que leímos, y a la dimensión
represora de la familia. En la entrevista que le es hecha luego del éxito
del álbum, lo vemos responder a la pregunta de si la canción
"Crazy love" significa para él algo especial en el siguiente modo:
"...But for me the song is also about the love of music...about relationships...,about
family..." (idem, p. 154) Se trata, entonces, de una huída
doble ante el trauma sexual (de cuyo secreto sólo es partícipe
la abuela) y ante el fracaso de la familia (este último acentuado
en los E.U. por el ingreso del padre de Julián en la clase obrera
luego del triunfo de la Revolución). Esta debilidad de la estructura
familiar (tópico revisitado por la literatura cubana de la diáspora
y que merecería por sí solo una sesión), se manifiesta
en el texto a través de las más diversas formas de la hipocresía
-sexual, religiosa o de simple trato social- y remite siempre a modos de
dominación antes que de diálogo. Así visto, la renuncia
a "lo cubano" que practica Julián (y aquí hay un planteo
muy agudo en cuanto a la solución cultural y el futuro de la diáspora)
equivale a huir de los modos y valores predominantes en una estructura
familiar opresora. Ahora bien, la "huída" que presenciamos se verifica
a través de la asunción acrítica de los valores culturales
del Otro, hasta hacer irreconocible lo propio. En este punto, es fundamental
entender el juego especular que el texto establece entre el relato de la
vida de Julián Toledo y las cartas que recibe de su hermana Geneia.
De hecho son las cartas de Geneia las que -- utilizo el tejido a modo de
metáfora -- cierran los puntos que unen los niveles diversos que
conforman el relato. La particularidad de dichos textos radica en constituir,
a su vez, un relato de la vida que -paralelo al del protagonista- hace
subir a escena un caso de absoluta absorción de la identidad que
trae el inmigrante por la de su país de asentamiento. La "nueva
cultura" ganada por Geneia hace que termine considerando como "ethnic"
la música que ejecuta el hermano y que al hablar del padre se refiera
a la obsesión que éste tiene con "the cuban stuff". Entre
todos los textos analizados, Crazy Love resalta por llevar a escena
el gesto extremo de la disolucion de la identidad; renuncia en uno y asimilación
en la otra.
Acaso lo adecuado, luego de esto, sea acercarnos al lugar antagónico
que representa el caso de la recuperacion de la identidad; para lo que
tomo la novela The Killing of the Saints, del narrador Alex Abella
(Penguin Books, 1991). Es este un texto que corre en dos niveles
simultáneos: de un lado es una historia policial (estructurada a
modo de un thriller judicial y escrita en un estilo cinematográfico);
del otro es un relato acerca de la identidad cubano-americana. A partir
de la masacre cometida por José y Ramón, dos "marielitos",
cuando asaltan una joyería de Los Angeles, es tejida una compleja
trama en la que la existencia del investigador del caso, Charlie Morell,
sufrirá un vuelco total. Los hechos son obvios hasta la obscenidad:
durante la acción, Ramón es poseído por Oggun (orisha
guerrero de la religión yoruba) y asesina a las ocho personas que
-por estar en el lugar- los asaltantes habían tomado como rehenes.
La condenada a muerte es dada por segura, pero, en el transcurso de las
primeras recogidas de datos sobre los criminales, el investigador debe
visitar la casa del santero cubano Juan Alfonso, y allí comienza
el desastre cuando una mujer negra (a quien Morell no conoce) es poseída
por Changó (también orisha guerrero) y le habla:
"The woman smiled knowlingly. "Then why are you so ashamed, Carlitos?
"Ashamed of what? Oh, what's the use, I refuse to argue with a madwoman."
I took one step; then the words stop me. She pressed her face against mine.
"Tell them how you were born in Havana. Tell them how ashamed you are of
being Cuban. Tell them how you killed your father." (p. 76)
El sorpresivo de-velamiento de esta "condición cubana" es el artilugio
de que se vale el narrador para desatar la corriente de memoria y permitirnos
así un acceso al pasado del protagonista. Según las reglas
del relato policial, estamos asistiendo a una rarificación de los
hechos casi insoportable, pues el investigador comparte con sus criminales
un origen étnico que niega. Según sabemos entonces, hay una
diferencia insalvable entre padre e hijo desde que llegaron a los E.U.,
hecho sucedido cuando el niño tenía 10 años, y las
raíces del distanciamiento parecen tener su fuente justo en la asimilación
del hijo a los patrones de la cultura norteamericana: "Bobby Darin, Sandra
Dee, the Beatles, John F. Kennedy, long hair, all were abominations to
someone who longer day and night for his triumphant return to the land
of dominoes, cigars and guarachas. I was not the son he'd expected, the
fearless freedom figther who with youthful vigor would carry aloft the
banner of democracy and bring liberty to the tyrannized land. He was not
the father I wanted, a calm provider who would take us to Little League
games, teach us to swin and drive and give me pointers on how to pick up
girls." (pgs. 79-80) Préstese en lo anterior atención
al modo irónico, puesto que luego lo veremos como dato relevante,
en el que ha sido utilizado el idioma español del padre, e igual
podríamos decir de la contraposición de ideales de vida (resuena
aquí el "cuban stuff" de que hablaba Geneia en Crazy Love
al burlarse de su padre). Nos interesa ahora ver la mirada que el protagonista
lanza sobre el hecho de la escasa integración de los padres: "their
own incapacity to measure up the demandindg standards of life." (p. 80)
En esta tan típica idea norteamericana (la de que existe un standard
que los individuos están obligados a alcanzar para poder "formar
parte") que el protagonista toma como guía, hay un elemento clave:
el debate sobre la capacidad se establece a partir del no cuestionamiento
de lo razonable del standard fijado. Es entonces que la dificultad
de integración de los padres es percibida por los hijos como un
fracaso vergonzante (una formulación clásica del argumento
la tenemos en la obra de Arthur Miller La muerte de un viajante),
con el agregado de que aquí la lengua se transforma en una barrera
poco menos que infranqueable para los padres y en un arma de ataque para
el hijo: "we spoke in two languages, two worlds, neither of us admitting
the existence of the other although understanding its every element. Words
as barriers, words as weapons." (p. 81); el uso de la lengua como instrumento
de poder para humillar al Otro, implica un desprecio profundo por cuanto,
apenas una página antes, nos ha sido dibujado el padre: "...speaking
Spanish in a land where being a spic was only a shade better than being
a nigger, no matter how white your skin or blue your eyes." (p. 80)
En este esquema, la derrota del padre es triple, puesto que fracasa como
líder de la familia, en su integración al nuevo territorio
y (en tanto pertenece al bando de los perdedores) por el sentido político
de su salida del país natal; resulta así que "lo cubano"
es cargado por el protagonista como un peso ajeno, como la obligatoriedad
de cumplimentar un destino con el que no se identifica.
Las tensiones que hasta aquí hemos descrito laceran al protagonista
bajo la forma de horribles pesadillas que lo persiguen luego de la muerte
del padre; ya aparezca éste con el cuerpo envuelto en llamas o repleto
de heridas y sangrando, en ellas siempre le ve sufrir y tratar de decir
una palabra. Lo sucedido en la vida real ha sido que la enfermedad paraliza
al padre, pasa años en absoluto mutismo, y que durante la agonía
alcanza a pronunciar, tras de inmenso esfuerzo y en español, una
sola palabra: "muerte". La cualidad simbólica que ello adquiere
es transparente si la pensásemos como figura de la negación
absoluta, como Nada, y en el reverso de ello colocáramos, entonces,
el carácter igual simbólico (ahora como culpa) de las pesadillas
del hijo. Es ello lo que explica que -contra todo pronóstico- se
empeñe en legitimar el acto de los acusados, en justificar la comisión
de un crimen durante un momento de posesión religiosa. Pero el atormentado
modo en el que Morell re-conecta con lo cubano, su pago de la deuda
por el origen, es dentro del contexto del relato una opción moral
pobre, y la voz antifonal que conforma su monólogo interior durante
el juicio, voz que cuestiona la validez de su defensa, nos enseña
que mejor que nostros él lo sabe. Prefiero no abundar en las peripecias
de la acción y concretarme a lo que considero una "recuperacion"
de la identidad; corresponde mi acercamiento al capítulo final del
texto, al momento en el que Ramón (ya sin que medie posesión
alguna y por solas motivaciones criminales) trata de asesinar también
a Morell. En uno de esos "reversals of fortune" típicos de la novela
de aventuras, es Morell quien hace justicia matando al delincuente; entonces
aparece la imagen del padre por última vez (no sólo en la
novela, sino también en la vida del protagonista) para decirle
-en español nuevamente- "Bien hecho, mi hijo" (p. 308) Espero
que se comprenda la reconciliación que se produce aquí de
las identidades en conflicto: el padre aparece en, durante la vigilia,
para agradecer al hijo el haber cumplido el destino heroico a que se le
tenía destinado, y la comunicación se ha producido a través
del español; a la misma vez, el destino heroico puede ser cumplido
en cualquier sitio. Puesto que no hay más necesidad de ocultar el
origen, es que puede decirse que hemos presenciado un caso de recuperación
de la identidad.
Es aquí cuando corresponde introducir la que considero una nueva
posición acerca del dilema: aquella sustentada por el narrador y
ensayista cubano Antonio Vera-León en su artículo "A garden
of forking tongues: bicultural subjects and an ethics of circulation in
and out of ethnicities.". La propuesta de Vera-León desvía
e integra en un nivel superior (o quizás sólo más
atractiva para mí) la problemática de la identidad de los
sujetos. En palabras del autor: "I would like to present a more festive
alternative to the either/or dilemma and its discourses of schizophrenia
and discontent: what I call a "sujeto di-vertido," or a subject who lives
by di-version in biculturalism, by an ethics of circulating in and out
of ethnicities. The "di-vertido" subject may be seen as an "eccentric"
subject-position, in the Heideggerian sense of the term: a subject thrown
out of him/herself in, at least, two different cultural and linguistic
directions." (Apuntes post-modernos, volumen 3, numero 2, primavera.
1993, p. 15)
La posibilidad de asumir (es decir, posibilidad de equilibrar y habitar
en pacífica convivencia) el par identidades que comparten los sujetos
bi-culturales es, como hemos visto hasta ahora, el núcleo articulador
de los planteos sobre lo que sería la condición cubano-americana.
Tal problemática está fuertemente enlazada, como también
hemos visto, a la posibilidad de regreso al país de origen. En el
año 1994 la revista Michigan Quarterly Review dedicó
un número doble a reunir autores cubanos de la Isla y residentes
en E.U. en un proyecto titulado Puentes a Cuba, y es de allí
que tomaremos algunas visiones que nos permitirán un regreso más
claro a lo que encuentro de novedoso en la propuesta de Vera-León
quien, a diferencia de los estos que comenzamos a analizar, nunca más
ha vuelto a Cuba.
"Every time I return across time and space, between cultures and aconomic
systems, I am more convinced that I do not want or need to accept the either/or
definition of my identity wich demands that you choose sides. My identity
is far more complex than this. I was born in Havana. I was raised in Texas.
I was radicalized with chicanos. I returned to Cuba and thus I was ostracized
from my community. Now I live in Chicago, but I also live in Havana, emotionally
and professionally. I am always returning." (Bridges to Cuba, Ann
Arbor: University of Michigan Press, 1995. p. 36). Esta declaración
de la profesora María de los Ángeles Torres (el artículo
se titula "Beyond the rupture") es ilustrativa de los cortes que se producen
en el interior de la identidad del sujeto bi-cultural a un nivel de complejidad
todavía mayor que aquél a que nos enfrentaba Perez Firmat,
para quien la zona de conflicto quedaría reducida al choque de "lo
cubano" con "lo norteamericano". El sujeto a que nos refiere Torres posee
una identidad, cuando menos triple, por haber sufrido el corte original
(de la salida de Cuba), un segundo durante la integración a la sociedad
norteamericana y un tercero cuando la radicalización política
dentro de la comunidad hispana en los Estados Unidos. Tal suma de fracturas
implica la imposibilidad de reducir a este sujeto a una identidad puesto
que ello falsearía su historia. Puede preguntarse entonces uno si
acaso lo que en Pérez Firmat hemos visto, está brotando de
alguna especie de falsedad, pero habría entonces que señalar
que no es allí donde se encuentra la diferencia, sino en la diferente
acción de la voluntad con la que ambos enfrentan su dilema. Préstese
atención a lo que nos apunta la frase citada en cuanto a que la
aceptación de la identidad monolítica está condicionada
al querer y al necesitar. Para la autora, el desafío consiste en
no acptar categorías que dividan lo que ella es y, en lugar de ello,
quedar entonces obligado a "construir nuevas categorías, nuevos
espacios políticos y emocionales, en los cuales mis múltiples
identidades puedan ser reunidas" ("Instead I must construct new categories,
new political and emotional spaces in which my multiple identities can
be joined." (idem)
En el contexto de la alocución el uso del imperativo ("must") nos
deja entrever las tensiones de un ethos que el sujeto se impone a sí
mismo como destino de su identidad. Que los peligros a que este sujeto
bi-cultural se enfrenta son tales que pueden conducirlo a una alienación
de lo que es, lo apreciamos cuando leemos al sociologo Flavio Risech en
su artículo, también de la revista citada, "Political and
cultural cross-dressing: negotiating a second generation cuban-american
identity": "As we continualy cross and re-cross the boundaries between
these communities, we find we cannot wear all our "identity wardrobe" simultaneously,
since it can make us too hot"; there are strict taboos or high costs associated
with presenting oneself in certains kind of "garb". For example, how can
a politically progressive gay or lesbian Cuban-American display leftism
in Cuban Miami or queerness in Havana? Each time we cross these boundaries,
then, we must in an important sense "cross-dress", making coded decisions
as to how to present ourselves, about what part of our identities to wear
proudly or keep closeted." (p. 58) La pregunta que Risech nos plantea
es de severas consecuencias para el despliegue de la identidad, pues nos
conduce a que si bien ésta puede ser experimentada en la totalidad
de sus polaridades por el sujeto bi-cultural, no puede ser aceptada y menos
compartida por los espacios en los que el desplegarse debiera suceder.
La condición de bi-culturalidad quedaría entonces obligada
a la simulación, y jamás el ser podría mostrársenos
en lo que en verdad es, con lo que de hecho nos quedaría negado
el acceso al ser de ese que es nuestro Otro.
Es en oposición a ello que deseo regresar a la propuesta formulada
por Vera-León y definir lo que hacia ella me conduce: el hecho de
que su posición es tanto posibilidad de resistencia como de goce,
ya que -en semejante teorización- "lo cubano" es a un tiempo aquello
que se desea y también aquello de lo que es obligatorio escapar.
La idea de Vera-León nos lleva hacia una concepción dialógica
de la cultura presidida por la imagen del auto-control de los individuos
sobre un constructo que se me ocurre llamar "los universales culturales".
Cerca del final del artículo el autor abre puertas a una dimensión
filosófica de la identidad que perfora las relaciones de obediencia
del individuo para con el Estado: "Inhabiting two languages and two cultures
may be used to break -at least partially- with the notions of origins and
belonging, with the identities and values that "monolingual"/"monocultures"
settings prepare for their subjects." Lo atractivo de esta posición
es su coincidencia con la actual crisis de los discursos tradicionales
sobre la Nación, la simplicidad con la que su fondo conecta con
los desafíos y estilos de las sociedades informatizadas (o cuando
menos, atravesadas por crecientes y disímiles redes de comunicación
supra- nacionales) que hoy vivimos, el modo en el que crea un espacio donde
es imaginable el cobijo de las más diversas diferencias por motivos
de raza, género o sexualidad, entre otras posibles. La di-version
de los sujetos no sería más que el borde o exacerbación
del punto crítico en el que todo sujeto hacia su libertad se coloca
frente a la instituciones de cualquier aparato estatal de que se trate,
en tanto éste -- cualquiera que sea la sociedad de que se trate
-- esté cargado de momentos de enunciación monolingüe
y alineadora: he aquí la unidad de lo di-vertido. Ello se hace más
claro en el ensayo titulado "Escrituras bilingües y sujetos
biculturales: Samuel Beckett en la Habana", presentado por el autor como
ponencia en el encuentro Cuba, la isla posible (Barcelona: Ediciones
Destino, 1995, pgs. 66-77): "En esta zona el sujeto di-vertido" desafía
y cuestiona, critica y adapta las posiciones de sujeto que le son propuestas
por las esferas culturales que lo constituyen. Esa posición no es
exclusivamente de resistencia, sino también de transformación
y de circulación, ya que, situado en la frontera, el sujeto divertido
entra y sale, toma y deja elementos de las culturas que lo constituyen."
(p. 77) Es en este sentido que Vera-León desborda "lo-cubano" para
buscar raíces en "lo universal", en que su propuesta salta por encima
de los condicionamientos inmediatos que la ideología impone para
entregarnos una alegoría de la lucha del Ser hacia su libertad.
"Cuban have always been hyphenated Americans.", dice Pérez Firmat
en Live on the hyphen (p. 16) y me gustaría -gracias a un
juego dialéctico- leer ello haciendo de la cultura cubana realizada
en la Isla y de la de los cubano-americanos la pareja de donde salga un
nuevo guión sobre el cual dialogar.
Obras
citadas
1-
CASAL, Lourdes --Palabras juntan Revolución-- La Habana:
Casa
de las Américas, 1981.
2-
BEHAR, Ruth --Poemas que vuelven a Cuba-- Matanzas: Ediciones
Vigía, 1995.
3-
---------------------"La cosa"-- en: Michigan Quarterly Review (Michigan),
vol. 33, No. 1, 1994, pgs. 217-218.
4-
GIL, Lourdes --Brújula -Publicación del Instituto
de Escritores Latinoamericanos- (New York, primavera de 1994, p.
34)
5-
PEREZ-FIRMAT, Gustavo --Live on the hyphen: the cuban-american way--
Austin: University of Texas Press, 1994.
6-
DE LA HOZ, León --La poesía de las dos orillas. Cuba (1959-1993)--
Barcelona: Libertarias / Prodhufi S.A., 1994, p. 334.
7-
PEREZ-FIRMAT, Gustavo --Equivocaciones-- , p. )
8-
HOSPITAL, Carolina --Cuban-american writers. Los atrevidos-- New
Jersey: Linden Lane, 199 , p. 169)
9-
MUñOZ, Elías Miguel --Crazy love-- Houston: Arte
Publico Press, 1989.
10-
ABELLA, Alex --The killing of the saints-- New York: Penguin
Books, 1991.
11-
VERA-LEON, Antonio --"The garden of forking tongues: bicultural subjects
and an ethic of circulation between the ecthnicities"-- en: Apuntes
post-modernos (Miami), volumen 3, numero 2, primavera. 1993, p. 15)
12-
-------------------------------- "Escrituras bilingues y sujetos biculturales:
Samuel Beckett en la Habana"-- en: Cuba, la isla posible, Barcelona:
Ediciones Destino, 1995, pgs. 66-77.
13-
PEREZ-FIRMAT, Gustavo --Next year in Cuba (a Cubano's coming-of-age
in America-- New York: Doubleday, 1995.
14-
TORRES, Maria de los Angeles --"Beyond the rupture"-- en: Bridges to
Cuba, Ann Arbor: Michigan University Press, 1995, p. 36.
15-
RISECH, Flavio --"Political and cultural cross-dressing: negotiating a
second generation cuban-american identity"-- en Bridges to Cuba,
Ann Arbor: Michigan University Press, 1995, p. 57-58).
Apostillas
a Livadia
por
Madeline Cámara
Quizás este intento de despiece crítico de Livadia
( Ediciones Mondadori, España, 1999) pudiera efectuarlo con
más éxito el propio autor de la novela: el cubano residente
en México José Manuel Prieto. Proceder como Umberto Eco al
apostillar su conocida novela En el nombre de la rosa. Tanto
uno como otro, en sus respectivas obras, se presentan como creadores y
teóricos de la novela, hacedores del texto en particular, pensadores
del género. Siendo así, permítaseme comparar la delicada
composicion de Livadia con las grandes mezquitas árabes,
modelos de racionalismo funcional, pero, a la vez, arte inspirado en una
visión del mundo que trasciende el esfuerzo compositivo y le da
unidad y sentido.
En el argumento de Livadia la crítica ha señalado
la presencia de influencias renovadas de la novela de aventuras (del viejo
modelo bizantino al actualísimo thriller), de la novela epistolar,
y con menos entusiasmo, de la literatura de tema místico, aspecto
sobre el cual el final de la novela aborta precipitadamente. En pocas palabras,
he aquí la trama: J, un individio de origen hispano reside en la
Unión Soviética en los momentos del derrumbe del regimen
comunista. Atrapado en la vorágine de los cambios económicos,
oficia como contrabandista de bienes robados al Estado que luego vende
en cualquier parte de Europa, aprovechando la maleabilividad de las fronteras
y las aduanas. J, "con el menor gasto de nervios posible", trata
de enriquecerse, y en la aventura deviene "nómada", estado de alma
más que modo de vida que impone un particular desinterés
por todo aquello relacionado con su propia identidad. Su último
encargo es la captura de un raro ejemplar de mariposa, a punto de extinguirse
en la lejana ciudad de Livadia, en Crimea, por el cual el sueco Stockis,
otro traficante, pero de más rango, está dispuesto a pagarle
una fortuna.
Será
Stockis quien cite a J en un escenario tan exótico como el bar-
prostíbulo "Saray", en la mítica Estambul. Allí
J encontrara a V, joven rusa en búsqueda de las oportunidades que
su empobrecida aldea no le ofrece, pero que termina trabajando como bailarina
de striptease y con el pasaporte retenido por el temible Tigran,
gerente del lugar. El improvisado cazador de mariposas cae en las redes
de esta suerte de femme fatale en el estilo Grushenka, y entre convencido
y seducido, ambigüedad muy propia del carácter de J, le promete
sacarla del país, como otra más de sus audaces operaciones.
Luego de ser raptada del prostíbulo en un gran finale operático,
con intertexto de Mozart, V abandona a J a mitad de camino, porque ella
sabe, olfato de mujer, que J es un hombre de tránsito, no de los
que comienza de nuevo, y la mariposa que abandona su capullo ha decidido
volar alto.
Entre tanto, J decide partir a Livadia. Allí renunciará a
perseguir a V tanto como a la otra extraña mariposa, y se presta
al reposo, a esperar el regreso de su propia alma de tantas aventuras y
dobleces. En este estado espiritual, recibe las siete cartas que tomará
a V explicarle los hechos pasados. J también se prepara a responderle,
o mejor dicho a reescribir ese mismo pasado compartido, a cuestionárselo,
en un ejercicio epistolar en el que piensa utilizar citas de todos los
grandes clásicos del género, masculino ejercicio de la espontaneidad,
acto de escritura y de autoreflexión que es el cuerpo mismo de la
novela.
Varios aspectos mercen atención en esta obra: su uso de la intertextualidad,
el tratamiento de las analogías, las opiniones vertidas sobre el
epistolario femenino y masculino, el tema del doble, la presentación
de la crisis de las identidades nacionales, o las influencias literarias
más evidentes del autor; pero forzada a dedicar mi breve espacio
a un solo tópico, decido compartir con el lector mi admiración
por el estilo de Prieto. Sospecho que para resumirlo debo pedir prestada
una frase de Livadia : "La redundancia garantiza la univocidad del
lenguaje".
Siguiendo este principio, el escritor se permite engranar su texto con
unas digresiones que crean a la vez espacio y tiempo, espejos que reproducen
o refractan ya sea un lugar, una acción o un estado de ánimo;
así también, juegos de palabras que actúan no como
simple decoración sino como transmutaciones o potenciaciones de
los significados de la lengua que Prieto maneja con fruición de
artista. Veánse sino sus extensas y sin embargo perfectas oraciones,
su cuidadoso balance en el uso de adjetivos y adverbios, y sobre todo su
esmerado trabajo en lograr un tono menor que empasta toda la obra. Otra
característica de su estilo es el uso de la retrospectiva, que esta
vez nos recuerda la voluta barroca, ora enorme, ora mínima, princicio
de composición o simple detalle; tal y como funciona la memoria
humana, a veces abarcadora y enjuciadora del pasado, otras, tercamente
obscesiva con las pequeñas cosas. Abuso a veces de esta estrategia,
confiando en que el lector contemporáneo es un hombre paciente o
impasible, que disfruta de la recreación minimalista o del detenerse
del tiempo que sabe que no va a parte alguna.
Pero si con respecto a la memoria, el autor actúa como un arquitecto
o como un filósofo, en lo referente a la mirada, el narrador trabaja
desde perspectivas que parecen indicar un conocimiento científico
sobre esta función del cuerpo humano. Así, para el desmonte
de una misma escena o hecho, no se vale sólo de cambios de punto
de vista, como en cualquier creador del siglo XX que se respete, sino de
composiciones de óptica, cambios de enfoque, aprovechamiento del
ángulo o de la luz. Nuevo manierismo el de Prieto, heredero del
nouveau
roman, pero sobre todo hijo del pensamiento postmoderno, donde no se
respetan las distancias entre los paradigmas de la ciencia y el arte y
la Entolomogía puede explicarnos las transformaciones de un alma.
Esta transgresión es uno de los componentes originales de una obra
que sugiere con delicadeza varios temas de interés contemporáneo
y universal, ambiciosa hasta rozar el desborde de su propio equilibrio.
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