Centenario
de Luis Cernuda: Donde no habite el olvido
Este año conmemoramos el Centenario del nacimiento del poeta andaluz
Luis Cernuda (1902 -- 1963). La Habana Elegante no podía
pasar por alto un cumpleaños tan dichoso y, por lo mismo, ofrece
el presente dossier a sus lectores. Un cuento -- El
indolente (1929) --, una selección de poemas,
dos artículos -- uno de Octavio
Paz, y el otro del poeta, ensayista y narrador cubano, Félix
Lizárraga -- y una semblanza lírica, del poeta
español Juan Ramón Jiménez,
componen la entrega. También, en esta página de entrada
a los festejos, encontrará el lector poemas -- de Heberto Padilla,
Francisco Morán y Félix Lizárraga -- dedicados a Cernuda
o inspirados en su obra y en su vida. La Habana Elegante agradece
a Félix Lizárraga y a Germán Guerra la colaboración
brindada en la preparación de este dossier-homenaje.
Se ha mencionado, hasta el cansancio, que la soledad es un tema recurrente
en Cernuda. Pero lo que no siempre se ha dicho es que esa soledad estaba
habitada por el deseo, por cuerpos constituidos en la mirada, o sumergidos,
como hermosas estatuas, en las aguas de las playas; ésas sobre las
que pasaban fulgurantes, como visiones de la gloria, los jóvenes
marinos. Elegantemente burilada, sabiamente cincelada, la poesía
de Cernuda es cualquier cosa menos una percha donde ensayar una ornamentación
vacía. Los cuerpos cernudianos -- ¿qué duda
cabe? -- asumen el exilio (la Belleza es, quizá, el más fervoroso
e implacable de los exilios), pero sin muecas, ni remordimientos.
Tienen el conocimiento de la ruina -- agazapada, tatuada en la piel --
y por eso siempre están de viaje. Invitamos a nuestros lectores
a acompañarlos, a soñar que el horizonte no es la cuchilla
que decapita los cuerpos, que siempre hay un joven marino, regresando.
Sirva, como inicio de este viaje, esta guirnalda poética con que
coronamos la frente del poeta.
LUIS
CERNUDA*
Decía:
Lo
real para ti no es esa España obscena y deprimente
En
la que regentea hoy la canalla,
sino
esta España viva p siempre noble
Que
Galdós en sus libros ha creado...
De
aquélla nos consuela y cura ésta.
Pero
la España real, la otra (la de la tierra)
a
todas horas lo perseguía
con
el aullido insistente de su lengua. Y él:
¿Puede
cambiarse eso? Poeta alguno
Su
tradición escoge, ni su tierra,
Ni
tampoco su lengua: él las sirve,
Fielmente
si es posible...
Entonces,
la solución ¿era esta muerte, en el exilio,
o
era la tradición generosa de Cervantes,
heroica
viviendo, heroica luchando,
o
el combate incesante con su idioma
a toda carne, a toda lealtad?
Pero
la poesía
se
le hizo terriblemente arisca,
fue
a esconderse en la patas de las mulas de España
como una Égloga.
Y
a la hora feroz de la nostalgia
cuando
(ya sabemos) Garcilaso aparece
con
sus asaltadores de caminos,
hora
de los recuentos, su hora de seducción y de
emboscada,
él
(Cernuda) oía aquel sonido seco
como
en el fondo de su alcancía la moneda de cobre.
¿Volver
- gritó - Vuelva el que tenga,
Tras
largos años, tras un largo viaje,
Cansancio
del camino y la codicia
De
su tierra...
Más, ¿tú? ¿Volver?
y
dijo adiós de golpe a su querida,
que
le nutrió la angustia y el sarcasmo,
la
forjadora de consolación
que
lo salvó en la hora inminente de los cadalsos,
que
le otorgó el dominio estricto de su lenguaje.
Pero
él, de todos modos, y hasta la tumba, adiós.
Heberto
Padilla
*El
hombre junto al mar (Seix Barral, Barcelona, 1981)
BIRDS
IN THE NIGHT
a Luis Cernuda
La
cucaracha vive, amigo mío:
La
cucaracha mancha con su baba
La
piel de las estatuas que besaba
La
Luna con su dulce beso frío.
La
cucaracha caga en esa urna
Que
Keats cantó, aquel mármol sin edad
Que
es a la vez Belleza y es Verdad
Y
como una remota luz nocturna.
La
cucaracha ríe y come y salta
Y
profana los lirios y las rosas
Y
entre las ruinas de los templos charla.
Ah,
viejo Zeus Olímpico, qué falta
Me
hiciera Tu gran pie. ¿Por qué no osas,
Aunque
a mí me mataras, aplastarla?
GLOSA
a Luis Cernuda
Danza
a la luz el elfo,
Danza
sobre la rosa.
¿Sale
de labio o belfo
Su
risa melodiosa?
¿Son
de carne o de cielo
Su
cintura o sus pies?
EL
misterio es un velo
O
la verdad lo es.
¿Mueres
tú también, mueres
Como
lo hermoso humano,
Hijo
sutil del bosque?
Mejor
será si mueres
Pronto:
mata el humano
Lo
hermoso y mata el bosque.
Félix
Lizárraga
DONDE
HABITE EL OLVIDO*
Nos
hicieron las mismas marcas en el cuerpo.
La
misma frialdad nos hizo preguntarnos
de
qué país veníamos,
desde
cuáles muros
nos
habían voceado que nos fuéramos,
que
allí nadie nos quería.
Nos
escupieron en el rostro,
y
volvimos a pedirles un poco de cariño,
tan
sólo un poco de amor en la harina del pan,
en
el agua que la sed aprieta contra su pecho.
Pero
nos llenaron la boca de escorpiones tristes,
de
insomnio.
Creímos
que la poesía los obligaría a amarnos,
y
nos encerramos a nosotros mismos
en
la celda sin salida del lenguaje.
Fue
esa prisión la que, al cabo,
nos
puso al uno frente al otro.
Sublimes
marineros
sin
más patrias que las de sus cuerpos
pasaron
de tus manos a las mías,
de
tu destierro al mío,
incorruptos
en la carne postrera del deseo.
Aprisionamos
la belleza, la esclavizamos,
y
la hicimos servirnos en casas señoriales,
burdeles
y cementerios.
Ahora
tenemos la apariencia de los muertos ilustres
a
los que se ha retocado un poco
para
ser exhibidos en librerías y congresos.
Nos
hemos vuelto unos muertos muy caros.
Ahora
podemos ser repatriados y consumidos plácidamente.
Pero
no nos quieren.
Nunca
nos querrán.
Seguimos
tan solos, tan desamarrados,
tan
sin amor como siempre.
Nada
ha cambiado.
Salvo
que ahora sí estamos muertos.
Muertos
en libros.
Nos
han condenado a mirar la belleza, y la patria,
y
el cariño
desde
los libros.
Seguiremos,
pues, allí donde habite el olvido,
acariciando
el lomo intratable
de
la rata del escalofrío.
*El
cuerpo del delito, Premio Luis Cernuda, 1999.
Ayuntamiento
de Sevilla. Sevilla, 2001.
LUIS
CERNUDA*
para antón arrufat
Vendrán
los exorcistas, no
a
librarme de mis demonios,
sino
a disputármelos.
*Ecce
Homo, Accesit Premio Esquío.
El
Ferrol, 1997.
Francisco
Morán |